Partida Rol por web

La mezcla de sorpresa y satisfacción al ver que aquellos monstruos, aunque demoníacos, eran mortales se disipó rápidamente al ver como el tercero de ellos apuntaba a Mariano.

El desenlace sucedió demasiado rápido como para poderlo asimilar al instante. Frohike. Aquel al que habían estado culpando momentos antes y al que le habían intentado echar las culpas, les había salvado la vida. Especialmente a Mariano, que había estado a décimas de segundo de saber qué se sentía al ser atravesado por una bala.

Marcos no sintió culpa ninguna ni remordimiento por haber intentado echarle encima aquellos lagartos. Al fin y al cabo, estaban intentando salvar sus vidas y había que reconocer que Frohike se mostró demasiado misterioso desde el primer momento. Probablemente Ibarz tenía razón y ocultase más de lo que dijo, poniéndolos a todos en un peligro mayor del que en un principio admitió. Ahora, esa misma persona les había salvado. Estaban en paz. Incluso podrían comenzar a confiar en él.

–¿Cómo sabías que estábamos aquí? –acertó a decir Marcos, todavía atónito por lo que acababa de presenciar–. ¿Qué eran estas cosas? ¿En qué estamos metidos?

Las preguntas se agolpaban en la boca de Marcos, que esperaba respuestas todos aquellos enigmas que habían vivido los últimos días. Y no estaba dispuesto a aceptar respuestas sencillas. Quería saber todo lo que sucedía.

Había disparado un arma y había acabado con una vida, y sin embargo una sonrisa de satisfacción se dibujaba en la cara del religioso que un buen día había hecho sus votos y jurado no dañar vida alguna. Pero este caso era distinto. Al ser con el que había acabado no se le podía considerar humano y, cuando el último demonio apuntó su pistola en dirección a Mariano, el religioso, en lugar de temer por su vida, se regodeó feliz de darla cumpliendo su objetivo de enfrentarse a las fuerzas de Lucifer.

Escuchó el tercer disparo y se sorprendió pensando que al morir dejaba de sufrirse dolor. Pero las punzadas que seguía mandando su espalda al sistema nervioso le indicaban lo contrario, y ver caer al suelo al tercer esbirro del mal terminó de convencerle de que no había sido él quien había recibido el balazo.

Una nueva figura se recortó en lo que quedaba de puerta de la derruida casa y pronto identificaron a Frohike, el administrador del foro.

La alegría inicial de ver a quien supuestamente les había salvado la vida dejo paso a una sensación de desconfianza. Numerosas preguntas empezaron a agolparse en la cabeza del religioso y una de ellas se repetía una y otra vez: ¿Cómo había sabido él de la casa de Kain y había llegado hasta ellos en un momento tan decisivo? Demasiada casualidad.

– Has llegado a tiempo, Frohike. Gracias. –comenzó a responder Torquemada al recién llegado, ignorando la reacción amistosa de Marcos, pero tratando al mismo tiempo de no mostrar en su voz el recelo que sentía–. No hay más criaturas de estas dentro de la casa, así que sólo debemos de temer el peligro que pueda venir de fuera. Y en ese caso supongo que esta todo bien, ¿verdad? Entonces ya puedes bajar la pistola.

Mariano por su parte mantuvo su propia arma en alto, dirigiendo la boca hacia donde estaba el administrador de La Tela de Araña.

Aun rozando la muerte, e incluso derivando entre la niebla, Ibarz conservaba relámpagos de lucidez. En la puerta  había aparecido otro reptiliano. Otro manipulador. Todavía enmascarado. Con la careta sin costuras de Frohike.

¿Qué hacía allí? Lo que todos. Buscar el secreto. No era casualidad. Y No era casualidad que hubiera aparecido en ese momento, cuando el peligro había pasado y podía hacer lo que mejor sabía: actuar por la espalda, con ventaja. Lo había intentado con ellos y al final lo había conseguido. Le habían llevado hasta el punto final.

Un zorro peligroso, aprovechado, manipulador. 

-Salvador, a tiempo. Siempre a tiempo. Sacrificado. ¿Cómo era aquello? "Yo los despistó desde mi casa mientras vosotros investigáis". ¿Vienes a cuidarnos?

Todo sucedió tan repentinamente que Belén sólo fue capaz de percibir los fogonazos de los disparos antes de ver caer a los monstruos bajo las balas que habían disparado sus dos compañeros, tapándose los oídos ante lo que le pareció un atronador y molesto sonido que tapaba incluso el de la intensa tormenta que aún seguía rugiendo en el exterior.

Pero aquel no era el final, todavía no, pues aún quedaba uno de aquellos seres en pie y armado. La ventaja de la que habían disfrutado tanto Mariano como Marcos se diluía ante la amenaza del cañón de aquella pistola que los apuntaba directamente a ellos y Belén no podía hacer nada por evitarlo, y mucho menos podía hacerlo Efraín herido junto a ella.

Sin embargo la gran sorpresa vino al comprobar que ninguno de sus compañeros caía herido de muerte bajo el disparo de aquel extraño ser sino que era él el que caía con la sangre brotando de una herida causada por un arma que, por más raro que pudiera parecer en un primer momento, estaba en manos de quien menos esperaba encontrar en aquellos momentos allí... Frohike.

El alivio que sintió Belén al ver cómo sus enemigos habían caído dio paso a las dudas que siempre le habían corroído respecto al moderador del foro. Seguía sin fiarse de él y más en esos momentos en que había aparecido de la nada convirtiéndose en su salvador. ¿Cómo sabía que estaban allí? ¿Qué buscaba realmente Frohike y cuánto sabía de verdad de todo aquel asunto que aún no les había contado?

—Gracias —dijo escuetamente la escritora sin esconder el recelo que sentía. Le agradecía el hecho de haber acabado con el último de aquellos monstruos pero aún no tenía claro el papel que Frohike desempeñaba en todo aquel asunto y, por mucho que ella lo intentase, era incapaz de verlo como un amigo.

Frohike respondió a Marcos mientras giraba la cabeza para mirar hacia atrás, hacia la oscuridad de la tormenta que persistía fuera de la casa

-Sabía que no confiabais en mí, así que he rastreado vuestros móviles. Tenía los números y, aunque no ha sido sencillo, lo que cuenta es que lo he logrado a tiempo ¡menos mal!- respondió el responsable del foro a Marcos.

Frohike miró alrededor, observando la vivienda. Luego sacó una linterna del bolsillo e iluminó alrededor; el tejado del que ya no quedaba gran cosa, las paredes desconchadas y sucias y, finalmente, el suelo de madera.

-De nada- contestó a Mariano, mientras se miraba la mano que sostenía el arma, sorprendido -Sí, sí, perdona- Luego bajó el arma y le puso el seguro. Frohike no se dió cuenta o hizo como que no se daba cuenta, que Mariano no había bajado la suya. Tampoco parecía hacerse eco de las miradas de desconfianza de Belén.

El administrador del foro se movió hasta que sus pies quedaron pegados a aquellos seres con aspecto de reptil. Con desprecio en su cara, su pie los empujó comprobando que no se movían

-Son hombres serpiente. Estos seres están al servicio de uno de los mayores enemigos del mundo, la Sociedad del Resurgir. Se presentan bajo apariencia humana para pasar desapercibidos, pero cuando quieren defenderse vuelven a su verdadera naturaleza, en la que son más fuertes.-

Fue entonces cuando Ibarz alzó la voz. El periodista podía estar al borde de la muerte pero quizás por eso se sentía ahora más lúcido que nunca. Sus palabras, como puñales, tenían un destinatario claro.

Pero Frohike no pareció herido por las mismas, ni siquiera molesto

-¿Qué quería que hiciese, señor Ibarz? Ellos saben quién soy yo. Me seguían, igual que a todos. Pero a ustedes los tenían menos controlados. O se implicaban en esto o no lograríamos nada. Y eso no podía ocurrir. Lo que estaba en juego era demasiado importante. Creame, hubiera deseado que usted tampoco estuviera en esto. Llama usted demasiado la atención. Cuando me dijo que se quedaría fuera, lo agradecí. ¡Menudo imbecil fui! Debería haber supuesto que es usted un mentiroso y en esto también lo sería. Pero ahora da igual. Lo importante es que tenemos la información que Kain consiguió y ahora podremos utilizarla contra ellos...- comentó mientras señalaba con desprecio a los hombres serpiente que yacían en el suelo -Ellos le mataron. No querían que la verdad saliera a la luz. Están infiltrados en todas partes. Pero con esa información... con eso podremos darles donde más les duela-

Su mirada viajó hasta el suelo, menos dañado que el resto de la casa.

-Un segundo... creo que por aquí...- comentó agachándose. Sacó una navaja plegable de su pantalón y, tras abrirla, la introdujo entre dos tablones para hacer palanca

-Vaya escondite raro que buscaste, Kain...- comentó en voz alta pero sin hablar para nadie de los presentes

Allí, en un hueco del suelo, había montones de papeles, carpetas y lo que parecía un disco duro.

Frohike bajó su arma y Mariano se tranquilizó un poco, pero, aunque él también hizo lo propio, no soltó la pistola que sostenía en la mano derecha y que aún humeaba. El administrador del foro empezó entonces a darles ciertas explicaciones acerca de lo que estaba sucediendo, que hacía evidente que no le pillaba nada de todo aquello por sorpresa.

Renqueante, sintiendo un gran dolor a cada paso, Torquemada se acercó a Mosfet para permitirse ver, por primera vez tras el derrumbe de la casa, como se encontraba su compañero.

– Entiendo por lo que cuentas que nos has… –Pareció pensárselo un segundo y se corrigió–. Nos habéis usado como cebo, poniendo en peligro nuestras vidas para conseguir lo que buscabais.

Si Mariano estaba enfadado o disgustado no podía apenas percibirse, pues el tono de su voz había adoptado una extraña frialdad. Continuó.

– Parece además que estabais informados acerca de estas criaturas, de su organización, sus planes y del peligro que corría el pobre Juanjo. Y que le habéis dejado morir en lugar de ofrecerle algún tipo de protección. Aunque sólo fuera informándole acerca de la naturaleza del peligro que corría.

Mariano, sin perder de vista a Frohike y apuntando al suelo para evitar cualquier accidente, se colocó al lado de Marcos y le dirigió una mirada fugaz, interesándose por su estado. El rápido movimiento provocó una punzada de dolor que le hizo soltar un quejido.

– ¿Qué es esa organización de la que hablas, qué son estos demonios y quienes sois vosotros? –En el último momento pareció recordar algo y añadió una pregunta más–. ¡Ah si! ¿Y que ha sido de RIP_er?

En ese momento Frohike acababa de sacar unos documentos de lo que parecía ser un falso suelo y Torquemada, curioso, se acercó algo a él, manteniendo aún una prudente distancia.

—Esas cosas...—hizo una pausa antes de continuar, queriendo coger fuerzas para prepararse para la respuesta— ¿Eran de verdad?

Aunque las había visto con sus propios ojos, Marcos aun dudaba de lo que le decían sus sentidos. Tenía que ser más sencillo que aquello, alguna especie de ilusión o truco. Era inasumible que, de repente, se plantease como normal la existencia de aquellos seres. Pronto, el mundo racional en el que vivía se le antojaba extraño y la incongruencia se adueñaba de su mente haciéndole palidecer.

Al contrario que Mariano, un hombre de fe que de seguro estaba acostumbrado a creer en poderes sobrenaturales, Marcos, más racional, más científico, todo aquello le parecía imposible. Su realidad comenzó a derrumbarse y el millón de incógnitas que se le agolpaban en la cabeza no le permitían pensar con claridad, ofuscado en buscar una explicación más real.

Aprovechando que Mariano se acercó, le pasó el brazo por encima de los hombros y le palmeó la espalda, a modo de agradecimiento y de compenetración frente a los tensos acontecimientos que habían sufrido momentos antes. El contacto humano le ayudó a sobreponerse y volver a la realidad.

—¿Quiénes son y qué quiere la Sociedad del Resurgir?

Frohike descubrió en el suelo los documentos. En ese momento, Marcos sacó de su bolsillo el ticket que encontró en casa de Kain donde se detallaba la compra de unos tableros y una máquina de clavos, lamentándose no haber tenido oportunidad de haber explorado con más detalle aquella cabaña.

Belén seguía mirando con desconfianza a Frohike el cual, con su explicación de cómo había conseguido dar con ellos, no logró convencer a la mujer ya que la mayor parte del trayecto habían estado sin cobertura, y el hecho de que hubiera llegado justo a tiempo... Nah, la suspicacia que le despertaba no iba a desaparecer así como así.

Pero fue su explicación la que, por unos instantes a medida que iba escuchando las palabras del moderador, encendió su enfado ya que, tal y como dejaron dicho sus compañeros, él conocía los pormenores de aquel asunto pero a ellos los había dejado a oscuras y a su suerte y, después de que los hubiera lanzado descaradamente a los leones, ahora venía de salvador y amigo, eso sin contar con que esa explicación que les estaba contando sonaba a película de ciencia ficción, a pesar de que Belén había visto la prueba fehaciente de que esos hombres lagarto existían en realidad.

Sin embargo el recelo dio paso a la curiosidad al ver cómo Frohike, arrancando unas tablas del suelo, sacaba la supuesta documentación que había dejado allí Kain. Belén frunció el ceño y, acomodando a Efraín lo mejor que pudo, se levantó antes de mirar alternativamente al moderador y al periodista. Había algo que no le acababa de encajar y, antes de preguntar más sobre lo que estaba sucediendo, sobre esa extraña Sociedad enemiga del mundo y sobre los hombres lagarto, quería resolver la duda que se había instalado en su cabeza.

—Entonces —Belén miró fijamente a Efraín sin saber si él sería capaz de contestar a su duda— si Frohike acaba de encontrar los papeles que escondió Kain, ¿qué fue lo que encontraste tú? ¿Quiénes eran entonces los hombres que supuestamente te atacaron y se llevaron esos documentos de los que nos hablaste?

Frohike iba demasiado resuelto. Casi tranquilo. Obviamente, porque lo tenía todo planeado, preparado. Ibarz había conseguido esquivar a esa serpiente, aquel manipulador aprovechado. Pero, al final, había llegado allí.

Los monstruos reptilianos no le impresionaban y caminaba por allí como si fuera un mero trámite, desentendido. Había un buen motivo para ello. No era más que otro monstruo.

Y se iba a quedar con la información que Ibarz estaba buscando si nadie lo impedía.

Intentó enderezarse, ignorando a los demás por completo. Le importaba un carajo lo que opinaran. No había llegado hasta allí para dar explicaciones a nadie. Él había seguido su camino por algo muy concreto.

Encontrar esos documentos.

Los mismos que Frohike acababa de desvelar con total tranquilidad. Ibarz había intentado todo lo posible hacerlos pasar desapercibidos, ocultarlos de la vista de todos. No podían verlos. No, no podían. Pero ese maldito imbécil enmascarado no parecía tener el mismo cuidado.

Frohike iba armado y estaba más que dispuesto a matar por esos documentos. Nada le importaba.

Ibarz se enderezó con la mirada enfebrecida. Y sacó su navaja. Sabía que estaba al borde de la muerte y que no podía hacer nada contra el arma de Frohike. Pero ya no podía. No podía dejarlo pasar. Había llegado hasta allí y no iba a permitir que todo se estropeara.

Antes, la muerte. Total, ya la estaba viendo.

—Eso no te pertenece.

Dijo, dando un paso adelante, renqueando.

-No- respondió Frohike a Mariano, con un tono que mezclaba tristeza y ¿melancolía? -No hemos dejado morir a nadie. Kain se metió en cosas que no comprendía y lo hizo sólo. Eso fue lo que le puso en el ojo de mira de... Si hubiera recurrido a mí, a nosotros, le habríamos ayudado. Pero, claro, él tampoco sabía nada ¿qué podía hacer?. Yo me enteré de todo esto cuando desapareció y empecé a investigar-

Frohike comenzó a sacar lo quese encontraba en el escondite y continuó hablando mientras lo hacía, intentando responder a las preguntas de Torquemada y Mosfet

-La Sociedad del Resurgir es un poderoso culto que extiende su influencia por las agencias de inteligencia y seguridad de los países más poderosos del mundo. Kain hackeó el ordenador de un líder local de la Sociedad, un grupillo que se hace llamar Luveh Kerapf. Creo que llegó allí por casualidad, no por que supieraen lo que se estaba metiendo. Cuando el lider se dio cuenta de lo que había ocurrido, en lugar de informar a sus superiores decidió zanjar el asunto de forma rápida y discreta eliminando a todos los que supieran algo y recuperando la información que le habían robado. Los recursos que podía emplear sin llamar la atención de sus superiores eran muy limitados ya que no podía arriesgarse a que el asunto trascendiese. Si la jerarquía superior de la Sociedad se enteraba del robo de información, sin duda le esperaría un destino más que aciago. Por eso contrató a un sicario. ¡El muy estúpido contrató a alguien!. El tal Pablo que se hizo pasar por un monje falso era, en realidad, un delincuente pagado, un tipo acostumbrado a arreglar las cosas por las malas, sin importar el "ruido" que eso haga. Kain debió descubrarle en su casa, intentando hacerse con estas copias. Quizás hubo un forcejeo, quizás lo mató a propósito. El caso es que eso fue una metedura de pata. Desató las alarmas de la Sociedad del Resurgir y llamó la atención de nuestro grupo. - 

Sentado en el suelo, ya con todo fuera del escondite, distraído por el hallazgo, Frohike no se percató de que Ibarz se levantara, pese al trabajo que supuso para el periodista. Se limitó a contestara su afirmación como si fuera un elemento más de su relato
-No, esto no me pertenece, pero Kain ya no puede usarlo y, en cambio, puede servirnos para desmantelar la Sociedad del Resurgir-

Ibarz avanzaba lento por culpa de sus graves heridas, por lo que no pudo impedir que Frohike abriera las carpetas y expusiera su contenido, sobre el suelo, a la vista de todos. En la documentación hay de todo; artículos de prensa, informes de la policía, bocetos de seres extraños, composiciones que parecen cánticos...

-la Sociedad sospechaba que alguien del foro podría tener copias de algunos de los archivos de Kain, por eso fueron a por RIP_per, supongo. Le había escrito e incluso le mandó documentación a su bufete.  Así que el responsable europeo dió instrucciones para eliminar a Pablo, el asesino de Kain, al lider local de la Luveh-Kerapf y para empezar a vigilarnos a los del foro. Envió a dos de estos- dijo, señalando los cadaveres del suelo -Creo que quedaron con él en el hotel, para "alejarle" del monasterio y dejar pistas falsas sobre posible contrabando de drogas.-[/B]

Frohike se pusoen pie entonces y fue cuando vió la navaja en la mano de Ibarz y como este avanzaba hacia él 

-¿Qué haces? Oye esta información es peligrosa. Este culto, la Sociedad del Resurgir, tiene tentáculos por todas partes y aunque aun no tenemos muy claros sus intereses sabemos que no desean nada bueno para la humanidad. Os ofrezco la posibilidad de uniros a nosotros e intentar desbaratar sus planes ¿es que no os interesa? Os rodean cosas que no comprendeis... ese Cristo de tu monasterio, por ejemplo. ¡Y tú, Belén! Hemos visto que has llamado la atención de otro culto más, no sabemos por qué ¿has notado que pasen cosas extrañas cerca tuyo? ¡¡Vamos!! Podemos hacer esto juntos- su voz, mientras hablaba, parecía anhelante.

– Red_Pill. ¡Baja ese arma, por favor! No vamos a asesinar a nadie. –dijo sereno, pero aún con el arma en la mano, Mariano. Era un comentario curioso después de haber disparado a una criatura y acabado con su vida. Pero para el cura aquellos seres no eran humanos, sino demonios.

– Además, Frohike aún tiene muchas más cosas que contarnos. –continuó–. ¿Qué es lo que pone en estos papeles tan poderoso que puede hundir a esa organización? ¿Y qué tiene que ver todo esto con el Cristo de mi monasterio?

Miró a su alrededor, pensando que alguno trataría de ahondar más acerca de aquel grupo al que pertenecía el responsable del foro y lo que podía ofrecerles, y viendo que no era el caso -o no queriendo esperar aún más- lanzó el mismo la pregunta.

– Aún no hemos terminado, Frohike. Hablas mucho de "nosotros"–La última palabra la acentuó especialmente, para dejar claro que se refería a aquellos a quienes representaba–., pero todavía no nos has explicado quienes sois y a que os dedicáis.

Belén espero una contestación de Efraín que no llegó. Aquel hombre era un arrogante y un imbécil incluso a las ouertas de la muerte y, en un gesto quizás un tanto infantil, la escritora ni intentó ayudarlo cuando él se puso en pie. Si por ella fuera podía irse directo al infierno en compañía de los hombres lagarto.

Olvidándose del periodista, Belén centró su atención en las palabras del moderador del foro las cuales, en lugar de aclarar las dudas que tenía, planteaba muchas más. Preguntas que a la escritora le hubiera gustado hacer para saciar su curiosidad pero que, con uno de los últimos comentarios de Frohike, fue incapaz de plantear. ¿Cómo era posible que supiera sobre las cosas raras que estaban sucediendo en su casa?

—¿Quiénes sois? —repitió la oregunta del sacerdote—. ¿Cómo sabes que ocurren cosas raras en mi casa y por qué otra secta, o lo que sea, va a por mí? Yo no tengo ni idea de tido esto, ni siquiera sé quiénes son de los que me hablas. Para mí todo esto no es más que un sinsentido. Sectas que quieren la dominación y grupos que no los persiguen... Suena a historia barata de película de serie B.

Las palabras de Frohike impactaron a Marcos. Desde que tenía uso de razón y capacidad para analizar las noticias, la actualidad, la política y todo lo que pasaba a su alrededor, había desarrollado la idea de que existía un gobierno en la sombra que lo manejaba todo. Ese fue el principal motivo por el que un día, por accidente, cayó en La Tela de la Araña y se enganchó a sus foros y a sus hilos. Aquel lugar imaginario en un rincón de internet le había permitido desarrollar y compartir sus locas ideas sobre ese gobierno supremo.

Ahora, el mismo moderador de aquel foro le confirmaba sus sospechas. La expresión de satisfacción se debió notar en la cara de Marcos, especialmente dadas las circunstancias, que no invitaban al más mínimo atisbo de alegría. Pero el sentimiento mudó rápidamente en cuanto fue capaz de asimilar lo que aquello implicaba.

A pesar de tener razón, ese gobierno en la sombra no se componía simplemente por gente poderosa, como él pensaba. Según lo que había contado Frohike, eran aquellos horrorosos seres los que se habían extendido por las más altas esferas. Seres que habían intentado acabar con ellos sin la más mínima duda y que al parecer estaban en los mayores centros de poder del mundo.

Por un momento, Marcos sopesó alejarse de todo aquello. Volver a su vida rutinaria, su trabajo, su madre. Se imaginó haciendo día tras día lo que había hecho hasta entonces. Pero se dio cuenta de que ya había tomado la decisión.

—Yo quiero saber más. Toda mi vida he estado esperando la confirmación de que un gobierno en la sombra controlaba los aspectos más importantes de este mundo. Si lo que nos cuentas es verdad —miró al administrador del foro con convencimiento—, este es ese momento. Quiero saber. Entender qué son estos monstruos, de dónde vienen y qué quieren.

«Nosotros». Frohike estaba demasiado tranquilo y no tenía pudor en demostrar que sabía mucho más de lo que les había contado a todos al principio. Maldito embaucador. Sabía cosas que no debía saber y hablaba en nombre de gente a la que Ibarz no debía escuchar.

Para saber todo eso solo puedes ser culpable. Y si no lo eres y lo ocultas a sabiendas, eres cómplice. Cómplice y culpable de asesinato y cómplice y culpable de engañar a los foreros para hacerle un trabajo sucio con riesgo para sus vidas. Ibarz lo había visto rápido y se había apartado de aquello, mas sin embargo allí estaba, rodeado de aquella gente embaucada. Para Ibarz estaba claro: si Frohike había matado al reptiliano aquel era porque le interesaba, no porque fuera su enemigo. Eran la misma cosa.

Haría exactamente lo mismo con los demás en cuanto le fuera bien a sus intereses. Frohike quería marionetas fáciles de suplantar, no aliados.

Y todo lo que contaba sobre las sectas era mentira y verdad al mismo tiempo. Él no era el elegido para salvar nada. Era parte de ello.

Avanzó con la navaja en la mano, renqueante.

—Aparta tus manos de ahí, hijo de puta.

-Aún no sé lo que pone en los papeles- respondió Frohike a Torquemada -Pero si ellos tenían tanto interés por recuperarlos, es que lo que pone no debe ser poco... Igual, si tenemos suerte, podremos averiguar dónde tienen sus sedes o quiénes son sus miembros. O quizás averiguar algo sobre las cosas que han estado haciendo, para saber mejor a qué nos enfrentamos. Y el Cristo de tu monasterio... bueno... no sé si eres consciente de que hay una organización dentro de "tú organización". No sé cuántos pero seguramente muchos de los frailes del monasterio pertenecen a un culto que adora a Hypnos. No sé mucho más, la verdad, es algo que no he tenido mucho tiempo de investigar-

Se giró para mirar a Belén

-En cuanto a cómo sé que te pasan cosas extrañas, no he tenido la confirmación hasta ahora que has dicho eso. Me dijeron que te echase un ojo por que han visto reptantes cerca de donde vives. Son seres muy extraños, que no se dejan ver y ni siquiera sé cómo mis compañeros han podido detectarlos-

La aceptación por parte de Marcos le supuso un cierto alivio o, al menos, eso pareció reflejar su rostro

-Es cierto que suena a película de serie B, como dice Morrigan, pero no estoy mintiendo. Existen y si como espero, os unís a nosotros en esta lucha, os contaré todo, absolutamente todo. Pero, espero que entendáis, que si no deseáis que sigamos juntos ese camino, debo dejaros aquí. Me iré, no sin antes recomendaros que os marchéis lejos y os escondáis. No tenéis nada que temer de nuestra parte pero La Sociedad del Resurgir, a la que pertenece la Luveh-Kerapf, os perseguirá. Sus secretos son la fuente de su poder-

En ese momento Frohike se percató del gesto adusto y decidido de Ibarz, cuando este le exigió que dejarla las cosas.

-No puedo hacer eso, lo siento. Me encantaría daros una copia pero no tenemos fotocopiadora aquí y yo no me puedo marchar sin los papeles. Y tampoco puedo esperar indefinidamente mientras los fotografiáis con el móvil. Vendrán refuerzos a buscar a estos que hemos matado. No es mucho el tiempo que nos queda- comentó Ibarz que, quizás por el deteriorado aspecto físico de Ibarz, no le percibía como una amenza.

Mariano había escuchado muy atentamente las palabras de Frohike. Lo que ese hombre les estaba contando afianzaba la creencia del religioso acerca de la existencia de monstruos demoniacos en la tierra. Su búsqueda cobraba sentido tras el encuentro con esos seres reptilianos y ahora que aquel hombre les permitía conocer ciertos detalles de lo que su organización sabía. Pero fue cuando Frohike mencionó a su monasterio y a un grupo dentro del grupo, que Torquemada no pudo reprimirse y la tensión por la que habían pasado se liberó como el gas de una lata de refresco agitada poco antes.

– ¿Me estás diciendo que mis hermanos de la congregación están en peligro? Vale ya de jueguecitos. ¿Qué sabes de todo eso?

Sin pensarlo, sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, la pistola que aún sujetaba en la mano salió disparada hacia arriba y apuntaba al responsable del La Tela de Araña. Realmente no quería amenazarle, al menos no de manera consciente, pero el oscuro cañón del arma miraba con su promesa de muerte en dirección a Frohike.

– Y aún no nos has dicho quien es esa organización a la que perteneces. No quisiera tener que preguntar otra vez.

Sus hermanos católicos eran todo lo que tenía y no pensaba permitir que les pasara nada. Aunque ninguno de los allí presentes hubiera creído que Mariano fuera a ser capaz de hacerlo, la extraña criatura que yacía en el suelo demostraba que el religioso había disparado a un ser vivo y la pregunta acerca de si volvería a atreverse a repetirlo o no rondaba la cabeza de todos ellos.

Todo lo que Frohike les estaba contando seguía sin tener sentido para Belén. Demasiados cultos, demasiadas sectas, demasiados grupúsculos para poder seguir con coherencia una línea de pensamiento. Toda la información daba vueltas en su cabeza intentando buscar un cabo al que sujetase con fuerza para no ser arrastrada a la locura que las palabras del moderador del foro los abocaba. Pero lo que no pudo reprimir fue un grito ahogado al saberse vigilada por más seres como aquellos que ahora yacían en el suelo. ¿Por qué? ¿Qué tenía ella para que aquellos monstruos fueran tras ella?

Sin embargo, a pesar del miedo que sentía, la idea de tener que alejarse de todo lo conocido, de sus amigos, de sus estudios, de sus compañeros, de toda su vida le resultaba imposible. Si tal y como Frohike decía la Sociedad del Resurgir los iba a perseguir... entonces ¿para qué esconderse? No, Belén no tenía pensado pasarse los años que le quedaban sin tener contacto con lo que le era conocido y querido, sin ser reconocida por sus libros, sin sus queridos estudios y escritos.

Aunque la otra opción que Frohike les planteaba tampoco entraba dentro de sus planes. Unirse a él y al grupo al que pertenecía... eso no le llamaba la atención a pesar de toda la curiosidad que pudiera tener por saber quiénes eran unos y otros y saber, sobre todo, que narices estaba pasando. Al fin y al cabo el moderador no les había contado nada sobre él y su grupo así que ¿por qué iba a fiarse de él si hasta el momento no lo había hecho?

Sus pensamientos cobraron voz y vida en las palabras y, en especial, los actos de Mariano. Para su asombro, Belén vio cómo el sacerdote elevaba de nuevo la pistola apuntando directamente a Frohike, amenazándolo, exigiéndole que de una vez dijera la verdad y todo lo que sabía. La escritora se posicionó junto al que ya había empezado a considerar su amigo y, enfrentándose también al moderador, aunque sólo lo pudiera hacer con su mirada, también dejó reflejadas en sus palabras la falta de confianza que le inspiraba.

—¿Pretendes que nos unamos ciegamente a ti? —comenzó a preguntar, siguiendo el hilo que Mariano había dejado—. Como bien dice Torquemada aún no nos has dicho nada de esa organización de la que formas parte y nos propones que nos unamos a ellos... Difícil creerte Frohike, muy difícil no pensar en que nos estás tendiendo una trampa.

El embaucador de Frohike se negaba a soltar la presa. Hablaba con tanta autosuficiencia, tanta condescendencia… los tomaba por imbéciles.

Pues bien, Ibarz no era un imbécil. Y quizá por la desesperación, la ira, el dolor y la casi inconsciencia, esa confusión mental y esa furia, dio un paso más, y luego otro, mientras ellos hablablan… y le lanzó una estocada a Frohike, sin saber ya qué estaba haciendo.

—¡Suelta!

Sus compañeros seguían desconfiando de la palabra de Frohike y Marcos no era menos. Pero deseaba saber, quería probar si de verdad Frohike estaba siendo sincero y la única manera de saberlo era confiando en él. Al menos, de manera momentánea. Merecía la pena intentarlo. Aprovecharse de esa especie de organización que ya tenía montada y averiguar todo. Además, si tal como decía, la Sociedad del Resurgir iba a ir tras sus pasos, qué mejor que estar todos juntos y apoyarse mutuamente.

—Venga Mariano, baja el arma —instó a su compañero—. Creo que podemos concederle una oportunidad a Frohike. Yo estoy ansioso por saber todo lo que tiene que contarnos, pero tiene razón. No deberíamos estar aquí mucho más. Quién sabe si tras esas bestias no venían refuerzos. Largémonos de aquí.

En ese momento, Ibarz, que hasta el momento parecía moribundo, consiguió aproximarse hasta Frohike y lanzarle una cuchillada. Parecía que todo el mundo quería acabar con el administrador del foro antes incluso de tener las respuestas a todas las preguntas.

Casi sintiendo compasión por Ibarz, Marcos se aproximó, sin pasar por delante de la pistola de Mariano, hasta donde se encontraba Ibarz para intentar desarmarlo.

-No- respondió Frohike a Mariano -Te estoy diciendo que no están en peligro por que ellos mismos son la organización.- Pero no dio más aclaraciones pese a la insistencia del cura.

Luego observó con atención cómo la pistola comenzaba a apuntarle. Su voz tembló ligeramente cuando respondió pero fue por el miedo al disparo, no por la duda, pues había seguridad absoluta en sus palabras cuando habló

-No, no lo he dicho. Ni lo haré. Si no estáis dentro no tenéis derecho a conocer nada. No puedo divulgar la información fuera de aquellos que sean fieles a la misión. De hecho, ya me estoy arriesgando demasiado al haceros la oferta.-

Las palabras de Belén que siguieron a su negativa sólo le hicieron menear levemente la cabeza negando de nuevo

-No es una trampa, Morrigan. Pero no hay nada que pueda hacer para convenceros. Esto es un sí o un no, así de claro. Existe una lucha en el mundo. Con distintas facciones y distintos intereses, pero ni siquiera yo las conozco todas. Sólo sé que a algunas no le importa la humanidad ni lo que le pase. A mí y a los que están conmigo, sí.-

En cambio Marcos no parecía tan convencido o con tantas dudas como Mariano y Belén. Su expresión reflejaba duda y él, realmente, quería saber más. Por eso intentó convencer a sus compañeros para ir a otro lugar y debatirlo con más calma.

Y mientras ellos hablaban, Ibarz, con torpes movimientos se aproximó a Frohike. Ninguno había tenido en cuenta su aparente amenaza. Casi parecía que no podía ni moverse. De hecho, Marcos se movió para intentar impedírselo pero no fue posible. Para sorpresa de todos, Ibarz se movió con agilidad y avanzó dos pasos de manera rápida lanzando con fuerza el brazo hacia delante y hundiendo la navaja en el costado de Frohike. 

Frohike puso cara de sorpresa y se llevó la mano hacia donde la navaja se había clavado. Luego empezó a hacer extraños sonidos, como si tuviera dificultad para respirar y una tos sanguinolenta salió de su boca

-¡¿Pero qué has hecho?!- Fue todo lo que tuvo tiempo de decir antes de caer desplomado al suelo.

Cuando se acercaron a mirar sus ojos estaban fijos en algún punto del techo y los papeles habían resbalado de sus dedos ahora que ya no ejercía presa sobre ellos.

No tenía pulso.