Partida Rol por web

Miro hacia ambos lados buscando a la elfita.

-Todo está bien. Se han unido a nuestro grupo, no tienes nada que temer. Ven y te presento a los demás.-susurro de forma inaudible para los demás.

Amparado por tu conjuro de invisibilidad, avanzas por el retorcido camino que se adentra por entre las rocas en dirección a la cabaña. Las ásperas paredes de roca viva están cubiertas por un húmedo musgo en el cual se abre una curiosa puerta de forma oval. Por una de las ventanas puedes ver a un hombre corpulento, ataviado con un coleto de piel con tachones de metal. Remueve una cuchara de palo en una marmita al fuego mientras tararea una canción que haría sonrojarse a una fulana. El humo que habéis visto en el camino proviene de la chimenea. Te llama la atención que, pese a lo doméstico de la situación, el hombre lleve a la espalda un mandoble de elaborada empuñadura.

Las maneras del drow no siempre eran de mi agrado, ya que si bien se mostraba respetuoso por lo general, en ocasiones era capaz de ver sus pretensiones tras las zalamerías y juegos de palabras. Aun así no me pronuncié cuando cuestionó a Valentine, y es que si bien sentí la necesidad de sacar la cara por la mujer, sabía que esta era perfectamente capaz de hacerlo ella misma.

Lo mismo me sucedió cuando Olplyn cuestionó a Elsbeth, aunque en esa ocasión sabía que posiblemente defenderla frente a algo así me costaría una fría mirada que no me apetecía sentir en mi pecho en ese momento. De tratarse de algo más importante sin duda habría intervenido, pero en esa ocasión preferí dejarlo estar.

Cargamos  a los cadáveres, sintiendo tener que dejar al caballo allí tendido a merced de los animales, pero no podíamos hacer otra cosa. Nos pusimos en marcha con las aves resultándonos cada vez más molestas, teniendo que dedicarnos a espantarlas para que dejaran los cuerpos.

- Gracias, mi señora. – susurré a Elsbeth con una sonrisa cuando tuve ocasión, bromeando con los tiempos en los que me refería a ella de aquel modo.

Sabía que a ella los cuerpos le traían sin cuidado, así que su colaboración era de agradecer, como lo era la alerta de lo que en el horizonte nos encontramos. La columna de humo delató la presencia de una cabaña, a la que mis compañeros en seguida propusieron acercarnos. Valentine se mostró favorable a hacerlo, aceptando que el mago empleara su especial habilidad para inspeccionar mejor el lugar.

- Hagámoslo, pero seamos cautos ante todo. – les recordé con seriedad, pues aún eramos desconocedores de a qué nos enfrentábamos exactamente.

Sabía que era yo de quien deberían tener desconfianza, apenas los conocía y fui quien pidió unirse al grupo, pero no me fiaba mucho de los Drow, aquel que conocía siempre enloquecía cuando siquiera se le mencionaba a un elfo diferente a los de su raza, así que por precaución decidí, cambiar la forma de mis orejas a unas humanas, no era la idea más inteligente, pues la diferencia entre un elfo y un humano va más allá de las orejas, pero al menos esperaba que con este cambia, si el drow resultaba ser tan reactivo antes los elfos como el que conocía, esto apaciguara o al menos calmara sus deseos de atacarle.

Como plan alternativo mantuvo en mente y a la mano los conjuros y artilugios que le permitieran escapar si la cosa se complicaba.

Dirigiéndome al lugar mientras respondo con el conjuro de cuchichear mensaje aun activo –voy en camino-, noto el hedor que generan los cuerpos, le resultaba muy molesto y realmente no entendía cual podría ser la razón por la que los llevaban consigo, pero no tendría más forma de saberlo que acercándome.

Me acerco a Valentine en silencio, tapándome la nariz con una mano y frunciendo el ceño, mientras le hago un saludo con la otra mano

El drow sonrió ante la situación, llegando incluso a tararear la picante cancioncilla. ¿Qué demonios hacia allí aquel hombre solo?Además el humo podía atraer a los bandidos, fueran de la raza que fueran--Tal vez, este hombre sea lo suficientemente peligroso para mantener a los bandidos alejados y tampoco parece tener mucho de valor que le puedan robar. O sencillamente fuera uno de los asaltantes.--sonrió complacido para sus adentros al no ver al hombre con armas de tiro. Así pues calculó el tiempo que le quedaba para que su hechizo expiara. Se colocó frente a a puerta y llamó tres veces con el bastón para luego alejarse corriendo quedando lejos del alcance de ese "magnifico" mandoble, esperaría a que el hombre saliera desde una distancia prudencial. No era la primera ver que le recibían mal por ser un drow, por las pintas aquel hombre no sería de los que huiría.--Mejor curarme en salud. Anda quería sal y escóndete por ahí.--liberando a su familiar esperó a desvelar su aspecto tras las primeras impresiones de aquel hombre, siempre podía volver a desaparecer y por en caso de apuro sus compañeras no estaban muy lejos.

Escuchas una retahíla de maldiciones mientras el hombre deja la cuchara a un lado y se acerca a la puerta para ver quién llama. Mientras él sale, tú te asomas a la ventana y examinas el interior. No ves cómo de llena está la marmita pero, de estar llena, podrían comer de ella media docena o más. Aparte de eso, no ves más gente en el interior de la casa, tampoco camas o petates. Sí que hay una puerta, que permanece entornada.

El hombre de la cabaña está en el exterior, mirando de izquierda a derecha. Echa mano de su espadón y, al tocar su empuñadura, parece relajarse otra vez. Da media vuelta y vuelve al interior.

Vigilas al hombre durante unos instantes más, pero él simplemente vuelve a sus quehaceres. No ves aparecer a ninguna otra persona en la casa, de modo que te alejas de la cabaña poco antes de que expire la duración de tu conjuro de invisibilidad y regresas donde te esperan tus compañeros, ya visible.

Miro a Aalis con curiosidad ante el epíteto que usa para dirigirse a Elsbeth. Algún día tendré que preguntarles por su historia entera.

Miro como el drow se aleja hacia la cabaña y me giro hacia atrás buscando a la pícara cuando la veo aproximarse. Espero que no haya problemas.

-Aquí está la elfa de la que os hablé. tiene cualidades que nos pueden ser útiles con las trampas y cerraduras.-Les digo a los demás.-Se hace llamar Sol. Pero...-digo extrañado al verla más de cerca-¿Y tus orejas Sol?.-Digo, mitad sorprendida mitad divertida de ver a una elfa con orejas de humano. Es como... una semielfa pero al revés.

Valentine no tardó en entrarle al trapo a Olplyn, exponiendo su peculiar ideología como si al drow fuera a importarle más que para conocer más de las reglas con las que seguir jugando con ella como hacía con todos nosotros. Incluso estuve tentada de hablar con ella, instarle a dejar correr aquel tipo de situaciones que a nuestro mago tanto le hacían disfrutar. Sin embargo, decidí finalmente que aquella no era mi causa. La clériga lo aprendería mejor, que no más rápido, por sí misma.

Yo tenía otros asuntos a los que prestar atención. Sonreí, ocultando mi gesto bajo la capucha de mi capa, cuando Aalis me recordó el modo en que acostumbrara a llamarme en el principio, cuando ninguna de las dos conocía la verdadera naturaleza y vocación de la otra. Si hubiéramos estado solas, el gesto habría sido para ella, pero con Valentine delante todo se quedaba en un gesto que no podía evitar, y prefería ocultar. Y es que el mago se había marchado, oculto bajo el aura de su poder mágico, a investigar la cabaña.

Sin embargo, casualidad o no, la desaparición del drow trajo con la brisa a alguien más hasta nosotros para ocupar su lugar. Por suerte, Valentine advirtió su llegada antes de que pudiéramos tomarlo como una aproximación hostil, aunque eso no evitó que sujetase mi guadaña de forma que me permitiera aprestarla con facilidad. Por si acaso.

Sol... -Murmuré, acercándome a la elfa- Un nombre sencillo... ¿Diminutivo de uno mayor? -Pregunté llegando hasta ella, inclinando mi cabeza a un lado para observar una de aquellas orejas, con curiosidad, aunque no hice mención a ello- Elsbeth Bathory... Bienvenida... -Me presenté, acogiéndola en el grupo antes de apartarme de ella haciéndome a un lado.

Termino de llegar tapándome con fuerza la nariz, realmente me molestaba el olor a putrefacción, al instante  Valentine me presenta e inmediatamente nota el particular cambio en mis orejas, empiezo a sonreír nerviosamente  mientras pienso

Maldición todo este tema se me está saliendo de las manos, pero no quiero revelar mi mejor posibilidad de desaparecer sin dejar rastro hasta saber más sobre este grupo, no quería que se repitiera la historia. Así que doy una respuesta que genera más dudas de las que resuelve, para luego cambiar el tema.

-Je  Je Je.  Veras no soy elfa, pertenezco a un linaje.- Hago una pausa y continuo diciendo -Es una historia larga y complicada, creo que en este momento estamos ante una situación que demanda de nuestra atención, ya tendremos tiempo de discutir el tema de mi ascendencia, por lo pronto puedes ponerme al tanto de la situación.

justo cuando termino de hablar veo como esa mujer de tez blanca y aura tenebrosa se acerca amenazadora sosteniendo una guadaña, tense todo mi cuerpo y me preparo para huir de ser necesario, me mira inquiridoramente, para luego hacer una pregunta agradable y darme la bienvenida, atónita le respondo a cada una de sus preguntas, gagueando y con vos más nerviosa que antes.

-Mi nombre. Jeje…, bueno es una nota jeje…, a mi progenitor le gusta la música jeje..., mucho gusto jeje..., gracias jeje.

la mujer toma un poco de distancia. Lo que me permite destensionar mi cuerpo mientras otro pensamiento circula por mi mente.

Ufffff, y eso que pensaba que mi anterior grupo era aterrador.

Era cierto que mi fuerte no era la valentía, aunque solía realizar algunas hazañas que se podrían describirse como tal, también era algo que dependía en cierta medida del papel que interpretaba.

La elfa de la que nos había hablado la clérigo apareció de pronto junto a nosotros, seguramente valiéndose de alguna de sus especiales habilidades. Valentine no tardó en presentárnosla, extrañándole la apariencia de sus orejas, cosa que también provocó que enarcara una ceja.

Elsbeth no tardó en presentarse a su particular manera, educada, pero dejando claro que ganarse su confianza no era sencillo. Tampoco la mía, a pesar de mi carácter afable, y es que encima la “elfo” había comenzado con mal pie dando aquellas explicaciones de manera nerviosa; pues todo apuntaba a que no estaba siendo completamente fiel a la verdad.

Si Valentine dice que es una elfa, a algo se debe. Además, si le ha extrañado la apariencia de sus orejas, es porque sin duda conoce el aspecto puntiagudo que habitualmente tienen las mismas.

La llamada Sol no lo sabía, pero mi habilidad para averiguar las intenciones de los demás era grande, aunque en su caso, simplemente aquella incesante risa nerviosa ya hacía sospechar. Aunque puede que el sentirse intimidada por Elsbeth también tuviera algo que ver, pues no tardó en apartarse del resto.

Di un paso hacia ella, justificando su falta de cortesía con la hipotética inquietud que pudiera sentir.

- < Bienvenida, señora. Mi nombre es Aalis Dragomir, servidora del bien. > – me presenté en élfico, esperando su respuesta.

El drow bajaba risueño tarareando una picante cancioncilla cuando vió de lejos a sus compañeras, y a un "invitado" más. A medida que se acercaba dejo de canturrear mientras enarcaba una ceja pensando que la presencia del elfo traería problemas, pero cuando llego a la altura del grupo no disimuló su expresión de sorpresa al reparar en las extrañas orejas. Miró al grupo, miró al elfo y volvió a mirar al grupo expectante de una explicación. Al poco, como si nada hubiera pasado o el elfo fuera puramente invisible, hizo un exagerado gesto de disculpa y se dirigió al elfo en su lengua con un claro acento marcado por los años vividos en la suboscuridad.

--Drow adore Ado-- en ese momento cruzó ambos brazos sobre su pecho e hizo un pequeño cabeceo sin dejar de mirarle, mientras giraba las muñecas para mostrar las palmas de ambas manos, dando a entender que no ocultaba nada. Ese saludo era una especie de símbolo de tregua en toda la suboscuridad, dado que allí no se conoce la paz--Uzkuantar nala mu afilu da´na arco Min et Altuvariel. Asin ma la jue, no alfei lacunae dá.--el tono parece sincero y meloso sin aspavientos o ira.

--Bueno, no sabía que esperásemos más invitados. ¿A alguien se le olvidó comentarte este "pequeño" detalle?--era más cinismo que enfado y obviamente esperaba poder sacar algo a cambio de su "enoooorme" magnanimidad y comprensión ante la que le hubiera causa tal afrenta. Esperó paciente a que sus compañeras mediasen, a la par que dejaba mucho espacio entre él y el elfo, evaluando en todo momento sus movimientos y actitud sin quitarle un ojo de encima.

Meneo la cabeza ante las explicaciones inconexas de la pícara. Todos con sus secretitos. Vaya grupo jeje. Espero que los secretitos no nos estallen a todos en la cara.

Miro al drow con cara de asombro. -Vaya momento para comerciar.- Digo, sin que el drow sepa si me estoy cachondeando y si soy una ignorante total de sus costumbres.

-Sí os lo conté. Pero creo que no me prestabas atención. Para variar.-Digo con algo de hastío.Me encojo de hombros. Él es así.-Es una nueva miembro del equipo. Especializada en levantar trampas y coger cosas que no son suyas.-Digo guiñando un ojo- Pero no temas, a las nuestras no se acercará. ¿Verdad Sol?-Le digo a la elfa con tono algo más fuerte.

Y mirando de nuevo al Drow le pregunto:¿Y bien, que has visto?

Cuando el drow abre la boca para responder los graznidos de los cuervos crecen hasta convertirse en una cacofonía que taladra vuestros oídos. Volvéis la vista hacia el cielo para ver cómo las aves negras descienden con un sólo propósito: darse un festín con los cadáveres que transportáis. Debíais tomar una rápida decisión: plantar cara a la parvada de cuervos o huir y dejar a los cadáveres de los mercaderes atrás.

De repente todos me atosigaron de preguntas, yo también tenía una que me intrigaba sobre manera, ¿Por qué cargaban cuerpos putrefactos?. Pero antes de realizar cualquier pregunta o dar cualquier respuesta, esos cuervos infernales decidieron atacar, esto cada vez parecía más salido de un cuento de terror. Suponiendo que lo más coherente era dejar los cuerpos y evitar desgastar energías con estos cuervos, casi que por instinto me alejo de los cuerpos en dirección hacia valle aislado, esperando a que ellos hicieran lo mismo. Me muevo  30’ y preparo mi arco por si alguno de mis nuevos compañeros requería de ayuda.

A pesar de todo lo sucedido, con lo que alcance a escuchar del Drow este parecía ser muy diferente al de mi anterior equipo, quizá en este equipo podría confiar, pero por lo pronto esperaría a saber más de ellos, mientras compartiéramos intereses, había decidido prestarles toda mi ayuda.

Una de mis cejas se alzó con suspicacia al percibir el nerviosismo en la continua risita que acompañaba la respuesta de la no elfa. La curiosidad arañaba mi pecho, deseosa de comprender a que se refería con la mención a un "linaje", aunque las palabras que Aalis, primero, y posteriormente Olplyn, le dedicaron en la lengua de los elfos, me hicieron observar todo con suma atención, preguntándome en qué acabaría todo aquello.

Quizás por eso tardé más de la cuenta en percatarme de lo que se fraguaba sobre nuestras cabezas.

Alcé mi rostro demasiado tarde, tan sólo a tiempo de cubrirle nuevamente con la capucha y azotar mi capa alrededor de mi cuerpo mientras me alejaba, guadaña en mano, a grandes zancadas.

Ningún cuerpo sin vida merece tantas atenciones... -Dije en un susurrante reniego que, probablemente, los demás no alcanzarían a oír- Yo lo se mejor que nadie...

Olplyn regresó a nuestro lado, drigiéndoae a Sol, sin saberlo, del mismo modo en que había hecho yo. Aquello provocó que en mis labios se dibujara una media sonrisa, pero esta desapareció cuando el mago reprochó a Valentine la falta de información.

Sin embargo, todo aquello tuvo que quedar a un lado cuando aquella bandada de cuervos se lanzó hacia los cadáveres, impidiendo nuestro avance.

- ¿Pero qué...? - mi diestra no tardó en situarse en la empuñadura de mi espada, pero tratar de derribar los pájaros a espadazos no parecía muy efectivo. - ¡Elsbeth! - llamé a la nigromante, quien parecía retomar la marcha. - ¿No hay algo que puedas hacer? - pregunté en busca de su ayuda, pues la magnética mujer era capaz de cosas increíbles.

El sobresalto de aquellas alimañas emplumadas cogió al drow con la boca abierta, sin embargo no dudó un instante en cederles el festín reclamado puesto que él no tenía ningún interés en especial en seguir trasladando aquel oloroso paquete. Vio complacido como Elsbeth y el invitado reculaban también en pos de un elegante pragmatismo, mientras Aalis solicitaba ayuda.--¡Retrocedamos! Aalis deja que se calmen y se posen todos sobre su comida, si tan importantes son para vosotras siempre podemos regresar después. No vale la pena correr riesgos innecesarios y ahora mismo hay cuestiones que me preocupan más que una bandada de ratas con alas.--a pesar de su retirada seguía manteniendo la distancia y la atención sobre el elfo, en el cual se notaba que no confiaba lo más mínimo.

Aún no había puesto suficiente tierra de por medio entre los cuerpos objetivo de las atenciones de los carroñeros y yo, cuando la voz de la paladín hizo que me detuviera. De medio lado, comprobé con mis ojos rasgados bajo la sombra de mi capucha y de mi propio cabello desordenado cómo parecía pretender quedarse a combatir a las alimañas, otro de esos actos loables que su buen corazón le pedía con escaso tino. ¿Proteger unos cadáveres? No valía la pena..

Sin embargo, llamaba mi atención en busca de ayuda, preguntándome si había algo que yo, con mi poder, pudiera hacer al respecto. En silencio, volví a alzar la vista hacia la bandada, buscando una respuesta a su pregunta, analizando estrategias y conjuros, antes incluso de plantearme la pregunta correcta y la respuesta que debía darle en realidad.

Claro que lo hay... -Respondí entre dientes, girándome hacia ella y acercándome a grandes zancadas- Ofrecerte un poco de sentido común. -Le dije cogiéndola del brazo, no con fuerza, pues reconocía que aquel no era el camino, pero sí con una firmeza propia de la decisión inamovible. Clavé mis ojos en los suyos, negando con la cabeza- Sólo son cuerpos, Aalis. Reserva tus fuerzas para causas con un mínimo de importancia... -Le imploré, esperando que aceptase huir conmigo de aquel lugar.

Al ver el ataque de los cuervos, grité a todos: ¡Dejémoslos, no merecen la pena! Al tiempo que cortaba las cuerdas que sujetaban los cadáveres y haciendo un gran esfuerzo los soltaba, espantando a los cuervos que parecían confundirme con ellos. ¡Vamos Aalis haz caso!

Miro en qué dirección han ido mis compañeros, me subo al caballo y echo a galopar alejándome de los malditos cuervos y dirigiéndome hacia mis compañeros. Lo siento. Descansad en paz. En esos cuervos, volvéis al ciclo vital.

Mientra el drow trataba de hacerme desistir, cosa que no me extrañó, vi un rayo de luz en la oscura presencia de Elsbeth; interpretando en un primer momento que accedía a ayudarme. Pero no, no fue así. En seguida se mostró firme, agarrándome del brazo incluso, pidiéndome que me reservara para causas más importantes mientras me clavaba su oscura mirada.

Durante una milésima de segundo me quedé impertérrita, hasta que parte de las palabras de la clérigo me hicieron fruncir el ceño.

¿No merecen la pena?

Giré mi rostro bruscamente en su dirección, aún sujeta por la nigromante, no tardando en volver a mirar a esta.

- Está bien. – terminé por acceder, pues había algo en sus palabras en lo que no podía estar en desacuerdo, podrían darse ocasiones más precarias en las que tuviéramos que usar nuestras habilidades; además, no deseaba que saliera herida. – La causa merece la pena, no son sólo cuerpos. – aclaré, zafándome de Elsbeth y echando a andar. – Espero que cuando yo caiga, no haya cuervos cerca. – añadí con sarcasmo, habiendo tomado ya algo de distancia.