Roy ve como una figura entra en el saloon. Porta un rifle y una estrella en la solapa. Sin duda es el Sherif, al que ha visto y salludado antes cuando permanecía sentado en la mecedora.
Jack había hablado por los dos y había dejado claro lo que hacían allí, con lo que Roy no contestó y se limitó a mirar al sherif para ver su rección. No sería la primera vez que tenían problemas en un ueblo con las autoridades locales, sobre todo si había posibilidades de que se produjera un tiroteo y, peor aun, cuando había una suma de dinero por la captura de alguien.
-Forasteros. –Susurró el viejo ante aquel tímido balbuceo de excusas. Entonces escupió intentando atinar a la escupidera más cercana que tenía. La estupidez de los jóvenes le seguía sorprendiendo, más aún si estos eran forasteros.
-Podríais acompañarle. –Resolvió en voz alta- Igual con un cartel tenéis más fortuna en vuestra búsqueda.-Y de paso nos dejáis un rato.
- Tengo ese cartel, viejo. Pero no siempre es bueno enseñar lo que uno tiene al primero que se encuentra- contestó el cazarrecompensas al viejo carretero pero mirando al sherif.
Roy no movió un músculo y espero a ver qe era lo que el sherif les tenía que contar, por si alguien había pasado por el pueblo los dos últimos días.
El traquetear de la diligencia hacía horas que se había vuelto monótono y casi no lo sentías. Sólo, de cuando en cuando, un bache o una piedra hacían que la diligencia botase y un coro de improperios, recordando a la señora madre del conductor, interrumpiese la tranquilidad del viaje.
Dentro de la diligencia viajan Miles Graham, el carnicero de Hogan’s Last Stop, Aaron Williams, dueño del aserradero y dos chicas, Marie y Clarice, que van a trabajar en el Burton’s Saloon.
El polvo entra sin dar tregua y os tenéis que proteger como podéis de él. Aún os quedan unas veinte millas para llegar a la siguiente parada, Hogan’s Last Stop y el sol cada vez calienta más.
- Así que tenéis un cartel. Muy bien, ¿por qué no me lo enseñas? Quién sabe. Quizá hasta sepa algo de ese fugitivo. – Contestó Kimball con cierto aire de lasitud. Al ser el sheriff de un pueblo cercano al final de la civilización, si es que podía llamarse así a aquello, estaba acostumbrado a ver llegar cazarrecompensas venidos del este que solían creer que allí crecían los criminales de los árboles.
Más bien solían dejar de crecer y quedaban colgados hasta que Kenny los descolgaba y los llevaba a su último destino, en el cementerio.
Cojo un pañuelo y me lo pongo a modo de mascarilla mientras digo a los demás:- este polvo es irrespirable, deberían protegerse la nariz y la boca. Por cierto ese Burton’s Saloon, de que reputación goza, Marie y Clarice vais a cantar, bailar?, a que os dedicais unas chicas tan guapas como vosotras?
Roy miró al sheriff y tras unos segundos se dio la vuelta y se acercó al mostrador donde tenía sus cosa. De una de sus alforjas sacó un papel enroolado. Tras quitarle una cuerda que lo mantenía atado lo abrió. Bastante polvo salió del sucio trozo de papel, en el que se veía varias marcas y agujeros. Sin importarle mucho su estado Roy se lo pasó al sheriff.
- Ahí lo tiene, sheriff- comentó el contrabandista con su voz grave.
Se despliega el cartel de búsqueda, espero que el sheriff pueda aclarar algo el asunto, tras este tiempo siguiendo al bastardo, el perderlo no es agradable.
-Si conoce algo sobre el tipo, nosotros estaremos encantados de quitarlo de enmedio. Un muerto en su cuenta ya es suficiente.
Miro a los parroquianos por si alguno hiciese movimientos raros, los dos hombres que han permanecido al margen son objeto de mi atención.
Las dos jóvenes te miran con aire divertido mientras también sostienen sus pañuelos para protegerse del pertinaz polvo.
- Si. Vamos a cantar y a bailar como usted bien dice, sheriff. – Te contesta Marie a la vez que intercambia una mirada alegre con Clarice.
- También sabemos hacer otras cosas. – Te contesta Clarice mientras roza disimuladamente con la punta de su bota la pernera de tu pantalón.
- ¿Me permite? El sheriff Kimball se acerca a Roy y le pide que le entregue el cartel del fugitivo.
Después de mirarlo detenidamente levanta la mirada hacia Roy y Jack y niega con la cabeza. – No. No he visto por aquí a este tal John Smith. – Le pasa el cartel a Peter. – Tú que viajas a menudo, ¿has visto a este? – Le pregunta al viejo Peter.
-Si me invitasen a una ronda por cada vez que alguien me pregunta por el tal John Smith ahora estaría dos tragos más borracho.- Por educación y deferencia tomó el papel nuevamente y escrutó aquella faz con su mirada…
-Mmmmm. No me suena.
Si le conozco edita
Bien, quizás tengamos que comprobar esas habilidades que teneis, pero no aqui, en algun lugar mas comodo. digo sin inmutarme y dejando que la pierna de la chica roce la mía. Distraídamente miro por la ventana a ver cuando llegamos al pueblo, se que alli tendre que coger otra diligencia hasta llegar a alguna ciudad o pueblo grande, donde se cobre bien, ya estaba un poco cansado de la miseria que se cobraba en algunos pueblos del centro del país.
Roy se quedó callado mirando a los que hablaban. No creía que resultaría tan fácil, casi nunca lo era, pero siempre había la esperanza de encontrarlo en el saloon del pueblo de turno.
- Bien- dijo Roy alargando la mano en dirección al sheriff para que le devolviera el cartel-. Si no tiene a mal, buscaremos por el pueblo por si se esconde en algún lugar.
Después de un rato rozándose contra ti, y viendo que no le ibas a hacer mucho caso, la joven dejó de hacerlo. No parecía muy contenta con el hecho de que la hubieses ninguneado. Al fin decidió prestar más atención a Marie.
Poco a poco, la diligencia continuaba su recorrido en busca de Hogan’s Last Stop y terminó de llegar hacia el mediodía.
Este era el final del trayecto para tus acompañantes ya que todos vivían o tenían intereses en el pueblo, incluso Marie y Clarice, que iban a trabajar en el saloon.
La diligencia se detuvo frente al edificio de la compañía Lamont & Kirby, a la que pertenecía, y los viajeros descendieron de la diligencia. Cada uno se dirigió a sus asuntos y Clarice te dedicó una sonrisa mientras se alejaba.
Sonreí a Clarice mientras se iba y cuando hubieron bajado todos sali, estire las piernas y pregunte al cochero, Cuanto falta para que salgamos de nuevo? Depende de la respuesta, podría hacer varias cosas, presentarme ante el Sheriff, ir al salon, o dar una vuelta por el pueblo.
El cochero te miró con cara de pocos amigos. No tienes ni idea de por qué te mira de esa manera. – Me importa una mierda la diligencia. – Te contesta airado y entra en la oficina dando un portazo.
Escuchas como discute con Lamont y sale dando un nuevo portazo. Esta vez ni siquiera te mira. Coge sus cosas y se va.
Momentos después ves salir al señor Lamont de la oficina. Este te mira pero sin decir nada se dirige al Burton´s Saloon con paso rápido.
No tenemos suerte en este saloon, ¿sería falsa la información que nos ha traído hasta este lugar o es que no lo hemos encontrado todavía?. En ocasiones era fácil, otras difícil, en esta era muy difícil encontrarlo, cazarlo podría ser otro reto.
Roy lo ha intentado con la gente y ninguna señal, el roñoso cartel no ayuda en esta ocasión, tampoco parece que los ánimos estén por ayudar a unos extraños como nosotros.
- Daremos un vistazo por el otro local, por si hay alguien que ha podido ver al tipo. Siempre que a usted no le importe sheriff.
Un pequeño paseo por el pueblo, la herrería es la segunda parada, el médico y el barbero podrían ser las siguientes.
Entro en la oficina de Lamont & Kirby a ver si hay alguien y pueden decirme cuando saldrá la diligencia, en caso de que no haya nadie sigo al señor Lamont al salon para hablar con el y preguntarle cuando saldrá la diligencia.
Parecía que no habría modo de encontrar al fugitivo. Ni los parroquianos ni el mismísimo sheriff tenían información que os ayudase a capturar a John Smith. Quizá un paseo por el resto del pueblo serviría para que alguien supiese algo de él.
Pero el sheriff Kimball opinaba de modo distinto. – Está muy bien que ayudéis a capturar a estos criminales pero aquí no. Ya os hemos dicho que no están en el pueblo. No quiero que molestéis a los demás vecinos. Por si no os habíais fijado, éste es un pueblo tranquilo. Y así ha de seguir siendo.
Casi sin dar tiempo a que el sheriff terminase apareció por la puerta el señor Alan Lamont. Éste venía con cara seria y casi sin pararse a saludar se plantó delante de Peter.
- Peter. Necesito que levantes tu trasero de la silla y lo pongas en el pescante de la diligencia. Tienes que llevarla hasta Las Vegas. Y tú también me haces falta, seguro que sabes manejar un rifle. – Dijo a Brian, al verlo sentado junto a Peter.
- Hola Kimball. Que me ha dejado Randy. El hijo de puta dice que ahora no se atreve a seguir el viaje. – Dice a modo de saludo al sheriff. – Por cierto, en la diligencia venía otro sheriff. ¿Es que tienes pensado jubilarte?
Casi sin hacer ruido había entrado en el saloon el otro sheriff y miraba desde la puerta toda la escena sin decir nada.
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