Partida Rol por web

En la parte exterir de la muralla donde estabais encerrados se levanta una pequeña ciudad de calles empinadas y recovecos imposibles. El olor a comida, excrementos y otros aromas propios de las ciudades demasiado grandes inundan vuestras fosas nasales y a pesar de todo, la sensación no os molesta. Es bueno estar fuera de esa húmeda celda.

Cruzais las calles ante la atenta mirada de aquellos que os abuchearon a vuestra entrada, cuando todavía erais prisioneros y que ahora no saben como deberían reaccionar ante vosotros. Vais vestidos con ropas que una vez fueron grises, o quizás blancas, pero que el uso continuado por vuestra parte y por los que antes las llevaron, sin haber sido lavadas jamás, os dan un aspecto bastante peor al de un mendigo. El porte de Jorandash, en cambio, orgulloso, noble y portando espada y armadura, sorprende y admira a los lugareños.

Una vez fuera de la ciudad, avanzais por un camino en dirección norte. En cuanto dejais atrás las últimas granjas, os meteis en un camino secundario que llega hasta un pequeño lago de aguas tranquilas y cristalinas. Jorandash detiene el carro y se dirige a vosotros.

(Mientras abre el baúl)

-He conseguido recuperar vuestras cosas. Si debemos viajar a tierras peligrosas prefiero que utiliceis armas con las que estais familiarizados antes que el equipo que la milicia pudiera proporcionar. Creo que está todo, aunque no hay ni rastro de monedas o joyas, si las teníais. También me he tomado la libertad de acolchar las armaduras de metal; hará que no se peguen a la piel cuando haga más frio y os proporcionarán protección extra. para los demás he cogido ropas de invierno. Asi que tomaos vuestro tiempo: deshaceos de estas ropas sucias, tomad un baño ahora que podeis y cuando esteis listos partiremos.

Me baño en el lago con deleite. Sintiéndome de nuevo casi una persona, me visto con mis nuevas ropas y agarro mis viejas armas con evidente satisfacción. Casi no recordaba lo que era sentirme de nuevo capaz de defenderme a mí mismo. Miro a nuestro nuevo patrón con curiosidad. No puedo evitar sentir casi agradecimiento al notarme de nuevo limpio y autosuficiente.

- Habéis mencionado una misión en la frontera spolita. No es una zona agradable y su mala fama es conocida en toda Carmania ¿contra qué peligros queréis que nos enfrentemos? Algunos de nosotros no somos grandes luchadores, aunque sabemos defendernos ¿qué se espera que hagamos?

-Nuestra misión consiste en asegurar una zona fronteriza y garantizar la seguridad de sus habitantes. Pero nuestro enemigo será el frio, de eso no te quepa duda.

Jorandash es escueto en sus palabras, como si no quisiera o no supiera cómo dirigirse a vosotros. Entonces recuerda la pregunta de Erikand, todavía en la fortaleza y prosigue.

-Oficialmente sois mercenarios a mis órdenes y al servicio del conde, por lo que recibiremos una paga que con un poco de suerte podrá pagarnos la comida durante el tiempo que dure la misión.

Dicho esto, espera pacientemente a que acabeis de asearos.

Meneo la cabeza mientras siento un temor supersticioso.

- Si vamos a Spol no creo que nuestro mayor problema sea el frío. Allí son brujos... hay magia antigua y maligna, lo sabe toda Carmania -miro a Swen significativamente, le he visto hacer la suficiente magia como para considerarlo un as en la manga. Pero guardo silencio, no quiero que nuestro patrón sepa demasiado sobre nosotros.

Tras decir eso, me sumo en un meditabundo silencio.

Despues de darme un buen baño sin que nadie me moleste me siento algo mejor, sigo intentando no llamar la atencion y por precaucion me he alejado bastante del grupo para asearme. 

El unico interes que tengo sobre nuestra mision radica en el hecho de saber si sere capaz de sobrevivir, las explicaciones de Jorandash me tranquilizan un poco aunque el comentario de Aldar consigue que la tranquilidad se esfume rapidamente. Rompiendo mi silencio me acerco a Swen y en voz baja le pregunto.  

-Es cierto lo que dice Aldar? Si lo es, Jorandash nos esta mintiendo -mi mirada se centra en el grupo de hombres que me acompaña, los miro pero en realidad mi mente esta muy lejos de alli.  

Me doy un baño muy rápido, ya que el agua está muy fría, y no nos llevamos muy bien el frío y yo. Cuando estoy saliendo, veo que Loranda se baña vestida, y pienso:

Es una buena forma de optimizar nuestro tiempo, se baña y de paso lava la ropa. Otro día lo probaré yo.

Me seco rápido, y me pongo la ropa seca a todo correr. Ya cuando estoy recuperando el calor, escucho las conversaciones de mis compañeros:

¿han dicho magia?, ¿he oído magia maligna?. Mmmm, interesante, muy interesante. Igual puedo aprender algo para utilizar en mi venganza.

Me zambullo en el agua sin pensarlo un instante y dejo atrás a la tribu de pulgas con las que he estado conviviendo en la celda. El agua helada del lago me hace sentir vivo de nuevo. Cuando rompo la superficie del agua e inspiro el aire frío de la mañana con los ojos cerrados sonrío y casi vuelvo a sentirme libre de nuevo. Pero no debo engañarme: seguimos siendo esclavos. Mientras me seco un poco en la orilla y vuelvo a vestirme, miro fijamente a Jorandash. Espero que no por mucho tiempo más. Les oigo hablar del frío del norte y me intrigan los brujos que menciona Aldar. ¿Nos habrá mentido Jorandash? Pero qué extraño que nadie mencione nuestra libertad. Tal vez los carmanianos están muy acostumbrados a ser esclavos de los jefes de sus fortalezas... -reflexiono, y me doy cuenta de que no conozco del todo a mis compañeros, y mucho menos a su mundo. Voy a tener que aprender muchas cosas sobre esta tierra extraña.

Luego me dirijo al carmaniano que nos lidera:

-Jorandash, aún no has contestado a mi pregunta: ¿seremos libres cuando terminemos la misión?

Swen mira con clama ansiosa como se abre el cofre. A duras penas se contiene cuando el resto comienza a rebuscar para recoger sus pertenencias. Recoge sus fetiches, amuletos, medicinas y tabas, con aprensión supersticiosa mientras comprueba su estado. Los aparta a un lado se viste con sus gruesas ropas y va, poco a poco, situando cada en su sitio. Algunas en bolsillos, otras rodeando sus muñecas y tobillos como pulseras y otras al cuello, como el cazador de sueños que le visteis usar con el pulpoandante.

- Está todo -murmura a un interlocutores invisibles-. Sí, eso también.

Salvo por su extraños monólogos permanece callado, al principio más preocupado de sus pertenencias y su estado, luego espectante en un silencio en el que sólo habla el gesto de su cara, inquisitivo, extrañado, evaluante, todo ello aderazado con una pizca apenas visible de profundo odio. Sólo sale de su ensimismamiento cuando es interrogado por Loranda.

- No es mi tierra, mujer...

Erikand asiente con acierto. Jorandash parece, al menos, una persona capaz. Si quisiéramos deshacernos de él, deberíamos planearlo todo muy bien. Aunque Erikand no se fía aún de sus palabras, debe parecer tranquilo y sumiso.
Erikand se va a bañarse Quitarse toda esa suciedad de encima le recuerda buenos momentos de su infancia, cuando su padre y él se bañaban juntos en el río. Se dedica su tiempo a sanearse y también a disfrutar de ese agua fresca que tan buenos momentos le traen a la cabeza. Para cuando acaba y vuelve con el grupo, se ha perdido parte de la conversación y aparece con una gran sonrisa y un :
-De que estábais hablando.- mientras se seca con esmero la cabeza.

Salgo de mi ensimismamiento para replicar, cortante.

- De si esta misión no es una pena de muerte aplazada- murmuro con pesimismo.

Me froto las sienes con amargura. El placer del baño ha durado tan poco...

Jorandash da por terminada la charla sin  llegar a responder la pregunta de Kenvent más que con una mirada severa. Sin abrir la boca, os hace un gesto para que os incorporeis de nuevo al camino y proseguís la marcha.

A pesar de lo montañoso de esta región, el camino discurre de forma más o menos llana y atravesais varios pueblos y aldeas donde os permiten dormir en posadas cuando las hay o en graneros cuando no e sposible otro alojamiento. Las gentes son amables con vosotros, aunque actuan con la máxima cautela frente a desconocidos armados.

Jorandash durante este tiempo no habla demasiado. Os dais cuenta de que pasa el tiempo pensativo aunque alerta y siempre que os dirigís a él parece salir de algún pensamiento absorbente. Su trato con vosotros se limita al estrictamente necesario y siempre os habla en el mismo tono imperativo y con ordenes cortas y directas. Parece que sus prejuicios le impiden un mayor acercamiento a vosotros.

Al parecer, la suciedad se había metido profundamente en mis orejas, y caminaba tranquilamente sin oir nada fuera de lo común.

De repente... algo me alerta.