Partida Rol por web

Parece que algo perturba el sueño ligero de Jorandash y éste se levanta agarrando su espada instintivamente.

Rezongo mientras me preparo para mi turno de guardia. Supongo que Erikand querrá trabar conversación a pesar de mis evasivas. Creo que el periodo en prisión nos ha cambiado a todos un poco y yo no soy la excepción. Me siento más huraño y enfadado. Me siento... culpable, por haber aconsejado pactar con los lunares, condenando al grupo a la cárcel. 

Me siento estúpido e inútil, y no tengo ganas de hablar de ello. Y más que me voy a sentir. Veo que Jorandash se levanta en estado de alerta y hago lo propio, maldiciendo por lo bajo mi falta de atención.

Como siempre, dormía a pierna suelta sin tener ningún temor, además de que como todos sabían que no era muy bueno haciendo guardias, no me contaron para ninguna.

Mientras hacen las guardias los demas, duermo a pierna suelta sin oir ni enterarme de nada. 

Kenvent sigue durmiendo, ajeno a todo. Está teniendo un sueño muy raro, en el que golpea a Jorandash con una manta enrollada, sin causarle el más mínimo daño, mientras el carmaniano ni se inmuta y sigue con su vida.

-Ffghrr... ¡hijo de perra!... ghgrrr.... mfmfmmf... ¡muere ya! -dice hablando en sueños.

El sonido de alguien acercandose a vuestro campamento os despierta. Al principio parecen pasos humanos, pero a medida que se acercan descubrís que no es así. Al sonido de los pasos, rápidos y pesados, acompañados por el sonido de la maleza aplastada y algunos arbustos crujiendo le sigue la aparición de dos figuras enormes. Son dos seres humanoides, de más d edos metros y medio de altura, con el cuerpo grande, musculoso y ligeramente encorvado. Visten con ropas toscas, hechas con pieles de animales y cada uno porta en su mano un garrote enorme, hecho con el tronco de un árbol. Sus caras tienen una especie de hocicos con colmillos y parecen oler el aire. El primero de ellos, al veros (u oleros) abre su enorme boca y suelta un bramido; Su aliento huele a carroña y su piel a sudor y excrementos. El que le sigue es algo más alto incluso y parece ser una hembra.

Jorandash se levanta de un salto, agarra su espada y su escudo y grita: -¡Trolls de las cavernas! ¡A las armas!

Esas criaturas son grandes, fuertes, y no tienen armas a distancia. Me separo de ellos, dirigiéndome hacia un lateral y buscando una línea de tiro mientras susurro una oración a Odayla y pongo una flecha en mi arco.

- Guía mi flecha, Gran Oso -susurro, apuntando al primero que ha entrado en el claro, esperando alcanzarle antes de que se eche encima de Erikand.

Apunto y disparo, notando como la bendición de Odayla templa mi brazo. Sin embargo, la sorpresa y la precipitación me pasan factura y la flecha se pierde entre la maleza.

"Maldición".

Al oír la alarma de Jorandash me despierto de golpe, como accionado por un resorte, y cojo la espada casi instintivamente. Cuando me hago cargo de la situación, recojo rápidamente el escudo y rezo una rápida oración a Orlanth para que despierte el espíritu de mi espada y me ayude en el combate.

Luego espero a que se acerquen los monstruos y me lanzo al ataque contra el que tenga más cerca, sin hacer caso del frío que hace y tratando de no interponerme entre el monstruo y la línea de tiro de Aldar.

-¡¡¡Por Orlaaanth!!!

Swen se revuelve en su manta, recoge su daga mientras murmura unas palabras y se levanta tratando de retirarse interponiendo a los luchadores entre él y los trolls -Swen es un tirillas que poco podría hacer físicamente-. Los ojos del chamán brillan con inteligencia cuando mira al carmaniano aprovechando que se lanza contra los trolls y no está pendiente de él.

- Quizá sea nuestro momento, Gunhar.

- Despertad, amigos, este podría ser nuestro momento -murmura refiriéndose a Gunhar y Randan, sus dos amigos espíritus-.

Luego se dedica a transmitirles mentalme sus ordenes. A Randan, el espectro, lo manda contra el macho para tratar de debilitarlo y que caiga. A Gunhar, el fantasma, lo manda contra la hembra para tratar de dominarla y lanzarla contra su captor.

Acto seguido comienza a rumiar una pequeña salmodia con la intención de, si fuera necesario, apoyar al fantasma en su combate espiritual.

Erikand se levanta alarmado, intenta atender un poco mejor al sonido que acaba de escuchar, cuando osbserva que Jorandash también se ha levantado. Cuando grita los trolls, Erikand se da la vuelta observando, en efecto, esas grandiosas criaturas. Un golpe de esos garrotes puede hacer mucho daño.

Erikand se agacha al suelo recogiendo un puñado de tierra con la mano derecha y mientras se levanta, sujeta con su izquierda el bonito collar de cuentas de 2 piedras negras susurrando:
- Espíritu de la tierra, protégeme con tu bendición. - Tras esto, se restriega la tierra en el pecho y recoge su escudo y su maza pesada.

Erikand se lanza hacia los trolls, sabe que es de los pocos del grupo a la hora de soportar los golpes gracias a su armadura y escudo, asi que debe hacer frente a esos trolls mientras los demás atacan por detrás. Se encara al troll más grande, que parece ser una hembra, y golpea con la maza al escudo a modo de reclamo. Después se abalanza sobre ella.
El golpe se dirige con potencia directamente a su pierna. Si puede derribarla, será un rival en el suelo...

Desde mi "cama" improvisada, oigo los gritos de mis compañeros, y girándome a ver si es Kenvent otra vez con sus sueños intranquilos, veo que no, esta vez son dos criaturas, y parecen muy fuertes.

¿Como no me habré despertado con el hedor que desprenden?, igual me acostumbré a este en la cárcel. Esta batalla va a ser dura me parece, haré lo que mejor se hacer, el primer golpe no podemos fallarlo ninguno.

Sin levantarme, esperando no llamar demasiado la atención de los trolls, y pasar desapercibido mientras luchan cuerpo a cuerpo con los guerreros, lanzo disrupción al macho.

Me despierto sobresaltada al escuchar el jaleo, la presencia de los trolls me pilla por sorpresa pero reacciono rapidamente. Cojo mi daga e intentando ocultarme me acerco al que esta mas herido y le ataco por la espalda. 

-¡¡Trolls!!- Grita Jorandash mientras agita un medallón colgado en la empuñadura de su espada, y  acto seguido da un salto y ataca al macho.

Las dos bestias se lanzan sobre vosotros sin piedad. El macho se encara con Etrikand, pues es el primero en interponerse ante él. La hembra ataca a Jorandash, que corre hacia ella con la espada en alto.

El troll macho alza su enorme garrote y lo deja caer con una fuerza sobrehumana sobre Erikand, que logra bloquear el ataque con su escudo, el cual cruje por la fuerza del impacto; Lo que éste no esperaba era que la bestia atacara también con su mano izquierda, cuyos dedos están terminados en afiladas garras negras. La maza de Erikand golpea en la rodilla de la bestia, haciendola caer en el mismo momento que su garra destroza el brazo izquierdo del guerrero.

La hembra levanta su arma contra Jorandash, que está listo para el combate pero no lleva su armadura, aunque justo en el momento d eatacar se queda parada y agita su cabeza como presa de algún tipo de confusión u otro ataque mental. Jorandash aprovecha la ocasión y le propina un tremendo tajo en un brazo.

Aldar falla su tiro, pero Kilder si acierta con su magia al macho, al igual que Kenvent con su espada. Loranda aparece desde las ombras y clava su daga en el brazo del desafortunado troll, acabando con su vida.

Cuando el enorme monstruo ya ha caído al suelo os dais cuenta de que la hembra sigue quieta, mirandoos con una expresión distante.