Partida Rol por web

La pantera se filtró por la trampilla que el ser azulado abrió con grácil soltura. Agradeció el fresco y respiró tranquilamente. Aquel lugar era lo más parecido al paraíso después de haber cruzado el desierto. Echaba de menos la humedad del bosque y aquel refugio era lo más parecido. Casi lloró de alegría mientras contemplaba el canal de agua.
Pero maldijo cuando regresaron al desierto. Tomó forma humana pues las patas de felino resultaban incómodos bajo la arena. Caminaron y caminaron siguiendo aquel ser extraño de color azul. Sus compañeros permanecieron en un incómodo pero agradecido silencio. Trataba de escuchar los pocos espíritus de la naturaleza que se hallaban a mucha distancia de aquel ¿plano?. Dos malditos ciclos completos le llevaron a seguir avanzando por un mundo que le era totalmente ajeno.
Al tercer día terminó aquel suplicio: las murallas de Mithral Hall se alzaron delante suyo. La criatura dracónica se interpuso y temió lo peor.

El Deva toma asiento y al ver que sus compañeros no parecen encontrar las palabras para transmitir sus dudas él lo hace por ellos..

Mi señor Bahamut, si no le importa me gustaría que pusiera a mis compañeros al corriente del cambio de escenario temporal que han sufrido tras su último encuentro con el temible licántropo. 

El Deva traga saliva y se toma un segundo, a veces a la gente le molestaba su tono monótono e ininterrumpido que tenía en ocasiones.

Yo les he puesto al día de como funciona nuestro mundo, pero desconozco las sensaciones que pueden acarrearse sobre los individuos mortales al experimentar un cambio tan brusco del mundo en el que siempre han vivido. Me gustaría que los situara en el contexto de la historia que se ha vivido en los últimos años. Sin duda su sabiduría y comprensión calmará los corazones encogidos de mis compañeros y aunque les pueda plantear más dudas ayudará sin duda a encontrar las respuestas en el futuro.

La travesía por el desierto había sido agotadora, aunque por suerte no habíamos vuelto a tener problemas serios con esos espectros de ceniza o lo que fueran.

Al tercer día, o ciclo, o como fuera que se midiera el tiempo aquí, llegamos hasta Mithrill Hall. No resultaban realmente impresionantes, pero la llegada del dragón de platino fue algo que me dejó petrificado. No se trataba de un dragón cualquiera. Era Bahamuth. El dios Bahamuth! Así que no todos los dioses están muertos. Me inclino en una reverencia ante la majestuosidad de un dios. Esto es algo que jamás hubiera imaginado
Pero la reacción del dios dragón y su posterior comentario con respecto a mi amada deidad me resultan totalmente ofensivos y mi admiración por dicha deidad desaparece al instante.

- Disculpe, Lord de la Justicia en este mundo, pero en nuestro mundo Amaunator también representa la justicia. No aceptaré que se me acuse de enemigo sin haber recibido las pertinentes explicaciones. ¿Cómo, cuando y por qué murió decapitado mi señor y qué afrenta pudo hacer para que sea considerado enemigo entre los dioses de este mundo? - intento mantener un tono sereno y calmado, pero me resulta prácticamente imposible después de que me hayan ofendido de una manera tan descarada - Y de paso, si pudieran explicarnos qué hacemos aquí y cómo hemos llegado, mejor.

En aquella sala tras el combate con los zombis, no pude evitar verme atraído por el agua, y tocarla con un dedo solo tras guardar mis armas en sus respectivos escondrijos. Como un crio curioso mire a través de los portales sin encontrar nada más interesante que la propia naturaleza de los mismos, a través de ellos. Tras eso descanse.

Las jornadas eran largas y pesadas y el calor solo se veía apaliado cuando entrabamos a descansar a una de esas salas. Por suerte , en teoría, acabamos llegando a nuestro destino, donde conocimos a Bahamut, que sin duda desconfiaba de nosotros.

Le seguimos a aquella sala y entonces se prestó a responder preguntas. Los draconidos mantenian silencio,el hombre azul sin embargo tomó la iniciativa con su monótona voz, pidiendo explicaciones para nosotros, al dios. Le siguió el clérigo, enormemente ofendido, aunque se esforzaba estoicamente por ocultarlo, creo que tenía relación con las palabras de Bahamut sobre su dios.

Entonces, tomé el turno, y sin temor a que se viera avasallado por las preguntas, le lance la mia, concisa, concreta.

- ¿Silvanus?

Unicamente pregunte eso, creí que se entendía perfectamente, y si no, era un dios, que adivinase el resto.

Bahamut asintió, cruzándose de brazos.

- Gran parte de vuestras preguntas las responderán otros dentro, pero sí que os puedo anticipar algo, y tranquilizarte un poco a ti, Jullian.

Miró al clérigo, que sintió como su mirada le traspasaba y leía toda su esencia como si fuera un libro abierto.

- Amaunator no es un enemigo, nunca lo fue. El problema es que el enemigo lo mató, y drenó parte de su poder para forjarlo en armas para sus lugartenientes, y el resto lo está consumiendo el primigenio que habéis visto. Por eso al detectarte a ti, y el objeto en la mochila de Heskan - miró al otro dracónido - pensé que seríais enemigos. Por eso aparecí en forma de dragón, amenazante. Pero enseguida supe quienes erais. Hay algo en vosotros, un enlace que os mantiene unidos a vuestro tiempo, y a través de ese enlace noto al Amaunator de vuestro mundo. Eso es lo que os hace especiales e interesantes. Estáis unidos a vuestro mundo, así que en teoría, podréis volver a él.

Las palabras de Bahamut consiguen, de alguna forma calmarme, ahora que sabía el por qué había dudado de nosotros al percibir mi profunda devoción por el dios muerto. Con una profunda reverencia, doy las gracias al dios dragón.

Ya más tranquilizado al obtener las respuesta más importante para mi, me quedo esperando a que aparezca el resto del panteón para que empezaran a responder el resto de preguntas. ¿Cómo y por qué hemos llegado aquí? ¿Por qué somos tan especiales? Si solo eramos un grupo de gente, extraña entre si, que hace días coincidió en una posada y tuvieron que unirse por las circunstancias ¿A caso los dioses estaban jugando con nosotros? ¿Qué clase de destino nos tenían preparados?...

Mi señor Bahamut... empezó el Deva... Como sabéis con vos tengo más confianza que con los otros señores de la cúpula, quizá por ser los que directamente me solicitan participar en sus quehaceres de importancia...

El caso es que nunca he pedido nada a cambio y... no quisiera que pareciera que ahora sí lo hago cuando no está en mis deseos pedir nada, siendo que tengo salud y amigos que me hinchan el cuerpo de vida y el corazón de felicidad respectivamente... 

Alguien del grupo se incomodaba.. ¿Quizá no deba seguir hablando? No quiero que nadie se sienta mal... pero ahora que he tensado el arco... es mejor que tire la flecha..  

Mi señor si nuestras acciones son fructíferas para ayudar a los Dioses de este mundo... ¿podré regresar con estos compañeros a su mundo? ¿Creéis que es un atrevimiento desmesurado pedir a los que me encomiendan las misiones tal cosa? Si vos mismo pensáis que debo ser castigado por tal infantil deseo y cobarde actitud de querer dejar este mundo cenizo para ver otro lleno de vida... entonces lo sufriré sin temor.

-No sé lo que tienen preparado para ti el resto, Andros. -Admitió el Dios

Luego pareció escuchar algo, esbozó una media sonrisa y ordenó al grupo seguirle con un gesto de la mano. Abrió las dobles puertas  y encabezó la comitiva hacia la gran sala.

El suelo era de mármol blanco perla, tan liso y bien pulido que reflejaba lo que había sobre él, dando el efecto de que en realidad había un precipicio ante ellos que acababa en un tejado de arcos de piedra. Las columnas, que parecían el doble de altas dado ese efecto, estaban tratadas para no ser reflejantes, y se perdían en las sombras del techo.

La sala en si era amplia, pero alargada. Había al fondo un majestuoso trono, de mármol, oro y joyas, con el símbolo de la jarra de cerveza espumosa, el emblema del Clan BattleHammer. Unos metros delante de la misma, había una pesada mesa de mármol, con pesadas y majestuosas sillas a su alrededor.

Presidiendo la mesa había un anciano enano, de barba y cabellos grises en los que aún relucían algunos mechones rubios. A su derecha había una dama humana, de largos cabellos plateados y ojos oscuros como la noche. A su izquierda había otro enano, majestuoso y con armadura reluciente, estaba de pie y miraba de forma amenazante a otro de los presentes: Un orco de gran tamaño, armado con dos hachas y una armadura de cuero, con una fea herida de guerra en la cara que lo había dejado tuerto. Los otros dos asientos estaban ocupados por otras dos damas, una humana y la otra halfling. La humana era la más preciosa que ninguno de ellos jamás hubiera visto, de mediana edad y piel clara, sus rojos rizos caían sobre su espalda con majestuosidad. La halfling parecía prestar poca atención a sus compañeros y estaba en cambio, muy concentrada en mantener una daga en posición vertical, apoyando solo su punta en la yema de su dedo índice.

Huelga decir que los compañeros supieron quienes eran en seguida muchos de aquellos personajes. El primer enano mencionado era el único mortal de la sala, a parte de ellos. Posiblemente el rey de Mithral Hall, Connerad Brawnanvil Battlehammer. La dama de cabellos de plata era, sin lugar a dudas, Selûne. El otro enano, Moradin, discutiendo acaloradamente con Gruumsh, dios principal del panteón Orco. La humana pelirroja era la Diosa Sune, y la halfing, Tymora, Diosa de la Suerte.

El poder que irradiaban todos ellos, a excepción del rey Connerad, era abrumador, pero pronto detectaron las diferencias entre algunos de ellos. Todos tenían un gran poder, pero en algunos de ellos este estaba apagado, amortiguado. Sin necesidad de darle muchas vueltas, supieron que los únicos en la sala que conservaban su divinidad eran Bahamut y Sune. ¿El resto? Posiblemente habían descendido a Exarcas, o ni eso. Decididamente no eran mortales, pero la llama de la divinidad se había reducido a unas simples ascuas.

Todos prestaron atención al grupo cuando alcanzaron la mesa de mármol, pero sin mediar una sola palabra, se miraron entre ellos. "Mirarse" es una forma suave de decirlo. Parecían lanzarse miradas como el que lanza dagas. El rey enano miraba a uno y a otro, tan confuso como los compañeros, ante esta situación que pareció durar unos minutos. Tras ese tiempo, poco a poco todos fueron asintiendo con la cabeza, y Selûne se puso en pie.

- Estimados viajeros. Lamentamos haberos hecho esperar. - la voz de la dama de cabellos plateados resonó por la sala con facilidad, aunque no parecía estar levantando la voz - Tendréis preguntas, y el tiempo apremia, así que si no os importa, voy a saltarme las formalidades en todo lo posible, y relataros los hechos.

- Hace diez años ocurrió lo impensable. Nuestro padre, aquel al que los Dioses llaman Dios, Ao, fue asesinado por un mortal: Szass Tam, que pasó a ocupar su puesto. El cómo es un poco más largo de explicar. Tiene que ver con las posibilidades y el fluir del tiempo. Como bien sabéis, Ao nunca quiso dar una libertad total a sus hijos para explorar ese campo, esa es la razón por la cual los nuestros podían ser cogidos por sorpresa. La omnisciencia, saber todo lo que ocurre en un mismo momento, no es igual a la presciencia: saber lo que ocurrirá en el futuro, pero es suficiente en la mayoría de los casos.

- Era una prohibición que nunca habíamos entendido, pero cuyo significado entendimos hace diez años. No hay un futuro, sino varios, y no hay un presente, sino infinitos, cada uno parecido pero no exactamente igual al anterior. En una de esas posibilidades, Szass Tam descubrió que Amaunator era el Dios al que Ao había dado la llave que bloqueaba ese poder, y logró devorar su esencia. Pero no se quedó en su propio tiempo, sino que viajó a otra posibilidad, y ayudó a otra versión de sí mismo a lograr un propósito mucho mayor: Derrocar a Ao.

- Amaunator siempre fue un Dios justo, y se le entregó la llave de ese poder porque Ao sabía que sería el guardián perfecto, que no sentiría la tentación de usarlo, pero Szass Tam no era así. Con el conocimiento de todas las opciones posibles, logró encontrar una en la que lograba aquel objetivo y buscó los componentes que la hacían posible. Porque, ahora que sabía que había varias versiones de si mismo, buscó la forma de convertirse en el mayor poder de la existencia, convirtiendo a todas las versiones de sí mismo en Ao.

Una mirada de Selûne hacia Gruumsh pareció cambiar el foco de la historia, y el dios orco tomó la palabra entonces.

- Una vez encontró lo que le hacía capaz de convertirse en Ao, se puso en contacto con todas las otras versiones de sí mismo y se lo explicó. El Szass Tam de nuestra realidad buscó aquellos artefactos, y los usó para llamar al Szass con el poder de Ao a nuestro mundo. Este ultimo mató a Ao y le otorgó el poder al otro antes de volver a la posibilidad de la que procedía.

- Todo aquello sucedió en un solo instante, el resto de Dioses no tuvimos tiempo ni de reaccionar. Jamás creímos posible que Ao pudiera ser afectado por nadie, ni siquiera nosotros podíamos alcanzarle. Lo primero que hizo Szass fue matar a Amaunator, como ya habéis visto, para así poder seguir propagándose. Luego usó su poder para retirarnos la Divinidad a la mayoría de los Dioses Mayores. Para entonces, sin embargo, Sylvanus, Cyric, Tempus y otros muchos habían empezado a luchar con él, y el combate todavía sigue desde entonces. Szass va ganando, pues su poder es ilimitado en comparación al de cualquier Dios, pero no sabe usarlo, su mente sigue siendo mortal. Todavía no domina la omnisciencia, y eso es algo que cualquier Dios sabe hacer.

- Mientras el combate le mantiene distraído, no puede concentrarse lo suficiente como para retirarle la Divinidad a ningún otro Dios, pero sí que logró encerrar en el plano mortal a Bahamut y Sune. Suponemos que hay otros, pero viajar es un poco complicado.

- Para lograr sus objetivos, Szass forjó muchos pactos, y hay que decir en su favor que mantuvo su palabra con todos y cada uno de sus pactantes. Malar le ayudó a cambio de volver a ser una deidad mayor y de que los licántropos fueran una especie dominante en su nuevo mundo. Lolth le ayudó a cambio de que la superficie se convirtiera en un lugar inhabitable, y las especies menores - aquellos que no fueran drow - desaparecieran. El primordial de fuego al que habéis visto le ayudó a cambio de ser la única entidad de fuego existente, y como habéis visto ha empezado por devorar el cadáver del Dios del Sol. Szass creó una plaga que mató a casi todo mortal en la superficie. Los pocos Dioses y semidioses que habían caído al plano mortal protegieron a quienes pudieron. Ilmater sacrificó lo poco que quedaba de su Divinidad para crear un fallo en la enfermedad, creando una "inmunidad" sobrenatural sobre aquellos pocos que sobrevivieron los primeros días de devastación.

- Durante diez años hemos luchado una batalla perdida. Los enanos acogieron a todo aquel que logró llegar a su reino subterráneo, y mi poder sirvió para ocultar este lugar a los ojos de Szass. A parte de eso, lo único que podemos celebrar en nuestro favor es la muerte de Lolth a manos de Bahamut y Tempus, hace dos años.

- Aquí es donde entráis vosotros. Szass, al hacer que todas las posibilidades sean iguales, las está convirtiendo en la misma. No hay razón para que dos copias idénticas de lo mismo existan, así que simplemente se unen en una sola. Para lograr llamar al Szass / Ao, necesitó de tres objetos: El ojo de Gruumsh, el Libro Azul de Deneir, y el escudo de Io.

- Nuestro Szass, el que ya ha logrado el poder, envía al pasado de de otra de las posibilidades a sus esbirros, ayudando así al Szass de ese mundo. El enemigo que habéis derrotado, Golash, era uno de estos esbirros.

- Nosotros no podemos viajar en el tiempo ni las posibilidades. Los pocos de nosotros que conservan la Divinidad podrían hacerlo, pero es casi imposible de ir exactamente a la posibilidad y el momento deseado sin el poder de Amaunator, y sin el mismo, dos versiones de la misma persona no pueden coexistir, simplemente acabaríamos destruyéndonos a nosotros mismos, y a nuestra versión de ese mundo. Pero vosotros tenéis una conexión con vuestro lugar de origen, podéis volver al mismo, llevando con vosotros el conocimiento de cómo evitar esta situación. Si lográis haceros con los objetos, ni tan siquiera necesitareis enfrentaros directamente con Szass, simplemente habréis negado su opción, y como he dicho antes, si todas las opciones son la misma, se unen. Ahora que las opciones en las que derrota a Ao están unidas, si lográis impedir que lo logre en vuestro mundo, lo habréis impedido para todos.

- Yo, que aún conservo la Divinidad, he estado ocupado mirando al pozo de las posibilidades, ahora que Szass tan amablemente lo ha descubierto para todos. Os recuerdo, os vi desaparecer hace mucho, antes de saber nada de todo esto, pero no le presté mucha atención al asunto. No sabía qué magia os había hecho desaparecer, pero ni siquiera se me pasó por la mente que alguien pudiera estar usando magia para viajar en el tiempo de forma tan impune. Soy capaz de recordar, exactamente, donde estaban los tres objetos que necesitais buscar en el momento de vuestra desaparición.

- El ojo de Gruumsh está en posesión del clerigo de Ghaunadar, Ursus, al norte de vuestra posición en la Columna del Mundo. La escama de Io está en posesión del Rey licántropo, en un campamento al oeste de vuestra última posición. El Libro Azul de Deneir está en posesión de un grupo rebelde de Drow, que habitan los afueras de la ciudad de elfos oscuros Ched Nasad.

- No puedo saber lo que pasará cuando volváis atrás con este conocimiento. Al igual que Szass, no estamos acostumbrados a nuestro poder, el futuro es muy vasto y cambiante para mí todavía, pero supongo que así es como se sienten los mortales día a día. Debo añadir que, aunque estoy hablando de tres objetos, solo resultaría necesario que lograrais uno de ellos. Si Szass no tiene los tres, no podrá superar el sello de Amaunator y abrir el agujero en el tiempo que necesita. Tres objetos: La elección es enteramente vuestra.

En otro orden de cosas, si Heskan lo permite, Moradin reparará el arma que porta. Está hecha con el poder de Amaunator, y si conseguimos devolverla a la vida, os servirá de llave para abrir el portal. Por cierto, si decidís ir a por el Libro Azul, lo más sensato sería que bajárais a las profundidades desde el acceso de Mithral Hall, allí reside otro de los esbirros de Szass, y está preparándose para viajar atrás en el tiempo. Podréis aprovechar su viaje para colaros como "polizones", o derrotarlo y abrir el portal con el arma de Golash vosotros mismos. En caso contrario, deberéis volver por el desierto hasta el portal que abandonasteis, el que Golash creó, y abrirlo con su arma.

- En lo concerniente a ti, Andros, volveremos a pedirte que seas su guía, sea cual sea la decisión que tomen. Tu cometido con nosotros terminará cuando ellos logren alcanzar uno de los portales con seguridad, así que a partir de entonces lo que hagas, lo harás únicamente bajo tu propia voluntad. Si deseas viajar con ellos a su tiempo, y encuentras la forma de hacerlo, eres libre de ir. No dudo de que en ese caso, ayudarías a su causa, que en el fondo es la de todos, así que no tenemos nada que objetar.

- Pero debes saber una cosa. Las posibilidades temporales son un concepto bastante nuevo para nosotros, y no sabemos exactamente cómo van a reaccionar a las fuerzas que apliquemos. Es bastante seguro decir que si sigues a estos compañeros hasta su tiempo, no tendría porque ocurrir nada malo, en principio. Pero ten en cuenta que volverás a un momento en el tiempo en el que aun no te habías reencarnado. No sabemos qué ocurrirá cuando llegue el momento en el que te reencarnaste. Como dijimos antes, no pueden existir dos copias de la misma entidad en la misma posibilidad. O quizá ni siquiera llegue ese momento, porque si evitáis que Szass derrote a Ao, esta posibilidad dejaría de existir, y tú con ella. O eso creemos. También es enteramente posible que lo que sabemos de todo esto sea falso. Solo Ao o la Gran Luz podrían decirlo, pero Ao está muerto y no sabemos nada de esta "Gran Luz" a excepción de que Ao respondía ante ella. Es enteramente posible que vayas allí, y presencies tu propia reencarnación años más tarde con toda la tranquilidad del mundo. En el fondo, la decisión será tuya.

- Os hemos contado algo bastante difícil de digerir en muy poco tiempo, y sin duda tendréis más preguntas que hacernos, pero os tengo que pedir que las dejéis para mañana. Ahora, Andros, guíales a un hogar vacío que puedan ocupar. Malar esta moviéndose otra vez, y es posible que Sune y yo debamos tomar nuestra forma divina, así que será mejor que los mortales abandonéis la sala por el momento.

Dicho esto, Andros, que ya sabía a qué se refería con lo de la forma divina y los movimientos de "Malar", apremió a sus compañeros, que fueron seguidos fuera de la sala por el rey enano que refunfuñaba por lo bajo.

Una vez estuvieron fuera, el rey se fue después de darles la mano a todos y cada uno de ellos, y Andros les guió hasta una casa vacía en la que pudieran descansar. Al día siguiente tendrían que tomar decisiones importantes, y tendrían la opción de preguntarle muchas cosas a un grupo de dioses y ex-dioses. Valía la pena aprovechar el tiempo que les habían dado para aclarar sus ideas, y ponerlas en común.

Rhasgar se mantuvo en silencio y solo cuando dejaron a los dioses atrás habló con Andros.

-Bueno, si Szass fue capaz de encontrarse a si mismo para ir pasándose el poder y eso, no creo que haya problema en que haya dos Andros en un mismo plano, no?.-

Buscó cual era el lugar en esa casa donde tendrían que dormir y empezó a preparar su petate.

-En todo caso sugiero ir a por los orcos. Los licantropos tienen esa maldición que se contagia y los drows juegan sobre seguro en su infraoscuridad, sus artes y su veneno. Los orcos se me antojan mas fáciles de enfrentar y no suelen tener resistencias mágicas que los defiendan.-

El draconido escupió su aliento de escarcha a su cama cubriéndolo todo de una fina capa de hielo bien fría - como le gustaba - y se estiro en ella.

La recepción con los dioses había sido agotadora. Toda esa información, la muerte de Amaunator y Ao, los dioses que habían perdido su divinidad, ese tal Szass y su intrincado plan, las diferentes "posibilidades"... por momentos sentía que me iba a estallar la cabeza con tantos datos. Era complicado procesar todo aquello... Dioses, voy a pasarme toda la noche ordenando mi cabeza.

Finalmente las palabras del dracónido me sacan de mis pensamientos. Parecía que al final todo se reducía a viajar al pasado y encontrar uno de los objetos para evitar que todo aquel desastre sucediera. 

- Ya nos hemos enfrentado una vez a los licántropos y hemos salido victoriosos. No me importaría volver a medirme con esas bestias de Malar... pero como bien dice Rasghar, a priori los orcos representan un enemigo menos temible. Pero esta opción implica volver a darnos la caminata por el desierto, y yo personalmente no me siento con fuerzas de salir ahí fuera otra vez... no quiero volver a contemplar ese horror... comento amargamente refiriéndome al cadáver de Amaunator que está suspendido en los cielos de este extraño mundo.

-¿Y que vas a hacer? ¿Esconderte bajo una almohada?- Pregunta el draconido alzando una ceja sorprendido.

No es que pudieran escoger si ir o no ir. Aunque seria gracioso decirle que no a un dios y ver su cara.

- Eso jamás! - respondo de mala gana - Pero no es tan sencillo asumir todo esta... esta locura. Yo no tengo la sangre tan fría como tu, dracónido. Cuando llegue el momento haré lo que los dioses demanden como buen devoto que soy, pero ahora mismo no me siento con fuerzas de volver a ese desolado desierto y volver a ver el cadáver de mi patrón. No te pido que lo entiendas, pues seguro que tu helado corazón no siente el más mínimo amor por los dioses, pero al menos respeta mi duelo.

-...- Rhagsar se lo queda mirando unos instantes y se tumba en la escarcha de su catre.

Chaedri se sentía extraña, abrumada por tales presencias divinas. Por una parte se sentía decepcionada, Chauntea no estaba entre las deidades y tal como se temía quizás no estaba con ella. ¿Estaba perdiendo la fe? Aún así sentía que tenía que continuar pues ella también percibía ese lazo que los unía. Era extraño, pero se sentía bien con la presencia de esos dos enormes criaturas reptilianas, el elfo de serio semblante y aquel humano servidor de Amaunator. No obstante no se sentía cómoda con ese extraño ser llamado Andros.