Partida Rol por web

Te costó recordar que día era. Otro día de mierda sin lugar a dudas, estábamos en pleno otoño y tras despertar lo primero que te vino a la cabeza era... la resaca. Nadie cuidaba de Jack Mason, ni siquiera una maldita secretaria. Eso si, la esperanza era lo único que se perdía. Al menos en este pueblo no tenías competencia, pero los casos... dejaban poco dinero y mucho que deseas, al menos daba para seguir tirando, pagar los gastos y beberse el resto de los ingresos.

Aunque ya estaba el sol fuera te diste cuenta de que algo te había despertado, sería lo único que podía explicar que te levantases antes de las 12. Pero bueno, ya puestos podías pensar en alguno de los casos, o simplemente pasar el rato, la decisión era tuya, un café sería de gran ayudar. Así que te sentaste en la cama mientras intentabas despejarte un poco. Una cosa si te llamó la atención, el reloj despertador estaba apagado, debía de haberse ido la luz. A parte tenías los oídos un poco sordos como al bajar por una brusca pendiente en el coche.

Al incorporarme, sentarme sobre la cama y ver el reloj apagado, sin pensar demasiado, lo agarro y le doy un par de sopapos, pero no reacciona. Entonces se despierta otra neurona y compruebo el enchufe, parece que está bien conectado. Con la tercera neurona resacosa acciono el interruptor de la luz y veo que tampoco se enciende.

- Un jodido apagón. - Digo en voz alta, como si fuera una conclusión digna de elogio. Respiro hondo, paso la mano por el pelo, bostezo y reúno fuerzas suficientes como para levantarme de la cama.

Esa sensación agobiante de presión en los oídos no es normal. Por lo menos no en mis resacas, y he tenido bastantes como para saberlo. La primera intención ante todo apagón es mirar por la ventana, pero entre que siendo de día no iba a servir de mucho y que la luz diurna me laceraría los ojos, desisto inmediatamente. Mejor voy a la cocina y pongo la cafetera al fuego. Es el remedio ideal. Un litro de café a palo seco y en menos de cinco minutos estoy desatascando mis cañerías en la taza del váter. Cuando acabe, la resaca será historia.

Me aseo, me visto algo decentemente y miro el teléfono por si tuviera llamadas perdidas e intento recordar algo de anoche, no fuese a tener que tener en cuenta algo importante.

Luego, cuando el martilleo de la cabeza disminuye, enciendo el portátil en el despacho, por si tuviera algún email.

Tardaste un poco en darte cuenta de que era un apagón, pero cosas del sueño y la resaca, en unos minutos estarías como nuevo y al cien por cien. Tenías la ventaja de contar con cocina de gas por lo que el café pudiste hacerlo sin problemas.

Un poco más tarda ya estabas pensando en que hacer. Lo primero mirar el móvil, ni un puto mensaje... un momento, parece que además estas sin cobertura, el simbolito no dejaba lugar a dudas. El siguiente paso encender el portátil, aún tenía batería así que podrías trabajar unos minutos con él a la espera de que regresara la luz. Arrancó con normalidad pero... tampoco había Internet. Estaba resultando todo un poco extraño, pero al menos se te destaponaron los oídos por si solos.

Torcí el gesto. Evidentemente, si el apagón había sido en todo el edificio, el router wifi del vecino también estaría apagado. Me había acostumbrado a comprobar el correo todas las "mañanas", así que lo mejor que podía hacer era llevarme el portátil al bar de Joe y abusar de su conexión, como hacía a menudo. Además podría comer algo allí.

Recogí algo la casa. No es que fuese un fanático del orden, más bien al contrario, pero nunca se sabe cuando puedo acabar trayendo a alguien a casa y, la verdad, a las mujeres no les gusta ir dándole patadas a calzoncillos sucios.

Me arreglo un poco el pelo, me cuelgo la sobaquera con la S&W (nunca salgo de casa sin ella) y la chaqueta por encima. Bajo al garaje a por el coche. Es un fastidio hacerlo por la escalera y tener que abrir la puerta manualmente, pero lo acepto con resignación. ¡Qué remedio!

Es un día claro y me viene bien un poco de aire, así que bajo la capota y disfruto de la brisa.

Pensaste que ir al bar de Joe sería una buena opción. Wifi, comida... Era lo que precisabas en ese momento. Ordenaste un poco las cosas demostrando así que pensabas en todo y que al fin y al cabo, pese a la soltería no eres tan descuidado como se podría esperar.

Bajaste el garaje y comenzaste a sacar el coche. Tuviste que dar un frenazo antes de salir a la calle pues el camión de los bomberos pasó delante tuyo a toda leche y con las sirenas en marcha. El cielo estaba bastante despejado, y había bastante gente por la calle para las horas que eran.

El bar de Joe estaba un poco a las afueras, pero dentro del núcleo urbano, casi todo en madera, tanto por fuera como por dentro, uno de esos locales que llevan toda la vida ahí. Posiblemente no fuese el mejor local de la ciudad pero cumplía su función y era económico.

Aparcaste y entraste dentro. El propietario, ya estaba en la barra limpiando vasos. A un lado estaban los típicos sofas-asientos de color rojo, justo al lado de la cristalera. También habían taburetes delante de la barra - ¿Qué hay Jack? - Te saludó Joe

- ¡Qué tal Joe! - Le devolví el saludo mientras me dirigía a mi mesa favorita, la que tiene un enchufe en la pared por si se acaba la batería del portátil y, además, me permite ver la entrada directamente. Mientras, miraba a los parroquianos, por si veía alguna cara conocida que saludar. - Una mierda esta mañana, me he levantado y no había luz en todo el puto edificio. ¿Te importa? - Le pregunté señalando el portátil que llevaba bajo el brazo. La pregunta era formal, pues cualquier otra respuesta que no fuera la de siempre sería insólita. Sin esperar la respuesta, continué hablando mientras dejé el portátil en mi mesa. - Estoy muerto de hambre, cuando puedas ponme una hamburguesa completa y una pinta. ¿Pasa algo hoy? He visto los bomberos pasar a toda leche. - El hermano de Joe, Patrick, se ocupaba de la cocina y hacía unas hamburguesas que eran todo lo que un hombre necesita para seguir vivo: hamburguesa, pepinillos, huevo frito, bacon, otra hamburguesa, queso, lechuga, tomate, mayonesa, cebolla pochada... todo entre dos panes y con una banderilla que atravesaba el conjunto para evitar que se derrumbase. Le llama "hamburguesa completa". Me senté y abrí el ordenador, esperando que arrancase el sistema operativo mientras Joe tenía a bien contestar alguna de mis preguntas.

Tu mesa estaba disponible, de hecho a estas horas había poca clientela, así que no tuviste problemas para sentarte en tu sitio. Joe dejó la jarra que tenía entre manos y se hecho el trapo sobre el hombro - Uh... No es cosa sólo de tu edificio, también se ha ido la luz aquí... Así que lamento informarte que no nos funciona la wifi... Por suerte en la cocina seguimos usando el gas así que... Esa “completa” si que va a poder ser ¿Verdad Patrick?

- ¡Marchando! - Vociferó su hermano desde la cocina - Allí desde hacía unas semanas había un chaval joven que le ayudaba. Por cierto, que la rubia Rose, la camarera aún no había llegado, llegaba un poco más tarde cuando habían más clientes.

Joe te llenó esa pinta de Miller y te la llevó a la mesa – Lo que si tengo es el periódico del día, para leerlo no hacer falta que haya corriente eléctrica – Bromeó y luego respondió a tu otra pregunta – No sé, Patrick dice que poco después del estampido ha visto una columna de humo a las afueras. - ¿Estampido? No recordabas ningún estampido, quizá fue eso lo que te despertó

Oíste el crepitar desde la la cocina comenzaban a echar los ingredientes en la plancha

Una mueca de contrariedad me desfiguró el rostro cuando me dijo Joe que no había corriente en todo el pueblo.

- Por eso no tengo cobertura, y yo que pensaba que se me había cascado el móvil.

Tras unos segundos en que Joe se muestra triunfante por revelarme algo que yo no sabía, recompuse la expresión y acepté el periódico que me ofrecía, al tiempo que desconectaba nuevamente el portátil y cerraba la tapa. 

Levanté una ceja en signo de interrogación.

- ¿Estampido? ¿Dónde?

La cosa se ponía cada vez más rocambolesca.

No podrías hacer uso de internet, pero si del portátil al menos mientras te durase la batería.

Joe se levantó de hombros – No lo sé… Como como cuando cae un relámpago muy cerca y se escucha el estampido sin eco… Puede que sea por lo que se haya ido la luz – Si obviamos el detalle de que no había nubes, la cosa seguía sin encajar. Y si la columna de humo estaba a las afueras, quizá tuviese algo que ver, pero la descripción del sonido tampoco. Bueno, quizá se le estaba dando demasiada importancia.

Al poco te llegó aquella maravillosa hamburguesa que pedía a gritos ser comida. Mientras comenzaste a ojear el periódico local. La misma cosa de siempre, solía haber una primera edición mañanera en la que aún no se reflejaba nada del lio de hoy, seguramente el periódico salió antes.

Observé la hamburguesa con media sonrisa. Aparté el periódico y comencé a comer. Entre bocado y bocado, continué hablando con Joe, cada vez que él no estaba ocupado con alguna otra cosa.

- Quizá ha reventado algún generador o algo... o algún incendio en la central. Eso explicaría lo de los bomberos. ¿Sabes si ha ido la policía para allá? ¿Has escuchado sirenas de la bofia?

Si la policía no había acudido en masa, eso descartaba algo más gordo como un atentado y apuntaba más claramente a un accidente.

Cuando llevaba la hamburguesa por la mitad, y media pinta ya había hecho bajar el manjar hasta mis tripas, abrí el portátil. - Aunque no haya Internet algo podré hacer mientras doy fin a la "completa". - pensé. Consultar la agenda, repasar información de los casos, escribir alguna idea que se me ocurriera al respecto de alguno de ellos... esas cosas que suelo hacer delante del ordenador.

Joe había terminado de limpiar las copas, pero entró otro cliente que atender, este pidió un poco de café en la barra. Pero en cuento pudo no dudó en conversar contigo.

- Pues creo que si salió la poli, pero ya no estoy seguro, la comisaria no pilla tan cerca... - Sobre las otras cuestiones difícil saber

Ya cuando te pusiste con el ordenador entro Rose, la camarera. Tras saludar se dirigió a la cocina a saludar y a ponerse el delantal.

Con respecto a los casos, podías tratar de averiguar o de avanzar en cualquiera de ellos. Tan sólo tenías que elegir uno.

Al abrir el ordenador, casi sin pensarlo, me encontré los archivos del caso de Jimmy en la pantalla. Lo de Jimmy me traía de cabeza. Era un buen tipo, de los pocos que me he topado de los que realmente pudiera estar seguro de su sinceridad, si no el único. Además, era de aquellos que te hacían favores sin esperar nada a cambio. Le debía unas cuantas, así que algo dentro de mí me impulsaba a saber qué había pasado. Sabía que con eso no iba a traer a Jimmy de vuelta, pero tenía que hacerlo.

Le había estado dando vueltas a un par de ideas que me rondaban por la cabeza pero que no consiguía concretar. Quizá si releía lo que tenía me encajaba alguna pieza.

- ¡Qué hay Rose! - Saludé a la camarera cuando entró, aunque sin apartar la vista del portátil más que un momento. Me sabía su culo de memoria, así que por una vez no iba a pasar nada porque no le diera un repaso con los ojos. Quizá hubiera podido preguntarle si sabía algo del incendio ese, pero lo dejé para luego.

Posiblemente el caso se Jimmy fuese el más personal. No había pasta de por medio, pero alguien tenía que hacer justicia cuando la vía oficial no lo iba a hacer.

Los datos de los que disponías no eran muchos. Jimmy estaba muerto, había “caído” desde la azotea de la biblioteca. La primea consideración era que se trataba de un edificio público, la segunda que no había razón aparente para que subiese hasta allí y se cayera por accidente. Por lo que sospechabas que alguien o algunos lo habían lanzado.

Así que por un lado podías investigar en el lugar del crimen y por otro intentar averiguar si alguien tenía motivos para asesinarlo, quizá en la familia, o quizá en el cuerpo se podía intentar averiguar en que andaba metido o si tenía enemigos, etc... No muchos, pero aún tenías algún ex-compeñero que pudiese echarte un cable, aunque mejor no entrar te frente. Conocías lo suficiente a los jefes como para saber que no les gustaba que metieran las narices en las cosas de la comisaría.

Revisando las notas sobre el caso de Jimmy, acabé mi almuerzo casi sin darme cuenta, abstraído como estaba en mis pensamientos y cavilaciones. Debía sacar información de todo esto, pero no podía presentarme en la comisaría haciendo preguntas, me pondrían en la calle con cajas destempladas y, quizá, algún cargo que añadir a la lista. Además que no sé si podría aguantar la mirada de asco de algunos de aquellos lameculos sin agallas y acabara la cosa realmente mal.

Debía encontrar otro medio. Entonces se me ocurrió que podría acercarme allí donde la explosión. No soy un boy scout, así que no se me había perdido nada en un accidente, pero quizá era una escusa decente para acercarme a algún chico de azul que guardase recuerdos potables de mi persona.

Era una idea tan buena como cualquier otra, así que recogí mis cosas, pagué mi almuerzo, me despedí de Joe, amigos y conocidos presentes, le guiñé un ojo a Rose y fui a por mi coche. Dejé la bolsa del portátil en el maletero y arranqué hacia donde creía debía acercarme al lugar de los hechos.

Con el estómago lleno de una deliciosa hamburguesa completa decidiste que lo del accidente sería un buen argumento para acercarte a algún antiguo compañero de forma “casual”. Y la verdad es que parecía una buena idea.

Los empleados se despidieron de ti y volviste al coche, aún se veía humo en la lejanía así que tampoco fue difícil acertar con la carretera que iba en aquella dirección. A un par de kilómetros fuera del pueblo llegaste al lugar, y había bastante barullo.

Los bomberos parecían estar recogiendo ya la manguera pero… ¡Si aún había fuego! El escenario era el siguiente. Un camión de bomberos recogiendo, un coche de la policía, de sus ocupantes uno parecía estar tomando declaración a un par de mujeres. El otro poli estaba inspeccionando la zona. Habían restos de una avioneta diseminados por los alrededores, uno de esos restos parecía haber caído encima del capó de otro vehículo que estaba allí. Luego unos metros más allá había lo que quedaba de un camión de transporte de troncos, estaba horriblemente aplastado y los troncos en llamas había una buena fogata ahí.

De los polis conocías a ambos, se trataba de Richard Brown de unos treinta años era el que tomaba declaración, este era más técnico de los que suelen seguir las normas y el manual. El más mayor Stephen Aldiss era el que estaba inspeccionando la zona, poli más hecho a la antigua usanza, de instinto, pero clásico.

Bajé del coche y encendí un cigarro mientras me acercaba a la zona afectada por lo que fuese que hubiera ocurrido allí. Por lo que a mí respectaba, pudiera haber caído un maldito meteorito o algo por el estilo y no me importaba más que la marca de colonia que podía haberse puesto Brown hoy.

Miro el estropicio con aire profesional, mientras me acerco a Aldiss.

- ¿Qué hay Steve? - Le saludé amigablemente, pero sin estúpidas sonrisas que él no apreciaría lo más mínimo. - Vaya una fiesta que se ha montado aquí. - Le espeté banalizando la situación. - Espero que no se presenten los federales para joderlo todo. ¿Qué coño ha pasado? - Tal como decía, no me importaba más que a cualquier vieja chismosa, pero era una manera de acercarme a Steve, escuchando lo que tuviera en mente mientras observaba los restos del desastre. Tras escucharle e intercambiar un par de comentarios sobre el asco del trabajo y lo estirado de su compañero, entro al ataque, en voz baja y asegurándome que no nos oyera nadie. - Oye Steve, entre tú y yo, ¿qué pasó con Jimmy? Eso de que hiciera el salto del ángel desde lo alto de la biblioteca no se lo cree nadie. Joder, era el cabrón con menos ganas de quitarse la vida que he conocido. Sé que desde dentro no puede hacerse mucho. Y tú sabes que yo no soy de los que largan. ¿Quieres uno? - Le ofrecí un cigarro del paquete.

Stephen te dedicó una mirada de circunstancias, pero él era normalmente serio, había que conocerle bastante para saber que su cara de cabreo no iba con uno, sino que era así de normal. En cambio era mucho más amigable que Richard, otro caso de que las apariencias engañan - Uff… No te lo vas a creer. Hay una puta barrera invisible en medio de la carretera, por lo visto además es alta de cojones. Si vienen los federales me parece que no van a poder pasar.

- ¿Que qué pasó? Eso me gustaría saber a mí – dijo frunciendo el ceño – No se encontraron pruebas en el escenario y sin pruebas ya sabes, a los jefes no les gusta dejar los casos abiertos y les moló la idea de echar toda la mierda encima del propio Jimmy. Gilipollas… - Steve aceptó uno de tus cigarrillos.

Una de las dos mujeres, la de más edad se marchó caminando campo a través, y el otro agente, Richard, se puso a rellenar papeles con la más joven, por lo visto era la conductora del coche a la que le cayó encima parte de la avioneta.

Escuché lo que Aldiss dijo de la "barrera invisible" con una ceja levantada, intentando discernir si era una especie de broma o lo decía en serio. Cuando comenzamos a hablar de lo de Jimmy, me centré en el asunto que más me preocupaba. 

- Sin pruebas, ¿eh? - Doy una calada pensativo. - Un escenario demasiado limpio siempre huele mal. Ya sabes qué quiero decir. ¡Malditos capullos lameculos! - Exclamé más para mí que para Aldiss, aunque sabía que él pensaba exactamente lo mismo. - Parece que se dieron mucha prisa en cerrarlo todo. ¿Sabes si Jimmy estaba metido en algún caso importante? ¿Algo que pudiera echar mierda donde no debía?

Mientras me respondía, miré hacia los restos de la avioneta y el camión, intentando situar el foco del problema. Si era cierto eso de la "barrera", podría adivinarse donde estaba al observar las las consecuencias. Aunque no me acababa de creer el asunto. Que pudiera existir una "barrera invisible" ya era bastante inverosímil, que pudiera haber aparecido de la nada allí en medio, aun más. Me creería más que hubiera un loco con un bazooka escondido entre los arbustos.

- Oye, un momento Steve. ¿Cómo que los federales "no van a poder pasar"? Aunque exista esa "barrera" que dices, con que den un rodeo y vengan por otra carretera ya los tendríamos aquí. - Le comento, aun escéptico.

Además, mi ojo clínico se posa en las mujeres que han sido interrogadas por Brown y trato de ubicarlas, por sus ropas y ademanes. Además, pocas veces se me despista una cara, y menos si es de mujer, así que cabía la posibilidad de haberlas visto antes.

Steven asintió y se rascó la cabeza tratando de recordar – Ningún caso importante que yo recuerde… Andaba más que nada en temas de tráfico. Controles, pidiendo papeles a los camioneros, como mucho a veces se acercaba a alguna empresa a verificar los datos de esos transportistas…

Poniendo un poco más de atención en los restos diseminados, sí que percibiste que los restos de la avioneta no pasaban de cierta “línea” y los del camión lo mismo, pero se encontraban al otro lado de esa línea. En eso llegaron los bomberos justo de la parte del camión, curioso, porque no se les escuchó llegar. Sacaron las mangueras y comenzaron a apagar el fuego del camión, en un momento dado, el chorro de esa manguera se desvió más alto y el agua chocó contra algo invisible, como si hubiese un cristal allí en medio.

Steve se acercó más a ti como contándote una confidencia y en voz más baja – No ha ocurrido sólo aquí, hemos recibido aviso de que hay accidentes en más carreteras de entrada y salida al pueblo. Por ejemplo, justo en dirección contraria, al otro lado del pueblo.

En cuanto a las mujeres no conocías a ninguna de las dos, la que ya se fue tenía toda la pinta de ser una granjera de la zona, te sonaba que hablaban mal de una mujer que vivía por aquí con su hijo, en plan chismorreos porque se quedó embarazada joven y cosas así. La otra chica, la que aún estaba por aquí, tenía pinta de ser una chica de ciudad, parecía un poco nerviosa, pero teniendo en cuenta que le había caído un trozo de avioneta en el coche era bastante normal. Esta fue hasta al coche, que tenía toda la pinta de ser de alquilar, sacó la documentación y se la entregó a Richard, el poli más joven.

Las palabras de Aldiss me hicieron reflexionar un instante. Aquello de "verificar los datos de esos transportistas" me hizo pensar inmediatamente en otro caso, el Caso Cortez. - Quizá, cuando vuelva por las instalaciones de Lomax me las apañe para saber si Jimmy estuvo husmeando por allí. - pensé, a modo de nota mental.

Lo me arrancó de mis cavilaciones era ver como el agua de los bomberos chocaba contra el muro invisible y no se oía lo que pasaba al otro lado. Las evidencias de la realidad de la imposible barrera invisible casi hizo que se me cayera el cigarro de la comisura de mis labios.

Miro a Aldiss sin disimular mi asombro, aunque manteniendo el tono bajo y confidencial. - ¿Pero qué coño es esto Steve? ¿Insinúas que no se puede entrar ni salir del pueblo? ¿Qué mierda pasa aquí? ¿Es una cámara oculta de esas de la tele o qué pasa?

Sin mucho más que sacar del tema, me despido de Aldiss con un gesto convenido y me acerco a donde se supone que debe estar la barrera, pero no en la carretera, si no fuera del camino, lejos de los incidentes. De camino recojo un palo con el que intentar tocar y, si se puede, atravesar la supuesta mampara de cristal o lo que sea que han puesto ahí.