Partida Rol por web

Seguía sin entender del todo lo que decía mi abuelo. ¿Una declaración de intenciones? No, no llegaba a comprender a qué se refería pero estaba viendo a mi abuelo cada vez más molesto, sobre todo a raíz de la intervención de mi hermano, siempre tan prudente, defendiendo a mamá y al otro, poniéndose al lado de los muggles... Normal que el abuelo se enfadara. Aunque tenía que reconocer que, hasta el momento, el director Dumbledore no me había parecido mala persona, un poco loco puede, pero me parecía que era un gran mago, por lo menos la fama la tenía, aunque mi abuelo no parecía ser de la misma opinión y si él lo decía...

—¿Y te vas abuelo?

Me hubiera gustado que se quedara algo más de tiempo, pero parecía tener prisa, así que le abracé con cariño para despedirme de él. Esperaba que los otros también se fueran, aunque no habían hecho ademán alguno de moverse.

—A ver si me llaman ya para eso de la lere... legeman... le-ge-re-mancia —Tuve que pronunciarlo sílaba a sílaba para poder decirla bien—. Seguro que se me han colado todos mis compañeros.

Troy escuchó con atención todo lo que fueron hablando, sin tener nada más que aportar a la conversación. Ese Tom era real y se había cruzado con ellos dos en la noche de Halloween. Probablemente había sido él el causante de todo aquello, pero no entendía por qué había aparecido y, si era una especie de delincuente, por qué no les había hecho más daño. Podrían haber sido el previo aviso típico de las películas sobre que algo más peligroso se avecinaba.

Tragó saliva. No quisiera volver a cruzarse con aquellos ojos rojos y esa nariz deshecha. Entonces se acordó del por qué estaban allí:

- ¿Habéis visto a Megan Faulkner? La estábamos buscando. 

La mirada que recibió en respuesta a su contestación hizo que el niño rebosase de alegría, alegría que se vio truncada con las siguientes palabras de su progenitora -¿Asegurar nuestra posición? Pero si estamos muy bien...- En su cara se reflejó la confusión de sus pensamientos, parpadeó un par de veces seguidas, y al fin consiguió hablar. 

-¿Con quién?

No era lo que había pensado pero esa fue la pregunta que escapó de sus labios.

Le había costado poco vencer aquel primer bloqueo que se le había presentado aunque sus recuerdos aún seguían borrosos, como si los estuviera viviendo por primera vez. Pudo notar la aprobación de Dumbledore en su cabeza de forma difusa pero en aquel momento en el que se estaba adentrando tanto en sus pensamientos lo real estaba adquiriendo un tinte de sueño.

Avanzó de la mano de Erik, sin que nadie saliera a recibirlos. La niebla se alzaba por doquier pero de algún modo se respiraba un aire de muerte, como si no hubiera nadie aguardando a darles el susto que habían ido a buscar. Siguieron avanzando y a punto estuvieron de meter un pie en una ciénaga casi invisible por la niebla, pero no para el olfato; un denso olor a podredumbre se alzaba en aquel lugar. ¿Cómo demonios se las habrían apañado?

Estaban pensando en eso cuando de repente, ¡bum! La cara de un fantasma, de una chica joven con gafas y marcas de acné, se apareció delante de ellos con cara de susto.

- ¡Esto es horrible, horrible! ¡Están todos muertos!

Pero Caliope de repente volvió a encontrarse luchando contra aquel bloqueo, como si la fantasma se hubiera quedado delante suyo con aquella espantosa noticia sin saber nada más.

Alexander parecía inasequible a la ofensa, sencillamente. En momentos como aquel se preguntaba si hacía bien yendo con tanto tacto al hablar con él, si no debería, en su lugar, ser más directa. ¿Le beneficiaría más? Aunque posiblemente, tal y como era el niño, lo único que haría entonces sería apartarse a disfrutar de su soledad.

- Pregúntaselo a ella - le había respondido cuando el muchacho se había mostrado inquisitivo hacia su comentario.

¿Qué quería decir? Iraida parecía ser una chica torpe a la que le costaba lidiar con un hermano mucho más inteligente y habilidoso que ella. ¿Por qué se preocupaba por él y no se acercaba? Sus motivos tendría. Algo le decía que esos motivos correspondían a una larga lista de desplantes por parte de Alexander pero no quiso entrar más en ese terreno.

Luego empezó a responder con su manera demasiado lógica a algo que ella no había sabido explicar bien, pero que obviamente Alexander se había tomado con toda su literalidad posible. Se encogió un poco de hombros, casi a la defensiva, mientras intentaba que sus mejillas no se ruborizaran por la vergüenza de que un niño de su edad la tratara como si fuera aún más pequeña. Claro que momentos después le dijo que era buena e inteligente. Alexander era realmente complicado.

- ¿Gracias? - respondió, un poco dudosa, sin saber si según las normas del niño ella tendría que cumplimentarle a su vez. Por si acaso, decidió hacerlo -. Tú también lo eres - acabó por añadir -. Bueno e inteligente, quiero decir. Oye...¿nunca te ha gustado que te toquen? ¿Nunca te ha gustado que te abracen? - se le antojaba algo triste. A ella le gustaba que sus padres la abrazaran, era bonito, tierno, feliz. Pero a ella le gustaba estar con las personas que quería y que la querían -. ¿Por qué te gusta estar solo?

James, tras asentir a lo de la Legeremancia, se encogió de hombros cuando dijo que por qué no pararon al tipo aquel de pinta siniestra.

- No sé...¿no eres sangre limpia, verdad? El mundo mágico funciona un poco así. Hay gente con pintas muy raras y a los adultos les encanta ver quién puede golpear la bludger más lejos antes de que los demás se enteren. Les encantan los juegos, ¿es como el ajedrez mágico, sabes? Hacen sus movimientos, todos saben que quieren destrozarse pero siguen a lo suyo hasta que uno no coge y... - James hizo un gesto elocuente, como si estuviera dándole a Erik con un bate invisible, o incluso con una silla. Tras aquello, simplemente se encogió de hombros -. Así va. Y ahora mismo si nadie le vio haciendo el hechizo se quedará tan campante, dirá que es culpa de Dumbledore que no gestiona bien el colegio e incluso habrá gente que le dará la razón. Al final ganará el que aún tenga más fichas en pie, como siempre.

Mientras hablaba, Sirius había puesto cara de desdén.

- Me encanta la política - dijo con obvio sarcasmo -. Y...eh...¿cómo quieres que sepamos quién es esa tal Megan, exactamente? No nos fijamos en las niñas planas, ¿sabes?

- Tío, no seas borde - James puso los ojos en blanco, sin dejarse afectar por el comentario de Sirius -. No hemos visto a nadie a parte de a vosotros. Y de hecho, mejor nos vamos largando que como pasen a ver si todo está en orden...

James se estremeció de alivio mientras prolongaba el abrazo a Megan. Ahora que estaba tranquilo, podía sentir el denso y cálido deseo recorriéndole mientras apretaba contra sí el cuerpo de Megan. Tuvo que recurrir a todo su autocontrol para no desahogar su miedo del modo que mejor se le daba, pero era consciente de que su preciosa niña aún estaba malherida y débil y que él, que la quería con toda su alma, priorizaba su recuperación antes que su anhelo carnal.

- Gracias - le dijo dándole un rápido beso en los labios antes de ponerse de nuevo en pie y sacarla de aquel colegio.

Al final, Tynam se despidió de sus nietos, ignorando a los otros tres, de manera que se aposentó un denso silencio entre ellos.

- No creas, Dumbledore se lo toma con calma. Acabas con un poco de dolor de cabeza...

- ¿Qué es eso de la leg...eso? - preguntó con curiosidad su padrastro. La madre de ambos chicos tomó la mano de su marido, casi como consuelo preventivo pues podía imaginar que la respuesta de Maebh no iba a ser agradable. Le dirigió una mirada de advertencia a su hija. Por favor...ojalá tuvieran la fiesta en paz por un día. Ella sólo quería estar con sus hijos cuando se había preocupado tanto por ellos.

Le lanzó una mirada algo ofuscada a Lizbeth. ¿Qué esperaba? ¡Se le había caído la cabeza, por el amor de Dios! Vale, sí, investigar estaba muy bien, pero eran críos, a él le iba más lo de la sangre y las vísceras y los fantasmas y... Hogwarts era un sueño para las mentes macabras. Iba a decirle lo guay que sería grabar una película de miedo ahí, con tanto atrezzo natural, cuando se dio cuenta de que su amiga seguía con lo mismo.

- Eh...pues ni idea. Eso de el profeta suena a mago como Dumbledore. ¿Será él El Profeta? Claro que no tiene mucho sentido con lo que ha dicho...Oye, ¿a dónde vamos?

La mujer se permitió una sonrisa a su hijo, una que le hacía sentir más niño de lo que era. O tal vez fuera porque Tanja, en su juventud, parecía haber vivido mil vidas más que una mujer cualquiera de su edad. Sabía que por su compleja cabeza pasaban mil ideas que él ni siquiera era capaz de empezar a comprender.

- Aún no lo sé. Pero serás el primero en saberlo cuando lo decida. Ahora mismo nadie está seguro y es momento de que juegue bien nuestras cartas por los dos - soltó un suspiro, lo cuál era incluso raro en ella. ¿Estaba apesadumbrada? -. Debería irme marchando, Jarek. ¿Estarás bien?

Sirius siempre igual. Troy evitó poner los ojos en blanco ante la mención a los pechos de Megan y agradeció, como siempre, la participación de James.

- Bueno, es igual.- no sabían donde podía estar y ya posiblemente les llevara muchos minutos de ventaja. A Troy le disgustaba el hecho de tener que abandonar la "investigación", pero no le quedaba otra. Se dirigió entonces a Erik.- Será mejor que regresemos. A ti todavía no te han examinado.

Tenía muchas cosas en que pensar, pero tampoco sabía muy bien cómo enfocarlo todo. La mente de un niño de once años no daba cabida a pensar en muchísimos entresijos y misterios. De momento sabía que no estaba loco y que ese tal Tom Riddle de ojos rojos existía. Miró a James y Sirius. Les estaba agradecido por la salvada.

- Ya nos veremos.- les dijo con amabilidad y un ligero asentimiento de cabeza antes de darle en el hombro a Erik para que se pusiera en marcha. Debían deshacer el camino andado.- Vamos.

Preguntaselo a ella fue una respuesta lo suficientemente seca y borde como para que hasta Weir comprendiera que había sido demasiado... tajante. Agachó la mirada, así como la cabeza. No entendía ala gente, había intentaod ser... empatico, como decía su hermana, preguntar las motivaciones de los demás y habían utilizado contestaciones duras y feas.

Si no querían hablar con él... ¿Por que se quejaban cuando no hablaba?

Se retrayó... Se quedó callado unos minutos que parecieron horas -y que a él le gustaron- y no se movió de donde estaba. Todo había sido malo, duro y aquel colegio estaba siendo cruel. Quería irse a casa. - ¿Es una pregunta? - Preguntó cuando ella le dijo gracias. ¿No sabía cuando debía agradecer las cosas? ¿También tenía problemas con la etiqueta social?

- Se que soy listo. - ¿Pero bueno? No, él iba demasiado a lo suyo para ser bueno o malo. Pero ella le preguntó sobre un tema que era... complicado para él. Duro.

- ......................antes si. - Dijo en voz baja. - Cuando papá estaba en casa. Él me abrazaba. Y mi madre me tocaba el pelo. Pero ya no. Todos se volvieron... locos. Nada tenía sentido. Necesito la lógica. Así encontraré el camino. - Acabó por decir, frunciendo el ceño.

- ¿Para que voy a estar con los demás? No son limpios, ni ordenados, ni buenos conmigo. Gritan y me dan miedo. -  Se quedó callado, pensando. - Tu no. - Añadió, mientras seguía pensando en algo.

Me vi caminando con Erik por aquel tunel oscuro. Si, ahora comenzaba a recordar... Sin embargo, junto con la calidez de la mano del chico, que me producia una sensacion reconfortante, habia otra sensacion mas. Una, de hecho, de profunda inquietud. No sabia de que color estaria mi pelo en aquel momento, pero tenia claro que distaria mucho de aquel rubio con mechas rosas que solia tener en situaciones normales.

Esperaba que todo aquello no fuera mas que una broma de mal gusto, preparada por los alumnos mayores para asustar a los novatos. Sin embargo, aquel repugnante olor me decia, de alguna forma, que era la muerte la que nos acechaba en aquel momento, que aquel era su olor, su reclamo. -Erik... ¿tu tambien hueles eso? - pregunte entonces al chico, con un susurro entrecortado. Estaba aterrada, no iba a negarlo.

Erik ni siquiera pudo contestar. De repente, de la nada surgio aquel rostro fantasmagorico que, por si no resultaba ya de por si totalmente aterrador, comenzo a gritar que todos estaban muertos, arrancandome a mi misma un grito de puro terror. ¿Que significaba aquello?

-¿Que? ¿Quien eres tu? ¿Y que significa eso? ¿Como que estan todos muertos? Es una broma, ¿no? Porque no tiene gracia ninguna... - dije, con cara de enfado, mientras notaba un nudo cada vez mas retorcido en mi estomago que dejaba claro que algo dentro de mi me decia que aquello de broma tenia poco.

Estaba asustada. Muy asustada. Tenia ganas de gritar, de llorar, de salir de alli. Estaba saturada, muy saturada, y notaba la cabeza a punto de estallarme. No podia mas...

Y, de repente, todo aquello paso, y volvi a verme transportada a aquella habitacion en la que aquel hombre de rostro afable me contemplaba, con la señora Gibbs de fondo.

Me sentia desorientada, perdida, confusa y asustada. Mi respiracion agitada era muestra de ello- Muertos... Estan todos muertos... - repeti entonces, con voz temblorosa, mirandolos a ambos con una expresion asustada, cdiendo entonces a la presion, echandome finalmente a llorar.

Aquello era demasiado, incluso para alguien tan fuerte y valiente como yo.

Me despedí de mi abuelo con un abrazo y un beso cariñoso antes de volver a prestar atención a mi hermano.

—Es que suena muy raro eso de que se te puedan meter dentro de tu cabeza.

Tenía que reconocer que me preocupaba un poco que pudieran descubrir cosas que no me interesaba que nadie supiera. Ya había tenido la experiencia con el sombrero seleccionador y lo que había escuchado no me había agradado del todo. Además... no quería que nadie pudiera hurgar en mis recuerdos, sobre todo de mi padre, eso era algo que conservaba como un tesoro y que era sólo mío.

Ya estaba preparada para dar una mala contestación a mi padrastro al escuchar su pregunta, cuando vi la cara de mi madre. Me mordí el labio y, por una vez en mucho tiempo, opté por cerrar la boca para no decir algo cruel, tomando la decisión de que lo mejor que podía hacer era no hacerle caso, si Niall quería contestarle que lo hiciera.

—Supongo que tendré que irme ya, quiero quitar todo este rollo cuanto antes y volver a la rutina. Y si de paso nos cuentan qué está pasando sería mucho mejor.

Tatjana se giró con una sonrisa en los labios que hizo que su hijo llegase incluso a ruborizarse, pocas veces veía el niño esa sonrisa, y menos veces aún escuchaba el suspiro que emitió en medio de la contestación. 

-Sí madre. -contestó con pesar en el rostro y en su voz.

La verdad era que no, que necesitaba más tiempo con ella, que ahora que Tanja se iba empezaba a darse cuenta de lo que había prometido y de que se iba a sentir muy solo. Pero no lo dijo, apretó los labios para no pedir algo que no podía ser, endureció la mirada para no dejar ver unos ojos acuosos, y tensó su cuerpo para no acortar la distancia y abrazar a su madre demostrando la angustia que sentía. 

Troy y Erik no tardaron en despedirse de los dos Gryffindor y volver hacia donde estaba la improvisada enfermería, donde se encontraron cómo el número de gente había disminuido notoriamente y no era como si al principio fueran muchos. Caliope no estaba, Jason y Lizbeth tampoco, Megan seguía sin volver, los slytherin desaparecidos. Los únicos que seguían allí eran Alexander, que en aquel momento hablaba con Violet, Roxane, que tenía la nariz fruncida en lo que parecía un gesto de enfado y Stacy Keibler, una hufflepuff con pinta de florecilla que lloraba silenciosamente sentada en su camilla. Y, pasando de todo aquello, estaba el profesor Yourth, que tenía la mirada perdida mientras se rascaba distraídamente el vendaje que sobresalía del cuello de su camiseta.

Su delicada frente perdió su mácula cuando una arruga se formó en ella al escuchar cómo Alexander aceptaba que era inteligente. ¿Pero bueno? No. No comprendió qué quería decir que hubiera obviado aquello y no estuvo segura de si debería preguntar, aunque en parte creía que si había recalcado lo primero era sólo para hacer notar en mayor grado la ausencia de lo segundo. Entonces la pregunta era: ¿por qué Alexander no creía que fuera bueno? Porque para Violet, el chico podía ser muchas cosas con connotaciones negativas pero desde luego no lo consideraba malo.

- ¿Qué pasó con tu padre? - preguntó suavemente. Le estaba constando, pero empezaba a comprender que el padre de Alexander estaba muerto o los había abandonado, lo cuál era incluso peor. Un momento después, añadió -: ¿Qué quieres decir con encontrar el camino?

Fue en aquel momento cuando la puerta se abrió y por ella entraron Erik y Troy. Violet dirigió la mirada hacia allí y aunque vio a su hermano, no hizo el gesto de levantarse para ir con él, en su lugar volvió a dirigir la atención hacia Alexander.

- Alexander, ya sé que dices que no te gusta que te toquen pero...si algún día necesitas un abrazo... - se encogió de hombros, algo incómoda, pero no dejó que eso cortara su frase -... dímelo y te lo daré.

Violet había dirigido la mirada hacia su hermano pero no tardó en devolver su atención hacia Alexander. Al fin y al cabo, tenía que empezar a dejar de depender siempre de su hermano porque últimamente sólo le había reportado incomodidad, sobre todo cuando él y Megan, la segunda persona con quien mejor se llevaba, siempre preferían su mutua compañía antes de que la de ella.

No obstante, no había pasado ni un minuto hasta que la puerta se abrió de nuevo, dejando pasar a dos personas: Iraida, la hermana de Alexander, y Amanda Collin, la prefecta de Gryffindor. La primera parecía una mezcla perfecta entre enfado y ansiedad que se desequilibró en favor de lo segundo al ver a Alexander, hacia el cuál fue corriendo.

- ¡Alex! - desoyendo las dos riñas habituales del chico, le llamó por el diminutivo y luego le dio un fuerte abrazo -. Estaba preocupada por ti, ¿estás bien?

Violet se había apartado un poco, sorprendida y casi se podría decir que consternada, hasta que la voz de la prefecta atrajo la atención.

- A ver. Tú, gafitas - dijo señalando a Erik -. Ha llegado tu familia. Y los mellizos, la vuestra también. Me han dicho que os lleve hasta ellos así que venga, andando.

Aquello hizo que Violet devolviera la mirada hacia Alexander. ¿Estaría bien?

- Vuelvo en un rato, ¿vale? - ¿de verdad su familia no había ido a verle?

La señora Gibbs no tardó en reconfortar a Caliope con un tierno abrazo a la vez que le frotaba la espalda para que se calmara, no sin antes intercambiar una mirada confundida con Dumbledore, que en aquel momento se recolocaba las gafas, que se habían deslizado hasta la punta de su nariz.

- Por fortuna, tengo que decir que no, Caliope. No hubo muertos. Me temo que tuvieron la mala suerte de encontrarse con el fantasma de Myrtle - el hombre estuvo a punto de cometer el lapsus de añadir "la llorona", pero por suerte se contuvo a tiempo -. Desafortunadamente fue una estudiante que falleció en este colegio hace ya muchos años. Tiende a exagerar los hechos, por decirlo de algún modo. Presumiblemente vio a los primeros alumnos inconscientes y en lugar de tratar de asegurarse de su estado, fue gritando lo que le pareció más alarmista - el anciano director se esperó unos minutos hasta que Caliope se calmó antes de preguntarle -. ¿Quieres seguir? Podemos dejarlo en este punto.

La media sonrisa que acostumbraba a adornar el rostro de Niall se ensanchó al escuchar la falta de respuesta de Maebh. En el fondo, aquello le divertía. Él no se sentía precisamente favorable a su padrastro pero si algo se podía decir de Niall es que era correcto. Además, su lado académica salía en momentos como aquel.

- La Legeremancia es una técnica mágica que permite al usuario leer los pensamientos de la persona a la que le aplica el truco. La persona se puede defender, pero no es fácil. Además, normalmente sale a flote lo que más quieres ocultar porque no paras de pensar en ello. Pero Dumbledore se centra sólo en lo de la otra noche - aclaró para Maebh, que parecía tener muchas prisas por marcharse.

- No te vayas todavía, cariño, vendrán a avisarte, seguro - cosa que no compartía su madre. Estaba ansiosa por alejarla de la mala influencia de Tynam y no sabía cómo hacerlo -. ¿Qué queréis hacer por Navidad? Podríamos ir a esquiar o hacer algo distinto.