Partida Rol por web

Si. Puedes tirar. Conocimiento de bardo mejor.

La criatura continua merodeando entre las grandes rocas. El bardo se acerca a la posición de Daisy y ve que, efectivamente algo se mueve por esa zona. Con voz baja y aguda, casi en susurros, comienza a entonar una canción. Es un ritmo repetitivo que ,de forma muy sutil, va ganando en intensidad.

En las pupilas del bardo se crean cuatro puntos de luz brillante.Son como cuatro estrellas en el universo oscuro de sus pupilas. Cuando estas ganan en intensidad algo sucede en la sala. Por delante de vosotros unas luces se manifiestan de repente. Parecen ser una copia de las luces que se reflejan en la mirada de Finn.  Estos orbes de luz cálida iluminan las ruinas y parte de la gran sala en la que os encontráis. Sería un bonito espectáculo si no fuese por lo que veis al calor de la luz...

La criatura reacciona al principio desapareciendo, asustada, de vuestra vista. Viéndose sorprendida recula hacia vuestra izquierda. Las luces se quedan solas iluminando la sala. Pero de repente la criatura reaparece con un rugido mezcla de chillido y aullido y embistiendo con gran ferocidad contra las luces. Al ser una manifestación etérea las atraviesa y choca contra la pared levantando una gran polvoreda. 

Finn se ve sorprendido y pega un respingo. Pero reacciona y , tan sólo con su fuerza de voluntad, mueve las luces hacia su derecha sacándolas de la estancia. La criatura sacude la cabeza tras el golpe y, casi derrapando, persigue la luz con gran velocidad y agresividad hasta desaparecer de vuestra vista...

Las pequeñas mandíbulas casi no me dañaron. El metal que me recubría era muy duro, pero lograron colarse entre sus placas y molestar un poco.

Sin perder el tiempo tratando de pisarlas tomé el cuerpo del cambiante y lo arrastré hasta el agujero del que habían salido los escarabajos y sin ninguna delicadeza o respeto por el caído lo empotré allí.
-Ya no saldrán más por aquí.

Aún quedaban incontables lugares de los cuales podrían surgir, pero no lo harían de ese.

Me extrañó el comportamiento de la semi-orca y el semi-elfo, pues reaccionaban a un peligro que yo no percibía. Lo único que hice fue prepárame para cargar y aplastar los que nos atacase.

¡Que me aspen si aquello tenía algún sentido! ¿Un ridículo truco barato más efectivo que la violencia de un puñetazo? ¿Pantomimas supliendo la contundencia del filo de una espada? Aquello no era el estilo de la cazarrecompensas Daisy Sue Demonfly. El flaco le había arrebatado la oportunidad de matar a su primer... su primer... "bicho ese raro feucho", sin embargo, aún le quedaba el consuelo de que pudiesen haber más bichos eses raros feuchos tras la próxima esquina, o que se volvieran a encontrar con el que se había ido tras las luces, y que aún daba vueltas, como un polizonte haciendo su ronda, por las ruinas de la antigua Sharn.

Pst...-llamó con el dedo, para que la siguiesen.

Daisy Sue se internó por la calle en la que había visto a la criatura por primera vez, antes de que se marchara en persecución de las luminosas de Finn, posando las suelas de las botas en el poco vívido polvo del centro de la gigantesca cámara, hasta la siguiente esquina de escombros. Avanzar y mirar. Avanzar y mirar. Como una depredadora en busca de su presa: el disco de adamantina de siete puntas.

Daisy empieza a moverse silenciosamente. Por su derecha ve una claridad y unos chillidos que se alejan cada vez más de ellos. Seguramente las luces alejen a la criatura un buen rato. 

Con cautela sale de su escondite observando al frente. Sus ojos de semiorca le permiten ver en la oscuridad lo suficiente como para distinguir los detalles y contornos del lugar. A pesar de no poder ver colores se siente lo suficientemente capacitada como para poder guiar al resto. Y entonces...

Otra de esas criaturas aparece, a la carrera, delante de ella. Ha salido de su izquierda, de la zona oculta por las ruinas, y parecía dirigirse tras la primera de las criaturas. Al toparse con Daisy intenta detener su carrera. Las patas le resbalan por el suelo y casi está a punto de caer de lado. Pero consigue frenarse justo a tiempo a pesar de la sorpresa de encontrarse comida de semiorca en este lugar...

Sus fauces abiertas apuntan a Daisy. Grandes gotas de una saliva espesa caen de entre sus dientes. En contacto con el suelo estas babas parecen disolver la piedra emitiendo una humareda...  

La pregunta del bárbaro tenía tanto sentido que el semielfo no pudo evitar mirarle sorprendido y encogerse de hombros con una sonrisa infantil en la cara.
Cualquier balada épica que se preciase no empezaba precisamente con decisiones meditadas tomadas desde el sentido común, y Finn confiaba en que sus compañeros salvasen heroicamente cualquier situación. Él se encargaría de recogerlo así...

Una vez el semielfo creyó que el peligro había pasado y podía hablar en susurros no pudo mantener por más tiempo la boca cerrada. - Sutileza, estilo y belleza en la ejecución, amigos míos, son la clave para dejar vuestra huella personal en Khorvaire. - Dice orgulloso de su aparente éxito. - Claro está que otros acercamientos, como la simpleza que entraña la pura destrucción y aniquilamiento, como la que nos enseña nuestro querido Ariete, son bellos también en el otro extremo del espectro.

Tan ocupado estaba el semielfo en soltar su discurso, que no se percató del camino que tomaba la semiorca. Lamentándose, intentó señalar el pasadizo más alejado de la izquierda a Daisy, sin mucho éxito.
Había alejado a una criatura, pero eso no quería decir que no tuviera amigos por los alrededores o que sus pisadas o la luz que portaban atrajeran de nuevo a la criatura u otras desagradables sorpresas.

Suspirando, y todavía con el cetro medio tapado de tal manera que la tenue luz no llamase mucho la atención, siguió a su compañera, siempre protegido por la compañia claro estaba.

Sutil forma de lidiar con los seres de las mazmorras, Powaqqatsi admiraba el truco del bardo, y en general estaba encantado con la forma en que el equipo entero resolvía las cosas con el menor riesgo, con la violencia sólo usada en su mínima, casi innecesaria expresión, como un reloj perfecto.  Un reloj que tenía un segundero de sombrero de ala ancha y roja ...  

Ah, aquí, pequeño y dentellado amigo.  Tu tranquilo, tranquilo, sigue las luces que perseguías, anda, no te molestes por nosotros. -le trató de decir con gestos, como lo haría con otro animal normal de las cavernas.  Si este estaba de alguna otra manera alterado, o no tenía nada de animal sino puro monstruo, nada podría hacer para evitar que sus compañeros le dieran nuevamente alimento gratis a los escarabajos carroñeros.  Huye mejor, ante estos no sobrevivirás, picoso amigo. ¡Vete!

Las pequeñas pero numerosas patas de aquella alimaña estaban recorriendo todo el cuerpo de enano, y este, tenia demasiadas cosquillas -Ehh, eeeh, sal de ahi, jijiji, no, noo, por ahi no, jajaja, estate quieta de una maldita vez!-

La alimaña recorrio el brazo izquierdo del paladin y este, rapido como un gato, asesto un puñetazo a la zona escuchando el crujir del exoesqueleto del bicho, pero tambien, al soltar la mano para cazarlo, emepzo a descender los ultimos metros como una piedra de un trebuchet.

-CUIDADOOOO- acabo rebotando con todo hasta toparse con la enorme espalda de Mug, que sirvio de muro.

- ¡No os váis a creer dónde se me han llegado a meter los insectos mientras bajaba por la cuerda!- exclama triunfador Alfrik sacudiéndose las ropas en la entrada del túnel-. ¿A qué vienen esas caras? ¿Y qué es este olor a quemado...?

El enano compredio pronto lo que habia pasado al ver los bichos quemados y el resto de cristales rotos de las botellas, por lo que asintio a la accion de los compañeros y les siguio. Al ver como Finn conjuraba algo y lo lanzaba en forma de luz hacia la rata se alegro de tener a alguien que usase la cabeza y no solo la fuerza bruta como Daisy. -Buen trabajo camarada.

Pero todo iba demasiado bien, ¿solo una rata?, no, era evidente que faltaba alguna mas y, esta, no se hizo esperar.

La rata se lanza contra la semiorca con una agresividad total. Lanza su cabeza a un lado y a otro intentando alcanzarle con sus colmillos tal y como haría un jabalí. Y casi lo consigue. Los pantalones de Daisy quedan abiertos a la altura del muslo izquierdo. casi...casi los colmillos consiguen enganchar la piel y el músculo.