Partida Rol por web

Al poco de que empezaran a avanzar hacia el almacén para reagruparse y rearmarse, Muerte empezó a darle vueltas a las palabras que había dicho el Hermano Adenoriel, aquella información extraida del segundo de a bordo antes de que muriera. Caminaba en silencia al ir pensando, ayudando a Salaphael a cargar con el Hermano Capitán Polyos y llevando su espada de energía en la mano.

- Hermano Adenoriel - habló el poco hacia el tecnomarine -, hay algo que deberíamos considerar. Habéis dicho que no es posible enviar comunicaciones desde nuestra nave, pero estamos recibiendo una emisión imperial desde algún punto cercano. Si bien nuestras órdenes nos obligan a mapear el pecio... tendremos que ser capaces de abandonarlo y de hacer llegar la información a la Deathwatch, ¿no es así? - se tomó un momento antes de continuar hablando -. Creo que encontrar una forma de escuchar esa emisión y, al mismo tiempo, encontrar una forma de hacer que al menos es tan prioritario como el propio mapeado del "Mortis Thule". No podemos permitirnos quedarnos encerrados en el pecio y la Disformidad, no por nuestras vidas. Estamos cumpliendo con nuestro deber. Pero la importancia del Hermano Capitán y, sobre todo, la Reliquia que portamos hace que no podamos afrontar la opción de que el pecio regrese a la Disformidad con nosotros a bordo. La Deathwatch no puede permitirse perder un arma así en esta misión.

Mientras decía todo aquello, que consideraba muy importante, Bolverk les avisó de que algo ocurría y el Escudo Negro sujetó su arma con más fuerza, listo para cualquier posible amenaza.

Entiendo sobradamente tu preocupación hermano, y pienso como tú - le dijo el tecnomarine al kill marine con calma - esto no va a ser una misión suicida... pero el problema que tenemos es que por ahora, no he encontrado ni una sola consola que nos pueda ayudar a detectar dicha señal, en cuanto encontremos algo funcional, veremos que tiene que contarnos... - negó con la cabeza - mi plan es encontrar algún transporte funcional dentro del pecio, pues esta nave ya forma parte del enorme pecio y hagamos lo que hagamos, estamos aquí atrapados - la situación era así y no tenían ni un solo centímetro como margen de maniobra, solo les quedaba seguir adelante y rezar al Emperador para que este les ofreciera una salida.

El sacerdote sanguinario asintió levemente como agradecimiento cuando Muerte le ayudó a cargar al inconsciente capitán Polyos. Él no se oponía al plan, sólo hizo constar el asunto del pecio como recordatorio para que no se entretuvieran demasiado. Sin embargo, a juzgar por aquel ruido y las palabras de Bolverk, era probable que si se encontraran con un contratiempo más.

   - ¿Esta nave es ahora parte del pecio, Hermano Adenoriel? Es decir... ¿estamos dentro de Mortis Thule? - Preguntó Bolverk. Quizá la corrupción que había notado fuera simplemente por ser, ahora mismo, parte de Mortis Thule. Aquello cambiaría las cosas y no precisamente a mejor. Si estaban dentro del pecio, si eran parte del pecio, estaban en terreno enemigo. Recordó el armamento que escogieron antes de embarcarse para romper el asedio. ¿Cuanto hacía de ello? A Bolverk le parecía que había pasado toda una eternidad desde que le informaran sobre su misión. Todo ha cambiado tan rápido y tan repentinamente... El armamento que habían escogido podría servirles. - Hermanos... - Bolverk recordó ese zumbido y el repiqueteo que había escuchado al entrar al nivel de armorium. - No quiero interrumpir... - Pues las cuestiones que Muerte planteaba eran de gran importancia. - ... pero me ha parecido escuchar algo... un zumbido o un repiqueteo... - Bolverk pensó en las posibilidades, podía ser desde algo natural, algún conducto que se hubiera soltado o alguna pieza que se hubiera quedado suelta, hasta una bandada de enemigos, como las malditas arpías tiránidas que al volar provocan zumbidos. - Vamos a la armería, hermanos. - Al estar en el nivel del armorium, Bolverk empezó a caminar para buscar la armería propiamente dicha.

Mientras caminaban pudieron escuhar como, poco a poco, el zumbido aumentaba y el repiqueteo empezaba a ser algo más preciso. Eran como un sonido pesado seguido de uno agudo corto, para volver a repetirse. Cuando pudieron ver en una esquina que surgía el causante.

Un servidor de combate patrón Jericho estaba activo y en modo patrulla; pero iba seguido de otros tres como él, todos con diversos tipos de armas. Dos con bolters, uno con un rifle de plasma y otro con un rifle de fusión.

En el momento en el que los astartes los vieron e intentaron evitar el primer contacto, vieron como una luz rojiza bañaba el pasillo.

-Contacto enemigo detectado -dijo una voz mecánica, y entonces pudieron observar un par de servocráneos sobrevolando a los servidores.

Los servidores mantenían un paso errático y se veían extraños según se acercaban. Parecían tener partes congeladas y todo oxidado, así como la parte biológica parecía bastante pútrida, como si hubieran estado a la intempérie durante décadas.

El servidor de combate no era una tontería como enemigo. Todos sabían que no eran demasiado hábiles; pero si fuertes y resistentas, así como capaces de hacer grandes daños y una selección de objetivos bastante buena. Ésto se demostró cuando uno de los que tenía un bolter en lugar de brazo derecho alzó el arma hacia Muerte, un enemigo que tendría más difícil el evitar sus disparos, y entonces apretó el gatillo.

El sonido sordo del arma alivió ligeramente los nervios de todos los presentes. El bolter, ese arma del servidor, se había atascado, por lo que no podría disparar a no ser que la desatascara, lo que le acarrearía tiempo; pero en combate cuerpo a cuerpo tampoco eran débiles.

Bolverk, que iba abriendo la marcha (como era habitual y de esperar), pareció mostrar algo intranquilo al pensar que estaba escuchando algo mecánico. Pronto los demás Marines Espaciales notaron ese mismo sonido, una especie de zumbido seguidos de algunos repiqueteos metálicos.

Y pronto supieron a qué se debía, nada más girar una esquina. Allí había varios servidores de Patrón Jericho activos, como si estuvieran patrullando la zona. Dos de ellos iban armados con bolters, otro con un arma de plasma y el último con una de fusión. Ellos se detuvieron un momento, seguramente para evitar encontrarse con ellos para averiguar primero si sus directrices seguían funcionando correctamente. Sin embargo, no lo consiguieron... y los servidores no eran en absoluto amistosos.

- En que momento... - murmuró Muerte entre dientes, viendo como uno de los servidores alzaba el bólter y le apuntaba. El Escudo Negro se preparó para la que le iba a caer encima...

Sonando entonces como el arma se encasquillaba.

Murmurando una plegaria de agradecimiento al Emperador, el Kill-Marine bajó al Capitán Hermano Polyos al suelo con cuidado y la ayuda del Ángel Sangriento, llevando al mismo tiempo la mano al bólter y alzándolo para disparar. Pero no lo hizo contra quién intentó atacarle, sino contra el servidor que evaluó como la mayor amenaza: el que llevaba el arma de fusión.

El disparo del bolter de Muerte impactó de lleno en el brazo que terminaba en el rifle de fusión del servidor de combate, haciéndole tambalearse. Solo trastabilló un momento antes de recobrarse y volver a ponerse en marcha de nuevo.

Salaphael también bajó con cuidado al hermano capitán, consciente de lo delicado de su estado, para después echar mano de su pistola bólter y abrir fuego. Por desgracia, lo precipitado del asunto hizo que el disparo saliera muy desviado. El Emperador ya les había ayudado encasquillando el arma de uno de los servidores, así que a pesar del fallo se sintió optimista y afortunado.

El disparo de Salaphael había fallado y los servidores continuaban su marcha. El que tenía un rifle de plasma  alzó su arma hacia Adenoriel. El arma empezó a brillar, mucho más allá de lo que era recomendable o seguro, el aire empezó a llenarse de ozono y el arma disparó. Falló el disparo; pero el chorro de plasma podía haber desecho la armadura de un astartes, lo que le pondría en serio peligro en ese lugar.

   El sonido de repiqueteo y el zumbido constante se convirtieron en una amenaza. Cuando doblaron un recodo se vieron frente a frente con cuatro servidores de combate fuertemente armados. Bolverk gruñó y mostró los dientes en un gesto instintivo e inútil pues su casco impedía que los servidores vieran su amenazante gesto. Igualmente sería inútil, pues seguramente los servidores pasarían por alto aquel gesto.

   En milésimas de segundos se desató el Caos. El lobo guardó la respiración cuando uno de los servidores les apuntó con su bolter. Fue el sonido del arma encasquillarse, ese característico "click", lo que rompió en silencio y desató el sonido de disparos. Muerte y Salaphael hicieron frente con sus bolters a los servidores. Y Muerte eligió disparar a uno de ellos, distinto a aquel que trató de dispararles. Si Muerte había elegido a aquel servidor sería por algo, por ello Bolverk decidió atacar y cargar al servidor que había recibido la salva de Muerte, el servidor con rifle de fusión.

El Lobo se lanzó contra el servidor más peligroso de los presentes y, con un tajo ascendente, cortó limpiamente la pierna derecha del servidor y parte del torso, dejando la espada sierra atascada bajo el pectoral durante un instante antes de sacarla. 

El servidor soltó una explosión de sangre, acéite y otros fluídos que permitían a un servidor cumplir con sus tareas, manchando al astartes con esos líquidos espesos. 

¡Hermanos! ¡No hay tiempo que perder! - bramó con fuerza a pesar de que ellos ya habían demostrado la iniciativa de la que siempre hacían gala. El tecnomarine observó con profunda satisfacción como sus hermanos eliminaban al enemigo más peligros del grupo, por lo que su interfaz de disparo integrada en el blindado yelmo que cubría su rostro localizó la siguiente amenaza inmediata... el servidor con rifle de plasma y que había errado un disparo contra él mismo. Sin pensarlo mucho, encaró su bolter hacía él, rezó una leve plegaria en binario al espíritu máquina de su bolter y abrió fuego con endiablada precisión sintiendo la mano del Omnissiah bendiciendo su actuación. 

Adenoriel impactó con los cuatro disparos en el servidor de combate, haciendo que se tambaleara con cada uno de ellos hasta que cayó entre todas las explosiones de la munición explosiva del arma astartes.

El último servidor, el que empuñaba otro bolter, lo alzó de nuevo hacia Muerte de nuevo; pero el Emperador protegía al Escudo Negro y el arma se atascó de nuevo. 

Estaba protegido por la Suerte o por el Emperador.

El Emperador les estaba sonriendo en aquel combate, confundiendo a sus enemigos, y dando a sus hermanos puntería y letalidad. Por desgracia, el Ángel Sangriento no podía decir lo mismo. Su primer disparo había fallado, y la última ráfaga también había salido muy desviada. Sin embargo, las amenazas principales estaban neutralizadas, y las otras aún debían desatascar su arma prioritaria, o lanzarse al combate cuerpo a cuerpo.