Partida Rol por web

De nuevo deshacerse de las armaduras sería un problema aun mayor, y habían aprendido la lección de la peor manera posible.

El Dracónido aun herido pero ya más calmado y sereno que antes, parecía recobrar la confianza pese a su situación, esperando poder infringir más daño a diablo de las cadenas mientras evadían a las armaduras como bien pudieran.
La distancia a la que se encontraba era la adecuada y las palabras de su compañero no hacían más que confirmar sus futuros actos, llenándolo de mas confianza. Aunque parecía que sus fuerzas aun no le acompañaban.

Aprobechando el fracaso de Adrash, una de las armaduras intenta empujar al dracónido pero el señor de la guerra esta demasiado bien falcado en su sitio y no cede al empujón.

Mientras tanto la otra armadura intenta apuñalar a Uriel, quien una vez mas desvía la estocada con un golpe de espada.

Uriel sabía que la situación se les estaba complicando más de la cuenta. El maldito Diablo y el Duergar Teurgo eran las mayores amenazas a las que se enfrentaban en ese combate. La situación habia echo que uno de sus compañeros perecieran, aun no sabían si la podrían recuperar, pero no todo estaba dicho y sus acciones serian la voluntad de su compañera.

Uriel observo al Diablo y de reojo el pozo que se abría a sus pies. Sonriendo miro a este y canalizando de nuevo su magia en la espada que empuñaba la lanzo contra este, tejiendo a su alrededor unas cadenas de magia para enlazar a este ultimo y arrojarlo al pozo que se abría a sus pies.

El diablo intenta sujetarse a alguna parte con sus cadenas, pero cae al vacío irremediablemente. El daño recibido cuando Uriel tiró de él no era suficiente mata matarlo, pero la caída haría el resto.

-¡Así se hace muchacho! -Vitorea Dorn, al final habían acabado con el temible diablo, una felicidad que dura bien poco.

El duergar estaba indefenso sin sus poderes y aun mas sin sus guardaespaldas pero aún así le quedaban recursos. El teúrgo se arranca pues una de sus púas y la arroja contra Dorn. El dardo acierta a Dron en el cuello, causando una herida que sangra en abundancia. Mareado pro la pérdida de sangre o quizás por el veneno cae de rodillas, apunto de desmallarse. Entonces el duergar carga contra él, echando al guerrero al foso de una patada en la cara.

Al parecer la victoria seria a costa de muchas vidas...

El Dracónido se quedaba atónito tras vislumbrar los macabros acontecimientos que se estaban llevando a cabo.

Sin mermar en su tenacidad, Adrash sigue resistiendo como puede en su posición reteniendo los movimientos de la armadura, mientras haciendo uso de la longitud de su alabarda, ataca sin piedad al Duergar.
Sabía que no podría infligirle mucho daño pero su cansancio le hacía mella en sus fuerzas, sin poder hacer mayores logros pese a su esfuerzo.

Adrash pone todo su alma en un último esfuerzo por herir al duergar. A pesar de parecer un ataque torpe logra ensartar al duergar y matar al ritualista. Las armaduras no dejarían de moverse por haber matado a su creador, pero no aparecerían mas. A pesar de las múltiples bajas sufridas en ambos bandos, el vencedor parecían ser los héroes.

Las armaduras hacen el que seguramente seria su última acción. Cada una ataca a Uriel y Adrash. La primera hiere al mágico de la espada (-4pg) mientras que la segunda falla estrepitosamente al intentar hacer frente al dracónido.

Uriel permanecía en su posición, el plan habia salido bien y al menos se habían librado del Diablo y el Duergar. Su compañera Nhyria, parecía haberse visto golpeada o distraída por algo, por lo que decidido a ello lanzo un grito a esta, pero le costo la precisión de su golpe. Por lo que decidido retrocedió algo para mantenerse lejos del posible pozo por si la armadura tenía malas ideas.

- ¡¡¡NHYRIA HAZ ALGO, DESPIERTA DE UNA VEZ!!!

Tras la caída del Duergar, la situación había cambiado para el Draconido y sus compañeros, habían logrado que no hubieran más victimas inocentes, siendo esta su mayor preocupación actual.

Sin embargo y a pesar de los mayores efectivos enemigos habían sido reducidos, Adrash aun se encontraba serio y sereno aunque notablemente menos preocupado que antes.
El Draconido gira la cabeza a un lado mirando fijamente a la armadura que tiene contra la pared, más con resignación que con furia arremete con su alabarda.

Mientras Nhyria seguía paralizada por el shock sufrido tras la pérdida de dos compañeros, Adrash se guarda las penas para cuando salieran con vida de aquel lugar maldito.

Con un diestro y certero movimiento de alabarda, destroza a la acorralada armadura. La otra arma viente, al fin la única, ataca a Uriel pero fracasa en su intento.

Uriel cansado ya lo intenta una última vez, esa armadura le estaba costando muchísimo esfuerzo y no sabía cuantos golpes mas soportaría antes de desfallecer del todo. Confiando en su habilidad lanza un golpe sobre ella intentando lidiar el final del combate.

La estocada de Uriel sanja efectivamente el combate. La última de las armaduras termina destrozada y desordenada, con sus  piezas dispersas por el suelo.

Los humanos sometidos a la espantosa tortura hacia tiempo que habían dejado de gritar gracias a Nhyria, y habían pasado el resto de la lucha enroscados en el suelo, en posición fetal. Los gritos habían sido sustituidos por gemidos. las había sido el dolor de la tortura que al interrumpirse muchos estaban desmallados.

Vuestra era la victoria, pero a costa de un alto precio. Dorn había desaparecido en el foso y la valiente y temeraria Albafica estaba muerta por su imprudencia y el temible poder del arcanista duergar. El poder de Asmodeo era temible y esto   solo era un laboratorio con cobayas. Los duergars muertos no significaban nada para él.

El grupo revisa el inventario de los enemigos caídos. El único objeto de valor de las armaduras eran las espadas, que al ser de artesania enana eran de calidad. Quien mas riquezas y en forma de acero y piedras preciosas tenía en su saco de cinto era el duergar teúrgo, seguramente de su saqueo a las arcas enanas.

En aquel lugar poco quedaba por hacer, únicamente soltar los grilletes y prestar sus respetos ante la destrozada estatua de Moradín.

El Draconido exhausto por la batalla, las victimas ya estaban seguras y dejando la labor de liberar las ataduras de estos a sus compañeros, Adrash se arrodilla presentando sus respetos a la estatua de Moradin.

-La vida de nuestros compañeros y rehenes no han sido en vano, hemos pagado un alto precio por la victoria, espero que esto nos haga más fuertes en un futuro.- Añadía el Draconido con voz cansada pero ya relajada seguido de un minuto de silencio por los caídos.

A continuación se erguía lentamente para ayudar a las victimas en cuanto le fuera posible.