Partida Rol por web

Al atravesar la Puerta de los Muelles, encontráis un paisaje desolador. La gente que vive aquí es probablemente la más pobre de toda la Ciudad de Greyhawk. Tras pocos minutos, os percatáis de que hay poca o nula actividad por parte de la Guardia de la Ciudad. Tampoco parece haber ningún tipo de comercio o negocio, este barrio está básicamente compuesto por chabolas. Quizá existen unos diez edificios con estructura permanente y otros tantos han sido construidos sobre las ruinas de edificios derrumbados o quemados. Las calles de Las Barracas son poco más que sucios caminos de tierra. También os inquieta la ausencia de animales domésticos aunque oís los sonidos de alguna cabra o gallina eventualmente. Nunca habíais visto una imagen similar, es la zona más pobre que nunca hayáis visitado.

Mientras Talasek os dirige hacia la única capilla de Las Barracas, dedicada a San Cuthbert, uno de los vagabundos os grita a cierta distancia: - ¡Volved a casa!¡El final está cerca!- seguido de una demente risotada. Talasek os pide que no le hagáis caso y sigáis sus pasos. El camino serpentea algunas chabolas hasta dar a uno de los pocos edificios asentados del barrio. Su aspecto exterior contrasta con el del resto del barrio a pesar de estar reforzado con planchas de madera al haber perdido secciones de su techo y paredes debido al paso del tiempo. Sorprende el hecho de que esté bien fortificado.

Accedéis al edificio sin problemas por la entrada principal. En su primera planta contiene bancadas de madera para unas cincuenta personas aproximadamente, un púlpito y un humilde símbolo de San Cuthbert hecho de madera. Delante del púlpito, varios candelabros iluminan toda la estancia, que se mantiene sorprendentemente limpia. Una estrecha escalera al fondo lleva a la parte superior de la capilla.

No parece haber nadie en la capilla por lo que Talasek decide aprovechar la sonoridad de la misma lanzando una llamada a su amigo.

- ¡Hermano Nortoi! Nicholi. ¿Está usted por aquí? 

En pocos instantes, un hombre delgado de mediana edad aparece por la puerta principal. Sus cálidos ojos marrones le dan una apariencia amigable y de confianza. Al reconocer a Talasek se funde en un fuerte abrazo con el paladín.

- ¡Talasek, amigo mío!- exclama con un tono cálido y reconfortante. - No esperaba tu visita-. Echando un vistazo a vuestro grupo, Nicholi se presenta amablemente.- ¿Quienes son tus acompañantes? Mi nombre es Nicholi, sirvo a San Cuthbert en esta parte desfavorecida de la ciudad.

El lamentable aspecto de esta zona de la ciudad no me afecta tanto como debería, ya que soy ascético. Sin embargo sé que esta gente no ha elegido un camino de pobre posesión material como yo, así que lamento su fortuna, aunque crea que también tiene algo de positivo no tener nada de lo que preocuparse. Otro asunto muy distinto es la ausencia de vida animal...

- Yo soy Raliet, perteneciente a la Hermandad del alba del dragón, el grupo de aventureros aquí presente acompañando a sir Talasek, hermano Nortoi. Hemos venido a investigar las extrañas desapariciones de ciudadanos en esta parte de la ciudad.

Habían terminado en un lugar muy desagradable. El clérigo sabía que este entorno era pobre pero para él estaba claro que eran personas débiles que no podían alertarse en el ejército para mejorar su situación. Daba un poco de lástima pero no era su función ayudar a los débiles.

En ese nuevo templo asistió a la llegada de uno de los camaradas de Talasek.

- Thanar Albión, seguidor de Kord. Venimos en busca de información.

Él era bastante parco en palabras así que preferiría que les dieran lo que querían pronto. Sabiendo que otros tenían más labio prefirió dejarles hacer.

Nicholi atiende a vuestras presentaciones, cuándo todos pronunciáis el motivo de vuestra visita, su expresión se torna triste y algo abatida.

Entiendo- dice finalmente-. Por favor, acompañadme a mi casa y trataremos el tema tranquilamente.

El sacerdote. os conduce a través de la puerta principal dando un rodeo al edificio y entra por la parte trasera. Su casa es tan humilde como se podría esperar, aunque la mantiene bien cuidada y limpia.

No somos muchos habitantes en el barrio, medio millar... casi todo el mundo se reúne en sus casas para comer a estas horas, al menos los que tienen algo que llevarse a la boca. Os prepararé algo si no os importa...

Invitándoos a que os pongáis cómodos, atiende el fuego y pone una olla con agua a hervir. Se interesa por cómo conocisteis a Talasek y todo lo que os ha estado sucediendo. Confirma firmemente el rumor de que la gente ha desaparecido de Las Barracas recientemente.

- He vivido en Las Barracas durante muchos años- dice.- He visto a mucha gente ir y venir. Pero conozco a todos y cada uno de ellos por su nombre. Algunos de ellos vienen a verme regularmente, otros nunca dicen una palabra. Puedo decir que la gente está aquí abandonada a su suerte y algunos se andan ocultando de algo. No me meto con los que se esconden aquí, sus motivos deben tener. Los que son más pobres, son enviados a mí por San Cuthbert, sabiendo que haré lo que pueda por cuidarlos. La mayoría de estas personas son buena gente. Pueden ser pobres, pero tienen corazones puros. Es por eso que estoy aquí. Merecen cada oportunidad de vivir una vida decente. Tengo la intención de hacer lo que pueda para darles eso.

Tras ello, pone algunas verduras dentro de la olla.

Todas las donaciones que recibo son para ayudar a toda esta gente.

No le hacía demasiada gracia tener que alimentar a los débiles de la ciudad pero necesitarían ayuda o más bien información. Este pobre clérigo abandonado por su dios - a ojos de Thanar - aprovechaba para pedir ingresos lo cual era bastante triste.

Thanar rebuscó en su bolsa y fue dejando monedas hasta contar 33, que eran las que en su momento le había proporcionado Raliet como donativo ya que él no podía tener riqueza.

- Tenga estas monedas. Harán bien a las personas de este lugar.

Porque si le veía comprarse algo que no debiera con ellas le arrearía con su maza y se acabarían sus desdichas para siempre. El clérigo de Kord se sentó y esperó a ver si el tema avanzaba.

- ¿Hay alguna pista en concreto? ¿Sabe dónde vivían exactamente los desaparecidos, por si podemos visitar a sus familiares? -comento después del donativo de Thanar.

Dalibor asintió ante las palabras de Thanar y Raliet. Era importante empezar preguntando a los familiares de los desaparecidos. Averiguar si estaban endeudados o había alguien comprando gente quien sabe con que fin. Había que descubrir que era lo que ocurría aqui.

Nicholi escucha atentamente mientras acepta de buen grado las monedas de Thanar.

- Gracias Thanar. Espero que San Cuthbert sepa recompensar este bello gesto, los habitantes de Las Barracas lo agradecerán.

Después se dirige hacia Raliet:

- Como he mencionado, conozco a casi todo el mundo en este barrio. Y sí, algunos de ellos han desaparecido últimamente. Claro, la gente suele aprovechar las oportunidades para salir de aquí. Pero siempre llevan sus pertenencias con ellos. Cuando eres tan pobre, cada posesión es preciosa. Nadie desaparecería en mitad de la noche, dejando todo lo que posee.
Lo que realmente me preocupa es que ninguno de ellos dijo adiós. Algunos de ellos eran asiduos en el santuario. Otros que han salido de aquí me han dicho que se iban y adonde iban. Siempre estaba contento cuando alguien encontraba una oportunidad en otro lugar o formaba una familia lejos de aquí. Por lo general, trataba de darles algunas cosas para ayudarles en su nueva etapa.
Pero la gente que ha salido últimamente... bueno, parece que han desaparecido. Me preocupo por ellos y realmente espero que hayan encontrado una vida mejor en algún otro lugar, pero no puedo dejar de pensar que están en apuros mayores de los que tenían aquí .

Nicholi suspira, es evidente que está profundamente preocupado.

Algunos de ellos eran familiares, otros vivían solos. Ninguno de ellos ha dejado a nadie atrás, salvo a mí. Puedo mostraros dónde vivían y sus pertenencias- Nicholi se ve claramente abatido por los hechos-, cuándo alguien no aparece al cabo de una semana, me encargo de recoger sus cosas y guardarlas aquí. De esta forma, si esa persona vuelve sus pocas pertenencias estarán a salvo y de lo contrario podré distribuirlas entre los que las necesiten.

Me resulta excesivo pedirle al sacerdote que saque las pertenencias de todos los desaparecidos, es bastante trabajo para muy pocas opciones de que la mayoría tenga un objeto que pueda conllevar una pista y que el religioso haya pasado por alto. Además, parece bastante preocupado por reunir fondos para los suyos y no creo que le haga gracia que se lo pidamos. En todo caso, no seré yo quién lo haga.

- Más que sus pertenencias, nos interesa saber si tenían puntos en común aparte de ser de este barrio: ¿vivían cerca entre ellos? ¿Acudían quizá a un mismo lugar a beber? ¿Tenían amistades comunes, o se juntaron con algún grupo nuevo en la zona antes de desaparecer? ¿Y que hay de las horas de las desapariciones, todas fueron de la noche a la mañana?

Necesitaban toda la información posible y Raliet ya hacía varias preguntas interesantes. También necesitaban visitar las viviendas de esos desaparecidos, de modo que Thanar asintió cuando el clérigo de Cuthbert lo ofreció.

- Lo queremos ver todo.

Y tenían que verlos todos ellos para detectar cualquier detalle fuera de lo común. Así de primeras, se le ocurrían muchas opciones como la existencia de un captador, secuestros o asesinatos, pero su aliado asceta ya estaba cubriendo todas esas posibilidades, de modo que se quedó atento y a la espera.

No sabría decirte- responde pensativo Nicholi-. Normalmente me daba cuenta de quienes faltaban a los oficios en el templo y eran habituales. Después también me dí cuenta de algunos que ya no se encontraban en los lugares dónde dormían durante varias de mis visitas por el barrio. Nadie me dijo nada sobre estas diez personas, no dejaron ningún aviso. Simplemente desaparecieron.

El hermano Nortoi parece reflexionar un poco abrumado por las sucesivas preguntas.

Hasta ahora, han desaparecido de esta extraña forma siete hombres y tres mujeres en el último mes. Todos sin sus pertenencias. Os puedo asegurar que ninguno de ellos era un criminal. Es decir, eran gente pobre de lo más corriente en este barrio. Todos estaban entre los 20 y los 40 años de edad y, a pesar de las circunstancias, en un razonable buen estado de salud.

Kraag se rascó fuertemente la cabeza, no entendía como podía desaparecer la gente si no había cometido algún crimen o alguien quería separarle la cabeza de los hombros.

Miró con cara de haba a sus compañeros y se resignó, en cierto modo hubiera preferido otra emboscada como la de la noche pasada, allí estaba claro quién estaba de parte de quién y lo que tenía que hacer. Sin embargo tanta artimaña despistó a Kraag y no pudo hacer valer su fuerza, lo único realmente importante en la vida.

El sacerdote parece haber ignorado la petición de Thanar, por lo que me lanzo a por nuevas preguntas y espero a que el clérigo de nuestro grupo insista en ello después, quizá se muestre más receptivo. También miro de reojo a Kraag, algo nervioso en este tipo de charlas largas y sin acción en el horizonte:

- ¿Ha visto a gente nueva en el barrio que solo estuviera de paso? Si esa gente ha sido secuestrada, es probable que primero fueran espiados y les sería más fácil intentar hacerse pasar por un miembro de la comunidad que ocultarse durante dos o tres días.

El clérigo constató que no tenía mucha información útil. Iban a tener que registrarlo todo o preguntar a sus personas cercanas.

- Veamos sus cosas, sus hogares y a sus amigos. Una investigación intensa.

Nicholi se gira hacia Raliet para responderle -  La gente va y viene en este Barrio, no podría sospechar de ninguna persona que conozca o que suela venir al templo. Si dais un paseo por Las Barracas comprenderéis a lo que me refiero, cualquiera podría pasar desapercibido aquí.

Después se gira a Thanar e inquiere -  antes de ver sus cosas, permitidme que os invite a comer. Poneos cómodos y os serviré - agrega mientras ultima la sopa que está preparando-. Es una sopa de verduras, yo mismo las cultivo, no es gran cosa, pero aquí nos hemos acostumbrado a vivir sin grandes lujos -  concluye amablemente.

Talasek acepta de buen grado la invitación y toma asiento en una mesa redonda.

- Practico el ayuno completo, sírvale mi parte a los más necesitados -digo con la máxima educación posible, aunque tomo asiento para no parecer irrespetuoso.

El clérigo asintió y tomó el plato de verduras.

- Dejad que lo probemos primero. - Dijo a sus camaradas. - No se ofenda pero seguimos un procedimiento estricto a la hora de comer. Lo hacemos por turnos.

Se lo había inventando pero estando en peligro como estaban no se podían arriesgar demasiado. Este hombre bien podía estar detrás de las desapariciones. Si algo les pasaba les tendrían que llevar a algún templo pues Thanar no tenía ningún tipo de don que ayudara con los envenenamientos.

Echó un vistazo al plato por si había algo extraño y después se puso a comer junto a Talasek.

El Hermano Nortoi hace una mueca casi imperceptible debido al escepticismo de Thanar.

ummm... bueno...- dice pensativo.

Talasek empieza a comer sin tapujos mirando seriamente a Thanar con un gesto de censura.

Gracias hermano, las especias le dan un gusto exquisito - agrega el paladín.

Ningún efecto nocivo parece ejercer el caldo de Nicholi

Casi siento la necesidad de volver a comentar mi falta de necesidad de ingerir alimento para no contrariar más al padre Nicholi, pero opto por sacar otro tema para intentar mejorar el ambiente:

- Sacerdote, ¿qué me dice de algún culto maligno no solo en este barrio, sino que opere en toda la ciudad? He tenido inquietantes visiones compartidas por alguno de mis compañeros en mi primera noche en Greyhawk sobre unos encapuchados realizando algún tipo de ritual en una cueva.