Partida Rol por web

La esposa de Egir

Acto I: Los muelles de Tibas

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18/10/2009, 13:52
Director

El barco de los hermanos De Graff echó el ancla en el puerto después de media tarde, cuando la luna ya había aparecido en el cielo y éste comenzaba a tornarse del color de la pez. Ya desde el mar podían apreciar que la ciudad no se parecía a su Puerto Ánfora natal: Puerto de Tibas era un lugar sucio, lleno de antiguos edificios decadentes y ruinosos, de mendigos, rateros y asesinos. Como toda Dwanholf, por otro lado.

Los encargados de la carga y descarga de las mercancías ayudaron a Rembdrant y a Radovick a cambio de unas cuantas monedas, al igual que a los maestros del muelle, a los que había que sobornar para mantener a salvo el barco y lo que había dentro. Fue, no obstante, algo rutinario. Llevaban haciéndolo años, pues en Dwanholf cada puerto tenía su propia ley y sistema de seguridad, y quien no lo hacía así podía despedirse de cualquier posibilidad de beneficio. Podían seguir considerándose, al menos, personas honestas, y en eso se diferenciaban de todos los demás... a rasgos generales.

Tras ultimar los negocios en el muelle, los tres De Graff se dispusieron a buscar una posada en el centro, alejados de la mala gente que abundaba en el puerto. Habían comprobado que por unas pocas monedas y por un paseo hasta la ciudad, encontrarían menos chinches en las mantas y moscas en los guisos. Y si querían dormir en tierra firme por una noche, lo menos que podían hacer era rascarse un poco el bolsillo para hacerlo de manera placentera.

Caminando por el muelle en dirección a la posada habitual, El gancho del carnicero, se toparon con un grupo de trileros haciendo su trabajo, putas que los llamaron insidiosamente, golfillos que trataban de robarles en vano, un par de borrachos discutiendo a voz en grito y a punto de echar mano de sus navajas y una vieja que decía adivinar el futuro en las entrañas de un pescado. Nada diferente del Puerto Tibas de siempre.

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18/10/2009, 14:36
Adelheid

La muchacha sabía que mirar a los ojos de los desconocidos podía darles problemas a sus hermanos mayores, así que se había acostumbrado a prestar atención al suelo y hacer oídos sordos a cualquier voz que se levantase en la muchedumbre. Su belleza no tenía nada que envidiar a la de Radovick y Rembrandt, a pesar de que se asemejaba más a la de un capullo por florecer que a la de la rosa abierta y lozana en la que se convertiría con tiempo. El pelo castaño y corto le caía sobre la nuca liso, y los ojos del mismo color eran aún tímidos. Unas cuantas pecas adornaban su nariz, y su cuerpo ya casi desarrollado del todo no daba muestras de ello por la ropa holgada y masculina que vestía.

Miró alternamente a Radovick y a Rembrandt y se frotó un ojo.

-¡Me muero de hambre...!

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18/10/2009, 15:28
Rembrandt De Graff

El aire de niño que tenía Adelheid no era casualidad: ambos hermanos habían hablado sobre aquello: su hermana empezaba a tener una edad y estaba dejando de pasar desapercibida. Eso tenía unos pocos pros, pero varios contras. Uno de ellos es que estaban en una de las regiones (si no las demás) infestadas de bandidos, salteadores, violadores y esas cosas que tanto se interesaban por las jóvenes como Adelheid. Por ello era necesario que la niña (porque todavía la consideraban una niña) tuviera el pelo corto y vistiera lo menos femenina posible. Ya tendría tiempo que disfrutar de su belleza... pero no en aquel lugar.

Efectivamente, Puerto Tibas era un hervidero de mierda tan oloroso como casi todo Dwanholf, exceptuando su ciudad, que era la excepción que confirmaba la regla. Pero aunque fuera un lugar de mierda siempre había algún lugar 'normal' en todas las ciudades. Aunque sólo fuera uno... Pero la experiencia de viaje de los De Graff les había desvelado aquellos lugares: y los tres hermanos lo aprovechaban, vaya que si lo aprovechaban.

Si hay algo que hacen los  hermanos mejor que muchos es complementarse. Aquellos que se guiaban por la fuerza bruta se topaban con Radovick, que les hacía pensárselo dos veces en la mayoría de ocasiones. Aquellos con los que la fuerza no valía para nada (quizás sí para empeorar las cosas) se daban de bruces con la planta de Rembrandt, que había demostrado poder venderte una espada rota  e irte contentísimo a tu casa.

También, algunas veces, cuando ni el brazo de Radovick ni la lengua de Rembrandt habían conseguido sus objetivos, el encanto que desprendía la pequeña de los De Graff les había servido para afrontar otros problemas que surgieran. Sí, era indudable que se complementaban.

La pequeña se quejó, reclamando algo de comer. El mediano de los De Graff le puso una mano en la nuca unos segundos, con una sonrisa conciliadora.

- ¡No te quejes tanto! Que los demás también queremos comer. En cuanto lleguemos a la posada pediremos la mejor bazofia que tengan y nos pondremos las botas, ya lo verás. - Sí, bueno, era habitual ver a Rembrandt llamar 'bazofia' a toda la comida que no fuera delicatessen, por muy rica que estuviera.

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19/10/2009, 13:00
Radovick De Graff

Otro puerto más, algo menos inmundo que los otros, pero aún asi lleno de peligros, de gente rastrera y mentirosa, y demás filigranas de la humanidad. Aún asi mi rostro no lo demostraba, desde que hacía unos años sufrí ese extraño encuentro y me volvio el pelo blanco como la leche, no me permitia demostrar mis emociones a excepción de alguna leve sonrisa que me saca mi hermana pequeña, a la que quiero como a una hija, aunque soy algo duro con ella todo hay que decirlo. Pero lo hago por su bien, no me gustaría que le hiciesen daño, estos puertos no son seguros, ni siquiera para un guerrero como yo, en el interior del más murmurante mendigo, puede esconderse la ponzoña de un monstruo, dispuesto a cebarse en el más debil.

La verdad, sino fuese por mi hermano, ahora mismo hubiese acabado como guerrero ambulante, un simple mercenario en busca de la siguiente paga, he tenido suerte. No me veo entre esos hombres que matan por el simple dinero, o que son capaces de cualquier fechoria para obtenerlo. Yo lucho por mi hermano y mi hermana, para brindarles un buen futuro a los dos. Es lo que se hacer, y no puedo fallar, pues si fracaso, cualquiera de mis dos seres más queridos podría sufrir...

Ante las palabras de Adelheid, mi hermosa hermana, la que se convertira en una bella dama, sonrió un poco, sin el enfado de mi hermano:- Cuando lleguemos a la posada, comeras lo que plazcas, solo nos quedan unas calles más...- No me importaría que mi hermano fuera algo menos melindroso para ciertas cosas... Nunca puedes saber sino te tocara comer lo que puedas en el camino. Recuerdo cuando nuestros padres iban de carreteros ambulantes, a veces casi llorabas ante la visión de un simple plan mohoso.

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19/10/2009, 14:13
Director

El gancho del carnicero era el resultado de un negocio muchas veces abierto y cerrado, un intento constante de tener éxito sin mucha suerte. Los dueños cambiaban una vez al año, dos como mucho, y sus destinos eran de lo más variado, desde suicidios a muertes violentas, pasando por enfermedades, huidas y destierros. Los dueños actuales eran antiguos matarifes y habían decidido renombrar la posada en honor a su oficio, pero por suerte olía mejor que en aquel. El ambiente, a pesar de estar cargado de humo y ruido, parecía bastante limpio y la pátina pegajosa de otros locales aún no había caído sobre el mobiliario.

Después de pedir un par de habitaciones, una para los chicos y otra para Adelheid, y asegurarse con el debido plus que el baño estaría limpio y que los cerrojos serían de los caros, el trío se sentó en una de las mesas más apartadas mientras una camarera de escote generoso les explicaba lo que podían comer.

-Guiso de pescado, guiso de verduras, guiso de marisco, guiso de cebolla, empanada de pescado, empanada de marisco, empanada de cebolla o sopa de ajo -dijo de corrido-. Todo va incluido en el precio de la habitación. Si quereis cerveza o agua, o vino tinto, también; si pedís algo más, tendreis que pagar aparte.

Una vez hubo dicho lo que debía se concentró en mirar a los dos De Graff, tan apuestos y hermosos ambos. Se llevó una mano a los labios carnosos y sonrió. Era una muchacha guapa, algo entrada en carnes, pero agradable a la vista. Se parecía a las putas del muelle en varios sentidos, pero al menos no voceaba lo que era capaz de hacer a cualquiera que se le cruzase, apuesto o no.

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19/10/2009, 14:42
Adelheid

La muchacha, suspirando algo molesta como siempre que se topaban con una situación parecida, hundió la barbilla en el pecho y murmuró:

-Quiero empanada de marisco. -Luego, con ademán inocente, levantó la vista hacia Radovick y preguntó-. ¿Puedo tomar cerveza? Es gratis.

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19/10/2009, 15:50
Rembrandt De Graff

Aquella situación era habitual en la familia. Por regla general Adelheid pedía algo y Radovick se solía negar, aunque a veces cediera. Otras no cedía y era Rembrandt el que a posteriori le condecía al caprichito a su hermana si era posible, a escondidas. El mayor de los tres estaba convencido de que tenían que ser muy precavidos, por lo que no podían permitirse demasiados lujos. El mediano pensaba que Adelheid tenía que disfrutar un poquito de su infancia, ya que ellos dos no habían podido disfrutar todo lo que habían querido. En ese sentido Radovick solía tomar el papel de padre y Rembrandt el de madre (aunque nunca lo reconocería) y como ninguno de los dos era estricto al cien por cien en su opinión todo solía acabar funcionando bien.

Rembrandt no pudo si no fruncir el ceño ante lo que aquella camarera (que no estaba nada mal) decía, ¿es que acaso no sabían cocinar en Puerto Tibas?. Suspiró, resignado. Ya que tenía que comer algo de eso comería al menos algo caliente.

- Yo quiero guiso de verduras. Y agua. - NO iba a beber ese vino, ni a probar esa cerveza. El agua, pese a que tampoco le inspirara mucha confianza, sería lo más limpio que encontraría allí.

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20/10/2009, 11:45
Radovick De Graff

Cuando avanzó por la posada, me fijo en su clientela y en el ambiente, no es que fuera una de los sitios llenos de delicatessen que le encantaban a Remmbrand, pero me gusta las cosas austeras, no me gustaba sentirme incomodo, entre tanto camarero bocazas, y platos de nombres impronunciables. Cuando acordamos con el dueño las dos habitaciones, ya me relajo, al dar el dinero suficiente para poder estár más o menos seguro esta noche.  Por lo que me animo un poco, y sigo a mis dos hermanos a una de las mesas, estoy dispuesto a comer lo que me dieran, fuera "bazofia" o no. Al sentarnos en la mesa, alejada de la puerta y de posibles problemas, puedo contentarme en ver a mi familia con sus discusiones habituales, ante la picara posadera. Cuando me toca mi turno de pedir, dedico una ligera sonrisa a la posadera:- Perdona los modales de mis hermanos, estan cansados, y no agradecen un buen servicio. Por mi parte, si agradezco, que usted un hermosa mujer, sea la que nos recibira con una comida caliente y una buena bebida...- Pienso un momento y le digo:- Pues me placera, aceptar de sus lindas manos, un guiso de pescado y una jarra de cerveza... En cuanto al pequeño bebera agua-

Al ver como se aleja contoneandose a la posadera, le digo a mi hermanita:- No te enfurruñes, yo te dare algún vaso de mi jarra, pero no te dare la jarra entera, recuerdas la vez que estuvistes dandonos la serenata por tomar demasiado licor de hierbas...- Esperando que no se moleste demasiado.

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20/10/2009, 16:37
Adelheid

Adelheid suspiró, decepcionada, y se inclinó sobre la mesa con fastidio, murmurando algo ininteligible. Poco después, la camarera regresó con la comida y la bebida que habían pedido y la muchacha se animó bastante, arrancando a su empanada grandes bocados que hacían que tuviese que beber agua para evitar ahogarse con ellos.

La camarera no dejó de coquetear con Radovick, que le había seguido el juego, en ningún momento, y mientras atendía a otros clientes seguía echándole miraditas pícaras o mordiéndose la lengua. Adelheid puso los ojos en blanco y habló a Rembrandt en tono de fastidio:

-Joder, ¿es que siempre tiene que ser igual? ¿No sabeis más que dar la nota y ligar? -Miró molesta a Radovick-. Y se supone que me tienes que dar ejemplo... Pues menudo ejemplo, ya te digo.

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20/10/2009, 17:45
Rembrandt De Graff

Otra cosa que había quedado clara allí es que su hermanita de tonta no tenía un pelo (ni cortado ni sin cortar). Rembrandt se encogió de hombros mientras miraba a Adelheid. - A mi no me mires, ha sido él. - dijo el joven, formando un semicírculo con los ojos. Para luego murmurlarle a ella. - Míralo desde el lado positivo, si triunfa mañana estará medio dormido y no tendrás que aguantar sus 'ten cuidado, será mejor que vayamos por aquí, voy a vigilar a ese tipo...', esas cosas.

- Además, ¿yo dar la nota? Me ofendes, hermanita. A mi no me compares a este bruto. - Rembrandt golpeó las costillas de su hermano con el codo en uno de sus encontronazos de miradas con la camarera. - ¡Que se te enfría la comida! -

Y, tras mirar a su plato con cara de '¿Tengo que comerme esto?' cogió su cuchara y la metió en el guiso, empezando a comer.

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20/10/2009, 18:05
Radovick De Graff

Mientrás dedico una mirada a la hermosa posadera, que parece tener en pensamiento muchas cosas más además de servinos la comida, sonrio, la verdad es que de vez en cuando está bien relajarse de tus obligaciones, aunque solo sea por ver una sonrisa y los ojos de deseo de una belleza. Cuando recibo el codazo de Rembrandt, le expecto:Pues tu tampoco veo que le eches el mordisco, a tu plato... Y bien que deberias, que ultimamente, parece que te alimentas de sarcasmos, y de tu propia socarroneria.--Miro sombriamente  a Adelheid, quería mucho a la pequeña, pero a ratos podría ser muy punzante, tenía muchas obligaciones y a veces tenía derecho a relajarse en su eterna obligación de cuidad de su pequeña familia, le dijo secamente:- Tienes una constumbre muy mala en meterte en camisa de once varas. Solo he sido educado, cosa de la que podrías tomar ejemplo los dos.- Mientrás cojo un trozo de mi guiso, al fin al cabo no está tan mal como parecia, además la muchacha se estaba poniendo en posición para ver sus pechos que parecian sonreir tanto como ella misma. Cuando detectan mi mirada, refunfuño, y fijo mi mirada al plato, para que dejen de meterse conmigo mis dos hermanos pequeños.

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20/10/2009, 19:31
Bartel

Empinando el codo y jugando a las cartas en un rincón había un grupo de hombres de mala calaña, apestando a licor y a tabaco. Al que no le faltaba un ojo, le faltaba una oreja, o la nariz. Eran, como se suele decir, lobos de mar con todas las batallas y robos escritas en la piel a punta de espada, y bien orgullosos de ello.

Después de una mano especialmente dudosa, dos de los marineros se amenazaron a muerte mutuamente y salieron en estampida para cumplirlo, junto con buena parte del local. Incluso la camarera fue a echar un vistazo, aunque gritó que más les valía no manchar o romper nada que le perteneciera. Cinco minutos después, o menos, uno de los dos volvió con una amplia sonrisa y las manos manchadas de sangre. Se sentó en la silla a horcajadas y tomó un largo trago de la jarra que alguien se había dejado sobre la mesa.

-¡Cómo ha chillado! -gritó uno de sus amigos sentándose al lado-. ¡Si todos los dalenses son como él, el perrito de la Emperatriz tiene un ejército de cobardes!

-¡Qué cabrón eres, Bartel! No se esperaba que le metieras una patada en los huevos -dijo otro.

-Sí, y a cuenta de eso estará ahora mismo de camino a la casa del cirujano con las tripas escapándosele entre las manos -rió el tal Bartel, cuyo pelo casi cano estaba recogido en una cola de caballo.

Las chanzas siguieron y Bartel volvió a ganar otra partida a las cartas, tras lo cual sus amigos se volvieron menos simpáticos y decidieron dejar de perder dinero a su lado. Mientras se levantaban y él bebía otra jarra casi de un trago, Adelheid tuvo la mala fortuna de cruzar la mirada con ellos. Entonces el marinero se rascó la mandíbula cuadrada y soltó la primera bravuconada:

-¡Vaya, pero si eres una chica! Con esa ropa tan holgada pensaba que eras un muchachito... Así sí que estás apetecible, ya lo creo. ¿Por qué no les dices a tus primos que prefieres cenar conmigo? -Y se echó mano a la entrepierna y la tocó obscenamente. La gente se echó a reír aunque no todo el mundo. Radovick no parecía tan endeble como el dalense.

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20/10/2009, 19:59
Radovick De Graff

Dejo de comer, poniendo los cubiertos en sus respectivos lugares, alrededor del plato, y me levanto despacio, mirando a los ojos al tipejo, que ha osado hablar a mi querida hermana así... Mi sangre hierve y me llevo la mano al arma.- Creo que deberias retirar tus palabras, porque esta señorita merece bastante más que un simple cerdo que se tiene que buscar los cojones con la mano porque no sabe donde los tienes...- Le miro con odio que se refleja en cada uno de mis movimientos. Pasar de unos dulces coqueteos con la camarera, y una discusión familiar aconstumbrada a tener que retarme, quizás a muerte con una maldita basura de los muelles. Quizás no sea tan malo terminar con la existencia de ese tipejo... Aunque tenga que barrer de escoria todo el local. Miro un momento a mi hermana y siento remordimientos que tenga que ver una escena como esta, pero desgraciadamente ciertos tipos no conocen otra cosa que el filo de la espada, me encantaria que ella viviera en un mundo que no tuviese que necesitar ningún arma para sobrevivir.

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20/10/2009, 20:31
Rembrandt De Graff

- Bah, déjalo Radovick, si se atreve a poner cualquier parte de su cuerpo a menos de dos metros de ella saldrá de aquí con el gancho del carnicero incrustado en su enorme y sucio culo. - a él que no se le escapaba una (y con los gritos que habían pegado menos todavía) añadió - ...pero sin patadas en los cojones, ¿vale? -

Lo suyo no eran las peleas. Aunque le encantaban los retos... él prefería jugarsela a acertar a un objetivo en el quinto cielo, a ver quién se acercaba más. O incluso se la jugaría a un duelo a una flecha a una distancia considerable. Bah, le encantaban los arcos.

Volviendo a la realidad... dudaba que aquel bruto compartiera su gusto por la arquería, así que habría que usar otros métodos.

- Antes de que la roces siquiera tendrás que matarnos a los dos, cosa que veo improbable para un alfeñique como tú. Y aunque nos consiguieras matar nuestros fantasmas te estarían dando por el culo hasta que se te quitaran las ganas de molestar. -

Para lo bueno y para lo malo... le perdía su lengua. Pero un rayo de lucidez pasó por su mente.

- Oye Radovick, que todavía tenemos que dormir aquí... yo te aviso de antemano. - con eso quería decir que no le apetecía nada que le echaran de la posada por armar tanto jaleo.

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21/10/2009, 20:04
Bartel

Bartel miró a Radovick con media sonrisa, sin levantarse, perezoso. Levantó la jarra, como si brindase por lo que acababa de decir.

-Estaré dispuesto hasta a llegar a una moneda de oro, que es mucho más de lo que pagaría por cualquier zorra de los muelles, pero apuesto a que tiene virgen tanto el coño como el culo. ¿Tengo que dártela a ti? -Se levantó, hurgó en un bolsillo y le lanzó una moneda de cobre a los pies-. No has tenido suerte. Tendrás que contentarte con eso.

Sus amigos estallaron en una nube de carcajadas y obscenidades. Los cuchillos relucieron al ser sacados de las vainas. Todo el mundo sabía lo que vendría a continuación. Era lo malo de los marineros ociosos. Aquel infame marino bien podía no estar interesado en la muchacha en absoluto, pero provocaría a cualquiera sólo con tal de proseguir el derramamiento de sangre.

Uno de los marineros se inclino sobre Bartel y éste se echó a reír.

-Oye, canoso, mi compañero dice que si estarías dispuesto a entrar en el lote. No eres nada feo.

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21/10/2009, 21:23
Radovick De Graff

Yo sonrío ligeramente, aunque verdaderamente no con la boca. Recojo la moneda y la examino un momento, me la pongo en el pulgar y la lanzó con fuerza. Acertandole entre los ojos, y le remitó:- Me temó, que vas a necesitar cada una de tus monedas para ir donde fue tu amigo a que le cosieran, por que hijo mio, me has fastidiado la comida, estás molestando a mi hermana, y has hecho que mi hermano empiece soltar su lengua y no sabes lo fastidioso que puede llegar a ser...- mi espada sale en toda su longitud, y preparó mi posición- ¡Vete!, en serio, quizás has recordado algo, como que tu madre que está en la esquina, vendiendose, está buscando que le arrulles, pero como sigas por aqui, tus sesos van a decorar las paredes, y voy a tener que darle tu bolsa a nuestra querida posadera, para que pueda pagar los desperfectos...- Sonrio de forma animal, buscando que la sensatez se les encienda a esos imbeciles... Cuando me acuerdo de algo, sin dejar de mirar a los tipejos le digo a mi hermana:- No aproveches para beberte la cerveza, que se por donde deje la jarra... Acabo enseguida...-

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21/10/2009, 22:11
Rembrandt De Graff

..........eso sí que no lo pudo soportar. Podían amenazarle. Podían intentar llevarse a su hermana al catre... pero aquello... aquello era demasiado.

Rembrandt De Graff se rió como no se había reído en muchos días. - JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA - cuando su hermano se levantó él también lo hizo, pero tuvo que volver a sentarse (y con cuidado de no caerse al suelo) del ataque de risa que le entró. ¡Se querían pasar también a su hermano por la piedra! ¡Dioses, aquello era lo más divertido que había escuchado desde que salieron de Puerto Ánfora! - JAJAJAJA... Uf, uf, tengo que tranquilizarme. Que si se quiere uni... jajajajaja... -

Se pasó una mano por el ojo derecho, del cual casi se escapa una lágrima. - Creo que la acabas de cagar, marinero de agua dulce. ¡Posadera! ¡Ya tenemos plato del día! Testículos de marinero en salpicón. - y aún se le escapó una risita floja - Eres divertidísimo, en serio. -

Entonces miró a su hermana, de la que no había visto su reacción. - ¡El tipo ese se quiere ligar a Radovick, jajajajaj! -

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21/10/2009, 22:25
Adelheid

Adelheid, que hasta el momento había permanecido pálida y a la espera de que se iniciase la trifulca, miró con horror a su hermano Rembrandt.

-¿Pero qué haces? ¿No ves que así lo empeoras? -murmuró a media voz. Pero Rembrandt se reía tanto y de tal modo que al final no pudo evitar que se le escapase una risita.

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21/10/2009, 22:25
Radovick De Graff

-Lo dicho, ahora no se va a callar ni debajo del agua...- Les digo a mis hermanos:-Vosotros a callar, que después el que tiene que dar los golpes soy yo, por vuestras impertinencias... Que cruz. Y después te quejas de que tenga la lengua Adelheid, bien afilada- Sigo concentrado, dispuesto a cualquier movimiento lanzarme al ataque.

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21/10/2009, 22:27
Bartel

Cuando la moneda dio a Bartel entre los ojos, el marino quedó perplejo y sorprendido. Pero cuando Rembrandt empezó a reírse como un maníaco, su rostro se tiñó de carmesí y su mano extrajo del cinturón un cuchillo curvo y dentado.

-Me parece que la niña de mierda esta quiere morir -dijo al que había manifestado interés por Radovick-. ¡Voy a cortarte los huevos para ver si ahí también tienes el pelo blanco, hijo de perra!

Y diciendo esto se lanzó sobre Radovick con el cuchillo en ristre.

 

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