Partida Rol por web

Raff pegó una rápida mirada a los libros, pero aunque varias veces lo hubieran llamado rata, nunca había sido un ratón de biblioteca. Sin haber encontrado nada, se encogió de hombros, preparó nuevamente la ballesta y se encaminó hacia el pasillo  frenando justo antes de cruzar el umbral.
—¿Vamos?— preguntó haciendo un gesto de cabeza hacia la puerta que ahora estaba a su derecha.

En los libros no había nada interesante salvo la propaganda típica del culto a Iuz. De hecho no había ninguna referencia, ni si quiera anecdótica del culto en la ciudad de Greyhawk.

Raff volvió a salir al corredor de las puertas, las que quedaban ahora a su derecha (oeste) estaban cerradas y sin pomos ni manivelas. El cerrajero quedó pensativo por unos segundos, observando la que estaba más cerca suyo.

Raff dio media vuelta y encaró la puerta del lado contrario. En cuanto le dieran el ok trataría de abrir el pomo, y si no podía se valdría de sus habilidades para abrir la cerradura.

Barakanar asintió, mientras volvia al pasillo para vigilar que no les emboscasen

Hodrum se aseguró de tener cargada la ballesta y se puso tras Raff apuntando a la puerta que intentaba abrir por si alguien aparecía.

- Cuando quieras -

Junto a Raff, aguardó a que abriera la puerta para, en cuanto lo hiciera, entrar a la habitación con sus armas por delante.

—Estoy lista —dijo en un susurro mientras asentía al pícaro.

Raff no tiene que hacer ningún sobre esfuerzo para abrir la puerta, su cerradura le resultó muy sencilla de manipular.

Al veros aparecer, dos hombres con aspecto demacrado que ocupan su interior quedan sorprendidos. No portan vestiduras ni ningún signo distintivo del culto. 

¿Q.. Qué? ¿Quiénes sois?

La habitación contiene además dos camas y dos cajoneras, un cofre grande, un armario, un escritorio y dos sillas.

La fuerza con la que había entrado quedó en nada al ver a aquellos dos hombres que parecían a un paso de la muerte y con más posibilidad de morir por ellos mismos que por su espada. Pero sabía que no debía fiarse de las apariencias; a menudo los hechiceros se escondían tras rostros así para no llamar la atención sobre sus verdaderas capacidades, y los sacerdotes de dioses oscuros sufrían en ocasiones la enfermedad en sus cuerpos como señal de su fe, muchas veces escondiendo con su aspecto decrépito un poder latente peligroso y mortal. Aunque esos, sin embargo, no parecían estar en ninguno de los casos anteriores, no perdió ni por un segundo de vista sus movimientos, ni bajó la guardia un solo instante. Al contrario, se acercó un paso más, dónde fácilmente podía atravesarles con su espada si detectaba cualquier extraño movimiento, cualquier signo de amenaza, y les encaró con los ojos ardiendo de furia contenida.

—¿Quiénes sois y qué hacéis aquí? —no era necesario decir que una mentira les costaría la poca vida que les quedaba—. Sed sinceros, rápidos y concisos... Y tal vez salgáis de aquí. 

No tenían aspecto de ser sectarios, pero aun así era extraño que estubiesen en una sala, con tantas cosas, lo que daba a entender que tampoco eran prisioneros.

Sin dejar de apuntar se acercó a Talasek. - ¿Usted no conocerá a ninguno de ellos verdad? -

En un cruce de miradas con Raff le hizo señas para que buscase trampas en la habitación y los objetos de almacenamiento mientras Élise los interrogaba y Hodrum los apuntaba con la ballesta.

Ambos hombres parecen sorprendidos por vuestras preguntas.

¿Qu..é? ¿Quiénes son ustedes? - pregunta uno tímidamente, a lo que el otro responde con otra inquietante pregunta - ¿Cuáles son las órdenes de los señores? Nos pidieron que esperásemos aquí.

La expresión de ambos hombres denota que se han visto algo intimidados por vuestra presencia y su constante titubeo os da mucho que pensar.

Humpf... - se aclara la garganta Talasek mientra se atusa el bigote - No sabría asegurar con exactitud pero... creo que son dos hombres abducidos. El rostro de uno de ellos me es extremadamente familiar, creo que es un habitante de las barracas. Uno de los protegidos de mi amigo Nortoi.

Al oír ese nombre, parece que un escalofrío recorre a ambos hombres que se entrecruzan la mirada pero, en un instante, su expresión vuelve a la normalidad.

¿Cuáles son las nuevas órdenes de los señores? - vuelve a preguntar uno de ellos.

Hodrum aprovechó la confusión de los hombres y ese extraño miedo repentino ante la mención de Nortoi para empezar a interrogarlos como si fuesen las ordenes de "Los señores".

- Los señores quieren que nos digais lo que sabeis de ellos, una buena memoria es fundamental, también quieren que nos digais que sabeis de Nortoi y como habeis llegado hasta aquí. -

Por la reacción de ellos ante el nombre de Nortoi esperaba lo peor, quizás por fuera fuese un tipo de persona y en su interior habitase un oscuro ser. Pero poco a poco entre él y sus compañeros sacarían la información que creyesen necesaria.

Raff se limitó a enderezarse y asentir con la cabeza a lo que decían sus amigos con el rostro más impasivo que pudo lograr. Llevo ostentosamente la mano a la empuñadura de la espada corta que le colgaba en el cinto y la dejó reposando allí.
Estaba preparado para encontrar cualquier cosa ahí dentro, exceptuando gente inocente. Se había quedado un tanto atónito ante el panorama, pero por suerte la mente de Hodrum no se había empantanado asique le seguiría la corriente todo lo que pudiera.

Barakanar iba a decir algo, pero las palabras de Hodrum le parecieron impecables y asintió en silencio mientras vigilaba el pasillo

Ambos hombres parecen dar un respingo al oír de nuevo el nombre de Nortoi. A juzgar por su actitud, veis que andan bastante confusos.

Los... los señores ordenan limpiar. Los señores ordenan cargar mercancía. Los señores ordenan descansar.

Los dos quedan mirándoos fijamente, como esperando alguna orden.

Talasek musita algo mientras frunce el ceño.

Humm...  No cabe duda - dice con tono serio -. Estos hombres han sido secuestrados y están ejerciendo algún tipo de control mental sobre ellos. No sabemos si alguien puede estar mirando a través de sus ojos - cuestiona ahora preocupado -. Deberíamos dejarlos aquí hasta que encontremos a sus captores y esclarezcamos esto. 

Talasek era un hombre bueno, pero extremadamente cauteloso. Forzar a estos hombres a hacer algo que fuera en contra de sus captores podría ser peligroso.

Asintió, tensa, mientras evaluaba a aquellos dos pobres desdichados. Aunque no le gustaba la idea de dejarlos ahí, era hora de avanzar.

—Tenemos cosas que hacer. Volvamos al pasillo —miró de nuevo a los hombres, cogió aire y lo soltó. Se sentía sucia con aquello—. Los señores ordenan que descanséis —dijo secamente. Después se giró hacia los demás—. Nos vamos.

De nuevo en el pasillo, miró hacia el fondo y sujetó con más fuerza la espada. No tenían muchos caminos, y aunque eso dejaba un único objetivo, también se hacía todo mucho más peligroso.

—Creo que es hora de ver por dónde se habían ido esas sombras —mencionó en alusión al primer pasillo que habían descartado.

Hodrum se dirigió a la habitación para abrir todos los compartimentos de la habitación. - No se vosotros pero yo voy a mirar lo que hay en esta habitación antes de irme, - dijo mientras inspeccionaba uno de los cajones por si detectaba alguna trampa - si hay algún pergamino que nos pueda servir me doy con un canto en los dientes. O un mísero diario que ponga algo de lo que aquí ocurre. - En estos momentos cualquier ayuda era bienvenida.

Se quedó pensando durante un momento - Pero es muy extraño que las otras puertas estén cerradas y estas dos se puedan abrir sin problemas. ¿Y si aquí hubiese algun mecanismo que accionase las puertas? -

Extraño, sin duda, pero inofensivos.
—Buenas idea, tú revisa el escritorio.— Dijo el pícaro, hechandose al suelo para mirar debajo de los camastros. No había tiempo para nada muy detallado, pero una inspección rápida no dañaría a nadie.

Los dos hombres quedan escépticos y casi paralizados cuando os ven entrar en "su estancia". No se oponen ni toman ninguna represalia a vuestro registro.

Con un simple vistazo, Raff se da cuenta de que no hay nada de valor en la cámara.