Partida Rol por web

—Bien, ha sido una opción inteligente, sin duda —respondo al grupo. Pero aún, tengo algo que decir—. Pero, aún así... ¿Sabéis si es hostil? ¿O si está con estos pequeños seres? No lo sabemos, e igual nos sirve de ayuda...

Melanctha se encogió de hombros.

- Ni idea, él iba a lo suyo y no nos paramos a preguntar.

- ¿Merece la pena correr el riesgo, Aristocles? - le preguntó a su mentor

—Decís que estaba cortando leña. Eso significa que la va a llevar a algún lado, además de que es un ser medianamente racional. No sabemos sus intenciones, y si sirve a los enanos o los odia. Pero es mejor, llegado el caso, enfrentarse a uno, que ver donde lo lleva, que haya más, y tener que enfrentarse a cientos —respondo Néstor.

Tras esto, añado—. Además, llegado el caso, podría confundirle para que pensase que no somos su enemigo, y dejarlo correr. Pero, en este caso, creo que lo mejor es arriesgar.

—Lo más probable es que sirva a los enanos, porque no creo que un "bosque" así pueda crecer sin una planificación inteligente, y además, las monturas de esos seres pastaban en la caverna. Aun así puede que sea algún tipo de esclavo o sirviente forzoso.— Aetos medita unos segundos y finalmente se pone de parte del anciano. —Creo que Aristocles tiene razón, deberíamos hablar con ese gigante.

Lo seguiremos a ver a donde nos conduce - acertó a decir finalmente el joven noble. No perdían nada y tenía curiosidad por aquél enorme ser. ¿Habría mas? ¿Podrían seguirlo sin ser vistos? Lo descubrirían pronto... por el momento, aquello parecía peligroso y arriesgado, algo que hizo sonreír a Néstor.

Volvieron por donde Melanctha, Aetos y Nestor habían venido, esta vez con Aristocles y los salvajes de la tribu, todos juntos. Había también otro elemento diferente ahora: Las varas luminosas se iban encendiendo a su paso, y apagando a medida que las dejaban atrás.

Finálmente, llegaron a la boca de entrada del túnel, más allá del la cuál habían visto al cíclope...

Lo que vió al llegar allí le dejó con los ojos abiertos.

Al asomarse por la salida del túnel divisó una gran caverna. Grande no sería la palabra. Descomunal. El túnel por el que habían llegado daba a una cavidad de centenares de metros de alto, con forma de cúpula. Aunque resquebrajada y ruinosa en parte, la cúpula era claramente una obra artificial, posiblemente situada bajo las montañas. Titánicas columnas, situadas a centeneres de metros entre ellas, se elevaban desde el suelo de la caverna hacia las alturas, sonteniendo la cúpula resquebrajada.

Había una sempiterna neblina acumulándose en el techo de aquella magna obra, e incluso se diría que lloviznaba en algún punto del lugar.

Por todos lados, sobre la superficie de las columnas, de las paredes de roca de la caverna y de la cúpula, vió extraños líquenes amarillentos, rojizos o verdosos, que emitían una luz no tan intensa como el sol, pero lo suficiente para dar iluminación a todo el lugar, de una forma vagamente penumbrosa.

El suelo de la caverna, de varios kilómetros de largo, formaba una especie de valle con forma de cuenco. El suelo, era de tierra, y en él crecían incontables especies de hongos, setas y líquenes, formando una especie de jungla de setas gigantes, tan coloridas como variadas.

Hacía, calor, mucho calor allí dentro. Y humedad también. No muy lejos de donde estaban, Aristocles vió un torrente de agua saliendo a una decena de metros a su izquierda, emergiendo de una cavidad en la pared de roca, para luego derramarse pendiente abajo entre la densa jungla de setas, somo si de un río se tratara, en dirección al fondo del cuenco que formaba el suelo de la caverna.

En ese lejano centro de la caverna el río formaba una suerte de  laguna. Y navegando sobre ella, en la distancia, vislumbró lo que parecían embarcaciones, no muy distintas a las que se habían encontrado en el muelle que habían dejado atrás.

También creyó ver contrucciones en el borde de la laguna. Quizás una aldea. Sin embargo, la niebla y la distancia le impedían distinguir bien los detalles.

Algo más a la derecha, desde donde se encontraban, alcanzaba a distinguir que la jungla de setas se despejaba, dando lugar a una extensa llanura  de musgo. Sin embargo, no descubrió équido alguno recorriéndola. Aunque sí una especie de animales de mayor tamaño, que formaban rebaños de ganado.

Encima suyo, la entrada en la que se encontraban tenía talladas columnas sobre la roca viva y un arco en la parte superior. Vió las mismas muescas grabadas en las columnas que identificó como escritura Lemuria. La escritura indicaba que por ese túnel se llegaba al muelle, a la salida del reino.

Todos vieron de nuevo al titán de un sólo ojo. El enorme individuo se encontraba en un claro entre las setas-árboles, sentado. Parecía descansar tras haber despejado ya una buena zona de setas gigantes.

A pesar de estar sentado, su cabeza calva todavía sobresalía por encima de las setas-árboles. Estaba concentrado en una especie de animal (similar al que habían vislumbrado en las lejanas llanuras de musgo) que tenía trinchado y dando vueltas sobre un fuego.

Seguía sin estar muy lejos del torrente que sobresalía de la roca. Y cerca vieron ahora una par de buenas pilas de "troncos" de setas amontonados junto a la corriente.

Cerca del gigante, en el suelo, a un costado de él, tenía su enorme martillo de hierro forjado. Una excelente obra del tamaño de un hombre.

El cíclope parecía fijar su único ojo en la cercana cena, a la cuál trinchaba de vez en cuando con una rama, mientras daba vueltas al animal, comprobando si la carne estaba hecha o no.

Cantaba en una áspera y tosca lengua.

- Calum, calum, calum...

Trabaja pa´l el Rey en su tro-no

el tio es mas feo que un mo-no

Calum, calum, calum...

Barcos quie-re

de trirre-me

Calum, calum, calum...

Llega la ho-ra, llega la ho-ra

y Antheos verá pa-sar

A la princesa más bella del rei-no.-

"Esto es mala idea", pensó Melanctha al ver el enorme martillo, más grande que ella.

- Bien, ¿quién quiere acercarse a hablar con él?- dijo, mientras se aseguraba de tener suficientes flechas en el carcaj.

—Quedaos aquí. Iré a hablar con él —digo al resto, mientra me aproximo al gigante de un solo ojo. Ahora mismo, lo que más me preocupa es que decida añadirme a su menú, aunque no tiene pinta de que vaya a hacerlo.

Una vez estoy lo suficientemente cerca del gigante, digo—. Bonita canción, amigo. Por fin veo a alguien, que ya era hora. Estoy algo perdido. ¿Podrías ayudarme?

Al oir su voz, gira la cabeza, y parpadea sorprendido al ver llegar al anciano: -Oh.... Grasias...- Ahora habla la lengua de las Polis, aunque con cierta dificultad y acento, mientras se levanta de su asiento para girarse hacia Aristocles: -... pero Antheas, pa servirle, no canta mu bien. ¿En qué pué-o ayudarte?-

Mira de reojo a la pieza al fuego, como para estar atento que esta no se queme, antes de volver a girarse, con gesto de haberse dado cuenta de algo: - ¡Espera! ¡Meha entendio la cansió! Entonse... usté conose la lengua-de-la piedra.-

No parece hacer amago alguno de fijarse en su martillo.

—Claro. Hablo muchas lenguas, buen amigo Antheas —respondo al gigante—. Mi nombre es Aristocles, y tal vez tú puedas ayudarme. Me gustaría saber cosas sobre esos seres que viven aquí, en estas cavernas. ¿Sabes algo sobre ellos? ¿Son tus amigos, o son tus enemigos?

Tras la pregunta, me doy cuenta que me dejo lo más importante, así que pregunto también—. Por cierto, he oído que hay una criatura que sube a la superficie, que arrasa campos y cultivos, y que además gusta de comer campesinos. ¿Sabes algo sobre eso también?

-Tú parese nomo larguiluso simpático y po´ eso te voy a desí. - Se rasca la cabeza, pensando. -...aca amigo amigo tengo otros sicople como yo, que aca venimo vibiendo mucho. Ya te pesentaré.-

-Logo tenemo los nomos de los dedos que son medio-amigo. Hummmmm..- Mira hacia el techo, pensativo un par de segundos. -E complicao. Ante nemigos, pero un güen dia venió siclope Telemo y dijo. "Ahora son amigo, Rey de nomo amigo mio ahora, y tú a callar, ponque hase mucho mucho nomo de dedo vivir acá y luego marchar mucho año, pero hora volvé". Y como siclope Telemo manda, pues toos a callá. -

-Dedos son mu pequeños y sempre enfadados. Mucho trabajo, mucho trabajo mandan. Mi me gusta trabajar mucho. Pero laborar metal, no madera, mesplico. Sólo quieeen hacer barcos de bajo tierra, na más. Pami me ustaba mas mina y forja, pero ahora nomos alla bajo trabajan en mina ello solo y siclope no puee baja ninguno. Pos mia que mal. -

-Mi no me gusta. Telemo dise nomo de dedos nesita barco pa´ traer ma nomos ayende mar nocturno. Ma nomo refunfuñone no gusta mi. Sólo prinsesa Hipodémona. Eso sí.-

-Prinsesa Hipodémona único nomo dedos bueno. Señorita princesa. Hija del rey. Yo presento. Miga mia. Dentroun rato biene paca. Todo lo dia. Pobesita prinsesa. Pobesita. Mu fea pa se nomo de dedo, larguilucha como tu, pero retorsía. Yo presentá. Sólo pobema sodado de Rey ecolta pinsesa. Nomo refunfuñone. No se si ello quiere a ti, poque mu funfuñone. -

-Y eso que tu dise de bicho come-gente. Aquí na deeso me suena. Ciclope buena gente. Siclope come carne pero hay ganao qui abajo, todo bien. No nesita come campesino. Que asco.-

-Igual nomo maloso quema campo. Pero no creo come campesino. Seria nomo de dedos raro, porque yo fijá y aquí tooo nomo come verdura seta y nunca carne. Nunca, nunca, nunca carne. Diosa suya veta.-

-Pero aquí bicho raro aparese avese... Gusano-de-Seta, Araña-Gorda. Cosa así. Tú dime como e y yo digo si suena o no suena.-

Melanctha aún no podía creerse que hubiera funcionado. Allí estaba Aristocles, hablando tranquilamente con el cíclope y con la cabeza intacta. ¿Habría usado algún hechizo contra él?

Relajando un poco la postura, apartó la mano del carcaj y escuchó atentamente el resto de la conversación. De momento era mejor no intervenir, el profesor lo estaba haciendo a las mil maravillas.

Néstor permaneció atento a lo que su mentor estaba haciendo con el cíclope. Quizás a los demás sorprendiese la capacidad del anciano para hacerse tan fácilmente con la situación pero él había crecido con él y era su mentor, por lo que lo conocía y sabía de lo que era capaz. Además... le había echado arrojo, pues nunca supo si el cíclope respondería bien.

Por una parte... Néstor estaba contento, por otra... le apetecía pelear con un cíclope.

**[PENEJOTIZADO]**

Escuchó las palabras del gigante de un sólo ojo, Antheas, con gesto incrédulo: -Entiendo... Muy agradecido por tu ayuda.- Aristocles estaba confuso. Ni rastro de La Bestia. ¿Donde demonios se metería?. -Pero ¿seguro qué no has visto a un ser con patas de caballo? Vimos huellas fuera de las cavernas.-

El anciano sabio miró de reojo hacia donde estaban olucltos sus compañeros, dudando un momento antes de decir:

-Por cierto, tengo unos amigos por aquí.... Larguiluchos, como yo. ¿Te gustaría conocerlos?- Demasiada información de repente para procesarla yo solo. -Quizás ello quieran hacerte unas.. preguntas.-

-Po quí no ha pazado, amigo...- Respondió el cíclope a la primera pregunta. -Yo trabajo quí mucha lunas hace, y no mesuena caballo. Pero ¿caballos? Si, el Rey tenía mucho caballo ante en cuadra, trajo de hogá al este...- Señala en la distancia, a una contrucción en las distantes llanuras de musgo. -... pero hora Antheas no sabe onde.-

Después añlade -Oh.. ¡claro! Amigoz de nomo largilucho  tambén amigoz Antheas...- Busca con su único ojo hacia donde Aristocles ha mirado de reojo, como buscando : -...Antheas yuda mucho mucho y conteta pregunta..-

Luego se da cuenta de algo, se gira, y da la vuelta al animal que tiene al fuego para que se haga por el otro lado: -...nuevos amigos Antheas queda pa cena? Antheas invita.-

Cuando se muestra ante el cíclope, Aetos hace cuanto puede por evitar mostrarse hostil, aunque lo cierto es que no confía completamente en la criatura. En todo caso, parece que su juicio original sobre las relaciones entre cíclopes y enanos era erróneo.

-Hola Antheas, es un placer conocerte. Yo soy Aetos. ¿Cuándo dices que vendrá la princesa? Nos encantaría conocerla, ¿verdad? es una pena que tenga un escolta tan cascarrabias- Además de para responder preguntas que puedan aclarar el tema de la bestia, el hoplita, con su mentalidad práctica, enseguida se da cuenta de que la hija del rey será un rehén muy valioso si surgen problemas a la hora de salir del reino subterráneo.