Partida Rol por web

Lowe se aleja por una calle secundaria rapidamente, hacia la salida del pueblo.

Estas solo junto al muro que rodea la fortaleza, donde seguramente todavia hay tropas, asi como los lideres de esta derrota. ¿Que haras?

El capitán se había marchado dejándome completamente solo y aquel era mi momento, cuando veríamos si mi plan b era de alguna utilidad o simplemente una forma de suicidio.
Corrí hasta la puerta, ya había tenido bastante escalada por un día, y confiaba más en mi agilidad y mi sigilo para entrar. En aquellos momentos mis pensamientos se partían: por un lado en mi familia, a la que no sabía si volvería a ver, había tanto que aun debía hacer por ellos, que no podía abandonarlos ahora... Por otro en el capitán, ¿conseguiría salir de allí con vida?, aunque ambos lo lográramos posiblemente no nos veríamos en mucho tiempo. Y por último pero no por ello menos importante en Abh, ¿qué habría sido de ella?, sabía que sabía cuidarse sola perfectamente, había pasado por el mismo entrenamiento que yo, pero eso no hacía que me preocupara menos. Sinceramente esperaba volver a verla. No solo eso, ahora mismo su ayuda y compañía habría estado más que bien...

Aleje todos aquellos pensamientos de mi cabeza, pues debía centrarme en mi misión, pensar en mis seres queridos solo me debilitaría y haría que cometiera un error, y ello no les serviría a ninguno. No, debía concentrarme al 100%.

Soldados. Al menos, un centenar mas. Los Gargalen no eran la casa mediocre que Loric habia previsto, sino una bien preparada para la guerra. Un grave error de su parte. ¿Como creia que habian vencido antes?

El patio esta lleno de hombres de armas, equipandose todavia con sus armaduras de cuero, espadas y escudos. Incluso no siendo ya necesario. El invasor ha sido derrotado. Los soldados de las casas Hansemigth y Draakengard muerden el polvo de la colina, en tanto estos hombres terminan de alistarse para salir.

Dos figuras destacan sin embargo. El primero, un hombre vestido con una tunica negra, el cual mira al sol, con aire pensativo. Tanto su rostro como su cuerpo quedan asi ocultos de la vista. A su lado se alza una hermosa muchacha, una que haria enrojecer de envida a Ginevra o Arlena. Pero en vez de los delicados vestidos de ellas, lleva una armadura de cuero ligera, y una fuerte alabarda. Una guerrera.

Entrar al castillo es un suicidio, tal como pensabas. Ningun sigilo te salvara de 200 ojos vigilantes. Pero al menos ya tienes una idea, de quienes son los lideres de esta derrota atroz.

Me dedico a esperar, de nada va a servir que me maten aquí y ahora, la información no es tan valiosa como un rehén, pero no por ello deja de ser valiosa.
No obstante decido esperar, mi refugio parece relativamente seguro, igual veo una oportunidad para internarme, o quizás logre alguna información más. Sea como sea me parece buena opción, ya que huir ahora con todos los guardias en estado de alerta sería mucho más peligroso que esta noche cuando ya piensen en su absoluta victoria.

Aun no se si intentaré algo o simplemente regresaré a casa, es lo malo de improvisar sobre la marcha, lo malo de no tener órdenes. Así que de momento solo me queda esperar.

Me descubro mirando con demasiado interés a la muchacha, no se si es su envidiable belleza o su atuendo de guerrera lo que llama mi atención, pero la verdad es que me cuesta centrarme en otra cosa.

Dispuesto a que mi tiempo no sea desperdiciado intento afinar el oído o fijarme en cualquier detalle tanto de la mujer como del encapuchado, ¿de quien se tratará?

A mi señor padre no le va a gustar nada de esto...

La pareja conversa, y por fortuna no están tan lejos de la puerta, pues a pesar del ajetreo del patio logras oirles claramente, debatiendo un poco en tono serio.

-La batalla ha terminado, hermano. Ya no es necesario que salga la infantería	-Nunca esta de mas dar lo mejor hasta el final. No debe quedar ningún superviviente.
-No lo haran. Te preocupas demasiado. Cierto que en el primer momento nos sorprendieron, pero eran muy debiles. Al final nuestra fuerza se impuso, como era de esperarse.	-¿Lo era? Por algo intentaron atacarnos... Donde tu ves una prueba de que envidian nuestro poder, yo veo una falla en la imagen. No damos miedo, Arianne... No nos respetan, a pesar de todo.
-Ahora si daremos miedo y respeto! Cuando todas esas cabezas decoren los muros y dejemos las pilas de cuerpos a las aves... Ni siquiera los Martell podran negar que somos grandes.	-Te asombraría cuan facilmente pueden malinterpretarse esos gestos. Pero lo cierto es que deben saberlo cuanto antes, y lo mismo padre. Envia un par de jinetes a avisarles. Que lleven estandartes de los que nos atacaron. ¿Ya los han identificado?
-Son dos. Uno no lo conozco. Puede que fueran mercenarios. Pero el otro ... es de la casa Hansemigth! ¿No es donde padre y Fallat fueron, a una boda?	-Lo es... Es bastante seguro que lo hallan planeado asi, para tomarlos de rehenes y tener un resguardo... Es un acto de cobardia e infamia sin precedentes... +suspira+ Haremos lo siguiente. Ire con los Martell en persona y pedire un emisario, reclamando justicia por este acto. No me lo negaran. Quedaras a cargo de las tropas, pero tan pronto regrese tu iras con él y nuestros jinetes donde los Hansemigth. Si han tomado cautivo a padre, haremos que todo Dorne se nos una en su contra.
-... Como desees. Tendré todo listo a tu regreso. Les haremos pagar con sangre esta intentona.	-Por supuesto. ¿Acaso no se lava una con otra?

Tras esto, ambos dan la vuelta, regresando lentamente hacia el interior de la fortaleza... Las tropas en tanto han quedado listas y se preparan a salir!

La información que había recibido era muy valiosa, y solo por ella merecía la pena volver a casa. Pero un riesgo se abría ante mi, si simplemente regresaba nuestra casa sería castigada sin ninguna duda, pero si conseguía secuestrar a aquel hombre, su hermana, la tal Arianne se quedaría sola frente a nuestra casa y sin ayuda de los Martell. Claro que si fracasaba mi casa ni siquiera recibiría aquella importante información...
Después estaba la seguridad de mi reciente amigo, aquella patrulla podría encontrar en su camino al capitán, y ese sería su final.

No aviaría al Capitán, quien esperaba que supiera apañarselas solo, al fin y al cabo no sabía ni donde estaba ni si seguía vivo. Interceptar a aquel hombre parecía muy difícil, pero quizás pudiera hacer algo con aquella chica. Si conseguía reducirla podría enviar un mensaje a mi señor padre. Él mismo podría intentar interceptar al mensajero. O quien sabe, quizás con mucha suerte conseguiría infiltrarme antes de que el hombre se fuera de la fortaleza.

Iba a ser muy difícil, tenía claro que mi muerte podía estar próxima, y en aquel momento solo me pesaba el que mi muerte pudiera llevar a la muerte de toda mi familia, pues mi vida no era realmente importante, al fin y al cabo...

...Cada sol tiene su ocaso...

Finalmente, la infanteria marcha, dispersándose rápidamente para ayudar a los demás a deshacerse de los restos de la lucha… es decir, de las bajas. Sin que tú lo sepas, las cabezas de los soldados Hansemigth y Drakengard se están asentando en la cima de las empalizadas que rodean el poblado, mientras sus cuerpos son llevados afuera para formar pilas donde no apesten… y las aves puedan darse su festín antes de incinerarlos.

De todos modos el castillo no queda desguarnecido. La torre y sus muros todavía están erizados por los arqueros que tan eficientemente se desempeñaran. Poco después también vuelven algunos guardias heridos en busca de atención, puesto los Gargalen también sufrieron algo.

Ya es media mañana y las cosas se están calmando por parte del ejército. Pero eso no es tan bueno como parece. La gente empieza a salir de sus casas. Retoman la rutina, o salen a informarse sobre lo sucedido, no es importante. Pronto todo el poblado estará en pie. Y en un lugar pequeño como este... se conocen todos.

¿Cuánto podrás permanecer oculto entonces?

Qe se vayan todos al diablo, me han tendido una trampa y no pienso dejar el pellejo aquí. El bueno para nada de Daeron ni siquiera tiene un plan, debí matarlo cuando tuve la oportunidad, ahora queda en manos del enemigo. Yo me voy cuanto antes de esta trampa mortal.

Recorro las calles tan rápido como puedo, tapándome con mi capa para no ser reconocido. Tengo que llegar a los barcos.

Los planes no marchaban tan bien como esperaba, empezaba a parecer imposible infiltrarse en la fortaleza, y pronto todo el mundo estaría en la calle. Si iba a marcharme aquel era el momento, con pocos aldeanos y los soldados ya relajados. Si algún soldado veía a alguien de lejos moviéndose probablemente pensara que se trataba de un aldeano. Al fin y al cabo mis ropajes no eran los de un soldado, y viajaba solo.

Así que tomé la siguiente decisión, viajaría hasta los barcos confiando que aun estuvieran allí, y con suerte encontraría al bueno del Capitán o a Abh, ojalá estuviese bien.

La puerta sur es la más cercana relativamente a la costa. Un sendero tosco conduce a la misma bajando por la colina en zigzag, por donde es cómodo, a despecho de la distancia.  Dado su pequeñez probablemente solo lo usen pescadores o pueblerinos que bajan a las aguas a refrescarse, y poco más.

Como sea es lo que hay. Y no muy lejos de la playa se divisan los barcoluengos, todavía aguardando una señal que nunca llego. Los Gargalen al parecer no tienen con que salir a darles pelea, y estos no pueden alcanzar el poblado con sus flechas, así que han optado por dejarlos en paz.

El último problema será como llegar a ellos. Una opción sería hacer señas de que se aproximen más a la costa, pero eso llamaría también la atención de los defensores seguramente, lo que daría pie a otra escaramuza… y esta vez no hay donde ocultarse... La otra es igual de desagradable. Nadar vestido de hierro no es lo que se dice lo más sensato…

Las opciones hay que trabajarlas deprisa.

Como todo poblado, se adivina que poseen caballos, aunque nada como un corcel. Garrones y percherones, los animales de tiro más frecuentes. El problema sería meterse a robar uno y hacerle cabalgar en silencio.

Caminar es lo más rápido, aunque no garantiza ninguna otra ventaja salvo su simpleza y mayor facilidad para pasar desapercibido.

Todo lo cual puede resultar inútil si Lowe y los barcos no están, pero así es la vida.

No había demasiada gente por las calles en aquellos momentos, casi tenía que estar más atentos a los vigías que a la gente de a pie. No obstante en más de una ocasión tuve que meterme por algún callejón para evitar alguna patrulla, o algunos aldeanos que comenzaban a moverse. Afortunadamente el poblado no era demasiado grande, casi imponía más la fortaleza en si que los aledaños. Entonces lo vi...

Habían usado las cabezas de los soldados para decorar su muralla en una tétrica visión. A pesar de lo horrible de esta no me paralicé, estaba más que acostumbrado a ver cosas espantosas. No obstante no podía dejar de echar vistazos buscando la cabeza de Abh... Aun así no era un novatos, si su cabeza estaba allí nada podría hacer por ella, y si me pillaban por un despiste, de poco serviría que mi cabeza acompañase la suya.

Aproveché una charla casual entre varios guardias en la puerta, ahora bastante relajados después de aquella aplastante victoria y a sabiendas de que todo había acabado.
Una vez al otro lado de la muralla no bajé la guardia, no quería que ningún centinela me viera, ni mucho menos encontrarme a ninguna patrulla. Había salido por la puerta Norte y me dirigiría directamente a los barcos, al fin y al cabo no sabía donde podía estar Löwe, y con suerte lo encontraría por el camino.
Avanzaba con precaución, a sabiendas de que patrullas enemigas podían haberse dirigido en mi misma dirección. En aquellos momentos cualquier elección era peligrosa.

El mar, el querido mar a la vista, y sin embargo tan lejos de mis aliados. Sé que no podré nadar hasta ellos pues la armadura me lo haría casi imposible.

Miro a mis espaldas, seguro llegarán hasta mí. Saco la espada una vez más aunque sé que esta vez no la guardaré limpia, tal vez ni siquiera pueda volver a envainarla. Hago señas desesperado a los hombres de los barcos para que vengan a recogerme, cuando veo alguna señal de que vienen por mí me giro y espero a los enemigos, sé que vendrán. Con el arma delante, aprieto los dientes dispuesto a bancar la parada a como dé lugar, sólo tengo que ganar algo de tiempo. Si Daeron quería una distracción, aquí la tiene.

Desgraciadamente, una pequeña figura en la costa no es el objetivo más fácil, y menos a la sombra de la colina. Los barcos tardan varios minutos en verte.

No así los vigilantes arqueros de Gargalen. Estos pasan el aviso a la caballería, de que alguien está llamando a las naves y esta abandona sus labores para lanzarse al galope por el lateral de la colina, tras de ti.

Aunque están más lejos, los corceles son más veloces que los barcos, y es una carrera… Los navíos disparan y las flechas caen sobre los jinetes, intentando estorbarles. Pero la veintena de hombres se mueve con agilidad, y sus corazas son sólidas. Finalmente las naves deben dejar de disparar. Están a solo un par de minutos de la costa, pero corren riesgo de darte, cuando la veintena de jinetes te rodea.

El olor de los caballos, el polvo que agitan sus cascos, y un cerco de lanzas se alzan frente a ti...

Rodeado, encerrado, traicionado… derrotado. La humillación me hincha las venas de odio. Tengo el impulso de abatirme con esos caballeros, de morir en la arena, junto al mar, pero el Ahogado no es nuestro dios, el que me enseñaron de pequeño, el que me impusieron.

Pienso en vociferar – ¡De a uno! ¿Quién es el valiente que enfrentará? ¿Alguno de ustedes tiene las agallas de medirse con un hombre de verdad? – Pero ninguno lo hará, por que ya han ganado, porque tienen más que perder que yo. Si elijo pelear moriré como un valiente, pero no obtendré mi venganza.

Pienso en los Gargaren, en la bastarda exploradora y sus informes flasos, en el inútil de Daemon, más lastre que ayuda. El mentiroso, traidor, hijo de perra de Lord Hammsemigth y su indigno  y pusilánime hijo tocando a mi sagrada hermana. Y detrás de todos, omnipresente, con una sonrisa brava, violenta, se encuentra una sombra sobre esta telaraña de deslealtad, la de mi padre que quizo sacarme de su casa y terminó enviándome a esta trampa mortal.

Arrojo mi espada a los pies del caballo de quien dirija la escuadra de caballeros, con fuego en los ojos.

Por el norte…

Los cuerpos de parte de los soldados  Hansemigth yacen todavía en la entrada, esperando su turno de ser parte en aquella sangrienta “decoración” de los vencedores. Es el camino largo, ya que los barcos están al sureste de la fortaleza, pero el más conocido también puesto que por este lado y el este fue donde atacaron ustedes. Donde el furioso capitán quiso matarte y la caballería casi los alcanza.

La caballería

Aún están allí, rematando a quien quede de los hombres de hierro. Una veintena de fornidos jinetes, con buenas corazas y largas lanzas, que clavan en los cuerpos caidos... Pero antes que te divisen, una señal les llega y se lanzan al galope, abandonando su macabra tarea por una nueva mision. Hacia el sur.

Justo hacia donde están Lowe y los barcos.

No parece haber un líder en concreto, aunque debe haberlo. La fría punta de hierro de varias lanzas roza metálicamente tu armadura, cuando cuatro despectivos dornienses te rodean. El resto cabalgan por fuera, en un perfecto triple circulo de ordenados jinetes… La sincronía de los veteranos.

Ninguno desmonta siquiera a buscar tu espada, sino que la dejan tirada ahí donde cayó.

-Camina. +ordena con tranquilidad uno, de facciones barbadas, y el circulo se detiene, dejándo un caminito hacia el norte, de regreso al poblado+ La dama Arianne querrá verte.

Los demas hombres se giran formando filas, dispuesto a escoltarte sin dejar resquicio alguno... Pero el nombre no deja de ser llamativo. Al parecer quien dirige de todos estos, no es mas que una mujer!

Y mas alla, las naves se detienen, alcanzando a oirse sobre las olas las maldiciones de sus marineros...

He visto demasiado en mis cortos años de vida, pero no me cabe duda de que nos enfrentamos a alguien sin escrúpulos. Hemos subestimado a nuestros adversarios, y ahora hemos despertado a una bestia que va a arrasar con todo contra nosotros.
Me veo contra la espada y la pared, no contaba con que la caballería estuviera aun rematando a los caídos. Se acercan poco a poco pero con paso firme. Pero esta vez es la fortuna la que me sonríe, han visto algo al sur. Buena suerte... o tal vez mala. Sea comos ea se dirigen a los barcos, y me temo que allí no voy a encontrar nada bueno.

Viajo al sur, pero con más precaución aun, mucho me temo que voy a tener que volver a casa a pie. Pero antes de ello debo asegurarme de que los barcos no son una opción, debo averiguar que esta pasando en el sur. Así retomo el camino de vuelta a los barcos intentando usar cualquier cobertura que encuentro para pasar desapercibido, pues se que si la caballería me divisa estaré muerto, o cautivo en el mejor de los casos.

No vuelven la espalda. Cuando, bordeando la muralla, llegas al sur, entiendes porque.

La caballería te saca abrumadora ventaja, puesto que van a galope. Estan corriendo contra los barcos, que intentan llegar a la costa.  Y entre medio de los dos grupos, una figura brillante junto al mar, que agita los brazos llamando la atención…

No cabe duda de quién se trata.

Las naves Drakengard envían descargas de flechas contra la caballería, pero los jinetes Gargalen son diestros y sus corazas duras. No consiguen aminorar el paso de estos, y finalmente ellos son los ganadores.

Lowe es atrapado y se rinde sin oponer resistencia, la cual de todos modos seria inutil siendo 20 contra 1. Las naves de los hombres de Hierro se detienen a unos cientos de pies de la costa, ya sin disparar para no darle a su capitán. Apenas unos momentos después, este es rodeado por un cerco de lanzas, y conducido de regreso al poblado, prisionero.

Lo cual, aun siendo malo de por si, tiene otro añadido. Están volviendo justo para donde tú te encuentras. Y esta vez no tienes casi margen para esconderte, puesto que ellos vienen de abajo, y los arqueros vigilan desde arriba...

La situación era bastante precaria, pero al menos no habían matado a Löwe. La poca ventaja con la que contaba la casa se vería reducida a nada si tenía que negociar un intercambio de rehenes. Aunque dudaba que mi señor padre fuera a intercambiar a nadie por mi.

Mire en todas direcciones buscando una escapatoria, quizás nunca debería haberme acercado a los barcos, quizás solo debería haberme marchado. Aunque aquello ahora poco importaba.

No había ninguna opción, me iban a pillar, así que lo mejor que podía hacer era intentar mi única posibilidad, seguramente me atraparan igual. Pero no tenía nada que perder.
Empecé a caminar hacia la entrada Sur esperando conseguir colarme.