Partida Rol por web

Los primeros días fueron los más difíciles por las adaptaciones a los cambios.

- Tú, tú y...tú - fue señalando a los chiquillos que parecían menos enclenques - Decid vuestro nombre y coged un arma que podáis levantar - Añadió cuando vio a uno de los pequeños aunque fornido, pequeño, intentando agarrar un mandoble más grande que él - Los demás coged cada uno uno de allí - señaló otro montón, esta vez de palos de madera tallados - Probaréis primero cuán diestros sois y si podéis aguantar el ritmo. Los que mejor lo hagan, podrán ayudar entrenando con armas de verdad. Los demás no tocarán un arma hasta que demuestren que son capaces de empuñarla, pero tranquilos que TODOS, sí he dicho todos, entrenaremos por igual .

Con la ayuda de Shiva fueron curtiendo en materia a los más pequeños. Asdar le ayudó con los no tan jóvenes en la misma tarea, estos eran mas testarudos que los críos. Era difícil enseñar a alguien que no fuera joven, eran menos moldeables y menos flexibles.

Por otra parte Wilford acabó de cerrar la especie de barricada y pudieron plantear cual sería la zona estratégica de vigilancia.

Mientras el entrenamiento de los inexpertos reclutas comienza junto a los trabajos, otra lucha se lleva a cabo en la improvisada enfermeria. La dedicación extrema de Fenrir sobrepasa en mucho lo esperado esa semana. Sin dormir apenas más que un par de horas, dedica sus días desde el alba hasta bien entrada la noche para salvar a los mas graves.

No resulta sorprendente pues que esto y la combinación de resistencia natural de los guerreros, hagan que pronto Alford yTyr, quienes vieran la muerte de cerca, estén de nuevo fuertes pese a estar con las puntadas todavía frescas. Tambien Auren, aunque no ha depuesto en nada su actitud reservada, debiendo atendersele de forma discreta so pena de que la violencia asome a su semblante.

Como contraste, resulta una alegre nueva el despertar de Ginevra; la joven era con mucho la más delicada, pero se recobraba a ojos vista y en sus despertares pedía información a quien estuviera cerca, para entender lo que sucedía. Sus recuerdos finales eran, después de todo, en medio de una pelea en las celdas y un puñal clavándose en su costado... el mismo que degollara a su pequeño hermanito.

Al final de la semana el único herido era todavía Anibal, cuyas lesiones se negaban tercamente a cerrarse del todo. Pero el también quería levantarse como los que ya estaban mas repuestos. En aquel lapso inactivo su mente divagaba y las preocupaciones le acosaban constantemente.

-Yaya… Es solo una molestia menor. +Respondía a los pedidos de seguir descansando para darle tiempo a curarse completamente+ Echare raíces si sigo acostado!

Tal vez fuera la implicación del reposo, lo que hizo al curandero finalmente parpadease al alba del octavo dia… y se desplomara junto a su paciente.

En uno de los descansos se acercó a ver si los rumores y cuchicheos eran ciertos. Al primero que vio fue a un Tyr ya recuperado y en pie, en forma para lo que se le pusiera delante.- Benditos sean mis ojos, me alegro de ver de nuevo al verdadero Tyr - Le dio una palmada en el hombro para mostrarle su alegría que arrepintió de darla en cuanto vio que se había pasado de fuerza como otras muchas veces.

Pero lo que realmente quería ver era a su sobrina despierta. Se acercó a la muchacha y besó su frente - Me alegra saber que te quedaras con nosotros, te hicieron un buen tajo. Ahora descansa y recúperate. Suerte que tenemos a este mucha... - se quedó con la palabra en la boca pues ya no estaba allí Fenrir.

Preguntó por él, para ir a agradecerle lo que había hecho por todos ellos. Cuando se enteró que no había abandonado el puesto de curación y que no había descansado a expensas de poder caer el enfermo se sintió nuevamente agradecido y triste por no haberse dado cuenta de que se estaba sobreexigiendo.

No permitamos que quede desatendido, dadle agua siempre que podáis - añadió de últimas a un par de jovencitas que estaban allí con ellos.

La mirada de Tyr, ligeramente turbia, devuelve una sonrisa a Rorgo sin embargo.

-Seria una vergüenza para la familia si muriera tan fácilmente, tío. +rezonga. Sentado en el catre, sus ojos vigilan atentamente a Anibal.+ Igual este otro testarudo. Sin embargo, esos malditos nos la volvieron a jugar… recuperamos a Ginevra, pero no el castillo… ni a…

Detiene su lengua, dolido de nombrar al pequeño. Si hubiesen actuado más rápido… o el no hubiese cargado imprudentemente, tal vez se habría evitado que se perdiera esa preciada sangre.

-¿Cuál será el siguiente paso? Estoy listo para luchar.*y esta vez no sere descuidado, lo prometo.

Luego que los sirvientes retiraran al exhausto Fenrir, anibal también se sento en el lecho, aunque sin salir completamente de su abrigo. Aquello requería un análisis profundo.

-Nuestras mensajeras tardaran algo en llegar a Ultimo Hogar. Más tiempo tomara que venga la ayuda, incluso si lord Umber quisiera o pudiera marchar enseguida. Estamos demasiado al Norte. Por otro lado, es casi seguro que Azoth ahora debe saber que seguimos vivos y nos estará buscando. Si atacan este lugar tan bien como lo hicieron con Robledo, será una masacre.

Era difícil de admitir, pero había que ser prácticos; el orgullo les había valido de poco hasta ahora. Necesitaban recuperar fuerzas de verdad si querían golpear a aquel ejército de malditos.

-Debemos volver a ganar tiempo. Enviemos a los campesinos al Oeste, hacia el camino, y de ahí que marchen al sur. Los que puedan pelear montaremos una resistencia aquí mismo. Cuando los salvajes vengan, los llevaremos al bosque e iremos retrocediendo pero despacio, sin dejar de acosarlos, hasta llegar a Ultimo Hogar o que las tropas de allí nos alcancen, lo que suceda primero......

El crepitar de un leño te despierta. Poco a poco vas orientándote. Yaces sobre un montón de paja, cubierto con una manta, en la cabaña que solía pertenecer a Niamh. La oscuridad reinante fuera del círculo de brasas ardientes, mas que otra cosa, te indica que es alguna hora de la noche.

Tu cuerpo se siente como si estuviera hecho de algodón mojado, blando y pesado a la vez. Haz debido dormir muchísimo y lo sabe, puesto que tiene ganas de más. Desde afuera llegan amortiguadas algunas voces, pero pocos ruidos del campamento. La mayoría deben estar descansando también, especialmente tus pacientes.

A medida que tus sentidos regresan, te percatas de una cosa mas; no estas solo en el cuarto. Un vistazo rápido no revela a nadie. Sin embargo, tras revisar más atentamente, un olor a humedad, y el brillo de una mirada surgen del rincón mas sombrío del cuarto...

A Fenrir le costó orientarse. Pocas veces le sucedía, pero en este momento, retornando del reino de los sueños habiendo estado tanto tiempo allí, parecía pasar una eternidad.

Algo llamó la atención del norteño. Un brillo. ¿Una mirada? Una mirada escondida en la oscuridad.

-¿Quién eres?- preguntó aún somnoliento, tranquilo, pero incorporándose y tanteando en la oscuridad en busca de su espada, botín de las luchas en el pueblo de los FlechaNegra.

Le sonrió a Tyr y se alegró de oirle hablar así. Con ese espíritu luchador y con cordura tras todo lo ocurrido.

¿Lord Umber? ¿Crees que ese viejo vendría a ayudarnos? - Entre que no es su lucha y que preparara a su gente y partiera podría tomar más tiempo del que tendría Azoth para volver a asolarlo todo. Rorgo estaba más negativo que sus sobrinos pero prefería estarlo a luego llevarse un chasco por confiar en otras personas.

Tú eres la cabeza pensante de la familia muchacho, haremos lo que dices, enviaremos a los campesinos al oeste para que vayan al sur desde allí. La resistencia aquí la veo factible, estos días hemos empezado a construir las barricadas y ubicar puestos de vigilancia para alertarnos de posibles ataques masivos - Miró a Aníbal y con los ojos brillantes de alegría por los recuerdos de cuando años atrás había hecho con él lo mismo que le iba a contar - Estos días hemos estado entrenando a los más jóvenes y a algún campesino, no son expertos luchadores, pero esos renacuajos aprenden rápido, son fuertes y saben como esquivar un espadazo. ¿Te acuerdas de tu primer día de entrenamiento? Ainshh...ya no eres aquel crío que casi no podía levantar ni el arma de pruebas y mírate ahora... En fin vamos con los demás - Cambió de tema antes de ponerse nostálgico y no estar concentrado para lo que tocaba realmente hacer.

La figura apenas se mueve, sin hacer ruido. Distingues un niño pequeño y muy sucio, vestido con una ligera túnica de piel solamente. No te parece haberle visto antes dentro del grupo de aldeanos, aunque fácilmente pudiste pasarlo por alto con tus ocupaciones.

-…¿Dónde esta la pequeña? +responde simplemente con voz pausada, mientras ladea ligeramente la cabeza, estudiándote. Sus ojos brillantes no son ciertamente tan suaves como las mismas, sino que parecen muy duros y penetrantes.

Justo como la negra daga de obsidiana que aparece de la nada en su diestra...

Resopla  con la nariz hoscamente, aceptando las dudas de Rorgo. Después de todo también las tiene. Sin embargo, ¿que otra cosa les queda? Si pasaron el muro, significa que los Guardias no los pudieron detener. Y sus castillos no sirven para protegerse desde el sur, de todas formas. Tan solo quedan los del mas al sur. Con respecto a los soldados-campesinos, asiente con una leve mueca.

-Habrá que madurarlos aun más. Perdimos demasiada gente en Robledo, las dos veces.

Cruje los dedos, ansioso por poner la mano en su espada otra vez y vengarse... Pero cada cosa a su tiempo. Ahora es organizar el éxodo primero y la lucha después.

-Ve a dar las ordenes tío, de que la gente se prepare. Sin prisa, que monten lo que tengan, busquen suministros y si se pueden improvisar angarillas para los heridos, así sea... Tyr, tu espera, quiero hablar contigo un momento...

Es obvio que rápidamente vuelve a ser el de siempre, poniendo en orden su mente. No se los puede matar tan facilmente a los Flechanegra, no en su interior.

No le gustaba dar órdenes ni comandar, por eso nunca había sido capitán de sus tropas. Pero si era necesario, la capacidad la tenía.

Salió hacia fuera mirando de reojo a sus dos sobrinos que se quedaron hablando a solas. Estaba orgullosa de ellos y de lo mucho que habían madurado aunque forzadamente, sobre todo las últimas semanas.

Se situó en el centro de la plaza, se aclaró la garganta y empezó la retahila - Muchachos, vosotros cuando acabéis vuestro entrenamiento aprovecharéis el tiempo en reunir todo aquello que se pueda utilizar de armas - Reprimió a uno que bostezaba y empezaba a quejarse - No seáis vagos, más vale que no nos pillen con los calzones bajados. - señaló al grupo que el primer día estuvo ayudando a los heridos - Vosotros habilitad al menos dos casas para poder asistir a heridos, una en el interior y otra en aquel replano, en la zona interior de la barricada, para poder atender rápidamente. - se giró hacia el resto y añadió - Los demás registraremos todas las casas vacías y haremos un barrido de cosas que puedan ser útiles, como alimentos, útiles y trapos para vendajes.

¿Y este niño?

Ya más incorporado y con la espada en su mano, aunque aún no alzada, miró con curiosidad al niño. Había algo que le llamaba la atención, pero no sabía qué. ¿La daga tal vez?

-¿Para qué la quieres?- preguntó Fenrir amable, ya despierto por completo -¿Quién eres y por qué estás aquí?-

El niño no parece asustado en modo alguno de que tomes la espada. Al contrario, se aproxima con pasos lentos, algo encorvado sobre si mismo. Como un animal acechante. La daga es su colmillo.

-Si gritas te matare... +comenta con voz pausada, antes de repetirse+ ¿Donde esta?

A medida que se aproxima, notas que la suciedad que le cubre no apesta. Y los colores mezclados de marron con verde se funden suavemente, como un camuflaje. No obstante, lo mas incomodo son los ojos claros, duros, brillantes y absolutamente confiados, que te estudian con atención. Ojos que no concuerdan para nada con la apariencia infantil.

Un gemido suave se escucha cercano a la puerta, reclamando tu atencion hacia la misma. Sin necesidad de voltear reconoces el tono; es Karkaroth. Logicamente tu compañero nunca te abandonaría. Pero se oye... mal.

Resulta poco difícil hacerlos trabajar, ya que están acostumbrados en buena medida. Solo que el agotamiento general y el hambre en cierta forma hace que todo vaya a ritmo pausado. De alguna forma, no obstante, pronto hay dos cuartos distintos preparándose para recibir heridos, mientras los aprendices de soldados buscan ramas rectas en el bosque (sin internarse fuera de vista) para volverlas astas, e intentan ver que sirve todavia entre las viejas armas del castillo.

Mucho menos éxito tiene la expedicion que registra el mismo. Las ruinas albergan pocos secretos y sin duda Niamh había reunido en su choza la mayoría de las cosas que quedasen aprovechables. No hay siquiera semillas en los almacenes, solo excrementos viejos de ratas y arañas muertas. Tampoco se han salvado trapos o ropajes; las antiguas camas no son mas que armazones carcomidos de leños esperando aprovecharse, y otro tanto el resto del mobiliario. Los años de abandono se han cobrado su precio sobradamente.

Si algo interrumpe el triste ajetreo de los campesinos, es la salida de Tyr del cuarto de los heridos, caminando con zancadas furibundas. Le ves desde una de las alas superiores. Shiva le alcanza en el patio, y tras unas breves palabras, ambos van a un aparte fuera de tu vista. Sin embargo, es notable la tensión del Jabali en su andar…

¿"Qué" eres?

El sonido de su compañero hizo que saltara como un resorte. Había algo en la apariencia del... ¿niño? que no le daba tranquilidad. Algo no concordaba en la visión que le daban sus ojos, y no podía determinarlo... No podía darle la espalda, pero Karkaroth estaba en peligro. Tal vez más gente estuviera en peligro.

-¿Para qué la quieres? ¿Quién eres? No eres un niño... no puedes serlo...- preguntó Fenrir a la defensiva mientras se iba acercando con pasos cortos a la salida.

Las cosas no estaban saliendo como le gustaría, ni las tropas traían buenas noticias, no había señales de vida de Niamh ni tampoco de Dánae ni su gatosombra. No encontraron mucha cosa pero lonpreocupante era que encima pronto se empezarían a quedar sin recursos.

Siempre hacía rondas de vigilancia por toda la zona y sobre todo desde allí arriba porque la vista era mejor. Todos estaban haciendo algo, entrenando o trabajando. Vio salir a su sobrino y reparó en sus hoscos gestos, en cuanto acabó de echar una vista a los alrededores para ver que no se acercaba nadie a aquella ciudad en ruinas, bajó hacia la choza dónde previamente habían atendido a los heridos más graves.

¿Se encuentra bien tu hermano? - preguntó algo preocupado ¿No os habréis vuelto a pelear, verdad? - Esperaba que no fuera más que una tontería porque no estaban como para perder el tiempo con asuntos personales en esos momentos.

El mordisco llega de improviso, por detrás. Tu pierna recibe los dientes de Karkaroth, pero el lobo contiene su fuerza y solo mana abundante sangre... aunque si lo deseara podría partirte la pierna… Si bajas la vista, puedes contemplar sus ojos tristes por lo que tiene que hacer.

En ese instante, el niño acorta las distancias todavía más, ya directamente y sin disimulo alguno.

-Eso no te concierne. +replica secamente+ ¿Dónde esta? Dímelo de una vez.

Su paciencia parece agotarse. Y como un trasfondo, el gemido del lobo resuena nuevamente, ahogado por tu extremidad que ocupa su boca. Ahora resulta claro que si es un niño… solo que no uno humano.

Esta sentado mirando el techo, pensativo, pero baja la vista cuando entras nuevamente y esboza una leve sonrisa ante esas palabras. Sin vacilar, replica:

-¿Qué clase de hermanos seriamos si no peleáramos? Por supuesto que discutimos!!! HUM!!

Menea la cabeza negativamente, mientras el gesto se ensancha en sus labios. Tras unos segundos, no obstante, vuelve a serenarse.

-… Pero es lo mejor. Los campesinos no pueden ir sin protección, Ginevra no debe quedarse sola… y él debe aprender a pensar las cosas, no ser tan impulsivo como lo fue en esta lucha.. como lo ha sido siempre, realmente. ¿Tienes algo en contra de eso, tio?

Karkaroth... amigo...

Fenrir no pudo ocultar su sorpresa al sentir los dientes del poderoso Karkaroth cerrarse en su pierna.

-¡Ahhh!- soltó sin contenerse, pero al instante bajó la voz nuevamente -¡Deja a mi compañero en paz!-

Y en ese momento cayó en la cuenta de qué era... un niño, sí, pero del bosque. Una parte de él no quería enfrentarse a él, pero otra le sacaba lo peor de sí mismo al ver que estaba controlando sin problema a su huargo.

-Te lo diré... te lo diré... pero suelta a Karkaroth, él no quiere hacer esto- dijo luego de un momento de reflexión -Me costó mucho curarle las heridas... por favor, no la mates... los niños del bosque nunca matarían a una niña indefensa...-

¿Era así realmente? No lo sabía, pero no perdía nada con intentarlo.

Meneó la cabeza desentendiéndose de los líos entre hermanos. Que le iban a decir a él, siempre había sidobel segundón y aunque se hubiera llevado bien con su hermano, siempre había rendijas sin importancia por las que acababan olvidándose hasta del enfado.

No me parece mal la idea de que se quede aquí, de hecho alguno de nosotros debe hacerlo. Yo no puedo, más aunque no sea el más indicado ahora soy responsable de todos con los que he practicado y enseñado, me sentiría como si los abandonara a luchar por mí mientras me quedo parado - se rascó la cabeza pensativo - Entiendo que Tyr se pueda sentir un poco así queďándose, pero también aquí debemos ser cautelosos. Es incluso probable que alguno de esos malnacidos se acerque antes que lo advirtamos y necesitamos a alguien fuerte aquí. Si lo veo hablaré con él, pero creo que Alesha ya ha apaciguado un poco la furia del jabalí

Se sentó junto a Aníbal y le preguntó antes de volver a salir a hacer guardia - Y tú..¿cómo te ves? ¿crees que esta vez lograremos resistir?