Partida Rol por web

El grupo de protagonistas deja la casa de Gonzalo  Guzmán y pone rumbo a la taberna de Jacinto, la mejor y la única taberna y a la vez posada de todo Bullas.

Ahora que habéis cerrado el acuerdo con Gonzalo, os toca cumplir con lo pactado y eso significa enteraros de qué es lo que se cuenta de esa vieja torre y desmentirlo de alguna manera, el cómo es cosa vuestra.

La taberna no es un edificio, sino un conjunto de edificios casi ruinosos aunque a decir verdad, el interior del edificio central y más pequeño, el que da la sensación de hacer las veces de taberna , está limpio y ordenado. Dejando los caballos atados a la entrada, decidís traspasar el lóbrego umbral.

Hay un tipo delgaducho con un mandil detrás de una barra de madera desgastada, en el centro de la estancia cinco mesitas  de las cuales tres están vacías y dos de ellas ocupadas, una de ellas por un grupo de hombres sucios , desarrapados y famélicos y la otra mesa por un par de hombres algo mejor vestidos.

El delgaducho os mira fijamente cuando entráis.

Padre, ¿tiene con qué taparse? -le pregunté cuchicheándole al  ver que el tabernero nos miraba. La verdad es que no es menester que la Palabra de Dios entre en estos sitios... ¡no por usted! ¡Válgame el cielo! Sino por que es en estos sitios donde la blasfemia y la lujuria se dan cita con los hombres menos piadosos y más tentados de placer...

¿Taparse? ¿Pero que dice este infeliz?

E-esos hombres harán bien mo-odeerando su l-lengua hoy o se to-oparán con e-el ace-eero al servicio de Dios.

Entro a la taberna observando bien a todos los parroquianos, esperando que el gracioso que nunca falta abra la boca para burlarse de mi estatura o de mi cicatriz.

Niego con la cabeza al joven Alonso

Hijo mío, nunca ocultaré lo que soy ni a quién he dedicado mi vida. Ellos tendrán cuidado de decir cualquier blasfemia, como bien ha dicho Íñigo, aunque no creo que vaya a ser necesaria la fuerza. digo mirando a Iñigo agradecido y, a continuación al bruto de Aitor

Acercándme un poco y hablando en voz más baja

Quizás sea un arma de doble filo. No sabemos si les ayudará a soltar la lengua o retenerla. Habrá que ver su reacción y actuar en consecuencia

Alzando la voz- ¡EH! vosotros!, los de que susurran ¿vais a beber algo o vais a estar ahí plantados como postes todo el día?- mientras pasa un poncho negruzco por la desgastada barra.

De repente cae en la cuenta de que hay un sacerdote entre el grupo y comenta más calmado - Saludos, padre.

En esos momentos entró otro tipo en la taberna. Al hacerlo miraba a las pocas mujeres que allí había (camareras o prostitutas sin duda). Entonces, su sesera volvío a su cuerpo y sujetándose las ropas y atusándose con el pulgar y el índice el bigote, se puso a mirar a los presentes.

Enseguida vio a un muchacho de pelo largo, que, al parecer, estaba hablando con un hombre encorvado.

¡Menudo tronco! -pensaba del Padre Beltrán acercándose al muchacho para hablarle, Sin duda un rayo debio caerle sobre...

¡Mi Señor! -dijo. No disponen de lo que pidió. "Deben ser cosas del Diablo" me dijeron... aunque, creo que el Maligno estará lejos de...ejem...aquí, por lo que veo.

Esta última frase la dijo al ver el alzacuellos del Padre, cerciorándose de su condición eclesiástica. Luego tragó saliva.

Alertado por las palabras del muchacho le increpo:

¿Q-quién s-sois vos? ¿Y q-qué cosas s-son esas que p-pertenecen al Di-diablo?

Miré a mi señor Alonso, bajando la cabeza pese a que me preguntaban. Acto seguido, al ver que hizo una pequeña afirmación con la testa y entrecerrando levemente los ojos al tiempo que sonreía comprendí que me daba cierta libertad para intervenir.

No son sino enseres que mi amo me pidió buscar por curiosidad, aquí, en Buelles, los cuales, buen hombre ,yo no entendería su razón de ser y que bien creo que vos no podríais tampoco comprender su utilidad, y aún menos pronunciarlos, pues...

En esos momentos me interrumpió el amo.

¡¡¡Tsss!!! -el gesto de Alonso se tornó incrédulo y enfadado a la vez, arqueando con fiereza una de sus cejas al tal Godoy. ¡Ata esa lengua, bellaco!

Luego se dirigió a Iñigo.

Siendo Alonso mi nombre, mi Señor, y Godoy el de éste blasfemo de boca ominosa, le ruego que le disculpe: es mi siervo, mi soldado personal. Le mandé a por enseres que necesito: pinzas, pincel de mechón y unos brebajes hechos de anis para limpiar espadas. Ya sabe, intento conocer eso que llaman alquimia y ampliar mis saberes, pues no son las armas mis principales competencias, y es por ello que en tiempos aciagos para la vida he de necesitar a alguien al que acudir con una espada preparada. Su lengua esta aún muy suelta, y debiera castigarle sin duda, pero mata...  ejem... -y me acerqué un poquito a Iñigo para hablarle sin que me oyera el Padre- ...mata como el mejor.

Como pago de reconciliacion, le dijo a Iñigo:

Le invito a una pinta. ¿Y usted padre, le deja el Señor tomar un "tentempié"?

Al oír la palabra alquimia, me quedo mirando fijamente a Alonso, pues no sería el primero que, por el arte de la alquimia, ha perecido en la hoguera acusado de estar poseído por el diablo Umm, deberé de prestar más atención a este joven para que no se desvíe del camino marcado.

Tras unos segundos ensimismado en mis pensamientos, agito la cabeza como despertando de un sueño y, agitando la cabeza afirmativamente Eeee, sí, por supuesto. Un corto de vino blanco.

-¿Alguna cosita más por aquí?- pregunta en tono aciago dandoos la espalda mientras que se pone mano a la obra con el vino. - No les había visto nunca por aquí. ¿Han venido a visitar a algún pariente o algo?- sigue cacharreando buscando un vaso - ¿de comer van a tomar algo?

Pues algo más de ese vino blanco para mi garganta.

Dice Mateo tomado asiento junto al resto y mirando de pies a cabeza al tal Godoy y luego a su señor.

¿Alquimia eh? debe dar buen dinero para mantener personal a vuestro servicio.

Espera a que el tabernero les sirva el vino y le comenta.

Estaremos por aquí unos días- dice sin revelar más información al tabernero, no obstante le pregunta-¿Hay algo interesante que ver por aquí?

Y otros dos vinos -añadió Alonso tras la petición de Mateo.

Ahora el alquimista prestaba atención a la pregunta del marino y la posible respuesta del tabernero.

Y tu, Godoy, búscanos una mesa, que somos muchos y de pie. ¡Arrea!

Qué carácter tiene el amo... - Como pidáis, Don Alonso.

Y me dispuse presto a buscar una mesa, y, de haber varias sillas sueltas, juntarlas todas para quien quisiera sentarse (de los del grupo del encargo).

- ¿Interesante decís?, Por Dios que sino supiese que ya tenemos corregidor y quién es, pensaría que vos sois el corregidor. - Lanza una carcajada - Nadie en este mundo tiene tiempo para ir a ver cosas salvo los corregidores y los funcionarios del Rey. Y por vuestro aspecto y el de vuestras manos apuesto a que no sóis ninguna de las dos cosas.

Con un gesto rechazo por el momento el vino. Observo a los parroquianos intentando hacerme idea de si estamos ante gente de bien o esos típicos grupos de vagos que abundan en estos pueblos y que viven de poco trabajo y mucho aprovechamiento ajeno.

Me acerco mi propia silla donde el tal Godoy está preparando las demás y acerco otra para el páter ofreciéndosela.

Mateo sonríe al tabernero con poco agrado.

Desde luego que teneis razón. Soy marino y como os habreis dado cuenta no estoy en alta mar, así que tengo todo el tiempo para hacer lo que me plazca hasta que me embarque de nuevo.

Afianzado en la barra como si fuera el palo de la mesana en una tormenta, espera a que el tal Godoy se haga con una mesa decente entre todas las desocupadas.

En esos momentos tomé una de las mesas al lado de los hombres de ese penoso aspecto. Sacudí una de las sillas y haciendo como que la limpiaba la coloqué correctamente a la espera de que mi señor se sentara, al igual que los otros hombres.

Este será un buen sitio, mi señor -le dije mostrándo el lugar. Si le place gustoso creo que esperaré en otra de las mesas.

Cuando vi que don Alonso asentía ante mi propuesta, me levanté y me senté en una mesa contigua a la de la pareja de hombres.

Una vez estáis sentados , Jacinto carga de la barra a la mesa con las bebidas solicitadas, mientras a vuestro alrededor la mesa de los harapientos y la de los dos hombres bien vestidos siguen a lo suyo, como si no existiéseis.