Partida Rol por web

La edad oscura

Primer curso, capítulo I. La carta

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11/11/2014, 12:06

Miré la varita y contuve las ganas de pedirle otra diferente. Aunque fuesen las típicas de dragón y unicornio. Según tenía entendido las veelas eran criaturas envidiosas, tramposas y, sobre todo, con un comportamiento de lo más promiscuo. Tener el núcleo del pelo de esos seres no creo que le gustase demasiado a mis padres. Además, era larga. Muy larga. Iba a ser difícil esconderla.

Gracias por los consejos, señor. Dije finalmente, inclinando levemente la cabeza y cogiendo la varita a la vez que dejaba el dinero sobre la misma. Me di la vuelta y, con mi habitual pose serena, me acerqué a Jarek. No podía dejar que lo que había pasado y lo que pasaba por mi cabeza en aquel momento se notase.

En realidad agradecía que me hubiese esperado. Además, decía mucho de él. Muy educado, no como los demás niños de la tienda. Fruncí el ceño cuando hizo el comentario de las varitas. ¿Me estaba llamando promiscua? Sin embargo, al escuchar si siguiente frase sospeché que no era su intención. Tal vez sabía más a cerca de las veelas. Igual la idea que tenía de ellas era equívoca. Oh, me encantaría escuchar esas historias. Puedes contarme lo que sepas a cerca de ellas de camino a la librería.

De esa forma, si a mi madre se le ocurría volver a dejarme sola, al menos estaría con Jarek. Agaché la cabeza cuando el chico se despidió del señor. No me habían presentado, pero la educación era la educación. Pasen un buen día. Le hice el gesto a Lena, la fea y atemorizada elfa doméstica, para que me siguiese. No pensaba dejarle mi varita, pero la iba a necesitar para los libros.

Me adelanté para hablar con Estella, mi madre, que esperaba fuera. Ya la tengo. Dije con tono neutro a mi madre. Sabía que no le había gustado que hubiese venido a por la varita en primer lugar. Jarek estaba dentro también. Me ha pedido que vaya a comprar los libros con él.

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11/11/2014, 12:32
Caliope Thonks

-¿En serio? - exclame, mirando al vacío, con una enorme sonrisa- ¿Y como es? Enseñamela, porfa... ¿Es igual que la mia? - aquello, sin duda, seria genial. Ted y yo con la misma varita... Sencillamente sublime.

-¿Y por que no puedes hablar con el señor Ollivander? ¿Por todos los niños que hay? No te preocupes, es muy amable, ya lo sabes... - añadi, hablando hacia aquel espacio vacio que habia junto a mi.

Entonces descubri que me habia entretenido lo suficiente con Ted como para que fuera mi turno... o eso creia yo. Me acerqué al señor Ollivander, con la sonrisa más radiante de mi vida, y el pelo brillando más que nunca, con un intenso rosa- ¿Me toca ya, señor Ollivander? Ted me ha dicho que ya le dijo su varita... ¡Estoy deseando ver la mia! - exclame, colocandome ante el, esperando a que los niños que ya habian sido atendidos se marcharan- ¡Corre papa, ven! ¡Ya nos toca! -llame a mi padre, que parecia distraido mirando algunos estantes.

Cogi aire. Estaba nerviosa, y mi pelo lo reflejó con algunas mechas moradas... ¿Como no estarlo? Y espere a que el señor Ollivander me diera aquella maravillosa varita de la que me habia hablado.

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11/11/2014, 15:48
Arcturus Nohansen Wüstenfuchs

Alexander pareció contrariado, extrañado e incluso molesto de que alguien dijera que se había equivocado. Sobre todo cuando no se había equivocado, lo que componía la afirmación del error en un error en sí mismo. Resopló, dejando caer los brazos sobre sus costados, como si le molestara tener que explicar aquello. - No. - Afirmó, acabando por negar con la cabeza. - Eso no es así. - Comenzó a decir, aun incomodo con tener que hacer aquella explicación. Comprendía que aquel chico le gustara a su hermana, estaban en el mismo nivel intelectual aproximadamente. - Si me conoces, sabes de mi existencia y eres capaz de ubicarme. Lo que no sabes es mi nombre. Mi existencia no es condicional al conocimiento de mi nombre. -

Ahora la pregunta era saber donde un crío de once años había leído aquellas cosas. O quien le había dejado leerlas. O porque nadie le había cortado la lengua a aquella altura. - Además. - Parecía que no había acabado allí. - Has hecho referencia a que conocías la existencia de un hermano de Iraida, y posiblemente te dijera mi nombre aunque seas capaz de recordarlo ahora mismo. - Entonces miró a su hermana, con total naturalidad, tranquilidad y relax que podía tener en un lugar lleno de gente.

- Y te recomiendo que hables con ella. Parece que no lo ha comprendido. Quizás por escrito sería un método más efectivo. - Le recomendó, sin acritud, ni ironía, ni sarcasmo. Simplemente, como si le estuviera recomendando un buen libro.

Por suerte para Lupin, la anciana abrió la boca. Y para desgracia para ella, Alexander la escuchó. Se giró hacia ella, dispuesto a hacer una de sus actividades favoritas: Explicar en que se había equivocado. - No, no lo sabe. - Comenzó a decir, mirando a la anciana durante unos segundos, desviando la atención a la niña, viéndola llorar.

No comprendía por que lloraba. Pero al menos había salvado la varita de aquel chaval. Ahora Erik le debía un favor. Ya se lo recordaría más adelante.

Volvió la vista hacia la anciana. - Una cosa no puede "estar clara" tomando solo un ejemplo de comportamiento, señora. Pero es un error común. - Comentó, mirándola fijamente mientras seguía con aquella voz semimecanizada. No, su tono de voz no le estaba echando nada en cara, si no que más bien parecía que estaba intentando "enseñarle de una forma correcta y objetiva" que errores había cometido la señora en sus teorías.

- Si se fija bien, se habrá dado cuenta que me acompaña mi hermana para hacer las compras. El que cargue con las bolsas indica que nadie más nos acompaña, lo que empuja a pensar una ausencia por parte de los padres por algún motivo. Pero que al menos uno de nuestros padres es nuestro responsable legal, si no nos acompañaría un responsable del Orfanato. Asi que... mi padre está muerto. - comenzó a decir, con total tranquilidad, como si estuviera hablando del tiempo y con poco o ningún tacto. Y con menos sentimiento todavía. - Lo que deja para mi madre dos posibilidades. O bien trabaja muy duro para mantener a sus hijos, o bien los tiene desatendidos. Cualquiera de las dos le diría que cualquier culpa de mi comportamiento la tiene ella. - Acabó por decir, con total naturalidad señalando hacia Iraida. - Ahora si me disculpa, tengo otras cosas que hacer. Que pase un buen día. -

Y por último se giró hacia Erik, encantadísimo de que hubiera hecho preguntas. Lo primero que hizo fue, irónicamente, disculpar a la señora mayor. - Discúlpala, es normal equivocarse cuando no tienes información suficiente. - Ignoró que la niña estuviera llorando. Después de todo, no sabía por que lloraba, no lo comprendía, pero tampoco le importaba.

- Y me alegra ver que preguntas. - No será listo, pero al menos es curioso. Pensó, con total tranquilidad, estudiando a Erik con la mirada. Las preguntas sobre la varita, esa actitud en su hermana, que viniera con toda la familia, las miradas curiosas a su alrededor.

Muggles.

Ahora sentía gran curiosidad por resolver algunas dudas. Pero lo haría más adelante. - Sí, después de todo son de madera y su uso no las hace más dura que la clásica vara de madera. - Y vino una segunda pregunta. No comprendió como algo tan obvio podía ser preguntado, y miró extrañado al chaval cuando acabó la pregunta. Durante unos segundos, tiró del cuello hacia atrás, frunciendo el ceño ligeramente.

- Bien. No es una pregunta común, pero es comprensible dada vuestra situación. Depende del animal, un dragón es un terrible adversario incluso para el más poderoso mago, mientras que los unicornios, por ejemplo, suelen ceder sus pelos para varitas de forma voluntaria. Así que en resumen, dudo mucho que se dejaran vencer fácilmente. - Acabó por decir, en resumen y conclusión.

Entonces, se dio cuenta que ya les tocaba.

- Es nuestro turno. Adiós. - Acabó por decir, dándose la vuelta con intención de acercarse al mostrador y pedir sus libros.  

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11/11/2014, 18:04
Director

La mujer estaba tan atenta a Troy que la pregunta de Lizbeth la cogió por sorpresa, más cuando reparó en los ojos peligrosamente anegados de lágrimas de la niña. El gatito empezó a maullar. Sólo le faltaba que alterara a la tienda por completo.

- Le rechazaron sus iguales pero es un animal superviviente. Eso hace a esta lechuza como inestimable pues son animales que tienen que recorrer largas distancias, sin contar con lo impredecible del clima o los ataques de determinados animales. No sientas pena por ella, es fuerte y toda la adversidad que ha tenido que pasar sólo la hace... - en aquel preciso momento el animal emprendió el vuelvo de su percha, posándose sobre el brazo extendido de Troy -...mejor - concluyó con una sonrisa animada -. Parece que le gustas, chico.

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11/11/2014, 19:14
Lizbeth Moore

La explicación de la mujer fue la necesaria para cortar por lo sano cualquier sollozo que estuviese a punto de invadir a la niña. Sonrió contenta, intercalando su mirada entre todos los presentes.

- Entonces es una lechuza estupenda - concluyó, asintiendo firmemente con la cabeza. - Has elegido muy bien, seguro que no te arrepentirás. 

No fue hasta que se había dirigido al chico y le había dado su opinión que fue consciente de lo que acababa de hacer. Su cuerpo dio un pequeño respingo, su cuello se encogió protegido entre sus hombros y sus mejillas se pudieron coloradas como un tomate.

- S..soy Lizbeth, por cierto - le dedicó una pequeña sonrisita, intentando disimular el más que visible nerviosismo que le había invadido de repente. - Su...supongo que serás alumno de primer año - ¿Por qué no se callaba? ¡No estaba haciendo más que el ridículo - Nosotros también - conluyó, señalando con la cabeza hacia Jason y dedicándole una mirada de socorro.

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11/11/2014, 19:42
Director

La niña se abalanzó hacia el mostrador presa del ansia, esperando a que Ollivander le diera su varita, arrancando una risa franca y maravillosa que emergía directa del corazón del anciano vendedor.

- Sí, ya te toca, Caliope - no le pasó desapercibido el hecho de que era la única a la que llamaba por su nombre aunque no era para menos. La niña había crecido en el Callejón Diagon y, hasta cierto punto, todos los vendedores formaban parte de su familia.

- No tengas tanta prisa, Caliope, no será mejor porque te la de antes - su padre se había inclinado, sujetándola por los hombros en un claro gesto de apoyo para su hija y de orgullo.

- Todos estábamos impacientes la primera vez que nos dejaron probar una varita, Jules - comentó Ollivander, dándoles la espalda de camino a la trastienda.

- Todos estábamos locos cuando eramos niños. Aunque algunos lo seguimos estando - Caliope se giró a tiempo para ver cómo su padre le guiñaba un ojo, con una sonrisa algo nostálgica.

Esperaron poco tiempo hasta que el hombre volvió de la trastienda que usaba como almacén, con una caja lacada que abrió para mostrar en su interior una varita larga.

- Esta varita la hice pensando en ti Caliope, sabía quién sería su dueña desde el momento en que empecé a trabajar en ella - dijo con cierta reverencia -. Pluma de Fénix, hecha de roble inglés, veintiocho centímetros, extremadamente flexible. No hace falta que la pruebes para saber que te va a funcionar pero - el hombre sonrió a la par que tomaba la varita y se la entregaba a la niña - no hay nada más especial en este mundo que encontrarse con tu varita por primera vez - Caliope sintió como su magia fluía de su interior a la varita, conectadas como un solo ser. Apenas un ligero movimiento fue suficiente para que emulara lo mismo que había observado en Ted, colores brillantes que danzaban entre sí salían de la punta de su varita y se entrelazaban con elegancia antes de desaparecer en el aire -. Tienes un corazón puro.

- El más puro que yo conozca - la voz de su padre rompió el ensueño del momento y los colores se desvanecieron -. ¿Estás contenta? - preguntó a la par que pagaba, despidiéndose de Ollivander, quien dirigió la mirada hacia Maebh en una clara invitación para que se acercara.

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11/11/2014, 20:22

Estaba tan concentrado en la lechuza, que tan solo escuchó de fondo las palabras de la niña y la tendera, hasta que finalmente el animal terminó por acercarse volando hasta el brazo de Troy. ¡Había sido un vuelo increíble! Al final no le quedó otra que sonreír ampliamente, como hacía mucho tiempo que el chico no lo hacía. Realmente se sentía feliz por haber sido elegido por aquella lechuza.

Troy no tenía los dientes perfectos. De hecho los que estaban entre las paletas y los colmillos, estaban un poco torcidos; si bien, el chico nunca se había parado a pensar en el posible efecto que podría causar su sonrisa. Ni buena impresión ni mala. Tan solo su forma de ser le impedía sonreír más a menudo. Aún con la mirada fija en el animal, mientras le acariciaba, dijo su nombre:

- Storm. Se llama Storm.

Después escuchó a Lizbeth dirigiéndose a él. La miró y carraspeó dos veces mientras devolvía su expresión a una algo más seria, más habitual.

- Sí. También soy de primero.- miró también a su acompañante.- Troy Knight. Y ella es mi hermana, Violet. Tú también has elegido bien.- comentó haciendo caso al gato- Al menos mejor que mi hermana. Dudo que esa cosa haga algo útil. ¿Nerviosos por ir a Hogwarts?
 

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11/11/2014, 20:45
Director

- Saber equivale a conocer con lo que sabiendo sólo que eres el hermano de Iraida y sin tener más detalles de tu persona se podría decir que sólo te conozco de un modo parcial y que ni siquiera tiene por qué corresponderse a la realidad - parecía que iba a decir algo más pero se detuvo. O mejor dicho, la expresión de Iraida le detuvo. La chica ya no se sabía por qué estaba más abochornada si por las palabras de Alexander hacia Remus o por las que le acababa de dirigir a aquella mujer mayor.

Su hermana no tuvo tiempo a intervenir antes de que la abuela de Erik respondiera con expresión lobuna.

- Oh, créeme, a veces una sola vez es suficiente para hacerte una idea de cómo es esa persona - la mujer asintió con claro sarcasmo. Erik estaba seguro de que si no fuera un niño y, para más inri, un desconocido, ahora mismo no estaría manteniendo las formas de aquel modo -. Chico, no me vengas con que tu padre murió, puede que sea verdad, puede que sea una gran mentira, pero la realidad aquí es que no me importa. Mi padre murió en la guerra y no por eso yo fui como tú. ¿Esa es tu hermana? Mira, un ejemplo mucho más cercano. El hábito no hace al monje, lo mismo que la educación no determina a la persona, muchachito.

Antes de que pudiera responder a aquello Iraida se apresuró a taparle la boca a Alexander con la mano, atrayéndolo hacia ella en un gesto que, claramente, el chico no iba a aprobar. Pero no importaba, aquello empezaba a requerir medidas desesperadas.

- Disculpe a mi hermano, señora - la niña no podría estar más azorada, además, era el momento perfecto para hacer aquello puesto que Remus estaba ocupado mientras el vendedor le atendía -. No lo dice con mala intención, es verdad que nuestro padre murió cuando era muy pequeño y bueno, él es especial - aquella parecía ser la explicación estándar de Iraida para explicar las rarezas de su hermano, aunque sólo hacía que pareciera que estaba loco o que era un tanto corto -. No les volverá a molestar, ¿verdad Alexander? ¿verdad? - hizo especial énfasis en el último verdad, lo que le hacía pensar que empezaba a sentirse un tanto desquiciada.

En aquel momento Remus le dio un suave toque en el hombro a Iraida, que le dirigió una mirada lastimera.

- Yo me voy ya, nos vemos en Hogwarts, ¿vale? - iba a marcharse pero en última instancia la miró una vez más con compasión antes de decir -. Buena suerte. Adiós - dijo despidiéndose con seriedad de Alexander.

- Señorita que no tengo todo el día - se quejó a la vez el vendedor.

 

Notas de juego

Bueno, teniendo en cuenta esto, Alexander puedes postear una vez más y ya puedes dar por hecho de que Iraida acaba y sales ^^

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11/11/2014, 20:46
James Faulkner

Salieron de la tienda cogidos de la mano, algo que sólo les permitía hacer con comodidad la gran diferencia de edad pues en unos años aquello se convertiría en algo difícil de mantener en público.

- Creo que esto merece una canción. La primera vez que Megan cogió una varita - a la niña le pareció que le estaba tomando el pelo pero era difícil estar segura. James era una persona difícil de leer, aunque parecía que estaba de buen humor, a pesar de haberla visto socializar en la tienda -. Es un momento increíble, ¿cierto? Pero lo mejor ha sido tu cara. Estabas preciosa - le dio un toquecito en la nariz con un dedo justo antes de abrirle la puerta para que pasara al interior de Flourish y Blotts, la librería del callejón.

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11/11/2014, 20:53
Director

Justo cuando Remus salía de la librería entró Megan con su tío, aunque si esperaban que la tienda estuviera más transitable que el Callejón Diagon se equivocaban. Ante el mostrador había una niña rubia que tendría un par de años más que ella tapándole la boca a un niño que tendría su edad, y justo tras ellos se encontraban Erik, al que reconoció de Ollivander's, al parecer hablando con la niña, la cual también estaba siendo increpada por el vendedor para que se diera prisa.

Notas de juego

Marcad a Megan ^^

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11/11/2014, 20:32
Maebh Connolly

No sin cierta envidia, pude comprobar como Jarek esperaba a la chica que, cerca de él, había permanecido en silencio todo el tiempo, sin ni siquiera presentarse o dirigirse a nosotros. Cuando ésta terminó y los dos se despidieron, yo hice lo mismo, a pesar de que no sabía quién era la niña. Poco a poco la tienda se iba vaciando, lo que significaba que ya faltaba mucho menos para que fuera mi turno.

Me fijé en la niña del pelo de colores, bueno... más que de colores habría que decir que cambiaba de color, lo que me dio pie a pensar que sería una metamorfomaga, como aquella amiga de Liam que había llevado en una ocasión a pasar unos días a casa, con el consiguiente disgusto por parte de mi madre y de Sean. Sonreí recordando aquellos días sin perder de vista a la niña que estaba delante del mostrador. ¿Caliope? Por lo menos eso me pareció entender al señor Ollivander.

Para mi sorpresa, y después de ver cómo el resto de niños había tenido que probar una varita tras otra, aquella niña tenía la suya ya preparada, como si el señor Ollivander supiera sin lugar a dudas que aquella estaba hecha para ella. ¡Pluma de fénix! Qué suerte tenía. Me mordía el labio pensando en las varitas tan raras que estaban consiguiendo parte de los niños y me preocupaba no ser lo suficientemente especial para conseguir una de ese estilo.

Aguanté la respiración cuando sentí la mirada del señor Ollivander sobre mí. ¡Por fin! Ahora me tocaba a mí. Me giré hacia mi abuelo buscando un poco de ánimo antes de acercarme al mostrador, no sin antes susurrarle unas palabras a la niña del pelo cambiante.

-Tienes una bonita varita.

Pero ahora me tocaba a mí, ahora sería yo la protagonista y esperaba que todo saliera a la perfección. Me quedé mirando al más famoso hacedor de varitas, o por lo menos uno de los más famosos, con cara de expectación, deseosa de saber qué varita estaba destinada a mi mano.

Notas de juego

Marco a Jarek y a Joy porque al fin y al cabo me despido de ellos

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11/11/2014, 22:24
Lizbeth Moore

- Storm...

Al escuchar el nombre de la lechuza no puedo evitar repetirlo con toda la solemnidad que un apelativo como ese se merecia. Le gustaba Storm. Le daba la fuerza y entereza que ese animal había demostrado tener al sobrevivir.

- Lizbeth Moore y Jason Finnigan -corrigió rápidamente al darse cuenta del error que había cometido. No sabía que allí era costumbre presentarse con nombre y apellidos. ¿O sería que la familia de ese chico era importante? Se puso todavía más colorada al darse cuenta de que quizá había metido todavía más la pata. Tenía tanto que aprender...

- Un placer, Violet. - La saludó con la boca pequeña observando entre maravillada y asqueada el extraño bicho que la niña había seleccionado. - ¿Sois hermanos gemelos? - pudo notar la dura mirada de su madre en todo el cogote. ¿Cuántas veces le había dicho que no se hacían preguntas indiscretas a los desconocidos? Pero era tan difícil evitarlo...

- La verdad esque sí estoy nerviosa... - decidió empezar a hablar en singular. Conociendo a Jason, estaría más que emocionado y excitado porque llegara el primer día de curso. Siempre había envidiado ese optimismo y energía de él. Por eso le gustaba tanto estar a su lado. Era... como si pudieses comerte el mundo. - Prácticamente no sabemos nada de Hogwarts... así que no sabemos muy bien qué esperar.

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11/11/2014, 22:42

El chico asintió ante la pregunta sobre si eran gemelos. A la gente solía gustarle el detalle de que dos personas hubieran nacido en el mismo momento de la misma madre:

- Ella dice que salió primero. Pero como no se acuerda no vale.- comentó con simpatía. Entonces hablaron de Hogwarts y de lo poco que sabían del castillo. Recordó que ellos eran muggles totales.- Claro. Sois de familia totalmente muggle. No debéis temer nada. Hogwarts es un lugar alucinante. Mi hermana mayor hará cuarto año y está encantada. Hay cuatro casas: Gryffindor, donde habitan los valientes, Ravenclaw, donde habitan los más inteligentes, Hufflepuff, en el que predominan los leales y trabajadores, y Slytherin, en el que está mi hermana. Una casa en la que la astucia predomina. O eso tengo entendido. Supongo que allí nos lo explicarán mejor.-intentó explicarse lo mejor posible. No recordaba mucho sobre las casas. Solo aquello, que era lo que más había alucinado de las casas.- A lo mejor vamos a la misma casa. Quién sabe.

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11/11/2014, 23:15
Lizbeth Moore

Lizbeth se rió bajito ante la broma de Troy, mirando disimuladamente de nuevo hacia su hermana. Parecía ser algo más retraída que su hermano. Le recordaban a Jason y a ella... con la diferencia de que ellos no tenían ningún parentesco familiar. Que supiera.

De repente una oleada de información inundó su cerebro. De nuevo, Lizbeth se había quedado embobada y paralizada, con los ojos y la boca abiertos, asegurándose de no perder ni una de sus palabras.

- Cuatro casas... - si, tenía esa manía de repetir lo que los demás decían en voz alta. Era una manera de darse tiempo para pensar, pero también de llenar el vacío que tanto la incomodaba cuando estaba con personas con las que no tenía confianza. - Y... ¿en cuál crees que estarás tú?

Miró rápidamente hacia Jason, sin estar segura de sí acababa de hacer una pregunta apropiada. ¿Se trataría de algo tan personal que la gente no hablaba de ello? Quizá los alumnos fueran al colegio guardando en secreto la pertenencia a su casa, teniendo solo el privilegio de conocer la identidad de sus compañeros. O quizá ni siquiera eso. Tal nivel de secretismo le provocó un escalofrío. Decidió centrarse en las descripciones de aquellos grupos. Valentía... inteligencia...lealtad... astucia... ¿Qué pasaba si no te amoldabas a ninguno? Estaba segura de que ella no lo haría. No era valiente, ni tampoco lo suficientemente inteligente. Era leal a los suyos, pero incapaz de defenderlos o dar la cara por ellos cuando fuera necesario. Y ni hablar de la astucia... era la persona más inocente y fácil de engañar del universo. Definitivamente se habían equivado dándole una plaza en ese lugar.

- A lo mejor... - decidió darle la razón. Ese niño no tenía la culpa de que ella fuera una inútil. Además, había decidido hablar con ella... seguramente porque todavía no la conocía. Sabía que era egoísta hacerlo, Troy no tenía la culpa de no saber lo que estaba haciendo. Pero resultaba tan gratificante conocer gente nueva...

- Supongo que pronto lo sabremos - añadió, intentando dar por zanjada la conversación. Le dedicó a su interlocutor una amable sonrisa, mientras volvía a mirar los animales que había repartidos por la tienda, dándose algo de tiempo para pensar. Estaba empezando a quedarse sin temas de conversación, algo que debía evitar. La situación se volvería demasiado incómoda. - ¿Ya has hecho todas la compras? - continuó. No pudo evitar sentirse algo forzada. - La lista que nos mandaron era increíblemente larga... y había muchas cosas que ni siquiera sabíamos que existían - añadió, echándose a reír. - Supongo que vosotros lo habéis tenido más fácil. - Evitó contarle lo perdidos que habían estado sus padres durante todo el proceso. Le habría encantado, pues había sido tremendamente divertido. Pero no quería hacerlo delante de ellos. Se habían portado demasiado bien con ella como para hacerles algo así.

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11/11/2014, 23:35

Se sentía ciertamente importante al ver que sabía mucho más que Lizbeth y Jason. Aunque el sentimiento no era de superioridad, sino que se creía útil.

Al escuchar sobre su preferencia por la casa, Troy se encogió de hombros. Le había estado dando muchas vueltas a aquella elección. ¿A dónde querría ir? Bueno, su madre había estado en Slytherin, su hermana estaba en Slytherin. Posiblemente Slytherin sería la primera opción para él; aunque también le atraía la idea de poder aportar algo más a la familia y al resto perteneciendo a otra casa.

A veces le costaba escuchar a la chiquilla. Cuando susurraba con tanta vergüenza, Troy tenía que acercar levemente la cabeza hacia ella mientras entrecerraba los ojos, concentrándose en las palabras. Creyó entender que hablaba sobre las compras.

- Mi padre ha ido a por los libros. Para nosotros quizás es más fácil. Mi padre es muggle pero mi madre es bruja, así que conocemos todo lo relativo a este mundo aunque vivamos en un barrio muggle y nos hayamos criado entre ellos. Si vas a una tienda de libros que sea Flourish, es la mejor de todos. Y si necesitas túnicas ve a Madame Malkin. Pero tranquila. Seguro que te acostumbras fácilmente.

Era pequeña, vergonzosa y dulce. Pero también había sido elegida por una potente varita y había sabido elegir su mascota con muchísimo acierto. Le colocó una mano en el hombro y le dijo con total confianza:

- Serás una gran bruja.

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12/11/2014, 00:07
Lizbeth Moore

- ¿¿Padre muggle y madre bruja?? - Se le hacía de lo más extraño utilizar la palabra muggle, y más sabiendo que era para hablar de alguien como ella. De nuevo seguía mirando con los ojos desorbitados al chico. Estaba segura de que Troy iba a empezar a pensar que era muy tonta, todo el rato sorprendiéndose por cada cosa que él decía. - Creía que los niños con magia serían hijos de dos magos o dos muggles... - conforme hablaba se daba cuenta de la gran estupidez que verbalizaba. - Vale, gracias por los consejos. Iremos a esas tiendas en que salgamos de aquí.

Carraspeó intentando quitar el nudo que se le había hecho en la garganta. Quizá ese era el mejor momento de marcharse, antes de que siguiera dejando a su familia en mal lugar. Les miró de reojo intentando adivinar lo que estaban pensando. Como siempre, sus caras eran de lo más indescrifable. Excepto la de Chuck.... tenía la manía de mirarle sonriendo de esa manera tan incómoda cuando estaba hablando con los chicos...

- Ehh... q..qu...¿¿¿qué??? - El contacto de su mano le había sobresaltado por completo... pero no había sido nada comparado con la reacción que habían tenido sus palabras en ella. La zona en la que se estaba produciendo el contacto le ardía tanto que lo único que sentía eran ganas de separarse de él. Pero no podía. Estaba demasiado bloqueada. Además, sabía que sería un gesto totalmente descortés por su parte. El chico había sido amable, le había hecho un cumplido. Pero estaba tan equivocado....

- Gr...gra.....gracias... Supongo....

Miró hacia Jason de reojo. Ahora sí que le estaba lanzando una verdadera mirada de socorro. Necesitaba que rompiera ese silencio tan incómodo que se estaba formando a su alrededor. Y si fuera posible, que quitara la mano de ese niño de encima suyo. Si seguía tocándole estaba segura de que acabaría pegándole algo malo a ese chico... y parecía ser demasiada buena persona como para merecerse eso.

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12/11/2014, 00:40
Director

El abuelo de Maebh le dio un firme apretón en el hombro para transmitirle la fortaleza que esperaba de ella, antes de levantar levemente la barbilla, queriendo indicarle que se sintiera orgullosa y nunca se mostrara inquieta o nerviosa. La niña conocía de sobras la actitud de su abuelo al respecto: cualquiera podía sentirse mal, nervioso o lo que fuera pero lo realmente importante siempre sería cómo se mostrara. Tal vez por eso mismo no tuvo un gesto más cercano en aquellas circunstancias, a pesar de que Maebh sabía que su abuelo sentía adoración por ella.

- Si mis ojos no me engañan es usted la nieta del señor Conolly, ¿estoy en lo cierto? - le inquirió el hombre con su habitual gesto bondadoso, dirigiendo una respetuosa inclinación de cabeza en dirección a su abuelo, el cual la correspondió -. Fabriqué la varita de su padre y también la de sus hermanos y, estoy seguro, he fabricado la suya - sin decir una palabra más el hombre volvió a iniciar el mismo proceso que con casi todos sus compañeros, rebuscando entre las cajas, seleccionando algunas, descartando otras. Incluso llegó hasta el punto de irse a buscar una escalera para coger una aislada caja que estaba en un estante cerca del techo. Si ahí había algún sistema de organización, no resultaba en absoluto evidente, pero el hombre parecía saber qué varita había en cada caja sin necesidad de abrirla y eso que hasta donde ella había visto no había nombre ni número en la caja -. Déjeme ver con esta...no...esta tampoco, ¿verdad? Por supuesto que no - casi parecía como si se estuviera probando una túnica que no le quedara bien sólo que ella no tenía ni siquiera tiempo de mirarse en un espejo. Era difícil entender el motivo por el que Ollivander descartaba ciertas varitas, aunque con algunas sí le pedía que la agitara un poco, provocando diferentes efectos en la estancia, aunque quizás lo más sorprendente fue cuando la propia varita salió disparada de su mano -. Caprichosa - musitó entre dientes. Durante unos segundos incluso pensó que se dirigía a ella pero sólo hizo falta ver la expresión con la que recogía la varita para saber que le hablaba al mismísimo palo de madera. Finalmente, tras unos cuantos intentos*, por fin encontraron una que pareció responder bien a su presencia, provocándole un escalofrío de placer en cuanto la estrechó entre sus dedos. Nada más agitarla el cordel rojo empezó a desenrollarse a toda velocidad, serpenteando en su dirección como si la varita lo estuviera atrayendo hasta el momento en el que se detuvo -. Me lo parecía - Maebh miró la caja que le tendía el hombre para que guardara la varita. Era la que había estado en aquel estante marginado -. Fibra de corazón de dragón para una persona fuerte como usted, olmo, bastante rígida y unos nada desestimables veinticuatro centímetros, señorita Connolly. Estoy convencido de que le dará un buen uso.

Notas de juego

*Lo dejo abierto por si quieres concretarlo o tirar ^^

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12/11/2014, 00:42
Estella Dracons

En cuanto salieron se encontraron a la madre de Joy con aspecto aburrido, esperando bajo una sombrilla que aguantaba mediante la magia su elfina doméstica.

- Ah, Joy querida, por fin, empezaba a pensar que ese hombre no iba a terminar nunca. Iba a mandar a buscarte - dijo antes de que la niña tuviera tiempo a explicar nada. Fue entonces cuando Joy hizo el comentario sobre Jarek, momento en que éste salió de la tienda junto a su madre -. Qué delicioso encontraros aquí - a pesar de que parecía sentirlo de verdad, aquel modo calmado de hablar que tenía Estella, sin ninguna clase de entusiasmo por más que estuviera esbozando una sonrisa, hacían que cualquiera se sintiera ligeramente incómodo al hablar con ella -. Qué placer volver a veros, queridos.

Notas de juego

Recordad, si queréis comprar animal mejor hacedlo ya que en cuanto todos tengáis las varitas saltaré.

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12/11/2014, 00:54
Tatjana "Tanja" Cerny

Antes de que salieran por la puerta su madre le detuvo con una fresca y ligera caricia en la nuca, como acostumbraba a hacer, un gesto tan suyo que prácticamente la identificaba.

- Bien hecho, Jarek - ¿lo decía por la varita o por lo de Joy? -. Me alegro que hayas decidido invitar a Joy - bueno, claramente ahora lo decía por la niña -. Ese ha sido un gran movimiento por tu parte, igual que con la pequeña de los Connolly.

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12/11/2014, 01:23
Maebh Connolly

-Sí señor. Yo soy su nieta.

El contacto de la mano de mi abuelo en el hombro me tranquilizó lo suficiente como para que no se me notaran ni los nervios ni el miedo a fallar que sentía en esos momentos. Tenía que demostrarle, no sólo a él, sino a todos los presentes que era una Connolly completa, y que sabía mantener la cabeza fría ante espectadores sin mostrar mis emociones. Aunque esas buenas intenciones a punto estuvieron de romperse igual que el fino cristal cuando el señor Ollivander nombró a mi padre. Aguanté la respiración esperando que nadie se hubiera dado cuenta de mi momento de debilidad mientras miraba como el hombre cogía cajas de un sitio y de otro, incluso de zonas tan alejadas que casi se perdían junto al techo.

Fueron varias las varitas que pasaron por mi mano. Unas apenas rozaban mis dedos cuando el señor Ollivander ya me la estaba quitando. Otras, en cambio, conseguían que mi mano sintiera una descarga eléctrica nada agradable, incluso una salió volando como si quisiera escapar de mí y desconcertada no podía creer lo que el viejo me había dicho, hasta que me di cuenta que el adjetivo de caprichosa no iba dirigido a mí, lo que permitió que esbozara una sonrisa un tanto tensa. Comenzaba a preocuparme, pues parecía que no había ninguna que se adaptara a mí y a mi forma de ser, y esa preocupación empezaba a reflejarse en mi cara a pesar de los esfuerzos que hacía para que no se me notara.

Hasta que por fin, la última, la que había estado en el rincón más apartado de la tienda, la olvidada, esa misma fue la que consiguió que me sintiera completamente cómoda, viendo como el ovillo se desenredaba con una suavidad y elegancia que hicieron que mi sonrisa fuera la más ancha y radiante que alguien podía tener en la cara. Me volví unos segundos hacia mi abuelo para mostrarle orgullosa mi varita.

Pero más orgullosa me sentí a medida que escuchaba lo que el señor Ollivander explicaba sobre ella. Había leído algo al respecto y sabía el significado de ciertos núcleos y ciertas maderas, por lo que saber que mi varita era de olmo, propia de magos con gran destreza y elegancia, me enorgullecía.

-Muchas gracias señor Ollivander. A que es bonita ¿verdad abuelo?

Esperé a que mi abuelo pagara la varita para volver a salir al callejón. No tenía ni idea de dónde iríamos ahora pues lo más importante ya lo tenía. Faltaban las túnicas y el uniforme, pero ya me habían estado tomando medidas y me imaginaba que los elfos habrían ido a recogerlos. ¿Una mascota? No era algo que me preocupara demasiado aunque quizás una lechuza no estaría mal.