Partida Rol por web

Tras el estrepitoso intento de perseguir al duergar, el grupo sigue el camino tomado por el corrompido enano. Aunque ya era imposible atrapar al infame ser pues no estaba a la vista, los héroes sentían que estaban tomando el camino correcto. A la lejanía se oía un murmullo, amortiguado por una puerta de piedra de una sala. El sonido se intensificó cuando el duergar dado a la fuga la abrió para irrumpir, mucho más aún debido al eco de los amplios pasillos de los enanos.

Cantos, rezos y gritos de dolor invadieron el túnel, junto con el olor a incienso y carne quemada. Los primeros indicios de un ritual maligno.

El Dracónido se curaba las heridas mientras le fuera posible sin perder un momento.

La expresión del Dracónido tras escuchar los gritos daba a entender su gran preocupación. Las sospechas de Adrash le hacía pensar que no debían perder más tiempo, si estaban haciendo un ritual debían darse prisa antes de que más victimas fueran sacrificadas.

Dorn, tras la leve caida, sonríe con fuerza y al levantarse, le da la mano a su compañero.

Tras esto se toma un respiro para curarse el brazo herido.

Mis compañeros habían hecho un excelente trabajo acabando con los restantes enemigos, pero lamentablemente el endemoniado enanos se nos había escapado. Lo perseguimos a través de múltiples pasillos y corredores, hasta que los vemos entrar en un nuevo recinto. Nos detuvimos un momento para recuperar el aliento y las fuerzas. Creo que después de esto, todos necesitaremos un descanso.

Esta era la primera aventura de la drow, pero parecía ser una costumbre en los enemigos la cobardía. Después del desafortunado esfuerzo de sus compañeros de perseguir al duegar, Nhyria corrió también, al estar casi al otro extremo de la sala le costo mas llegar.

-¡Vamos amigos, no dejemos que escape! Ademas.. Los dioses sabrán que le están haciendo a esa pobre gente. ¡No perdamos el tiempo!

Pero cuando volvió la vista atrás pudo ver que sus compañeros estaban remendado sus heridas. El caos la había protegido una vez mas, la fortuna era suya, aparte del calor no había sufrido mal alguno.

-Bueno.. Cuando estéis listo claro... -Dijo en tono menos enérgico, tratando de que su metedura de pata fuera pasada por alto.

Cuando el grupo llega a las puertas de la sala hace un último esfuerzo para soportar las nauseas y atravesar la entrada.

La sala debió ser en su momento un lugar bello, un templo en homenaje a Moradín. Con un yunque como altar en una plataforma elevada y una estatua icónica del dios de los enanos. Actualmente la realidad era otra muy distinta, al rededor del yunque había gente encadenada y sujeta por grilletes, consumiéndose inevitablemente por dentro por un fuego mágico que parecía ir avivándose lentamente, el canalizado por un duergar que corrompía a su vez el sagrado yunque con su maligno ritual. Tras él estaban los restos de la estatua de Moradín, todo cuanto quedaba reconocible de él eran los pies y la cabeza, tirada por los suelos y víctima de burlescas pintadas.

Próximos a vosotros se encontraban tres duergars, entre los cuales se encontraba el herido y jadeante enemigo de la anterior pelea. Entre los enemigos a derrotar también se encontraba un diablo de las cadenas, un obstáculo a superar para rescatar a las victimas.

Ante vuestros ojos y sin que pudierais hacer nada para evitarlo, el duergar teúrgo esgrime la magia infernal, canalizando con sus manos desnudas dicha esencia y golpeando con el puño sobre el yunque, como si de un martillo se tratara. El golpe resuena con fuerza, pero no mas que el grito de dolor de una de las victimas, quien es consumida por completo por el fuego infernal. Tras unos segundos en los que todos creíais que el ritual terminaba ahí, Dorn, el enano del grupo, siente como en el interior de su mochila algo se retuerce para acto seguido estallar en llamas y explotar, dejando libre a la armadura maldita que el enano se había lleva con él del campamento incendiado.

El lugar sagrado de los enanos, el yunque/altar consagrado a Moradín, estaba siendo profanado por la maligna magia de un enano endemoniado. Las victimas encadenadas al profano altar eran nuestra primera propiedad, así que no había tiempo que perder: me escabullí por detrás de Uriel y avance lo más que pude, sigzagueando entre los enemigos que encontraba a mi paso, huyendo de su alcance.

- ¡Nhyria, ven aquí y ayúdame a liberar a los prisioneros! ¡Adrash, Dorn, Uriel: encárguense de los demás enemigos!

Cuando ya las piernas me flaqueaban y podía avanzar más, me encontraba a un par de metros de otro monstruoso ser rodeado por cadenas. Estaba bastante cerca de las potenciales victimas, así que alguno de mis compañeros debería mantenerlo ocupado mientras yo libero a los humanos encadenados.

La drow observo horrorizada el dantesco espectáculo, las palabras de su compañera resonaron en su mente, pero la furia que le recorría en su cuerpo parecía mandar ahora mismo de ella. Sabia que sus hechizos eran los mas devastadores y sabia lo que debía hacerse para parar el ritual.

Se encamino hacia donde poder tener a tiro a la cruel criatura que reanimaba las armaduras, sin importarle que la recién reanimada armadura a su lado pudiera herirla.

-Lo siento Albafica, libéralos, yo no puedo pararme ante esta injusticia.

Pero la drow se dio cuenta de que en su furia, se había plantad en mitad del campo de batalla, el temor se apodero de ella por un instante, pero como si de un mecanismo de defensa se tratara, el tono oscuro de su piel pareció separarse de la propia drow y comenzó a envolverla hasta llenar los alrededores.

No se veía nada, hasta que un instante después, un proyectil morado salio de improvisto desde la oscuridad hacia el artífice de todo ese mal, aunque al pasar cerca del diablo una pequeña parte de la esencia se desprendió del mismo, buscando también al diabólico guardián.

Los duergars se lanzan al frente, bloqueando la entrada de Adrash, Dorn y Uriel, dejando que el diablo se ocupara de las dos mujeres.

Con la furia propia del infierno y las armas enbueltas en fuego mágico tras una oración a Asmodeo, uno de los guardias y el malherido fugitivo hieren al mágico de la espada (-13pg) y a Adrash (-6pg).

Casi a su vez el diablo de las cadenas se planta delante de Albafica, protegiendo al duergar teúrgo y evitando que rescatara a las víctimas. El diablo lanza sus cadenas sobre la eladrin, las cuales la envuelven como una serpiente constrictor, deteniéndola antes de que pudiera desbaratar el ritual.

Finalmente habían encontrado el lugar más espeluznante y aterrador que podían imaginar.
El Dracónido, al igual que sus compañeros no podía soportar la situación en la que se encontraban esas victimas inocentes, la circunstancia requería una hábil maniobra de rescate.

Viendo el esfuerzo y valor de sus compañeros para hacerse cargo de las victimas, Adrash muestra una leve sonrisa de gratitud que se convierte rápidamente en una expresión firme y seria tras ver al huido Duergar en frente suyo. -¡De acuerdo, pero tener cuidado! nosotros nos haremos cargo de esto y cuando terminemos os echaremos una mano. Añadía el Draconido a sus compañeras bastante confiado pese a la situación.

La tenacidad del Dracónido no se mermaba tras el ataque del Duergar, más bien parecía darle mayor confianza en su lucha. Cogiendo una bocanada de aire Adrash obsequia a sus enemigos con un escandaloso rugido de dragón. Tras ello Ataca sin piedad al Duergar huido.

El único enemigo a quien no le afectaba la imponente presencia de Adrash era el duergar que había cruzado armas con él anteriormente, pero lo que el miedo no hizo se encargó de compensarlo la alabarda, esgrimida con maestría militar. El duergar es atravesado por la alabarda y muerto al instante.

La armadura, quien aun conservaba algunos vestigios de conciencia humana, también había sido víctima del miedo. Así y todo su objetivo estaba de espaldas y no le resultó difícil apuñalar al enano (-4pg).

Uriel había sentido el golpe terrible que le había propinado el Duergar que tenía justo enfrente, pero a pesar de ello aun se mantenía en pie pero maltrecho. El golpe debía de haberle causado mas daño de lo que en principio había sentido ya que desequilibro su intento de responder al Duergar y fallo. No sabía como iban a salir de aquello, pero al menos lo intentarían.

A pesar de las buenas intenciones de Uriel por liberar al grupo del duergar, su ataque queda en simple intento.
Era el momento de gloria del duergar teúrgo y ningún infiel se lo iba a arrebatar. Habia comprobado la fuerza de la magia de la mujer drow, un poder que parecía estar lejos de toda comprensión, si no que parecía canalizarla por puro instinto. La que él utilizaba había sido entregada por Asmodeo y no perdería. Deseaba aplastarla pero se había ocultado.

-Ya veo... Pretendes ocultarte en tu oscuridad ¡Pues aguarda ahí y muere! -Exclama iracundo el duergar, entrelazando los dedos de las manos y separando estas justo después lentamente. El grupo no comprendía lo que ocurría tras oír la exclamación de sorpresa de la drow, pero poco después son testigos de como de la oscuridad salió un humo tóxico que terminó por envolver y tragarse la propia oscuridad.

El duergar no podía ver a la mujer en su hechizo drow, pero nadie, que el supiera, era capaz de ver a través de sus viles gases.

El duergar teúrgo prosigue con el ritual. Con la mano hecha un puño golpea el yunque, haciendo que una de las víctimas se consumiera, negando después al alma el descanso de los muertos al anclarla en un recipiente de metal.

La drow siempre se había sentido segura en la oscuridad, era un buen mecanismo de defensa y sabia que nadie podía atravesar con su vista. Pero hoy se dio cuenta del grave error, puede que el duegar no la viese, pero si que veía su oscuridad y en la misma centro su hechizo.

Al principio Nhyria no sintió nada extraño, pero pronto noto que el aire se enrarecía por momentos y una de las bocanadas que dio hizo que tanto sus garganta como su nariz le ardieran como si estuviese respirando el mismísimo magma del volcán, parecía que sus pulmones se hacían cenizas y sus ojos le escocían tanto que le era imposible ver nada.

Comenzó a canalizar su propia energía para mitigar la del malvado enano, no fue suficiente para purgar todo el veneno de su cuerpo, pero al menos palio un poco los efectos nocivos del gas.

Clavo en el responsable de su sufrimiento una mirada llena de odio, le daría muerte le costara lo que le costara.