Partida Rol por web

No iba a llegar a tiempo. No sin forzarme al máximo y aún así. Trepé hasta arriba, aún me tocaba atravesar los tablones estrechos, cruzar esa parte, volver a nadar y trepar de nuevo... Aún cuando iba acostumbradome a aquel nuevo cuerpo veía mi meta inalcanzable. Tal vez, si hubiera podido empezar con aquel cuerpo habría podido intentarlo. Mi lengua salió para tantear el terreno y mis manos se aferraron a los tablones. Extendí la cola, buscando que eso me equilibrase esta vez...

Pierdes ligeramente el equilibrio y antes de caerte de nuevo prefieres pararte un poco, respiras y decides continuar

Valeria había llegado a la cima y Alice consigue trepar el muro y se encuentra con un ligero llano que lleva a los siguientes escalones que llevan a la siguiente prueba

Empecé a cruzar los tablones, sujetándome con fuerza a ellos. Pero iba demasiado lenta y se me acababa el tiempo. Estaba claro que al final tendría que intentar teleportarme. Me sentí ligeramente frustrada porque ni siquiera mis mejores esfuerzos iban a valer. Pese a ello seguí adelante. 

las pruebas se ponían difíciles y algo me decía que el tiempo no estaba a mi favor, decidí lanzarme nuevamente no podía seguir perdiendo el tiempo de esa manera.

Consigues terminar de pasar las tarimas y te encuentras con un pequeño lago con oleaje que lleva a un muro que hay que trepar, donde, arriba, es el final

Iba demasiado lenta y la meta aún seguía demasiado lejos, así que decidí concentrarme y hacer un último intento para llegar. Era cierto que teleportarme no era el método que se esperaba que usásemos, pero no me quedaba otra alternativa y seguro que Valeria empezaba a ponerse nerviosa. De modo que me concentré para aparecer en la cima. En parte me sentía algo decepcionada conmigo misma por tener que recurrir a esto, pero no veía mucha más alternativa. 

Ahí estaba la meta y tocaba nadar, siempre era incomodo nadar con una ropa puesta pero no iba a quitarme mi nueva amiga, esperemos que se adapte bien a la situación, me lancé al agua debía llegar al menos acabaría la prueba a tiempo.

Llegas a la base del muro y comienzas a trepar como una exhalación hacia arriba y al llegar se ilumina todo el edificio y se oye la voz del instructor Saisu por toda la sala- Bien, has llegado dentro del tiempo limite, eso siempre está bien, pero tienes que mejorar en tus habilidades motrices, si quieres en algún momento unas clases de apoyo estoy dispuesto a dartelas sin ningún problema, solo búscame.

Entonces se oye otra voz que sustituye a la de Saisu, es la de Anderthael- Tu puntuación es de 40 puntos, podría haber sido mayor pero te caíste en el primer muro y eso hay que penalizarlo, espero que los recuperes pronto en otras pruebas, que tengas un buen dia- la voz afable del Jefe de Médicos siempre tranquilizaba y animaba aunque diera lo que podrían ser malas noticias. 

Tras esto te percatas de que justo frente a la puerta por la que entraste hay otra puerta para salir.

Alice veía que se le acababa el tiempo y no lo dudó, se concentró y se teletransportó hasta la cima, quedándo al lado de Valeria. Tras esto se oye la voz del instructor Saisu por toda la sala.

-Muy bien, muy bien, Valeria, has estado a punto de conseguir el premio, pero te falló tu habilidad en nadar, tendremos que practicarlo, y Alice, me ha encantado que fueras consciente de lo que puedes y no puedes hacer y que aun así te buscaras la forma de intentar superarlas de una forma cotidiana y que, al ver que no podías conseguirlo, teletransportarte, eso de intentarlo ha sido algo que valoro mucho.

Entonces se oyen como unos murmullos y habla otra voz en lugar de la de Saisu, es la de Anderthael.

-Bien hecho chicas, vuestra puntuación es de 30 puntos para Alice y de 50 puntos para Valeria, podéis tomaros el resto del día libre. Buen trabajo

Entonces se encienden múltiples luces por el edificio que dejan ver otra puerta situada justo en frente de la puerta por la que entrasteis.

Trece, visiblemente enérgico y contento, bajó de los cielos cual palomilla. Sonreía de oreja a oreja, y se movía como si llevase propulsores en manos y pies para volar, aunque era obvio que esa no era la realidad. Puro teatro infantil, vamos.

- ¡Alice!- gritó al verla, cerca. Miró a su compañera, y la saludó con un gesto de la cabeza seguido de un hola- Hola.

No se acordaba de su nombre, ese era el problema. Sino, la hubiese llamado por el mismo. Es que Trece en el fondo no era muy listo. De hecho, sin Alice y sus refuerzos sería poco más que un prototipo fallido de soldado.

Mantenía, sorprendentemente, su apariencia. No era para menos, pues había pasado horas meditando en silencio para recuperar fuerzas, de ahí que su lenguaje verbal estuviese bastante agarrotado.

- ¿Qué tal han ido las pruebas?- preguntó curioso. Era una pregunta banal, pero fue lo primero que se le ocurrió. Además, le interesaba. No en vano Alice le caía bien, y la otra chica parecía simpática. ¡Con el tiempo incluso podrían ser amigos!

Definitivamente, Trece tenía un aire infantiloide en aquel momento. Raro era que no hubiese cambiado ya de forma, aunque se debía a que simple, en aquel momento, su mente, tras horas en blanco, había olvidado que debía cambiar de aspecto en función de la personalidad. Ya se acordaría cuando se mirase en el espejo.

Estaba agotada y algo decepcionada conmigo misma por no haber terminado normal. Aunque la teleportación final había sido exitosa y tampoco ahí las tenía todas conmigo. En realidad iba a necesitar practicar más mis capacidades, pero me alegraba no haber lastrado a Valeria. Sonreí ligeramente e hice una reverencia a los instructores. 

- Sois muy amables por los comentarios. 

Cuando se fueron miré a Valeria y agité la cola detrás mío. 

- ¿Ves como puedes confiar en mi? - saqué la lengua de forma instintiva para oler delante mío - Normal te habría retrasado mucho y no habrías terminado tan rápido. Vamos fuera. 

Cuando salí me encontré a Smiley con el mismo aspecto que le había visto antes. En él era extraño que no hubiese cambiado de aspecto. Sonreí y luego le lamí con mi lengua de reptil para "olerle". El instinto era fuerte, pero no creí que le importase. 

- Tuve que teleportarme para terminar pero Valeria lo hizo muy bien. - Miré mis garras y agité la cola, puede que fuese un buen momento para recuperar mi aspecto normal. 

Me concentré por un momento y anulé la magia para volver a parecer una niña. Le di un abrazo y luego le cogí de la mano. 

- Ven con nosotras, nos han dicho que tenemos el resto del día libre. Podríamos... - la verdad es que no tenía claro qué quería hacer. ¿Soñar? Puede, pero también estaría bien el ver cosas nuevas - ir a la biblioteca. O... ver si podemos practicar un poco. A mi me hace falta...

En realidad también echaba de menos las clases. Me gustaba aprender cosas nuevas. Todo el rato. Pero imaginé que ahora nos tocaría hacerlo por nuestra cuenta...

Trece se asustó un poco al ver a Alice con esa lengua. Tampoco era un chico con una gran capacidad para los detalles, y a distancia no la había distinguido más que por su compañera. Pero se dejó hacer con una sonrisa nerviosa. Le gustaba que ella también pudiese cambiar de forma, aunque no se acostumbraba a ello. Demasiado tiempo siendo el único que lo hacía a su alrededor, demasiado tiempo creyéndose más especial de lo que en realidad era.

Al verla cambiar a su apariencia normal, sonrió, pero de verdad. Esa forma le gustaba más, y ahí podía aceptar mejor el hecho de que la chica... cambiase. Cogió la manita de la pequeña, si bien en realidad ambos tenían la misma edad, aunque Trece en aquel momento no lo aparentase... físicamente, pues mentalmente era un enano.

- Bueno, me alegro por las dos, felicidades... Valeria- ¡ese era su nombre! menos mal que Alice se lo recordó.

Pensó en agarrar a ambas pequeñas con la cintura, pero podía ser incómodo, y tendría que soltar la mano de Alice. No, mejor ir andando que volando. No estaba acostumbrado a andar, pero reconocía que era divertido, pues era diferente. Le gustó correr en las pruebas... era un subidón de adrenalina, estaba claro. Y más si lo combinamos con el dopaje sobrenatural que le dio a sus capacidades atléticas.

- Voy donde queráis- respondió afable cual infante que se conformaba con cualquier cosa que hiciesen sus amigos. Sonreía cuál bebé radiante y feliz, contento de tener algo que hacer en compañía en lugar de pasar la tarde solo.

Observé con curiosidad a Smiley. Me había visto cambiar antes en sueños, pero debía ser la primera vez que me veía cambiar en otra criatura. Supuse que estaba acostumbrado a los cambios de color de ojos o de vestido, pero no al de forma.

- Es como cuando jugamos en sueños. - susurré en su oído de forma cómplice. 

Apreté un poco su mano para darle confianza y luego sonreí ilusionada cuando dijo que se venía donde quisiéramos. Miré de reojo a Valeria. Lo que me apetecía era ir y leer más sobre Dama, las marionetas y algo de programación, aunque casi seguro que a ellos estas cosas no les gustaban. Así que acepté un punto intermedio. 

- Pues... podemos pasar por la biblioteca, cojo unos libros y luego... ver si podemos entrenar los tres. Ver si... si podemos complementarnos - Sonreí para darles ánimos y tiré un poco de Smiley, claro que si no elegía seguirme era completamente imposible moverle. Al menos para mi. Pero por suerte parecía que sí que quería venir. Así que comencé a caminar, entrelazando mis dedos con los suyos, ya que parecía tan reacio a romper el contacto. 

- Verás como es divertido Smiley. A Valeria se le dan muy bien los animalitos y yo puedo... bueno, si me dais tiempo puede crear uno. - sonreí de nuevo. - O podemos ver si nos dejan jugar con los que ya hay. Siempre quise un gato...

Smiley... Trece, ambos eran buenos nombres. Asentí. Claro, sí, la biblioteca. No es que fuese aburrido, pero... yo no era inteligente, ese no era un ambiente apropiado para mí. Cada uno tenía sus virtudes, y sus defectos. Yo sabía golpear, cambiar, romper cosas, mimetizarme, pero no sabía demasiadas cosas. Sí, sabía cosas sobre Imperium, y tenía algún truco intelectual en la manga, pero eso era todo. Jamás hubiese servido como estudiante de ciencias teóricas o materiales mentales. Por el amor de dios, si en ausencia de los refuerzos era un pusilánime.

Caminé junto a las chicas, agarrando la manita de Alice. Era agradable tocarla. A los Trece años, cuando eres un soldado entrenado en un imperio tecnológico pero tienes sentimientos como cualquier humano no-probeta, toda muestra de sentimiento te parece más íntima y privada, casi ilegal, como si estuviese mal visto. Pero los Trece años también eran una época apropiada para ese tipo de "fechorías", así que mantuve agarrada la mano de la chica y asentí cuando dijo de entrenar luego. Sí, eso me gustaba, podía hacerlo bien.

Poco a poco salía de ese trance mental y recuperaba sus facultades físicas y mentales. Caminaba arrastrando sus cuatrocientos kilogramos de bien disimulado peso, pero apoyaba los pies con suavidad para no hacer ruido. Si me ponía a correr el sonido de los pies contra el asfalto se escucharía en toda la tecno-ciudad.

Aún así esperaba poder lucir algo de conocimiento en la biblioteca. Sabía cosas de imperium. Sabía Historia, y Ciencia, entre otros. Sí, algo sabía, no era un completo estúpido. Eso era bueno.

Y entonces antes las últimas palabras de Alice, cambié conscientemente. No recordaba que en aquel momento debía tener la apariencia de un niño, pero sí tuve conciencia para querer adquirir una forma más divertida. Al principio pensé en transformarme en un gato, pero entonces recordé que no podía hacer eso, pero sí podía hacer otra cosa.

- Miau- dije sin más, sonriendo, al revelar el nuevo aspecto. El cambio fue rápido, para que quedase natural y pasase desapercibido en un pestañeo.

Me encantaba tener los ojos rojos. Y aquel aspecto encajaba con la personalidad. Me toqué las orejas de gata, confirmando que estaban ahí. ¡Genial!