Partida Rol por web

- Pero...ei... - no sabía ni cómo seguir, le tenía totalmente apabullado ante esas reacciones extremas, sin saber cómo reaccionar.

Además, la niña parecía echarle de ahí y algo le decía que aunque era lo que le pidiera no debería hacerlo. ¿Las niñas siempre eran tan complicadas? A ver si iba a tener que volverse gay...Puaj no... Iba a ser asexual a ese paso, sí, tenía toda la pinta.

- No puedes ir por aquí tú sola después de lo que ha pasado... - ¿serviría aquello? -. ¿Por qué te has ido corriendo Liz? Pensaba que querías que viniera contigo - se revolvió el pelo con total confusión -. Me vuelves loco. No te entiendo.

Me parecio divertido que Erik se sonrojara ante mi cumplido. ¡Era verdad, hasta aquel preciso instante siempre se habia comportado como un gran amigo! Y mi padre siempre decia que no es bueno callarse las cosas buenas que pensamos del resto, y que la mayoria de la gente solo dice las malas y eso hace que las personas sean grises y esten apagadas. Sin embargo, si intentas decir a una persona siempre que es lo bueno que hay en ella, las personas se vuelven coloridas y alegres, y el mundo es un poco mas feliz.

Entonces Megan respondio a lo que le habia preguntado sobre el contenido de su carta. Y no solo ella... Violet tambien afirmo que su madre parecia decir algo parecido en su carta. Pero claro, como tambien habian dicho, la verdad era que era normal que estuvieran preocupados y que nos dijeran que nos cuidaramos... Aunque, viniendo de mi padre al menos, aquella carta me habia sonado demasiado tremendista, teniendo en cuenta que mi padre era incapaz de preocupar a nadie, siempre intentando ver la parte buena de las cosas.

-Yo estoy de acuerdo con Erik, Megan- dije entonces, asintiendo, con una pequeña sonrisa comprensiva- No creo que sea una buena idea moverse de aqui... Imagina que te vas y entonces dejan pasar a nuestras familias. ¿Que pasara entonces? - dije, intentando usar la mas pura logica en este caso.

Entonces, cuando iba a decir algo mas, una mujer entro en aquella habitacion y, por un instante, pense en que aquel chico volveria a la sala y seria mi turno para las pruebas. Pero no fue asi. Ni Troy volvio, ni me llamaron para aquella prueba. En su lugar, fue a Megan a quien la mujer mando salir de alli.

-Oiga, disculpe. La siguiente era yo. Ademas, ¿donde esta Troy? ¿No deberia haber vuelto antes de que otro se marchara? - dije, mientras mi pelo volvia a cambiar de color a un rojo intenso y oscuro, el color de la desconfianza.

No puedes ir por aquí tú sola después de lo que ha pasado...

-¿Como que no? ¿Por qué no? Vale Liz, espera, quizá tenga razón. No eres más que una cría tontita.

¿Por qué te has ido corriendo Liz? Pensaba que querías que viniera contigo

- Sí pero... pe... pe... pero... es.... ¡¡¡complicado!!!

Me vuelves loco. No te entiendo.

- ¿¿¿CÓMO QUE LOCO???

- Pe... perdona Jason. No aguantaba más allí. - Le dedicó una tímida sonrisa, en un vago intento de tranquilizar a su mejor amigo. - Creo que me agobié. No me gustan los médicos. Y me da un poco de miedo lo que ha pasado... - No estaba contando lo que había pasado, pero todo eso también era verdad. - Que... ¿qué hacemos ahora? - Miró a su alrededor, con cierto desconcierto. ¿Volver? ¿Tendría sentido? Seguro que les pillaban. Pero si se quedaban fuera también. Se mordió el labio, agobiándose de nuevo. ¡¡¡Qué difícil era la vida de un mago!!!

-Oye, ¿vamos a mandar la carta? - Un leve brillo de 'picardía' apareció en sus ojos. - Creo que del castigo ya no nos libramos... - Al menos estaría con él. Dudaba que fuera capaz de aguantar una sesión en la sala de castigos sin romper a llorar como una magdalena. ¡¡Menuda verguenza!!. - Venga, acompáñame y te daré parte de mi postre durante una semana. - Si es que volvían a disfrutar alguna vez de ese manjar.

El chico se quedó de pie, callado, mientras Rox decía su discurso derrotista y Simon intentaba edulcorar la situación. Al acabar Jarek asintió a las palabras de su amigo y se sentó en el suelo delante de la niña.

-Ya sabes, darles en las narices con lo que consigas y luego pasar de ellos.

En realidad él no pensaba así, ya le gustaría conocer a su padre, solo lo decía porque sabía que eso la animaría y por estar en compañía de sus dos amigos, sin oídos indiscretos. La miró con una media sonrisa pícara en los labios y le tendió la mano, olvidando por un instante lo que les había pasado y el lio en el que se habrían metido si descubrían que no estaban donde deberían.

Frunció los labios, pensando, preocupada. No estaba muy segura de que su tío supiera cuidarse realmente, y le preocupaba un poco que fuera a hacer alguna tontería. Pero tenían razón, Hogwarts era enorme, así que incluso si salía de ahí ahora eso significaría que podía pasarse el resto del día buscándolo y no recorrer la mitad del castillo. Más le valía esperar aquí. Entonces Caliope habló con una sonrisa reconfortante, y Megan respiró profundamente. Estaba muy preocupada, pero ambos tenían razón. Y ella tenía un especialmente buen punto. ¿Qué pasaba si dejaban entrar gente y ella no estaba? ¡Ahí sí que su tío se volvía loco!

Por otra parte Violet también veía algo raro en las cartas, así que el juicio de esos chicos no podía ser malo. Quizás era problema de ella el ser demasiado confiada.

Supongo que tienen razón... - suspiró, resignada, mientras la puerta se abría de nuevo. Esta vez, pasaba una medimaga, y la llamaba. Y la Ravenclaw se había parado obedientemente, pero antes de dar el primer paso, la Gryffindor cuestionó a la adulta y ella se detuvo. Esa medimaga no se veía como sus padres. Era fría, de mirada severa, y le producía desconfianza. Algo de lo que probablemente no se habría dado cuenta si no hubiese observado detenidamente cuando Caliope causó que se detuviera. 

Cuando Violet se une a nosotros para decirnos que sus cartas también sonaban raras no puedo evitar sentirme inquieto y empiezo a ponerme algo nervioso. Llevamos tiempo ya ahí dentro sin que entre nadie ni vuelvan los otros chicos de nuestro curso que se han marchado. 

- ¿Tú crees que lo cerrarían? ¿Pueden hacer eso?- le pregunto, con los ojos como platos, temeroso. Aunque al final resultasen ser malas personas, no quería que cerrasen el colegio. Ser mago y aprender cosas mágicas me hace mucha ilusión y si no es aquí, ¿dónde voy a aprender lo que necesito?

Entonces la puerta se abre y mis ojos van directos hacia el lugar del sonido, esperando ver la rubia cabellera del Gryffindor. Pero, a pesar de tener el pelo rubio, no es Troy quien aparece por la puerta sino una mujer con pintas de médico. A lo mejor viene a decirnos que no tenemos nada. - Es verdad. Le tocaba a ella.- confirmo, señalando a mi amiga y reforzando sus palabras. Sólo entonces me doy cuenta de la desconfianza con la que Caliope mira a la enfermera. La miro yo también, estudiando su cara. ¿Será mala? Da un poco de miedo pero siempre se me ha dado mal reconocer a las personas que son malas. Nunca me doy cuenta hasta que los tengo ya encima y lo sufro en mis propias carnes.

- Sí. ¿Dónde está Troy? ¿Ya saben qué tiene? ¿Y el chico del baño?- Ya hacía tiempo que Alexander había salido al baño. ¿No debería estar de vuelta? Aunque con la de rituales raros que tiene para la ropa, los gérmenes y todo eso lo mismo todavía iba por mitad del proceso.  

- Los tontos creen. Los listos saben. - Corrigió de forma instintiva cuando el profesor comenzó su frace por "Creía". Creer es para la gente que no puede saber. No poder saber era de gente tonta. Él era listo. Alexander no cree, Alexander sabe lo que sabe y sabe que no sabe lo que no sabe. - Y le contesté a su pregunta. Más bien le saqué del error de preguntar por mis padres, ya que para comenzar utiliza el número incorrecto. Y después en la disposición de preguntar por adultos dada la situación actual, necesita una figura de autoridad para hablarle de mi situación. Esa persona de autoridad es Iradia Weir, Tercero, Hufflepuff. - Le repitió de forma mecánica y sin ningún tipo de pasión. El hecho de que hablara de un "error de número" dejaba claro que al menos uno de sus progenitores estaba muerto.

- He terminado. Pero no siento necesidad de volver con mis compañeros. ¿Podría quedarme solo? Eso me gusta más. -

Sonreí ante el comentario de Joy. Mi compañera no dejaba de tener razón y la comparación que había hecho me había parecido la mar de graciosa. Asentí a sus palabras.

—La verdad es que el colegio ya no parece ser lo que era, o por lo menos lo que me contaba mi abuelo que había sido en otros tiempos. Ahora ya ves... —Bufé ligeramente mientras hacía un gesto señalando al resto de los niños que se encontraban con nosotras—. Dejan entrar a cualquiera sin control alguno. Eso sólo puede ir en perjuicio de la enseñanza que nos van a dar. Patético.

Mientras hablaba en susurros con Joy, me quedé observando al resto de mis compañeros, intentando descubrir cual de ellos merecería la pena ser considerado como amigo, pero a parte de mis compañeros de casa el resto no habían hecho ni un sólo gesto por entablar amistad y yo, desde luego, no me iba a rebajar a dar el primer paso. Iba a seguir hablando con Joy cuando la puerta se volvió a abrir, dando paso a una mujer vestida de medimaga.

—Bueno, si viene a buscar a la chica del pelo de colores después me tocará a mí. A ver si terminamos ya de...

No fui capaz de terminar la frase. Las palabras se quedaron atascadas en mi garganta mientras sentía como la indignación iba creciendo en mi interior. Tenía que darle la razón a Caliope, no era el turno de la Ravenclaw y no entendía el porqué de aquel favoritismo.

—Oiga. ¿Para qué nos ofrecemos para hacernos las pruebas si después ustedes hacen lo que les da la gana? Cuando terminara Troy vendrían a buscar a Caliope y después a mí... Menuda falta de cortesía...

Estaba sintiendo como, poco a poco, la rabia y la frustración me dominaban. Aquello me parecía increíble viniendo de un centro en el cual se suponía que nos educarían.

—Esto ya es el colmo. Menuda desfachatez... —Susurré a Joy con un tono de voz que dejaba bien claro el enfado que tenía.

El chico esbozó una sonrisa dubitativa en respuesta a la de su amiga, sin saber si cualquiera de sus gestos la haría estallar de nuevo en un mar de lágrimas sin sentido que lo dejaría sumido en un mar de confusión. Las chicas eran tan rara...y Lizbeth especialmente. ¿Sería por que era tan diferente que eran amigos?

La verdad era que Jason no tenía amigas niñas, Liz era la única y eso que de que, valga la redundancia, era casi la más niña de las niñas. Pero había visto su timidez, su lado herido sin ser consciente de ello, y por eso siempre había sentido que debía cuidarla y protegerla. Tal vez fuera una suerte que no profundizara en el pensamiento de qué era realmente lo que le gustaba de su compañera porque realmente no se parecían en absoluto el uno al otro ni compartían aficiones y sus conversaciones solían limitarse a Jason parloteando de mil cosas.

- Eh - empezó a decir mientras su rostro de iluminaba lentamente en una sonrisa maliciosa -. ¿Para qué quieres enviar esa carta si igualmente van a venir a vernos? ¡Hagamos algo mejor! El castillo es casi nuestro. Podemos divertirnos o investigar sobre lo que ha pasado, meternos en otras salas comunes...¡lo que queramos!

La mujer frunció el ceño con expresión iracunda mientras un evidente fastidio cruzaba sus facciones y desaparecía como si nunca hubiera estado allí.

- Son pruebas diferentes, pronto vendrán a avisarla a usted y a usted - añadió esta vez en dirección a Maebh. ¿Por qué tenía que enfrentarse a un coro de niños sedientos de saber y con ganas de lanzar reproches al primero que se encontraban? La mujer miró el reloj de su muñeca, perdiendo de forma evidente la paciencia, que al parecer parecía escasearle a pesar del rostro frío con el que se había presentado inicialmente-. O viene ya o se quedará sin la visita de sus padres y de su tío.

Se llevó la mano a la frente con gesto cansado. En serio. Le dolía todo, tenía que lidiar con un chaval difícil al cuál no sabía cómo tratar ni cómo afrontar. Había probado la indiferencia, llamadas de atención, las amenazas veladas, la cercanía, el interés incluso había tratado de hacer que se sintiera puesto a prueba, pero todos sus intentos caían en faltas de respeto e insultos para nada intencionados. Si fuera McGonagall ya estaría castigado hasta el día del juicio final pero él tenía otras prioridades en mente como para permitir que sus preocupaciones surgieran en forma de enfado hacia aquel niño extraño, de modo que acabó por ahogar un suspiro y masajearse la frente con evidente gesto de dolor.

- No - dijo simplemente, adoptando un tono desgastado a la vez que colocaba una mano en el hombro del niño para guiarla hacia la salida, sin importarle que a Alexander le molestara el contacto -. No puede quedarse, volvemos con los demás ahora.

Rox no parecía muy convencida pero ante las palabras de Jarek acabó por esbozar una medio sonrisa, triste, pero sonrisa al fin y al cabo. Jarek era su mejor amigo aunque quizá éste no lo supiera, aunque de hecho no hiciera tanto tiempo que se conocían. Siempre había sabido ver a través de ella, siempre había encontrado su forma de llegar a su alma incluso cuando su inseguridad y su tristeza la minaba tanto que ni ella sabía dónde hallarla.

- Claro, y entonces me hago con toda la herencia y les hago morder el polvo - intentó bromear, provocando una mueca de incomodidad en Simon quien estaba encorsetado en los modales de la alta sociedad, sabiéndose miembro de una buena familia -. ¿No puedes adoptarme y hacerme tu hermana? Sería genial.

A pesar de que seguía pareciendo triste, aceptó la mano de su amigo, dejándose llevar mansamente de vuelta.

¿No? ¿Porque no? ¡A los demás niños les gustaba estar sin Weir, y a Weir le gustaba más estar sin los demás niños! ¡Ese hombre no entendía nada! ¡Desalmado! ¡Antiemocional! ¡Desgastado! ¡Desacatado! ¡Monstruo! Pero claro. Aun estaba lo peor por llegar. Por que como diría cierto muggle, cuando todo ha ido de mal en peor, el ciclo se repetirá. Y como añadido a aquel comentario, una vez el ciclo se repita, este solo tendrá como resultado peores estadisticas que el ciclo del cual procede.

Horroroso.

Y... como todo el mundo esperaba, ahí llegó el gritito de terror. - ¡NOOOOOoooooo.....!! -  Un alarido de puro dolor, de puro miedo, impotencia y como si fuera propio de una niña de 3 años, cargado de miedo infantil y asco por el contacto humano ajeno no deseado. Aunque siempre era no deseado, a decir verdad.

Y como un resorte, el resultado automatico a años de negación fisica, se tensó como un resorte mientras se quedaba paralizado y palidecía rápidamente. No, estaba claro que no era fingido, ojalá lo fuera.

Y para desgracia de Yett, santo en vida aquí donde esta, se encontró con un infante de 11 años tenso y rígido como una tabla de madera, pálido como el mármol e igual de callado. Parecía que alguien había dado con el botón de "mute" de Weir. El contacto físico.

¡Su talón de Aquiles!

Cuando Troy salió nuevamente de su recuerdo se encontró con que Dumbledore le miraba fijamente con expresión de haber hallado justo lo que esperaba. No estaba sorprendido, sino más bien resignado.

- Sí, eso era, por supuesto - comentó para sí -. No puedo seguir navegando en tus recuerdos* porque se acercan demasiado al bloqueo pero creo que hay suficiente para deducir qué sucedió a continuación. Y puede que su amigo James o Megan Faulkner tengan más información sobre lo sucedido. Aunque, y si mi deducción no me falla, en mi opinión ese hombre, Tom Riddle, se encontraba ahí para hacer una rápida visita al profesor Slughorn antes de venir a verme a mí.

Ese muchacho ya le había generado dudas en el pasado pero en la actualidad era algo diferente. Sus juegos de niño habían madurado y sus ambiciones también. No tenía ninguna duda de que era el causante de todo lo sucedido.

- No puedo más que hacer suposiciones, pero le voy a pedir que si vuelve a ver a ese hombre se aleje de él. Las casualidades no existen y fue su presencia aquí la que desencadenó el ataque. No voy a señalarle con un dedo acusador sin pruebas al respecto - las palabras de Dumbledore, aunque serenas, tenían un leve matiz que dejaba claro lo que pensaba, que Tom Riddle era el causante. Pero, ¿por qué? -. Hemos terminado, a no ser que tengas alguna pregunta. Ya puedes moverte libremente por el castillo aunque avisa al siguiente, por favor.

- Y si quieres hablar de algo que te haya inquietado también puedes hacerlo - añadió la señora Gibbs.

Le costaba un esfuerzo enorme mantener la mirada en Jason. Cada vez que los ojos del chico se posaban sobre ella (prácticamente cada momento) sentía como sus mejillas se ponían más y más rojas. ¡Debía parecer una niña tan tan tan tan tonta! Aun podía sentir los ojos llorosos y los churretones de agua salada manchando sus mejillas. ¡¡¡Que verguenza!!!

- Pues porque...

No pudo seguir.

-Eso Liz, ¿por qué quieres enviar esa carta si igualmente van a venir?

Si es que al fin y al cabo Jason siempre tenia razón.

- Pues no lo sé - concluyó, sonriendo timidamente algo más relajada,barajando la nueva posibilidad planteada por su amigo. Le daba tanto miedo que podía sentir el vértigo en su estómago. ¡¡Investigar en el castillo!! Ni en sus más salvajes sueños se había planteado esa posibilidad (si hubiera conocido Hogwarts). Pero tenía cierto sentido...

- ¿Y si nos pillan? ¿Y si nos atacan? ¿Y si nos descubren? ¿Y si ocurre algo raro mientras no estamos? ¿Y si papá y mamá llegan y no me encuentan? ¿Y si....?

Y allí estaba Lizbeth, metida en su habitual bucle de 'y sis' que le hacían poner cara de estreñida. Por suerte, ella no tenía constancia de eso.

-Crees... que.... encontraremos... - Mirada a su alrededor, consciente de que iba a dar rienda suelta a las pillerías de Jason. - ... ¿algo interesante?

No necesitó activarlas, porque enseguida la locura se adueño de ella.

-¿¿Cuántas cosas mágicas crees que habrá en el colegio?? ¿¿Habrá monstruos en los pasillos?? ¿¿Has visto que los cuadros se mueven?? ¿¿deberíamos hablar con alguno de ellos?? ¿¿Y qué hacemos sin nos encuentran??

Dentro de todo, lo que decía tenía sentido. Podía ser que Troy siguiera en sus pruebas distintas y que para ahorrar tiempo viniesen a buscarla a ella. Sería hasta eficiente. Pero también era cierto que Alexander no volvía aún, y eso seguía siendo raro. No, esa mujer no le provocaba ni el más mínimo de confianza. Y pensaba decírselo, pero cuando abrió la boca para contestar, la señora soltó esa amenaza. Y por mucho que le gustase la idea de enfrentarse a ella, ni tenía el coraje para hacerlo ni podía arriesgarse a que le cancelaran la visita a su tío. Es que eso si que serían problemas. 

Disculpe, señora, ya voy. - dice, poniéndose en marcha para ir con ella. Solo quedaba rogar porque fueran puras paranoias infantiles y que no pasara nada malo. A menos que... a menos que la preocupación por el tiempo se debiera a algo más que un horario, y que su desconocimiento del resto de los nombres no fuera una casualidad o desprecio. Quizás el que la tratara de tú a ella y de usted al resto no era una diferencia a tomar a la ligera. Entrecerrando los ojos, miró hacia ella mientras salía de la habitación. 

No, no sería capaz... ¿O sí?

-¿Y por que son pruebas diferentes? ¿No estan tardando demasiado?  - dije, con el pelo aun rojo, ante la respuesta de la mujer. Ademas, acababa de contradecirse. Si venia a por ella a hacerle pruebas, ¿por que de repente parecia que venia a que viera a sus padres y a su familia? - ¿Nuestros familiares no pueden entrar aqui a vernos? A mi me encantaria que mi padre conociera a Erik. Seguro que le cae genial. - dije entonces, intentando ver cual era la reaccion de aquella seca mujer a lo que acababa de decir. No, claro que aquella mujer no me gustaba ni un pelo.

E, inevitablemente, me vi observando a aquella extraña, buscando aquellos tentaculos de los que Erik nos habia hablado antes. ¿Y si, despues de todo, llevaba razon y aquella gente eran extraterrestres que se habian hecho con el control del colegio? La verdad era que, a medida que iba pasando el tiempo, cada vez me parecia menos descabellada aquella opcion.

- Pero no lo entiendo. Dijisteis que el ataque había sido el mismo para todos. ¿No deberíais hacernos las mismas pruebas?- digo, uniéndome al interrogatorio de Caliope- Y no ha respondido a mi última pregunta.- No había dicho por qué no habían vuelto ni Alexander ni Troy y aquello me inquietaba. 

No puedo evitar mirar fijamente a Megan, preocupado, cuando acepta la orden de la rubia sin oponerse ni hacer más preguntas. La mujer no ha dicho nada malo pero es que tiene cara de mala. Decido que debo actuar. ¿Y si se llevaba a Megan y le sorbía los sesos con los tentáculos que seguro que tenía escondidos en sus fosas nasales. 

- ¿Y qué pasa con la chica rubia? ¿Le han hecho ya la prueba?- intento evitar el tartamudeo-qué mal se me da mentir- en mis palabras. No había ninguna chica rubia y si la mujer era una enfermera real lo sabría. Tan solo espero que el pequeño temblor de mis manos, que intento controlar agarrando con fuerza la una con la otra, no me delate. 

Ya había terminado. A pesar de haber sacado bastantes cosas en claro, lo cierto es que la sensación que le había dejado aquella experiencia a Troy era de decepción. No habían podido continuar porque él no había sido lo suficientemente habilidoso. Solo era un niño de once años que apenas sabía nada de magia, control y menos aún de Legeramancia, pero ello no disminuía el enfado del chico por su falta de capacidad.

Se quedó en silencio, escuchando al profesor. Ese hombre era el causante de todo lo sucedido al parecer. Se grabó a conciencia su cara, su forma de hablar y aquellos rojizos ojos. 

Asintió al profesor y a la sugerencia de la otra señora antes de despedirse y salir, confundido. 

Cuando sea mayor quiero aprender Legeremancia. ¡Lo conseguiré!