Partida Rol por web

La expresión de tu padre era la de un padre orgulloso. Seguramente no había entendido aquello de los pilares y de una cúpula dentro de otra, pero si había entendido lo suficiente como para estar contento de tener una hija tan activa y que ayudaba a la gente.

EL rostro de tu madre reflejaba más preocupación – Ten cuidado con las cosas que no entiendas, si no son seguras deja que otros lo hagan por ti – Aseveró

Tu padre más animado volvió a acostarse y tu cenaste con tu madre y os quedasteis charlando un poco más hasta que también fue la hora de retirarse. Hacía calor, parecía una noche de verano en vez de otoño, por lo que costó un poco conciliar el sueño, pero finalmente lo conseguiste.

Te despertaste de un sobresalto y confundida, habías soñado que estabas en Boston y que nada de todo esto había pasado. Pero pronto, el calor y la mala olor te lo trajo todo a la memoria. Había que levantarse, desayunar rápido e ir al hospital

Me costó un poco asimilar que había sido un sueño lo que parecía normal, y que la pesadilla en las que nos encontrábamos en Chester's Mill era en verdad la realidad. Hacía calor, la dichosa cúpula estaba haciendo un efecto invernadero que además provocaba una acumulación de mal olor. Salté de la cama y fui a ducharme para despejarme con agua fría. Luego bajé a desayunar, me esperaba otro día intenso, y sabía que iba a necesitar fuerzas para afrontarlo, sobre todo para la mañana en urgencias.

Bajaste para desayunar. Tu madre había sacado el ventilador que solía usar en verano y lo tenía en marcha en el salón, allí tu padre se encontraba bebiendo un tazón con una sopa de verduras fresca.

- Espero que este viejo ventilador no consuma mucha electricidad, pero es que tu padre lo necesita, le entran calores…

Te dijo un poco preocupada – Hice una sopa de espárragos, pero si lo prefieres te puedo hacer limonada, también queda queso. No me queda pan, pero si galletas en abundancia.

Les dí un beso a cada uno de ellos, mientras recapacitaba que no había vuelto a pensar en conseguir más comida...todavía quedaba en casa, pero ¿y a largo plazo?. Procuré dejarlo para luego para que no me notasen preocupada.

- Galletas y queso será perfecto mamá. Y es cierto que hace calor, pero no abuséis mucho del ventilador...por si acaso, ¿vale? Pon agua en una palangana y os remojáis los pies, eso seguro que alivia un poco estos calores.

Terminé mi desayuno rápidamente, pues tenía que ir al hospital. Me recogí el pelo, pues hacía mucho calor y el paseo en bici iba a ser pesado. Besé de nuevo a mis padres- ¡Deseadme suerte en las pesquisas de hoy!- y salí a por mi bici.

Tus padres atendieron a tus razonamientos. Era una de esas pocas veces en las que en vez de ser ellos los que te decían que hacer, eras tú. Pero en estas circunstancias confiaban en ti como en una experta profesional.

Con la de cosas que tenías por delante en este día, optaste por desayunar de forma rápida. Además sabías que en el hospital hacían falta tus servicios. Tus padres te desearon suerte y ya saliste de casa.

El sol se filtraba a través de la cúpula, con un color entre rosado y marrón. Aquella barrera estaba ensuciándose cada vez más, algunas de las plantas habían comenzado a marchitarse.

Pedaleaste hasta llegar al hospital mientras observabas estas cosas.  

Llegué al hospital acalorada, me refresqué un momento en los vestuarios, me cambié y fui a Urgencias directa. Busqué al Dr. Jackson para que supiera que ya estaba allí y mientras lo hacía miré cómo estaba la lista de pacientes de esa mañana, para ver por dónde podía empezar.

El doctor se alegró de verte y no era para menos pues te estaba esperando como agua de Mayo. Había un montón de trabajo y por el momento poco tiempo para hablar así que lo mejor fue entrar en materia.

Paciente tras paciente, y urgencia tras urgencia, no os comenzasteis a quitar el trabajo de verdad hasta que comenzó a acercarse el final del turno.

Un poco cansados pero satisfechos aprovechó que os lavabais las manos para comentarte – Gracias por tu colaboración, no se lo que habría podido hacer sin ti... - Dijo reconociendo tu labor.

-No hay por qué darlas, en situaciones como éstas todos hemos de arrimar el hombro.

Estaba cansada, sí, pero feliz porque recordaba por qué quise estudiar medicina en su día. Tal vez si mis prácticas hubiesen sido en este hospital no lo habría dejado...quién sabe. El caso es que mi actual vida como bioquímica también me gustaba...Me pregunté si volvería a retomar mi vida pronto. Esa tarde sabríamos algo más de la burbuja.

Salí de mi momentáneo ensimismamiento.- ¿Vamos a comer, entonces? Por cierto...¿dónde? ¿Aquí en la cafetería del hospital? ¿Cómo van de suministros?

- En el hospital tienen la obligación de servirla, pero sólo para pacientes, no se atreven a abrir la cafetería por si luego falta para lo necesario. Los bares y restaurantes cerraron, al menos las que yo conozco... Había pensado en invitarte a mi casa, tengo un tío que es carnicero y me regaló embutido cuando cerró, se conservan bien sin necesidad de nevera, al menos por espacio de una semana o más – Se quitó la bata que llevaba encima de la ropa de calle.

- Si te parece bien, claro - En otras circunstancias quedar en la casa de un hombre podía ser interpretada de otra forma, pero no eran días corrientes estos

Embutido, uhmmm...de pensarlo se me hacía la boca agua. No sabía cuándo tendría ocasión de probarlo de nuevo... El hecho ede que fuese en su casa no me preocupaba, se le veía un buen tipo, y las circunstancias no eran las normales. No era una cita ni mucho menos.

- Me parece estupendo, me encantan las longanizas y el embutido en general - respondí con una sonrisa. - Pero siento no poner yo nada...de haberlo pensado habría traído algo para acompañar. Y dime, ¿queda lejos tu casa? Yo tengo la bici fuera.

 Dicho y hecho, os encaminasteis hacia la casa del doctor – No, a diez minutos a pie. Y no te preocupes, además me gustará tener un poco de compañía.

Su casa resulto ser un adosado, no muy grande y un poco espartano en mobiliario, quizá denotaba la ausencia de mano femenina. Pero estaba limpio y era práctico en todos los sentidos.

- Siéntete como en casa por favor – Te sugirió – Puedes dejar tu bici en la entrada, junto a la mía. Como no está lejos el hospital suelo ir a pie. Ponte cómoda, voy a la cocina a comenzar a preparar las cosas.

- Vale, ¿seguro que no necesitas que te ayude? - Mientras Ben se metía en la cocina, dejé la mochila en el sofá y merodeé un poco por el salón. El piso me recordó al de Frank...estos médicos tan atareados en el hospital que se preocupan poco de la decoración...Me di cuenta de que últimamente pensaba poco en él, los días habían sido intensos y no me había dado tiempo a echarle de menos. Me preguntaba si estaría preocupado por mí... Volví a la tierra, no valía la pena pensar en eso ahora. Miré los libros de Ben, a ver qué gustos tenía este chico...Tras curiosear un poco, no sabía qué más hacer. Obviamente no podía encender la tele.

- ¿Quieres que ponga la mesa?- Me asomé a la cocina a ver cómo le iba.

- No te preocupes – Te dijo desde la cocina y te dio tiempo a curiosear un poco. En el salón tenía tanto libros de medicina como novelas, casi repartidas a partes iguales. Entre las novelas tenía un poco de todo. Algunos de los grandes clásicos como Tom Sawyer, algún libro de Shakespeare, alguno de terror, un par de antologías de poesía... Todo variado.

Te asomaste a la cocina, la comida ya estaba en marcha y olía muy bien – Vale – Te dijo en esta ocasión, en ese cajón están los cubiertos y allí los platos...

En unos minutos más todo estaba listo y comenzasteis a comer, las tripas te rugían – Bueno, cuéntame un poco de ti. No vivías aquí ¿Verdad? No recuerdo tu cara de haberla visto antes – Inició conversación mientras te abría una botella de vino y te preguntó con gestos (levantando la botella) si te servía.

Había atacado la comida con ganas, y asentí al ofrecimiento del vino. Después de tragar el bocado, respondí a la pregunta de Ben.

- Me crié aquí, pero me fui a la universidad y ya sólo regresé para vacaciones y visitas cortas a mis padres. Me quedé a vivir en Boston, donde trabajo. - Intuyendo que me preguntaría, continué - Soy bioquímica en la farmacéutica Gynzame. Y tú, ¿creciste aquí? No te recuerdo del colegio, aunque no debemos tener la misma edad. Yo soy del 78. ¿y tú?

- No crecí aquí. Soy de Bangor, me vine aquí al terminar en la universidad, para la Mir, así que llevo viviendo en este pueblo algo más de tres años – Intervino tu colega.

- Soy del 86, así que me sacas algunos años – Se rió un poco, pero al darse cuenta de que hay gente que le da importancia a la edad añadió – Pero estás muy bien, hubiese dicho que eras más joven – Aquello fue un cumplido, pero no había mala voluntad en él, sólo intentó no darle mucha importancia.

La comida prosiguió – Lamento lo de que te quedaras atrapada, por suerte tienes a tus padres ¿Dejas marido e hijos allá fuera? - Dijo tanteando con precaución.

Me resultó gracioso su intento de quedar bien con lo de la edad. No me sentía mayor en absoluto, aunque tenía amigos que viendo acercarse los cuarenta iban poniéndose nerviosos. Evidentemente, Ben era más joven que yo. Eso ya lo sabía puesto que todavía no había acabado la residencia y se le veía un chico listo, de los de curso por año. Respondí a sus nuevas preguntas mientras continuábamos comiendo.

- No, sigo soltera, gracias a Dios. No me malinterpretes, me refiero a que habría sido horrible quedar separada de ellos de haber tenido marido e hijos. Me alegro de estar aquí con mis padres, odiaría no saber cómo están y no poder ayudarles en una situación coomo esta.

De pronto caí en una cosa...tal vez él sí estuviese en esa situación..puesto que no era de Chesters Mill. Con cierta preocupación, pregunté:

- ¿Y tú? Supongo que tu familia sigue en Bangor, ¿cómo lo llevas? ¿Tenías a alguien más allá fuera?

Se rió un poco con el inicio de “seguir soltera gracias a Dios” pero sólo por la situación, te entendió perfectamente – Claro, esto está resultando como cuando lo jóvenes iban a la guerra, mejor no tener muchos lazos por lo que pueda pasar – Se dio cuenta de que el comentario estaba quedando un poco pesimista – Bueno, a ver que es lo que pasa con todo esto. Y no, bueno, dejo a mis padres en Bangor, y tengo una hermana mayor, pero ella está viviendo en Nueva York, es periodista. Por lo demás como se suele decir aún no senté la cabeza. Ser médico tampoco deja mucho tiempo libre.

Siguió comiendo y bebió otro poco de vino - Por cierto me comentaste que estabas en un grupo de investigación ¿Habéis conseguido sacar alguna conclusión?

La pregunta me dio pie a explicarle todo lo que habíamos encontrado, y se me aceleró el pulso al pensar en lo que nos esperaba esa tarde.

- La verdad es que sí, verás: lo 1º es que la barrera que nos rodea es circular, yo creo que es una especie de cúpula, y la forma algo así como un campo de fuerza, porque, aunque no puede atravesarse, deja pasar algo de agua, como si fuese porosa. Luego calculamos su centro y fuimos allí ayer a investigar. Y nos dimos cuenta de que cerca del centro había animales muertos, electrocutados creemos. Y lo mejor es lo que encontramos ayer por la tarde: un círculo de columnas entre las cuales debe de haber ese algo que ha electrocutado a los animales que han intentado atravesarlas. Como una minicúpula dentro de la cúpula. Esta tarde iremos con las autoridades para ver si hay alguna manera de atravesar el círculo de columnas sin morir en el intento. La idea es un poco peregrina, pero pensábamos lanzar una gallina envuelta en algo aislante a ver qué pasa.
¿Qué te parece? ¿Quieres venir?

El doctor fue asintiendo con el leño levemente fruncido, tratando de asimilarlo todo. Cuando acabaste no pudo evitar sonreír – Pues si que habéis descubierto cosas. Me parece muy interesante – Confirmó.

Tu segunda pregunta lo pilló un poco de improviso - ¿Yo? ¿No seré una carga? Me parece interesante pero no sé... ¿Tú quieres que vaya? - Las dos primeras preguntas tenían pinta de ser retóricas, pero la tercera no parecía serlo, quería saber tu opinión. 

Con tanta charla lo que era la comida en sí ya estaba dando a su fin.

Casi no me paré a pensar en la respuesta, me parecía obvio:

- Creo que sería importante que hubiese alguien más con conocimientos médicos en el grupo esta tarde...por lo que pueda pasar. - Entonces caí en la cuenta de que igual lo estaba poniendo en un aprieto- Pero no quiero forzarte, debes de estar muy cansado de toda la mañana en urgencias. 

Mientras dejaba que se lo pensase, me puse a recoger la mesa y me acerqué al fregadero para, al menos, lavar los platos, ya que no me había dejado ayudar en la cocina.