Partida Rol por web

El giro de la batalla es duro, pero al parecer ya está decantada. Solo un par de salvajes permanecen en el patio.

Una vez limpien las azoteas, Robledo estará libre nuevamente. Mas ese objetivo aún no se cumple…

Apenas Kordan es herido nuevamente, Alford entra a mansalva, parándose frente al arquero que recargaba.

-Sorpresa…+saluda, en tono tenso por la ira, para luego descargar un tajo en diagonal, que corta tanto el arma como al esgrimidor, derribándole definitivamente…

La violenta respuesta de Rorgo, hiende la armadura del salvaje brutalmente, y un chorro de sangre se escapa bajo la máscara ósea. Este golpe ha sido bueno. Muy bueno.

Sus hombres están cayendo como moscas ante el inesperado ataque. De hecho en el patio solo queda uno apoyándole. Los pocos que estaban en los techos aguantaran algo más, pero han sido superados en número y no tardaran en seguirles a la otra vida.

Aun así, jadea una risa agónica mientras descarga otro golpe, volviendo a herir al Flechanegra, esta vez sobre la pierna.

-Jhajhajha...Por Azoth!

Mira a Tyr de reojo y alza una ceja, pero no comenta nada sobre su aparición en algo que ya estaba decidido. En su lugar, habla directamente a Shiva.

-Ve tras el que escapo, yo me encargo de los tejados. +para luego correr hacia la escalera en el lateral del castillo, haciendo señas a algunos arqueros que la sigan.

-De acuerdo.+asiente, para luego indicar con la cabeza a Tyr que la siga, sonriendo.+ Vamos, a ver si ahora me empatas.

Styrmir acaba con el último flanqueador de Rorgo, mientras que Pilgrimm le cubre. Pero nadie aparece en los techos de momento. Yosenduff y Bianca ven la señal de Alesha y se le adelantan, en dirección a la escalera grande que conduce al segundo piso.

Los demás se cobijan contra los pilares que dan acceso al salón Oeste. En especial Kaldor, quien tiene dos heridas ya y se las aprieta con fuerza, bajo la mirada preocupada de Helga. Pero niega con la cabeza... Todavía puede continuar.

Tras hacer que el águila emprenda el regreso, habiendo visto lo suficiente, Fenrir finalmente abre los ojos.

-Está empezando. Podemos ir nosotros. +dice en tono apagado, mientras se levanta y recupera el sentido, sobándose la cara para despejar los últimos rastros de la transmigración. Reconociendo su cuerpo.

No entra en detalles sobre lo que vio ni cómo va la lucha. Solo observo lo necesario para asegurarse que la sorpresa fuera como era previsto, y los detalles quedaran a discreción de los demás norteños. Mejor centrarse en la tarea entre manos.

Era la señal. Quizá no la que esperaba, pero sin duda lo era. Sacó su arco y lo cargó con una flecha. Su mascota la miró curiosa. Solo hizo falta mirarla con seriedad para que el no tan pequeño animal entendiese que no era un simulacro, que iban a la batalla de verdad. El animal, que había permanecido sentado paciente, se puso a cuatro patas y su vista se clavó al frente. La salvaje esperó movimiento y órdenes de Aníbal para avanzar. No se fiaba de Fenrir, y no le gustaba ni un pelo.

Aníbal se puso en cuclillas y avanzó hacia los cuartelillos, era una sorpresa viendo a Dánae esperando por él - Por allí - Señaló para dirigirles directamente hacia los calabozos con su espada por delante y con el mayor sigilo posible.
 

Gritó de dolor al recibir el tajo en la pierna pero no se movió del sitio. El odio por el hombre que tenía delante no hizo más que crecer al oir el nombre de Azoth salir por los labios que semiocultaba la máscara de hueso.

Estaba eufórico y anheloso por verlo caer, por darle muerte a uno de los fieles seguidores del asesino de su hermano. El golpe anterior había sido certero y el salvaje estaba perdiendo bastante sangre, pero no pensaba parar hasta hecrlo caer. Alzó nuevo su hacha y arremetió con ella siguiendo el movimiento de giro de sus brazos e impactando en las costillas del líder salvaje.

Muere, muere, muere. Rorgo solo podía pensar en la muerte de él y cada uno de sus enemigos y en si el plan seguía según lo previsto y los otros había podido entrar al castillo sin ser descubiertos.

Traspasando la puerta secreta, el trio avanza por los corredores. Adelante Anibal, seguido de Danae y su gatosombra. Detrás venían Fenrir con su huargo. El águila estaría mejor afuera. Y finalmente cerraba la macha Snorri, con el arco preparado para cubrirles las espaldas.

La atención de los guardias en la torre no está puesta ya en esta zona sino en lo que ocurre al otro lado, en el patio de entrada. Resulta sencillo deslizarse por una poterna a un corredor y de ahí a los cuartelillos que conducen a las mazmorras.

No obstante, el recorrido no se halla desguarnecido. Adelante escuchan voces y refunfuños… Todavía quedan hombres de las fuerzas incursoras dentro, sin duda preguntándose de que va el jaleo de gritos y hierros que escuchan desde fuera, resonando amortiguadamente entre los viejos muros de Robledo.  

Finalmente, el siguiente hachazo se hunde en el torso del salvaje, con un húmedo crujido de carne y hueso. La sangre brota, empapando las pieles que le cubren, mientras se desploma hacia atrás, finalmente quieto y silente.

El patio está asegurado.

Tyr recoge el hacha del salvaje que lo hiriera, mucho mejor que su arma sencilla, y sigue a Shiva dentro de la fortaleza, tras uno de los fugitivos…  

En tanto, los restantes incursores, aprovechan los tejados a su conveniencia para disparar sobre el grupo. Pero solo logran herir a Osca, levemente. Asdar carga contra uno de los que le ataca, acabándolo de un tajo. Wilford va por el otro, pero si bien solo logra herirlo, el hombre ya está muerto, dado que Auren viene detrás, y él ha quedado solo…

Alford se pertrecha con el arco del último que matara, mientras Shiva continua su persecución. Alesha y otro par están subiendo las escaleras, para atacar a los arqueros desde su misma posición... y enseñarles lo que es bueno.

Tanto Pilgrimm como Styrmir se cubren junto a Rorgo, aprovechando el saliente del muro junto a la escalera.

-Bastante fácil ¿no? +bromea, mientras prepara su arco y espera la oportunidad para devolver el tiro, o bien que los otros hagan su parte.+ Uno se pregunta cómo fue que lo perdimos contra estos inútiles...

Anibal levantó la mano con la palma mirando hacia abajo, pero solo Snorri ralentizó sus pasos para seguirle en el mayor de los sigilos... claro, esos dos salvajes no eran soldados. No obstante se dieron cuenta del peligro cercano y les siguieron haciendo lo mismo. Aníbal no tenía ni idea de cuantos habrían, pero tenía su hoja lista y más le valía confiar en la utilidad de ese huargo que llevaban con ellos.
 

Dánae levantó una ceja y puso cara de asco cuando el chico hizo una señal con la mano. ¿Qué mierda...? Pensó. Ya estaban con las señalitas de las narices. A ella que no le viniesen con finuras de mujeres, para adelante y a enfrentarse a lo que haya. Simplemente se limitó a seguirle con el mayor sigilo posible, y así lo hizo, estando a la altura de su estatus de salvaje.

El viaje de vuelo había sido corto, pero intenso. Las imágenes que habían llegado a la mente de Fenrir habían hecho que le costara levemente retornar plenamente a su cuerpo. 

Y avanzaban...

Con las hachas en la mano y su fiel Karkaroth junto a él, avanzó con sigilo siguiendo al grupo. No estaba acostumbrado a los pasillos empedrados de los castillos, pero su experiencia en la floresta le podía servir para este caso.

En ese momento Aníbal hizo una señal. Sólo atinó a detenerse para luego seguir a los demás de la manera más observadora que podía el viejo ya que no había entendido de qué se trataba dicha señal.

Pronto la sangre correrá y los Dioses no festejarán... muchos de sus hijos dejaran su vida en estos pasillos... Dioses, protejan a los Flechanegra y protejan a sus fieles seguidores...

En torno a una mesa con restos de comida, hay una media docena de salvajes. Algunos de pie, otros sentados, sin duda preguntándose qué está pasando. Otro se asoma mas allá, al hueco de una escalera que desciende.

Ninguno está prestando atención al pasillo que viene de corredor. Los ruidos que importan son los del otro lado, los que se abren al patio principal. La distracción ha sido todo un éxito. Ahora depende de ustedes abrirse paso a las mazmorras. 

Una vez ha acabado con el líder de los salvajes y han dejado el patio principal limpio decide ir en busca de más salvajes en otras plantas. Así pues, sigue a Alesha, Bianca y Yohenduff por la escaleras rápidamente dejando atrás a Stymir y Pilgrimm que también han hecho un buen trabajo de limpieza ahí abajo.

En la sala de reuniones se acerca a la mesa sobre la que hay unas buenas jarras de cerveza. Le asquea pensar que esos salvajes han mancillado sus reservas de bebida celestial. Registra por encima de las mesas y escitorio buscando algo que esos salvajes hayan dejado y llaves, las de los calabozos, por si acaso han sido incautos de dejarlas por ahí encima.

Aníbal no dió órdenes, se precipitó contra los guardias lanzando un corte horizontal contra los dos primeros tratando de cortarles el cuello, esperaba que, estando desprevenidos fuera más rápido que ellos, con suerte, los matarían antes que desenvainaran las armas