Partida Rol por web

Cuando veo llegar al bravo capitán en seguida noto que me va a dar problemas. No solo no ha sabido dirigir el ataque, sino que encima de delatarme me va a dificultar aun mas mi labor.

-No seas estúpido, nuestra causa es la misma.- Digo poniéndome en posición defensiva con mis exóticas cimitarras cortas.- Confiaba en que pudieras vencer, o por lo menos darme algo de tiempo para hacer lo mío. Te aseguro que si alguien ha cometido un acto de traición, no he sido yo ni mi casa.

Me paro a mirarlo fijamente, por primera vez no bromeo, lo miro seriamente, deshaciendo cualquier mascara de la que haya hecho uso durante mi vida cotidiana. Es un guerrero, un hombre de honor, solo espero que no sea estúpido.

-Es muy difícil, pero aun no hemos perdido capitán. Si le cortamos la cabrea a la serpiente habremos cumplido. Hagamos algo más útil que hacerle el trabajo a nuestros enemigos.- Digo guardando mis armas, y confiando en que no me ataque.

- Tu familia envió a estos inútiles a morir. Pretenden asaltar una fortificación sin ganchos, sin escalas… SIN UN PUTO ARIETE!! ¿Me toman por idiota? – Pregunto mientras me acerco a pasos lentos, midiendo la situación. – Luego tu escapas en mitad de la batalla, a refugiarte en la fortaleza del enemigo. Intentas entregarme!!! – A estas alturas la saliva espesa se junta en mi boca y escupo la espuma mientras hablo a los gritos.

- Saca tus armas de la funda para al menos morir como un hombre. 

-Si te hubiera traicionado. Habría entrado por la puerta...- Respondí al capitán.

Estaba demasiado enfadado, y veía difícil que atendiera a razones. Pero sus palabras me hicieron pensar. ¿Era aquello cierto? ¿Nos habían mandado a morir?, no quería matarlo, pero si tenía que hacerlo lo haría, no podía morir, no aun. Y menos sin saber si él había entregado mi vida en sacrificio. Era absurdo.

-Aun nos queda tiempo, entra en razón...- Le rogué intentando evitar que la muerte nos llevara a uno de los dos.

La ira me enrojece las mejillas como si el Señor de la Luz me mirara a la cara en este momento. El tipo ni siquiera saca sus armas. Estoy confundido, me enreda con sus palabras y su actitud. El galope de la caballería directo hacia nosotros tamborilea en mi cabeza, no me deja pensar.

Entonces lo único que escapa de mi cabeza es que caer en manos del enemigo es irremediable, debo elegir si hacerlo combatiendo de pie del otro lado de la empalizada o arrollado por una caballería de este lado.

- Hay una sola manera de saber si dices la verdad.

Guardo el arma aun creyendo que puede ser el peor error de mi vida. Saco entonces la soga terminada en un gancho de hierro, dispuesto a trepar la empalizada.

Respiro aliviado al ver la decisión del capitán, aun queda mucho trabajo por delante, y lo más seguro es que acabemos muertos. Pero al menos no sera en una estúpida pelea sin sentido. No temo a la muerte, pero aun hay cosas que debo hacer.

-Has elegido bien. Llegaremos al fondo de esto.- Me limito a decirle, espero que con la cuerda sea más fácil trepar, pues he tenido serias dificultades para hacerlo.

Sería tan bochornoso para mi morir por no conseguir escalar un muro...

Ambos pasan el muro, con algún esfuerzo en el caso de Daeron, poco acostumbrado a esta clase de escalada. Aterrizan al otro lado, en una amplia calle que corre junto a la empalizada. Un griterío atroz los recibe al bajar… pero no por ustedes

A vuestra izquierda, un último grupo de soldados Drakengard planta batalla contra una división de guardias Gargalen. Los hombres de hierro los superan 2 a 1 en números, pero muchos de ellos están heridos por la pelea que ya han dado, mientras que las tropas defensoras se encuentran frescas.

Lowe ve como sus soldados son asesinados sin piedad, uno tras otro. Hombres a los que conocía, con los que habia bebido, que le respetaban. Muchos mueren peleando, otros maldiciendo, ninguno huyendo. No tienen escapatoria tampoco, ya que las casas al costado bloquean su paso y si retroceden se tropiezan con sus mismos compañeros.

La derrota es total.

Una vez al otro lado vi como Löwe contemplaba la matanza de sus hombres, no me cabía duda de que por su insensata cabeza correría la idea de ayudarlos, de ser un hombre de honor. Pero la verdad era que aquello no serviría de nada, ni para él ni para sus hombres, solo le traería a él también la muerte.

-Vamos, no tenemos tiempo.- Le apremié.

Aunque estaban distraídos por el combate la verdad era que toda la guardia estaba en alerta, y que en aquellos instantes revisarían todo el complejo de arriba a abajo.
A mi no me verían, de eso estaba seguro, si yo quería podía ser una sombra, pero ¿y al bravo capitán?, eso era otra historia. Pero la verdad era que no quería abandonarlo. Que lo capturaran podía ir en mi contra, y además su talento en la lucha podía ser muy beneficioso para mi, además me había ayudado a escalar aquel muro. Y no era del tipo de personas que olvidaba a quienes me ayudan. Aun así no moriría por su torpeza.

Mis hombres masacrados por doquier. Y no puedo hacer nada salvo intentar sobrevivir, por ahora. Alguien pagará toda esta sangre, me digo a mí mismo mientras trato de avanzar sigiloso.

Soy grande y pesado, lo sé, y muy notorio también. Puede que termine siendo mi perdición, como la de Daeron.

- ¿A donde vamos? Tenemos que escapar

Los dos se mueven por una calle intermedia en dirección al centro del poblado, donde se alza la fortaleza propiamente dicha. Esta no es muy imponente, aunque bastante para el estándar modesto de Dorne. Básicamente un salón fortificado de dos plantas, con una torrecilla pequeña al frente. Lo rodea un muro de piedra, de un par de metros de alto.

Ustedes llegan a una plaza que flanquea dicha fortaleza, una donde se aprecia una gran alberca. Seguramente el pozo de donde se surte buena parte del pueblo.  

De momento los guardias no aparecen, pero sin duda en cualquier momento lo harán. Las luces de los Gargalen están encendidas, a pesar del rojo día que se va alzando, y sus tropas en pie de guerra. Pero más temible quizás es el ruido en las casas, el que anuncia que cada habitante del pueblo está despierto y aguardando con ansias las nuevas sobre lo que sucede… vigilantes.

La verdad era que no tenía ningún plan, todo este movimiento lo había iniciado para forzar al señor a rendir a sus tropas, pero ¿y ahora?, ya no había tropas que rendir, pues no contábamos con hombres para apoyar mi plan, todo había sido una gran chapuza, y mi señor no iba a estar nada satisfecho...
Nos movíamos por las calles lo más sigilosos y raudos que podíamos, pero a decir verdad el bravo capitán me entorpecía mucho, e iba a acabar delatándonos, antes o después la suerte se nos iba a acabar. Tenía dos temas a solucionar, ¿Que hacer? y ¿cómo hacerlo?, y lo primero era el cómo.

-Mi señor.- Dije en un susurro.- Mucho me temo que si seguimos así van a acabar descubriéndonos, no vamos a poder entrar los dos en la fortaleza, sois demasiado basto.- Dije sin intentar herirle, aunque dudaba que un hombre del hierro se ofendiera por simples palabras.- Me seríais mucho más útil creando una distracción o encontrando un medio de huida, pues mucho me temo que deberemos salir como almas que lleva el diablo.

No le había contado mi plan, pero este ya se empezaba a recrear en mi mente. Matar a su señor era una opción, una forma de crear desestabilidad, pero el secuestro siempre era una opción interesante, siempre que el señor tuviera simpatía por alguien, lo suficiente para doblar la rodilla... Pero la verdad es que no sabía absolutamente nada de aquella familia.

-¿Sabéis algo de la familia que dirige este lugar?

Daeron tiene razón, no ayudaré si lo que quiere es pasar desapercibido, y que nos atrapen antes de poder hacer nada sería totalmente inútil.  Además, serviré más plantado cara en la lucha que escurriéndome como una rata.

- Tienes razón, sigue adelante mientras yo organizo una buena distracción. - Digo con los dientes apretados por la frustración.

Daeron tiene menos idea que yo y ningún plan. Mejor abandonar este barco cuanto antes.

Me deslizo entre las casas tratando de no ser visto, la batalla está terminando y pronto toda la atención estará sobre nosotros.

Me alegro de que el bravo capitán acepte mi propuesta, y por primera vez desde que esta pesadilla se desató confío en que todo aquello tenga éxito. Si alguien puede sobrevivir a esto es él, aunque desde luego no va a ser fácil y lo lógico sería que muramos ambos.
Echo un último vistazo a Löwe.

-Nos daremos hasta esta noche en los barcos. Si para entonces no sabemos el uno del otro saldremos de aquí sin esperar más.- No hay forma de saber si volveremos a vernos, pero sinceramente confío en que sobreviva, no se merece morir así.- Tenga cuidado capitán.- Le digo finalmente con sinceridad, ha sido una relación complicada, pero nunca desee que acabase así.

Dicho esto me fundo con las sombras yendo lo más deprisa que puedo hasta mi objetivo en la fortaleza. Este plan es un suicidio, y todo se basa en la improvisación, pero puede salir bien.

Luego de separarse, es cuestión de moverse a toda prisa, aunque el tintineo de tu cota de escamas es todo menos sigiloso. De hecho suena como campanillas llamando a la desgracia.

Pero una suerte extraña sonríe. Los guardias están ocupados al parecer, y han dejado las puertas descuidadas. Puedes salir del pueblo sin ser notado por estos, aunque no asi por los habitantes, quienes sin duda te han percibido al pasar… aunque como buenos siervos, no interfieren en el camino de un hombre armado.

Ahora todo se trata de regresar a los barcos, mientras el día avanza, pero bajar la colina sin quedar expuesto es otro asunto...