Partida Rol por web

La Conquista de Chardauka

¡Tierra a la Vista!

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05/03/2017, 14:37
Sahvahlnok

—Quizá para que desempolvemos nuestras habilidades sociales—comentó el dragoncito acodado ociosamente en el hombro de Raven. Entonces pareció caer en la cuenta de algo y se encaramó del todo para sentarse sobre los cuartos traseros y añadir en general:—. Por cierto yo soy Sahvahlnok, Sahvahlnok a secas, sin apodo rimbombante como la mitad de los presentes pero da igual. Un placer conocer a  todo el mundo que tenga en cuenta las cosas pequeñas.

Saludó con una pata.

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05/03/2017, 21:15
"Raven"

Raven suspiró para sus adentros con las extravagantes reacciones de Élise. Aunque bueno, lo raro sería que no hubiese alguien que fuera por ahí con la nariz apuntando al cielo. Siempre había alguien que iba por ahí con la nariz apuntando al cielo. Lo que ya no sabía era qué ocurriría antes: que derribasen el sol con ella o que se percataran de que sus esfuerzos porque todo el mundo supiera qué era lo que no les gustaba rallaban la caricatura.

Como no le encontraba sentido, decidió ignorarlo. Además, uno de tres no estaba nada mal para lo que solía ser la monotonía siempre; el gigantón barbudo parecía prestarse a la conversación aunque fuera sólo por curiosidad, y la otra humana... resultaba de lo mas curiosa, valiera la redundancia. Se había fijado en que al principio la había estado mirando de "ese" modo que tan bien conocía y sin embargo juraría que acababa de hacer algo bastante parecido a ponerse en su lugar. Aquello sí que resultaba interesante.

—Claro—respondió finalmente a Acgné—. ¿Por qué no?

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07/03/2017, 02:46
Acgné

Con una leve inclinación de cabeza respondió a la Elfa oscura, no deseaba seguir conversando con ella, no después de que Élise interviniera para hacerle saber lo que pensaba.

Pero si respondió a la particular criatura, de un color de escamas similar a los de su maestra. Para sus ojos no era más que una rata disfrazada de escamas y alas, pero una rata parlanchina, algo... Curioso.

-A veces las cosas pequeñas son las que más daño hacen! Dijo mientras le acercaba un dedo a su cabeza, con precaución de no ser mordido por el bichejo, quien sabe que enfermedades podría acarrear. -Algún día te contaré una particular historia sobre un pariente tuyo, mil veces tú tamaño. Las cosas no terminaron bien para él, pero es una historia digna de ser contada JAJ. -Risotó sonoramente antes de alejarse unos pasos del grupo.

Se apoyó en el borde del barco y contempló la isla, intentando penetrar las profundidades de la densa jungla que se dibujaba a lo lejos. 

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07/03/2017, 03:54
Élise de Sable

Decidió ignorar a Raven, pero si que se fijó al fin en el pequeño reptil que llevaba al hombro, y sonrió. Pese a pertenecer a aquella drow, la mascota le parecía incluso agradable, y sus palabras, de una manera extraña, la hicieron replantearse la situación en la que se encontraban, y el futuro que les aguardaba en el horizonte. Aunque el Cuervo de la Tormenta no la gustaba en absoluto, en realidad no era culpa, realmente, de la elfa oscura; no era justo que la tratara así cuando no había hecho más que cumplir órdenes, como ella misma. 

Suspiró. 

Tal vez se había pasado. No lo iba a aceptar, su orgullo herido no aceptaba una disculpa ante aquél ser, pero podía asimilarlo, y cambiarlo. Le gustase o no, si la habían llamado es porque era necesaria, y al igual que aquella vez dónde las cosas se habían puesto feas y su presencia había cambiado sutilmente el curso de la batalla, acelerando el resultado y tal vez dando una victoria definitiva, al igual que en aquél momento..., esa vez podían necesitar de sus habilidades.

Volvió a soltar el aire con lentitud.

Y se dio la vuelta, dirigiéndose a la borda del navío, junto a Acgné. Se apoyó como él en la madera y miró hacia la distancia, en apariencia perdida en sus pensamientos.

Puede que si puedas sacar algo de ella; tal vez sus habilidades te sirvan para mejorar las tuyas – dijo al cabo de casi un minuto, en voz suficientemente alta como para ser escuchada por los demás. 

Luego volvió a sumirse en silenciosas reflexiones, y esperó. 

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07/03/2017, 09:02
Hijo de la Luz

Un Hijos de la Luz se acercó a vosotros portando un pequeño cuadrado de pergamino.

—Martillo Relampagueante, Llama Inextinguible, Cuervo de la Tempestad, y errr.... —titubeó—, Victoire. Por favor, acompáñenme al camarote del almirante.

El soldado hizo revolotear su capa al girar sobre sus talones, y os guió al interior de las dependencias del jefe de la flota revraína. Se trataba de una habitación con un orden draconiano: todo estaba recogido, no había ningún trasto por medio. Sobre una mesa de madera de roble estaba extendido un mapa de Chardauka, y junto a él, un compás y utensilios de escritura.

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07/03/2017, 09:15
Liesselotte

En el centro de aquella estancia se alzaba la figura ilusoria de una mujer enfundada en armadura. Se trataba de una revraina imponente, que pese a sus cuarenta años conservaba la belleza y la fuerza de una espada maestra. 

—Bienvenidos a Chardauka, Agentes de la Basílica. Yo soy madame Liesselotte Labelle, miembro del Primer Triunvirato de Revraíne y Escudo del Crepúsculo de los Hijos de la Luz.

No era sólo otra mujer sino que, para desmayo de Acgné, era la mujer más poderosa de todo Revraine. Una mujer cuyo asiento en el Triunvirato le permitía darles órdenes a él,¡un Celestarum! ¿A dónde iban a llegar?

—Habéis sido enviados aquí, como sabéis, con la sagrada misión de reclamar estas tierras para Celestar y para los revraínos de bien —empezó madame Labelle—. Llegaréis en pocas horas a Marennes. Sieur Darryl Mullins, Capitán de los Hijos de la Luz en Chardauka, os dará los detalles de las facciones indígenas con las que hemos trabado contacto. Pero vuestra primera misión se llevará a cabo dentro de los propios muros de la ciudad. Hay una delegación ésmer en la ciudad, encabezada por un senador llamado Zedinnis. Su presencia en la ciudad empieza a extenderse más de lo que dicta la cortesía, y vemos alarmante la influencia que este hombre tiene sobre nuestra gobernadora, Éléonore Marley, y sobre la vida pública de la ciudad. 

Hizo una pausa.

—No deseamos un conflicto con Esmeria ahora que nuestros esfuerzos militares van a destinarse a Chardauka. Pero debéis poner fin a la presencia y la influencia de los ésmer en la punta de lanza que es Marennes —dijo, e hizo una pausa—. Preguntas.

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10/03/2017, 16:13
"Raven"

Había muchas hipótesis que podían surgir de aquella situación; buenas, malas, incluso obscenamente obvias. Pero la obviedad no era ni de lejos una carta a favor para que algo fuese cierto.

Todas, obvias o no, eran hipótesis al fin y al cabo... por lo que comenzar a lanzarlas al aire o basarse en ellas para tratar de elucubrar qué podía estar pasando no era más que dar palos de ciego.

Raven no le veía utilidad a dar palos de ciego así que se ahorró las suyas para centrarse en lo práctico: el único modo de saber algo era mediante la información. Si tenían que pedirle a un grupo de ésmer que se largaran de su ciudad, primero estaría bien saber qué habían ido a hacer allí en principio.

—¿Cuál era el propósito original de esa delegación ésmer, madame?

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11/03/2017, 18:26
Victoire Leblanc

Victoire sonrió úfanamente abrazada a su arco al ver como Elise claudicaba a sus malos modales. Estaba claro que era una fachada pero no importaba. A fin de cuentas todos tenían la suya. Cuando el Hijo de la Luz los llamó su sonrisa pasó de fanfarronería fingida a una diversión sincera. Le entretenía el hecho de estar rodeada de personalidades con tan rimbobantes nombres mientras ella mantenía un perfil más discreto. Si, ella también tenía su apodo, pero ni le gustaba ni mucho menos iba a hacer gala de él.

Victoire Leblanc—le respondió al Hijo de la Luz.

Junto a los otros enviados de la Basílica entraron en el ordenado camarote del almirante, pero no era con él con quien iban a reunirse sino con Lieselotte Labelle, el escudo del Crepúsculo. La sorpresa de Victoire fue tal que necesitó parpadear un par de veces para asegurarse de que lo que veía era cierto.

¿Cuál es el tamaño de la delegación Madame Labelle? Además del senador hay algún otro ésmer con el que tengamos que extremar las precauciones.

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12/03/2017, 05:20
Acgné

Lo único que faltaba, que la Escudo del crepúsculo fuera quien estuviera detrás de toda esta misión. Para Acgné, era una mujer calculadora que había llegado tan alto por sus dotes físicas femeninas y por conspiraciones políticas. Esa mujer era una conspiradora que velaba por sus propios intereses y dejaba de lado los intereses más puros y superiores, no era un Celestarum! Su posición le valía para mostrarle respeto, pero no obediencia.

Pero al fin y al cabo, la misión también consistía en reclamar las tierras paganas para Celestar, quería creerle.

Cuando el escudo terminó de hablar, el hombre respingó la nariz y lanzó un suspiro, Esmers, esa raza de infulas de superioridad moral, en su mayoría libertinos y paganos. No podía permitir que ellos tomaran ventaja en la conquista de Charduka.

Preferiría misiones de más acción, la cortesía y la diplomacia no eran su fuerte, sacar información según sus métodos sin duda conduciría a una guerra con Esmeria y poca paciencia tenía para buscar información por medios más pacíficos, pero no podía permitir que esos seres tomaran ventaja de la situación. Ayudaría en lo que podría.

-¿Supongo que el capitán Mullins estará al tanto de esta misión? ¿Él tendrá más información al respecto?

Fue lo único que pudo preguntar, deseaba saber lo que Victoire y el Cuervo habían preguntado de manera acertada.

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12/03/2017, 16:53
Élise de Sable

     Pasó demasiado poco tiempo en la solitaria meditación que las suaves olas de mar meciendo el barco la otorgaban, pues casi no había terminado de calmar sus pensamientos cuando apareció uno de los Hijos de la Luz. Cuando el hombre empezó a decir sus nombres, no, sus apodos, suspiró, aún de espaldas.

     <<Victoire...>>, repitió para si misma, dándose cuenta del titubeo del guerrero. Fue un pensamiento distante, que la devolvió a un pasado muy lejano en el que ella no era más que Élise, la devota y fiel esposa de un granjero, madre de dos preciosas criaturas, amiga de otras tantas como ella. Hacía mucho que aquella persona había desaparecido, aunque no así sus recuerdos, y de la mezcla de los demonios del pasado y los actos desde aquél entonces había surgido quién era ahora: el fuego de Celestar. La Llama Inextinguible. Podía resultar grandilocuente y ostentoso para una simple inquisidora al servicio de La Hermandad de las Bendiciones Piadosas, hueco incluso para una mujer, por mucho que fuera una Celestarum de renombre, pero lejos de todo aquello, aquél sobrenombre tenía otro significado para ella, siempre había sido así; ella no quería la fama que la otorgaban, no buscaba la gloria como muchos otros, simple y llanamente luchaba por purificar su mundo y su alma. Igual que el fuego purgaba el mal allá dónde lo encontraba, la liberaría de los pecados cometidos. Esa era su visión, ojos que veían en blanco y negro, sin grises de por media. Era el sentimiento de saber que no había una escala entre el bien y el mal, que no debía dudar, y que su vida no la pertenecía desde el mismo momento en que una gota de corrupción había inundado su océano de bondad... Aunque ella no hubiera derramado esa gota.

     No eran, definitivamente, pensamientos ese momento. Habían sido llamados para algo, y al fin se les requería. Así de fácil era su vida, en la que no tenía que pensar, sino obedecer. Y aún así le costó un momento darse la vuelta, mirar al soldado, y asentir para mostrar su conformidad con seguirle. El mensajero se dio la vuelta con un movimiento marcial, los demás le siguieron, y ella hizo lo propio. Casi no se dio cuenta siquiera, al hacerlo, que durante un leve instante, apenas un roce, había posado su mano sobre el fuerte brazo de Acgné, antes de echar a andar hacia las entrañas de la nave capitana de la flota, el buque insignia de la expedición. Allí, como parte del mismo estilo riguroso e inflexible, esperaba Liesselotte Labelle, el Escudo del Crepúsculo, una mujer de fiera belleza e implacable porte muy superior a lo que ella jamás sería. Era un honor tenerla allí, al mando, pero también un signo de la importancia de la misión, y de lo necesario que era una victoria. Por Celestar, por Revraine y por ellos mismos. Cuando su anfitriona y comandante acabó de hablar, aquella suposición se había reafirmado en su interior: no había opción al fracaso. Y por su honor que no permitiría que eso ocurriera. 

     Sin embargo era difícil tener la seguridad que pretendía, cuando la misión empezaba con aquellas directrices. Cierto era que, con el tiempo, había aprendido a tener mano izquierda en los momentos delicados, pero también así que siempre había preferido ir de frente, y que su fervor moral y religioso, acompañado del filo de su espada, habían sido sus principales armas contra las fuerzas que se oponían a su país y su diosa. Tener que tratar con diplomáticos ésmer en su propio terreno no la gustaba nada, pues no en vano aquellos fríos seres de piel azulada no tenían la reputación que tenían en vano. Sería adversarios peligrosos si tenían que resolver aquello mediante la diplomacia y la palabra, enemigos a los que no terminaba de ver vencidos en ese campo. Tanto fue así, que mientras aguardaba las respuestas a las sabias cuestiones que sus compañeros proferían, a ella sólo se le ocurrió una pregunta.

     – ¿Podremos, llegado el momento, usar la fuerza si es necesario? – era algo simple: si o no; aunque quedaba implícito que debía evitarse un conflicto, una cosa era no hacer una lapidación pública contra la delegación, pero otra muy distinta que no se les dejara, si se daba el caso, resolver las cosas de manera más definitiva en secreto. Como inquisidora, estaba acostumbrada a llevar esos asuntos en las sombras para no opacar la luz, pero necesitaba el beneplácito de a quien servía para tenerlo en consideración. 

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12/03/2017, 18:26
Liesselotte

La imagen parpadeó, como si la voluntad del mago que mantenía el hechizo se hubiera roto un instante.

—Diplomático. El senador Zedinnis manifestó su interés en las culturas autóctonas de Chardauka —le respondió Liesselotte a Raven, con sequedad—, y se le invitó a una estancia en Marennes como un gesto buena voluntad entre nuestras dos naciones. Asumíamos que iba a actuar de espía durante su estancia allí. Pero creemos que pretende más que eso: hacerse con el control de la colonia.

»La delegación de Zedinnis se compone de siete ésmer. Todos burócratas o técnicos, nadie que, a priori, pueda suponer una verdadera amenaza contra vosotros. Son los autómatas, más de una veintena, los que deberían preocuparnos en el caso en el que haya violencia.

Unió ambas manos detrás de la espalda.

—Ni el Capitán Mullins ni la gobernadora Marley saben nada de esta operación, y así deberá seguir siendo. Me informaréis únicamente a mi. 

Endureció el rostro al mirar a Élise.

—Vuestro trabajo, inquisidora, es inquirir, no utilizar la violencia —dijo, antes de desviar la mirada para incluir al resto—. Buscad algún motivo de peso para echar a los ésmer de Marennes sin causar un incidente diplomático. Y si vuestra investigación lleva a la violencia ... prefiero a un senador vivo con el que pueda negociar que uno muerto. ¿Queda claro?

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17/03/2017, 16:56
"Raven"

Raven se quedó unos instantes pensando en lo malpensada que era a veces la gente, valiera la redundancia.

Aunque no podía culpar a Liesselotte por albergar sospechas sobre el motivo de necesitar más de una veintena de autómatas para estudiar las culturas nativas. De hecho, a su juicio demostraba bastante sensatez si prefería una negociación a tirar directamente por el camino de la fuerza bruta.

—No hay más preguntas por mi parte.

Los ésmer destacaban más con sus mentes que con sus músculos; ella había estudiado con anterioridad sobre los autómatas que había mencionado Labelle pero nunca había tenido ocasión de ver uno. Aquello podía ser muy interesante según se desarrollasen las cosas.

Y esperaba que se desarrollasen bien, porque precisamente por eso, también podía ser muy complicado.

- Tiradas (1)
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18/03/2017, 17:43
Acgné

-Malditos Esmers -Alcanzó a susurrar antes de gruñir. Esos seres que se creen de moral superior terminaban siendo más rastreros que las ratas políticas que gobernaban en su natal Revraine.

- No violencia y no imprudencias, queda claro -Contestó de forma seca, no se sentía muy cómodo recibiendo órdenes de ella, pero lograba entender las razones que tenían para hacerlo. Eran cuestiones muy delicadas. que potencialmente podrían sumir a Revraine en una guerra con Esmeria, por eso habían llamado solo a los mejores. Pero aún no comprendía qué hacían Celestarum en esa misión política que nada tenía que ver con su Diosa.

Habrán más cosas por hacer en este continente, y muchas serán misiones sagradas - Pensó.

-Solo una pregunta más. Si sospechan que la intención del senador Ésmer es quedarse con el control de la colonia, ¿asumo que ustedes piensan que la gobernadora Marley puede prestarse para entregar el control? o ¿ustedes confían en ella y piensan que puede estar siendo manipulada mágica o no mágicamente?

Así mismo, ¿deberíamos confiar o desconfiar del capitán Mullins?

Eran atisbos de acusaciones graves e incendiarias, pero prefería ser directo y preguntar, que quedarse callado y especular.

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21/03/2017, 20:02
Élise de Sable

          Tras las últimas palabras de aquella proyección astral, simplemente se encogió de hombros y asintió. La dureza y sequedad con la que aquella mujer hablaba eran las típicas que cabría esperar, pero no las que pretendía soportar. Tenían una misión, tenían un claro objetivo, y tenían las pautas para llevar todo aquello a cabo: cuanto antes acabaran la reunión, más rápido podría alejarse de aquella ilusión que más parecía una pétrea estatua y sentirse mejor. Todo aquello no es que despreciara a Liesselotte – más bien al contrario, la admiraba –, sino que los asuntos diplomáticos como aquellos no tenían nada que ver con sus misiones habituales, y se veía ofendida por ser regañada ante un tema que no sólo no dominaba, sino que la parecía banal; ella perseguía la oscuridad, a los agentes de aquél difuso mundo del bien y el mal que se decantaban por el segundo lado, y no tenía tiempo para andarse con palabras bonitas si descubría que aquellos Ésmer lo eran, y mucho menos para jugar a la política si descubría que no lo eran. Por eso aguardó en silencio.

          Y luego Acgné volvió a hablar. Sus palabras eran como la primera chispa de una hoguera, la tea encendida que daría vida al fuego en la quema de brujas. Era directas, claras y carentes de reparos. No daba su opinión, sino que ofrecía su saber como una herramienta indiferente; al igual que el fuego servía a un propósito purificador, sabía lo suficiente del otro inquisidor, su compañero tantas veces en tantos sentidos, como para darse cuenta de que él no buscaba una excusa para causar problemas, sino un objetivo al que dirigir la ira divina que poseía en su alma. Era, exactamente, lo que ocurría en su interior. Y por ello rompió su silenciosa contemplación carente de interés, por una silenciosa mirada de curiosidad que dirigió hacia la falsa imagen de la revraina.

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21/03/2017, 21:59
Liesselotte

La mirada de Liesselotte voló de Élise a Acgné, sin detenerse en Raven.

—Zedinnis no se arriesgaría con un hechizo de control mental. Algo tan burdo hubiera sido fácil de detectar por el mago de la gobernadora, Raoul LeNoir. Pensamos que se trata de carisma y manipulación, habilidades a veces olvidadas en favor de la magia.

»No sabemos hasta qué punto ha influido en ella a Zedinnis, pero no creemos que entregara voluntariamente la colonia. No la tratéis como una traidora sino como una víctima de los engaños de los ésmer, y una oportunidad para conocer sus planes. Cuando el asunto acabe, depuraremos responsabilidades.

»Podéis confiar en Mullins. Y en LeNoir. Pero la misión sigue siendo un secreto.

La imagen ilusoria miró por encima de su hombro, a una parte del camaronte en la que no había nadie, y asintió antes de volverse hacia vosotros.

—Os reuniréis a bordo de La Sirene —dijo—. Es el barco más veloz de la flota. Os adelantaréis a Marennes. El resto de la expedición llegará a la colonia unos días después. ¿Alguna pregunta más?

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21/03/2017, 22:47
Acgné

Con su rostro de piedra se mesó la barba atendiendo la respuesta de la mujer. Estuvo tentado a replicar sobre la magia, según su memoria (o su imaginación) habían poderes que permitían esconder los efectos de un conjuro para la vista de otros magos, pero no iba a discutir con ella esos temas tan banales, menos aún, consciente de que seguramente ella sabría más de magia y efectos arcanos que él mismo, había sacrificado tiempo de estudio académico en el estudio del arte marcial.

-Ninguna más de mi parte. Respondió con una voz tan pétrea como su rostro. Le alegraba (pero no expresaba) que por fin tocaría tierra y dejaría esos endemoniados barcos atrás.

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22/03/2017, 18:23
Élise de Sable

          No había más que decir, y por ello no intervino de nuevo más que para dar por concluida su participación en aquella reunión.

          – No tengo más preguntas – dijo, inclinando la cabeza en gesto de deferencia y a la vez de despedida, que era el paso que iría a continuación. Tenía un objetivo claro, unas pautas discernibles a las que atenerse a la hora de llevar su misión, y a la vez no había sido eliminada cualquier posibilidad de combate u otras hostilidades. Con aquella información, darían sus primeros pasos, y era mejor no perder el tiempo.

          Era hora de partir. 

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22/03/2017, 22:37
Victoire Leblanc

Diplomacia con ésmers. No esperaba que fuera ese el primer encargo que afrontarían en Chardauka, pero si era lo que tenía que hacerse, así sería. No iba a ser fácil, ni Victoire ni los otros enviados de la Basílica parecían destacar por sus dotes diplomáticas. Todos eran hombres y mujeres de guerra. Pero si el Escudo del Crepúsculo les encomendaba era misión era porque no había nadie mejor para encargarse de tales menesteres.

Además cuando la situación se ponía difícil siempre tenía a Celestar para que guiara su juicio.

Ninguna pregunta madame Liesselotte—repitió como sus compañeros—. Quédese tranquila, nos encargaremos de la delegación ésmer.

El último trayecto en la Sirene podía ser divertido. ¿Cómo se tomaría Geraldine la presencia de los otros enviados de la Basílica? ¿Haría de las suyas?