Partida Rol por web

Me vi sorprendido al entender lo que me pedían, aquello no podía acabar bien para el capitán, su mano mostraba un estado lamentable, y necesitaba a un buen médico, no a mi. Aun así haría todo lo posible por él...

-Intentaré encontrarte un médico más adelante. Pero de momento soy todo lo que tienes...- Le dije en un susurro mientras intentaba limpiar la herida.

Después le practiqué un vendaje lo mejor que pude, esperando que el capitán no se me desangrara...

Daeron hace lo que puede, pero no es un sanador.  Todo lo mas que consigue es improvisar con unas telas un vendaje que contenga la hemorragia… Finalmente, Lowe es devuelto a un estado semipresentable y llevado con la caravana que espera.

Kaled y su hermana, montados en bellos corceles de arena, conversan. Apenas dirigen una mirada al semiinconsciente isleño y al joven Hansemigth. Los dos no gozaran de monturas propias, obviamente. Viajaran dentro de la parte posterior de un carro ligero, compartiendo con las lonas y aparejos con que se montaran las tiendas. Aunque en este caso, para acostarse y descansar, resulta mejor.

La comitiva es muy ligera. 20 jinetes bien armados, una docena de sirvientes en 4 carros, Kaled y Arianne. ¿A quién habrán dejado al mando?... Aunque eso es lo de menos en su situación, no deja de ser llamativo… Irrumpe los pensamientos la voz de avanzar. Con los Gargalen al frente, la comitiva parte hacia el Este, enfrentando directamente el sol que se alza.

Hacia su misma Lanza.

No es que estuviera muy orgulloso de mi trabajo, pero para las habilidades con las que contaba había conseguido mantener al capitán vivo, lo cual esperaba que me sirviera al menos para que este no intentara matarme al despertar. No es que no fuera una idea interesante la de matarnos mutuamente en un combate final, pero era del todo inútil, si queríamos salir de allí probablemente tuviésemos que unir fuerzas, e incluso así lo más probable sería que muriésemos.
Esperaba que no tardara en despertar, porque lo bueno de compartir carro sería que podríamos compartir información, me interesaba mucho saber como su situación había cambiado de recluso valioso a preso de mierda al que se le puede matar.

Miraba la comitiva, tal como estaba tenía cero opciones de escapar, pero de tener una oportunidad al menos no eran muy numerosos. Entonces me centré en nuestra peor enemiga, aquella loca que sin lugar a dudas nos mataría en cuanto se aburriera de sus juguetes.

Finalmente volví a centrarme en el capitán esperando que despertara...

Al caer la noche se me encienden nuevamente las luces. El día ha sido doloroso y largo, y eso que estuve la mitad del tiempo inconsciente. Compruebo por el dolor y el aspecto que la herida en mi brazo es gravísima, por suerte alguien se ha ocupado de vendarme lo bastante bien como para no desangrarme. Oteo a mi alrededor en busca de información, apenas detecto que nos movemos, voy echado en un carro y junto a mí sólo se encuentra Daeron.

- ¿Hace mucho que partimos?

Observé al capitán cuando por fin se despertó y tuvo unas palabras hacia mi.

-Salimos al poco de que te hicieran eso.- Le dije señalándole lo que antes era una mano normal.- Parece que nuestro plan no ha tenido mucho éxito.

Tras decir eso clave mi mirada en ningún punto en concreto, apesadumbrado, al menos no nos llevaban a rastras, pero suponía que ese tipo de castigo los retrasaría demasiado.

-¿Porqué te hicieron todo eso?- Le pregunté al capitán tras unos segundos.- Parecías disfrutar de bastantes comodidades al principio...

Dado que ambos estan out hasta masomenos la misma fecha, esta escena descansa :)

Me toma un largo momento recordar las circunstancias de mi desgracia.

- Pues, al parecer por negarme a colaborar sin que se me diesen un incentivo. Keleb afirmó que que su hermana me daría el incentivo para colaborar. Ahora me siento un puto lisiado y... - Miro a Hammsemight a los ojos - Pregúntame si me ha convencido. - El muchacho duda un instante - PREGÚNTAME - No le dejo mucha opción, pregunta - No - Respondo y vuelvo a tumbarme dolorido. 

Sabía que nunca debía confiar en nadie, pero dudaba mucho que un hijo del hierro accediera a perder algo tan valioso como su mano por hacer ningún trato. Y me tenían lo suficientemente jodido como para que no tramaran nada contra mi. Si una cosa tenía buena aquella enfermiza mujer era que no se andaba con rodeos, si quería joderte lo hacía de frente.

-Tenemos que escapar de alguna forma.- Dije casi en un susurro.- Sino estamos muertos, y nuestras casas también.

Sin duda mi casa se sentía en un estado mucho más precario que la suya, pero tampoco pensaba que fuera a salir muy bien parada.

-En cualquier momento aquella desquiciada se aburrirá y nos matará.- Sentencié.- Se que de momento no nos ha ido muy bien. Pero creo que esta claro que podemos confiar el uno en el otro, pues estamos igual de jodidos... ¿Sabes algo de Ahb? ¿La chica morena que nos sirvió de guía?

Lo único bueno de todo aquello era que ya no teníamos nada que perder más que la vida...

Bajo la cabeza, pensativo, y por primera vez en años siento las emociones pasar por mi cabeza directo hacia mi boca.

- ¿Escapar para qué? ¿Para ir a dónde? En nuestras familias no nos esperan más que los traidores que nos enviaron a esta trampa. – La angustia es palpable en mi voz, inusualmente libre de ira.

Mi mirada se endurece, y por primera vez dejo mi papel con él para ser yo mismo. Dejando atrás aquella sonrisa que solo se mantiene como una máscara, al fin y al cabo pocas veces he tenido un motivo real para sonreír.

-No te engañes capitán. Ha sido un fracaso. Puede que ejecutáramos mal la operación, o que midiéramos mal nuestras fuerzas. Pero una traición hacia nosotros no tendría sentido. Nuestras familias no han salido ganando, sino perdiendo. Y si se esconde un traidor entre nuestras familias, razón de más para regresar.- Le digo serio pero sereno.- Dudo que nadie de nuestras familias gane con esto nada, pero las conspiraciones no son mi fuerte...- Ice una breve pausa esperando a que meditara mis palabras, y después miré a la nada.- Además ¿te vas a rendir?, creía que los hijos del hierro eran guerreros. Somos muy diferentes, pero si vamos a morir que sea luchando, no trinchados por aquella loca como perros.

Realmente las vejaciones habían formado parte de mi vida. Pero aquella mujer, empezaba a odiarla de un modo muy intenso. Quizás el capitán se rindiera. Pero si yo moría, que fuera al menos con su vida en mis manos. Era lo mínimo que podía esperar, aquella loca no podía salirse con la suya...

Respiro hondo contrariado. Puede que Daeron tenga algo de razón, pero no nuestras familias no nos ayudaron en nada hasta ahora. Nos desinformaron y nos enviaron mal informados y mal equipados. Mi resentimiento de diluye un poco, pero no la frustración y desesperanza. No veo muy posible un escape en nuestra condición actual, y volver a ver a mi familia, prisionero, lisiado y derrotado tampoco me es una idea muy atractiva.

- ¿Algún plan? – Pregunto poco entusiasmado

El hombre pareció recapacitar, no se le podía recriminar el rendirse. Pero sabía que los hombres como aquel estarían orgullosos de una muerte digna, a nadie le gustaba morir como un perro, pero mucho menos a guerreros como aquel. Aunque cuando hizo aquella pregunta desvié la mirada apesadumbrado.

-Me temo que no... Nuestra única baza esta en su excesiva confianza, aunque esta no es por nada. Nos han minado la moral y saben que tienen todas las cartas en su mano. Pero quizás, solo quizás, si conseguimos recuperarnos tengamos alguna oportunidad...

La verdad era que todo dependía de nuestra suerte, y de recuperarnos, ya que heridos como estábamos no íbamos a ir a ningún sitio sin ayuda...

El viaje llega a su parada a la noche, en mitad de la nada. A vuestra derecha se encuentra el mar de Dorne, y a la izquierda el inmenso desierto. Kaled es cuidadoso de mantener la caravana por un camino sencillo y fresco. Adentrarse en las arenas supondría un esfuerzo muchísimo mayor a las monturas y ya les están exprimiendo mucho para poder llegar a su destino pronto.

Montan campamento en orden. Se alza un pabellón para los hermanos Gargalen, y una media docena de tiendas en círculo para la comitiva en general, sirvientes y soldados. Ustedes dormirán en el carro, que junto al otro par de los mismos es acomodado en el centro, cerca del fuego.

La cena consta de carne asada con bastante sal, principalmente, y de bebida agua. Nada de lujos, solo reponerse del viaje. Después de la misma, todo el mundo duerme, menos los guardias que tocan esta noche. Los mismos no son otros que la mitad de los jinetes que les acompañaron durante el día. Ahora desmontados, se aprestan en distintos puntos del campamento a aguantarse una noche de vela tras la cansada jornada, bajo el cielo cuajado de estrellas.

No es de extrañar que Kaled quiera llegar lo antes posible, ni que destine tantos hombres a vigilar. Después de mucho tiempo me siento mejor, casi humano, a pesar de que la comida y la estancia no cuente con muchos lujos, pero al menos no me tratan como a un perro.
Además empiezo a ver posibilidades, quizás el agotamiento por el ritmo de viaje y el gran numero de vigilantes jueguen en nuestro favor, aunque es una posibilidad un tanto remota.

-Nuestra única opción es esperar a que las jornadas de viaje los agoten...- Digo en un susurro.- Así como el hecho de que con este gran número de guardias no tengan tiempo de reponerse...

Mientras lo digo soy consciente de lo difícil de la operación, pues aun agotados siguen siendo muchos. Y encima nuestro estado es bastante lamentable. Si no nos vigilan más concienzudamente es por algo......

Lo cierto es que veo muy pocas chances de que podamos escapar. Prefiero no arruinar la ilusión de Daeron, pero no creo posible que escapemos con vida. La salida con muerte digna está bien por mí. Ya suficientes veces me he privado de usar las armas en los últimos tiempos. ¿Se habrá ablandado mi carácter?

Miro a Hammsemight de reojo cuando me habla – Puede ser que se cansen. Pero no está en nuestras manos. – Me acerco al fuego más cercano y comienzo a orar a R´hllor.

Observo al guerrero en silencio, aquello pinta mal para nosotros, de eso no cabe duda, y no creo que nadie vaya a venir con caballos a buscarnos una salida. Quizás sería mejor recuperarnos, y entonces solicitar un juicio por combate, aquella chiflada podría negarse, o herirnos antes de acceder, pero si lo solicitamos en Lanza del sol... Sea como sea no quiero perder la vida en balde.

-No nos arriesgaremos sin verlo claro.- Le respondí.- Y si nuestras opciones se limitan a decidir el momento de nuestra muerte, no escaparemos, esperaremos al mejor momento para eliminar a los cabezas de familia, y después los guardias se llevarán nuestra vida...

Si algo tenía claro era que de morir me debía llevar a aquella mujer conmigo...

Los rezos de Lôwe son el único ruido que interrumpe la noche, junto al paso ocasional de las botas de los guardias, tintineando en el perímetro del campamento…

Finalmente la noche reclama su tributo de durmientes, ustedes incluidos. Tras la larga jornada, parece demasiado breve, al menos para Daeron. No tanto al isleño, que descanso durante el viaje. Y sin duda, si para los guardias.

El día siguiente empieza con un amanecer ajetreado, de voces apresuradas levantando todo. En menos de una hora desde el despuntar del alba, la caravana está en marcha, con un desayuno frio de agua, queso y pan en los labios. No hay novedades hasta el ocaso. Es entonces, cuando acampan, que el cielo parece tener dos puestas. Una mayor al Oeste y una menor al este…

La tierna Arianne se pasa a saludar, observando a los dos heridos hombres con una sonrisa retorcida. Su rostro exhibe manchas de sudor y polvo, que por otra parte no hacen mella en su belleza ni en el temple.

- Tiene su encanto, ¿verdad?...+dice, mirando hacia la luz al Este+ Mañana estaremos en Lanza del Sol y podre remojarme a gusto… Ustedes irán también al fresco, pero de las mazmorras del príncipe Martell. Espero que tengan a bien no morir mientras esperamos a sus parientes… Deseo que los vean antes. En especial sus mujeres… Asi sera mas divertido cuando nos encarguemos de ellas...

La verdad sea dicha, soy uno de los que mejor viaja. La jornada es larga pero no esforzada. Voy en silencio sopesando las palabras de Daeron. Ciertamente parece una buena solución, un buen final. Está claro que no duraríamos mucho, pero irnos haciendo el mayor daño posible me parece algo digno.

Cuando cae el sol recibimos la visita de Arianne. Ha conseguido que la odie profundamente. Siempre con sadismo, siempre va a por más. Sus últimas palabras llaman mi atención, me inquietan. Siempre busca la manera de herir un poco más. Quiero saber más, pero por una vez callaré y esperaré a que Daeron diga algo más inteligente.

A pesar de que no viajamos de forma excesivamente incomoda, el viaje se me hace pesado, vamos a un ritmo demasiado bueno, y cualquier oportunidad de escapar se esfuma a cada minuto que pasa. Había descansado toda la noche sin mucha dificultad, pero mi mejor forma distaba mucho de la actual.
Arianne nos visita, y me cuesta refrenar mi ira, así como mi impulso de echarme sobre su cuello. Quizás entre los dos podríamos matarla antes de que llegue un guardia, si bien eso provocaría sin lugar a ninguna duda nuestra defunción. Aunque no es esto segundo lo que me frena, sino lo primero, la mujer ha demostrado ser una zorra, pero una zorra hábil, y no voy a dejar que salga viva.

Nos echa un pequeño sermón destinado a buscar el dolor emocional, me extraña que no vaya acompañado de una punzada de lanza.

-Me pregunto si el príncipe compartirá tu opinión en todo este asunto. O tu trato hacia los prisioneros.- Digo en tono neutro.- La verdad es que no tengo el placer de conocerlo.

No busco enfadarla ni mucho menos, aunque tampoco me importa, pero la mujer parece con ganas de conversar. Y se que odia el silencio tanto como una mala respuesta. Aunque a decir verdad casi podría jurar que le es indiferente que la respuesta sea buena, mala o ninguna.

-Entonces tendrás oportunidad de darle una ojeada, mucho más de lo que mereces…+dice con una mueca burlona+ Pero en todo caso, lo que el piense sobre vosotros no es importante. El solo estará allí para impedir que clave mi lanza en vuestros representantes... mientras estén dentro de los muros de la ciudad. La decisión sobre vuestras vidas, los terminos del rescate, es de la casa Gargalen. O sea, de Kaled… y mia.

Hace crujir sus nudillos. Con parsimonia y una sensualidad casi felina, acomoda las piernas a un lado.

- Por eso es que seguís con vida. Debo daros las gracias de alguna forma jajaja... Según vuestras familias se hayan portado con mi padre y nuestro hermano mayor, puede que ahora seamos los herederos... Lo cual, si son tan estúpidos como vosotros, es un hecho. ¿Supongo que no sabréis nada al respecto, ni querréis reconsiderar la oferta, en vuestro caso?+añade, mirando a Lowe al final.+ Bien puede ser la unica forma de volver con vuestra pequeña esposa...