Partida Rol por web

Aníbal dió un fuerte golpe con su escudo en el brazo del salvaje cuando éste lo volvía a alzar y rápidamente interpuso su propia espada grabada de símbolos del todo desconocidos, la mirada clavada en él. No oía voces de prisioneros, ¿Porqué estaban aquí si no había nadie en las celdas? ¿Donde están los flechanegra? - Preguntó sin mucho ánimo de empezar una conversación

El hacha del hombre sale un par de metros hacia atrás, tras el quite de Anibal. Mientras Danae* entra y se une a ellos, el salvaje salta en la misma dirección y la recoge, empuñándola de nuevo.

Ni una palabra sale de sus labios. No hay expresión en el rostro tenso. Es extraño, no como los que estaban arriba. Su única emoción, si se le puede decir asi, es la fría ira que sus ojos transmiten, y nada más. En el escalofriante silencio de la mazmorra, dista mucho de ser un buen presagio. Y de los niños ni una señal, aunque quien sabe lo que espera tras las puertas cerradas.

No tengo tiempo - Aníbal esperó a que el salvaje ataque para apartar el golpe con el escudo y golpearle en la cara con la empuñadura de su espada, cortándole en una pierna y dándole un rodillazo en la boca del estómago cosiéndole a golpes hasta derribarlo

El sujeto no cae, aunque su cabeza se ladea al sentir el impacto de Anibal. En lugar de contestar, no obstante, retrocede junto a las puertas. De un rápido tirón, retira la gruesa barra que traba la 2da de las mismas a contar desde la derecha y la abre, para luego hacerse a un lado…

Una figura silenciosa da un paso adelante, recortándose contra la oscuridad de la celda. Su expresión es impasible, como si estuviera esperando esto desde hace tiempo, algo que el hecho de estar parado justo tras los gruesos maderos confirma. Viste las ropas y armadura que le identifican como un soldado norteño… pero resulta obvio que ya no lo es.

Ni siquiera es humano.

Todos han oído las historias. El Muro existe por ellos. O mejor dicho, por sus amos. Pero el porqué de su presencia es un misterio que sin duda el Espectro no revelara, mientras avanza sobre el heredero Flechanegra, con la mirada azul clavada hacia adelante… y seguido por los pasos de otros como él.

-Sigo vivo. +resopla Tyr con rabia, dándole una patada al cuerpo muerto+ Por ahora.

No hay nada de valor o significancia entre las prendas del sujeto, solo su hacha, algunas piezas de cobre, un tosco cuchillo de piedra y poco más. Si tenían otro equipo sin duda lo almacenarían en algún sitio comunal, quizás la sala principal.

Lo más importante en todo caso, es de donde venía. Sin duda este es el corredor que lleva a una de las salas de guardia y arsenal. El que se usa para bajar a las mazmorras. O tuvo suerte (una que ya se le acabo) y no se encontró con Anibal y los demás… o puede que algo saliera mal.

Rorgo limpia el filo sanguinoliento de su hacha con el filo de sus ropajes y la vuelve a empuñar. Si había un siguiente salvaje no le pillaría desprevenido y se llevaría su hachazo antes de que pudiera siquiera respirar.

Prosigamos con cautela - anuncia el grandulón con un tono de voz casi inaudible.

Siguieron el camino hacia abajo. Esperaba que ese salvaje fuera el único que había escapado de las manos de sus aliados. Si la fortuna estaba de su parte, aún no se habían podido llamar a refuerzos enemigos del exterior, cosa que les proporcionaba algo más de tiempo.

Ya casi llegamos - les anunció mientras les indicaba con un dedo vertical sobre sus labios, que permanecieran callados.

Por los Dioses... pensó Fenrir instintivamente cubriéndose un poco más con el escudo. Con un gesto de la mano hizo que Karkaroth retuviera su ímpetu deprededador, pero pronto tendrían que actuar si no quería que Aníbal muriera allí mismo...

Los espectros son seres vivos asesinados por un Caminante Blanco. Son insensibles al dolor y al miedo. Por ende pueden luchar mas alla de heridas que dejarian a un humano incapacitado. Odian el fuego y la vida... Carentes de todo raciocionio, no usan armas, pero pelean con sus garras y dientes hasta el final.

Dánae levantó una ceja. ¿Qué narices les estaban tirando encima ahora? ¿Un muerto viviente que no pararía hasta acabar con su objetivo? O eso parecía. No se iba a quedar de brazos cruzados, aunque la cautela de no saber qué iba a ocupaba un lugar importante en sus prioridades.

Dánae no se lo pensó y levantó su arco para apuntar a la cabeza del ser. La cabeza antes que el corazón, no sabía por qué. Quizá porque era más fácil atravesarla pues parecía corpulento. También mantuvo a su mascota a su lado. No iba a enviarle contra el monstruo sin vida ese sin saber el daño que causaba cuerpo a cuerpo.

Aníbal enseñó los dientes, la espada rúnica de su madre era tal vez lo único que le daba en aquel momento el coraje necesario para enfrentar a aquel monstruo legendario, surgido de los miedos de diez mil pesadillas y que ahora avanzaba, despacio pero sin vacilación, pasando inadvertido el salvaje que le había abierto.

Aníbal se volteó sobre si mismo con un potente grito, era innegable que el alma de algún legendario e incansable guerrero habitaba en su interior, su espada danzó con él buscando directamente y sin rodeos cercenar la cabeza de aquel muerto viviente.

Fenrir apoya a Anibal, descargando un espadazo al tronco del siguiente monstruo, pero mantiene a Karkaroth a un costado a ver qué sucede, aunque ya tiene una sospecha… La hoja no hace la menor mella sobre las pieles.

La flecha de Danae atraviesa al ser pero este la encaja como si nada. Continúa adelante y recibe igualmente el espadazo, sin intentar defenderse. La hoja logra entonces separar la cabeza de sus hombros y desmoronarlo!

Pero apenas hay tiempo de celebrarlo. Los demás están encima. Dos se lanzan sobre Anibal, quien logra contenerlos con su escudo a duras penas. Fenrir recibe a otro par, uno de los cuales alcanza a sujetarlo con sus garras y lo apresa!! A pesar de que las mismas no alcanzan a penetrar el cuero, el férreo abrazo inmoviliza al hombre!

Y mas salen de la habitación entretanto. El salvaje se cuida de mantenerse afuera de su camino, bajo el fuego de una antorcha, en tanto otros 5 comienzan a rodear la sala, un par yendo a por Karkaroth que gruñe enloquecido, y los demás a por los humanos...

¡¡ Eh PERRO !! Dice llamando la atención del huargo para que echara un vistazo a su apretado amo - A las escaleras

Aníbal por su parte, retrocedió hasta la puerta del sótano, donde con el escudo, se prestaría a dejar pasar a sus aliados, y esperaba detener uno a uno en su acometida a aquellas infernales criaturas. - Venga venga, atrás

-¡Ahh!- gritó Fenrir al sentir las garras apresarlo y no permitirle moverse con facilidad.

Veía cómo los demás se retiraban y él ojalá hubiese podido hacer lo mismo. ¿Acabaría allí con esas criaturas?

Dioses... si este es mi momento de unirme a ustedes, que sea de una manera rápida... y protejan a Karkaroth.

Intentaría salir de ésta por sus propias manos, pero sino, tendría que recurrir a su amado compañero.

Dánae se dejó escudar pues ni de coña podría sobrevivir a un cuerpo a cuerpo. Lo que sí intentó, fue ayudar a Fenrir, disparando flechas, intentando ensartar alguna de las manos con las flechas y dejársela inmóvil contra algun mueble, pared o suelo.

Iban a tener que retroceder.

El salvaje aprovecha y abre sin hacer mucho ruido, la puerta que estaba resguardando inicialmente. ¿Acaso todavía tienen más de esas cosas?

Entretanto Anibal retrocede y aguanta la embestida de tres de los seres. Los dos primeros se estrellan contra el escudo, pero el tercero se cuela por el costado y araña su brazo, aferrándole del mismo con fuerza inhumana!

Fenrir se zafa del que le apresaba, pero ya tiene dos más encima, y otro le sujeta, clavando las garras tan fuerte que ahora si atraviesa el cuero. A su lado Karkaroth es apresado por uno de los seres mientras ruge ferozmente.

Danae corre la misma suerte. Los que vienen por el flanco, impasibles a las flechas, la toman  de ambos brazos y atraviesan su carne con facilidad. ¿Acaso aquí termina todo?

Adelante y a la oscuridad, finalmente llegan a la sala de guardia. Enseguida se nota que aquí pasaron Flechanegras. Los cuerpos de varios salvajes se encuentran desparramados junto a una mesa o en el piso. Al menos una media docena…

Y más elocuente a esta suposición es la aparición de Snorri, apuntando por el costado a los que entran por la puerta! Afortunadamente los reconoce antes de soltar la cuerda y poner una saeta en la frente de Rorgo.

-Eh, buenas… Llegan justo a tiempo. +saluda, bajando levemente el arco+ Abajo parece que están montándose una fiesta.

Cabecea hacia el frente, donde una negra abertura indica las escaleras descendentes a las mazmorras. Es un túnel negro y estrecho, para dos de frente solamente, y desde abajo se oyen voces y gruñidos de lucha.

Karkaroth vio cómo se acercaban los seres y entró en pánico... pero también en furia al ver que su amo estaba siendo amenazado. Comenzó a lanzar dentelladas a diestra y siniestra, pero parecía que eran demasiados...