Partida Rol por web

    Walter por fin había logrado contactar con nosotros y Daarya no tardó mucho en darme la información que necesitaba, en silencia empezaba a acababa de dar forma al plan que había comenzado a sugerir para proteger el campamento.

    -Bien, en ese caso no tenemos tiempo que perder.- Apoyé el martillo contra una de las paredes y me volví hacia ellos. -Supongo que lo habréis oído, podemos poner a salvo a algunos de los vuestros, si hay niños en el campamento tal vez podamos enviar a algunos de ellos de vuelta a la nave mediante las cápsulas de desembarco que utilizamos, pensad en ello aunque también os ofrezco la posibilidad de enviar a al menos una pareja de adultos, comprendo que tales decisiones son difíciles en estos momentos pero es todo lo que puedo ofreceros ahora mismo salvo que de tiempo a hacer más de un viaje a las cápsulas. Bien, no hay tiempo que perder, enviad la llamada a los lashunta yo comenzaré con los preparativos.-

    Sabía que había soltado una bomba, los elfos no tenían fama de ser tan emocionales como los humanos pero si que establecían fuertes vínculos entre los miembros de una misma comunidad dada su longevidad, o al menos eso creía recordar de la academia, por ello me preguntaba si no habría sido una mala idea el hacerles elegir quien viviría o moriría en el caso de que fallásemos, aunque no me cabía la menos duda de que no permitiría que la posibilidad de una derrota me venciera, íbamos a acabar con aquella amenaza de una vez por todas.

    Tras esperar unos instantes por si alguno de ellos tenía alguna cosa que añadir, o si el propio Schwick intervenía, a fin de cuentas la empatía innata de su raza le hacía saber gestionar mejor aquella clase de situaciones, me dispuse a salir y comenzar a dirigir la reconstrucción de las defensas, con una compañía de menos de la mitad de vesk nos hubiera sobrado tiempo para levantar un campamento con sus defensas pero ahora me tendría que arreglar con lo que tenía.

    Apremiando con las mejores formas posibles comencé a ordenar que formasen una cadena para llevar todos los cascotes y escombros posibles para taponar la brecha, mientras tanto yo me dirigí al foso oeste a esperando que Daarya y Varath tuviesen listas las batería para mi vuelta. Improvisando una palanca y con la ayuda de un par de aquellos refugiados aunamos fuerzas para echar abajo el tronco y de paso examiné el otro costado, lo ideal sería hacer un fuego duradero desde ese lado y que se extendiese hasta la cara norte haciendo, de lo contrario optaría por hacerlo en el espacio de tierra entre el muro y el foso extendiendo la paja seca por debajo de la madera para prenderlo fuego cuando estuviésemos ultimando los preparativos o cuando captásemos las primeras señales de la aproximación de los goblins.

    Al regresar y ver como avanzaban los trabajos comprendí que tal vez mi visión no había sido tan realista como debería y algunas partes del plan deberían de readaptarse a algo más conservador, esperaba que igualmente sirvieran, que remedio. Lo más sencillo sería disponer las escaleras de mano y a partir de allí seguir con el resto, tan solo esperaba que entre todos y, en el peor de los casos, con la asistencia de Walter por radio, pudiésemos ser capaces de manipular las baterías para lograr el fin que buscaba y con ello hacer funcionar nuestro plan.

El shirren miró a su capitán con admiración. Estaba claro que si alguien podía salvar a aquellos elfos, ese era Sgrog'Khar. En cuanto a la parte que le tocaba a él...

 -Poco tengo más que añadir por mi parte. Buscaré un lugar en el que apostarme para colaborar con el ataque, pero que me permita moverme por si tengo que socorrer a alguien con mis habilidades.

Y si la situación se ponía fea, siempre podía recurrir a su forma de lucero. Eso sí, tenía que asegurarse de alejarse de sus aliados antes de hacerlo.

 -Yo cuento con algo de magia de combate, pero prefiero reservar mis energías místicas para emplearlas en curación. Aparte de eso, también cuento con cierta habilidad bélica, que es un arma de doble filo ya que me deja expuesto al enemigo y puede dañar también a mis aliados. Os avisaré si me veo empujado a usarla para que os apartéis a tiempo.

Y con eso lo había mencionado todo, ¿verdad? Verdad. Ya sólo quedaba prepararse para la batalla.

Nada más salir de la sala para comenzar los preparativos, el elfo que se hallaba operando el sistema de comunicaciones les recibió con una buena noticia. En un común chapurreado, se dirigió al grupo:

-Vienen ya. Lashuntas de ciudad. Dicho que venir en poco tiempo, han aceptado poco pago. 

Después pasó al élfico, al parecer demasiado emocionado como para seguir peleándose con el común. 

Tras una corta pero intensa conversación en su idioma, Daarya se volvió hacia los aventureros. 

-Vale, parece que ha sido capaz de contactar con uno de los grupos de seguridad privada de la ciudad. En virtud del tratado entre elfos y lashuntas, se han ofrecido a ayudarnos, aunque creo que para hacer frente al pago vamos a tener que vender hasta las camisas. Pero bueno, mejor vivos y endeudados que muertos. 

Dice que llegarán en unas dos horas, por lo que esperemos que lleguen poco después de la llegada de los goblins, o incluso antes. Con la ayuda de los dioses, no será mucho lo que tengamos que resistir. 

Uno de los elfos tiene que quedarse junto al equipo de comunicaciones para seguir transmitiendo. Empecemos los preparativos, no hay tiempo que perder.

Tras hora y tres cuartos de duro trabajo, todo parece dispuesto. Juntos han levantado una barricada en la parte rota del muro, de metro y medio de alto, hecha de escombros. No es tan buena protección como el muro pero sin duda retrasará a los goblins. Además, metidos en ellos están los cachivaches láser, listos para ser detonados. Han colocado también los sacos inflamables de tela y madera, que pueden prenderse si se les acerca una llama. Las baterías, siguiendo las instrucciones de Walter, han sido colocadas en el puente, listas para volarlo. 

Varath se sitúa en el tejado, donde están las cajas listas para ser lanzadas y tapiar la entrada principal. También han bloqueado los accesos a la sala donde han escondido a los refugiados. El vesk ha tenido tiempo de respirar, meditar y prepararse para el combate, como todos. Finalmente, solo queda esperar a los lashunta... o a su enemigo, quien llegue primero.

    Habían logrado cumplir con todo a tiempo, aunque la eficacia de su trabajo nos sería conocida hasta que llegase el momento clave, hasta cierto punto me sentía bien por ello pero no podía acabar de suprimir cierta inquietud, finalmente me decidí a dirigirme hacia los cabecillas del campamento antes de ir a ocupar mi posición.

    -Parece que realmente nos ha cundido el tiempo, debemos comenzar a tomar posiciones tanto si llegan los refuerzos como si se adelantan los goblins lo mejor será que estemos listos para cualquier escenario, una cosa más...- Me aseguré de alejar a Varath y Daarya antes de seguir, no quería que lo que diría a continuación montase un revuelo innecesario y menos aún ahora. -¿Habéis pensado el usar el recurso de las cápsulas de escape? En cualquier caso pediré a Walter que las llame de regreso y sería una ocasión perfecta para poner a buen recaudo a algunos de los vuestros, al menos a un par, si esto no genera un problema mayor.- Alcé la mirada justo después buscando localizar al shirren. -Decidáis lo que decidáis, hacedlo ya y que el resto se ponga a buen recaudo de inmediato.-

    -Schwick, necesito que vayas a tomar posición, yo me ocultaré en una de las cabañas de las afueras hasta que llegue la primera oleada pero necesito que me adviertas por el vocomisor en cuanto captéis las primeras señales de su presencia o si deciden arriesgarse por otro frente ¿De acuerdo?-  Palmee al shirren en el hombro como muestra de fraternidad, tan solo nos quedaría la calma previa a la tormenta. 

Schwick no tenía demasiadas intenciones de salir del patio interior de la fortaleza. Después de todo ofrecía coberturas y acceso rápido a la gente que pudiera necesitar de sus habilidades curativas. Que su capitán también podía necesitarlas, pero era un vesk. Y uno de los más fuertes que había visto en su vida. Mucha mala suerte tendrían que tener para que el shirren tuviera que hacer una salida a la desesperada para salvar a Sgrog.

 -Entendido Capitán. Le daré el aviso en cuanto tenga información.

Establecería contacto telepático con Varath para que le comunicara la situación por su frente mientras vigilaba la parte de atrás de la fortaleza. Si se acercaban los enemigos, lo sabría.

Colocado en la posición que le pareció mejor, al resguardo en una esquina de las gruesas paredes de piedra, el shirren se dedicó a esperar a la tormenta. Ojalá los lashunta llegaran antes que los goblins. Porque aquello de "mejor vivos y endeudados que muertos" le parecía una filosofía de la vida maravillosa.

 -Señor Varath, ¿ve algo en la lejanía?

Por fin, el ajetreo en el campamento se apaga. Lo que hace unos segundos ha sido actividad frenética, gritos, órdenes, sonido de clavos y martillos, de pronto se convierte en un silencio tan tenso que podría cortarse con un cuchillo. Durante casi quince minutos, lo único que se oye son los chasquidos del equipo de radio y los sonidos normales de la jungla. Todos los elfos y los aventureros esperan conteniendo la respiración. 

En ese momento, cuando ya la espera comienza a hacerse insoportable, un murmullo se oye a lo lejos. Un ruido como de hojas aplastadas, ramas rotas, ruedas y... algo más, algo imposible de identificar. Poco a poco, el ruido va ganando más ymás en volumen, hasta que se reconoce como las ruedas y los motores de varios vehículos... y montones de voces entonando la música más horrible y alta que los presentes hayan oído jamás.

La llegada de los goblins es de todo menos sutil. Aplastando árboles y vegetación a su paso, un buggy de exploración aparece por el sur, con los altavoces a todo volumen emitiendo la música horrible que ya han escuchado. Sus voces desagradables se clavan en el cerebro y sus graves reverberan en el pecho como si fueran a partir el esternón de quien la escucha. A su alrededor, las motocicletas más chapuceras de la historia de los vehículos a motor, un motón de piezas unidas con cinta aislante y goteando combustible por todas partes, las llamadas trastocicletas goblin. Están llenas de pinchos y hojas afilados, oxidados por la intemperie. Van a toda velocidad y en pocos segundos habrán llegado a la fortaleza. 

Mientras tanto, por el oeste, un grupo menos ruidoso se acerca a la fortificación. Son varios goblins normales comandados por uno más grande, alto y enjuto de ojos inyectados en sangre. Su arma, un lanzallamas improvisado, le identifica como un goblin tuestajamelgos, los goblins pirómanos. Rápidamente se ponen a cortar un árbol para crear un puente improvisado por el que cruzar. 

Mientras los altavoces atruenan la jungla, Varath se levanta desde detrás de las cajas y dispara. Por desgracia, el horrible sonido le taladra el cerebro y le hace casi sangrar los oídos, así que, aunque su disparo acierta, no lo hace con suficiente precisión como para dañar la motocicleta goblin. Daarya, en el patio, parece también afectada por el horrible sonido. 

Al oeste, los goblins dirigidos por el tuestajamelgos siguen cortando el árbol con hachazos secos de sus rajaperros, y se oye el crujir de la madera. El árbol no aguantará mucho más. 

    Abrí el comunicador tan pronto como localice a la avanzadilla de los trasgos, resultaría complicado hacerse oír por encima de todo aquel ruido pero tenía que intentar saber si al menos el canal de comunicaciones era operativo. 

    -Tengo visual de la avanzadilla, concentrad el fuego en los que llevan las sierras, voy a por ellos e intentaré dirigirlos a la trampa.- Liberé el canal y cerré los ojos para tomar una bocanada de aire, debía de concentrarme para entrar en el trance de combate y olvidar aquella tras una respiración profunda liberé el martillo de su enganche magnético y me preparé para lo que se venía, el fuego estelar ya comenzaba a envolverme de nuevo y tenues lenguas de plasma comenzaron a deslizarse por el peto de la armadura, debíamos de acabar con este pequeño grupo rápido antes de que llegase el resto.

    Abrí la puerta y sin miramientos inicie la carga contra el primero de ellos, mi idea era arrollarlo antes de ir a por el resto, tendría que arriesgarme a exponerme al fuego de sus armas pero confiaba en mis compañeros y lo cómodo que me sentía en las distancias cortas.

El shirren no pudo evitar el sobresalto que le podujo aquella música infernal que había comenzado a sonar de repente y sin venir a cuento. ¡Los goblins! Por el dulce amor infinito de Desna, ¡que llegaban los gblins! Y él empezaba a sentirse mareado... Mierda, esa música horrible estaba golpeando sin piedad sus órganos audtivos y, por tanto, los del equilibrio que se resguardaban en su oído interno.

Sin saber muy bien cómo, Schwick consiguió reprimir una náusea mientras atendía a las palabras de Sgrog. Y, aunque no se encontraba nada bien, el shirren salió corriendo a toda la velocidad hacia su capitán. Aún no había amenazas cercanas a su posición, por lo que lo más lógico era moverse hacia dónde sí podía resultar útil.

Aún con los opresivos y taladradores tonos de la música goblin a todo trapo en el aire, la batalla comienza con estruendo. Los pilotos de las trastocicletas, con ojos desquiciados en los que no hay ninguna preocupación por su seguridad, las fuerzan al límite. Sus aceleradores truenan mientras sueltan barro y hierba como una cascada al acelerar hacia la puerta con toda su potencia. Uno de ellos trata de saltar el río llevado del impulso de su carrera, pero la rueda delantera se le clava en el barro y por poco no sale despedido hacia delante cuando su vehículo se para en seco. 

Otro gira al ver a Sgrog cargar hacia sus compañeros, derrapando antes de llegar al río y listo para unirse a la lucha contra el vesk. El último de los pilotos, profiriendo un grito de locura, carga de frente contra los sacos del puente, sin frenar ni una sola vez. Hay quien dice que las trastocicletas ni siquiera tienen frenos. 

El gobin y su moto se estrellan contra el saco como un obús. El impacto es tan fuerte que trozos de los escombros saltan por todas partes, y alcanza a la pistola goblin escondida en su interior. La explosión sacude el puente y hace caer polvo de los techos del castillo. El saco queda destruido al instante, y una letal metralla daña la motocicleta y a su piloto, aunque logra sobrevivir. 

El buggy llega tras las trastocicletas: de su interior asoman dos goblins, uno parecido a los demás y uno que sin duda es un cabecilla, por la cantidad de parches de su armadura y su expresión torva. Inmediatamente Varath se ve rodeado de fuego láser: logra cubrirse del primer disparo, pero el segundo le alcanza en un hombro, haciéndole una dolorosa quemadura. 

-¡Aquí tengo problemas!-grita por el comunicador-Si los vehículos llegan a la puerta, podrán derribarla, no puedo contenerles solo. 

Mientras tanto, Sgrog ha llegado a los goblins que cortaban el árbol, y de un golpe ha lanzado a uno de ellos contra el tronco. Entre las llamas solares que le rodeaban y el propio golpe, el goblin recibe graves heridas, pero logra reponerse. Saca su rajaperros y carga contra el vesk, de forma un tanto patética. Su cuchillo de basura no llega ni a rozar la armadura del solariano. Una flecha de Daarya se clava en el árbol, fallando su objetivo al goblin. 

Los otros goblins abren fuego inmediatamente, pero la armadura solar del vesk absorbe todos los disparos y los dispersa de forma inofensiva. El tuestajamelgos grita algo en lengua goblin y se sitúa para tener línea de tiro sin freír a sus subordinados. Inmediatamente su arma se calienta al rojo y envuelve a Sgrog en una nube de gasolina en llamas. Aunque su armadura disipa la mayor parte del calor, nota ya alguna quemadura bajo las escamas. 

    Activé el comunicador de inmediato. -Volad el puente y reforzad el fuego en la entrada principal, no os preocupéis por mi, buscare otro modo de llegar a la entrada.- De inmediato me giré y activé el martillo, debía de cambiar de posición para la maniobra que tenía pensada así que dando un paso de aproximación hacia el que llevaba aquel rudimentario lanzallamas hice oscilar mi arma pesada para lanzar un poderoso ataque, logró esquivarlo pero esa solo había sido la primera parte de mi ofensiva.

A Schwick se le ocurrieron decenas de razones por las que el plan propuesto por el capitán era una mala idea, pero sabía que convencerle de hacer lo contrario sería un esfuerzo inútil. Y no tenía tiempo para ponerse a discutir con él, por lo que se dirigió hacia el puente.rvaires, pero tenía magia. Le habría gustado reservar sus reservas de magia para curar aliados, pero la situación lo requería con bastante urgencia.

El shirren se concentró y lanzó dos proyectiles de energía hacia el puente. No eran lo más poderoso del mundo, pero Schwick contaba con que pudieran tirar el puente abajo por lo menos.

Mientras los láseres y las balas zumban por todas partes como abejorros, el shirren corre hacia la escalera. No es que las escaleras diseñadas para humanoides sean especialmente cómodas para sus manos y pies insectiles, pero por suerte sin muchos problemas logra llegar arriba mientras las motos aún intentan desatascar sus ruedas del barro y del saco de arena destruido. A un gesto, una energía muy distinta a la de la tecnología acude a él, una energía que provenía del universo y de sus principios fundamentales. 

Y uno de esos principios es la destrucción. Dos proyectiles de pura fuerza se dirigieron infalibles hacia donde señaló, impactando sobre el puente y sobre los explosivos que ahí habían colocado. La explosión se sobrepuso incluso a la estridente música de los goblins, haciendo temblar el castillo entero y vibrar el agua del foso. Varath y Schwick se agacharon, y cuando se volvieron a levantar, ya no había puente. La explosión había alcanzado de lleno a dos de las motos, destrozándolas con sus piezas volando por todas partes. Sus pilotos no habían tenido mejor suerte: sus vehículos se habían convertido en letal metralla bajo ellos, que les había atravesado y destrozado. Uno de ellos había quedado hecho un amasijo fundido con su propia moto, de tal forma que se necesitaría maquinaria pesada para separar al goblin de los restos de la trastocicleta. El otro se precipitó hacia el agua del foso al caer el puente y se quedó allí, destrozado y con el cuello vuelto trescientos sesenta grados.  

La tercera moto giró y se dirigió hacia donde Sgrog luchaba con los goblins, esquivando los árboles. El buggy se quedó en el sitio, disparando sobre Varath, que esta vez tuvo suerte y no recibió ninguno de los disparos. Por desgracia, él tampoco logró acertar al cabecilla de los goblins. 

Mientras tanto, Sgrog seguía su lucha contra el equipo del tuestajamelgos. El goblin pirómano retrocedió y trató de volver a usar su arma, pero el fuego no superó esta vez la armadura solar del vesk. Al mismo tiempo, una flecha de Daarya atravesó limpiamente el cráneo del goblin que Sgrog tenía al lado, matándolo en el acto. 

Por desgracia los otros dos habían afinado su puntería. Ambos láseres dieron de lleno en el enorme vesk, y aunque no llegaron a hacerle daño de verdad, Sgrog sintió su escozor en las escamas, su calor que casi ni contenía la armadura. 

    Había llegado el momento, el ruido de la explosión me indicaba que seguramente el puente había volado por los aires ya así que debía de acabar con los contendientes del bosque y prepararme para los que seguramente aún estarían por llegar. Las llamas me envolvieron de nuevo pero ahora iba a desatar toda la violencia de la supernova sobre aquellos trasgos, sentí la intensidad de la luz un instante antes de que la deflagración engullera a los tres que aún quedaban en pie con sus lenguas de fuego.