Partida Rol por web

-¡Si nos alcanza la noche aquí fuera vamos a morir de frio igual que el animal! ¡Debemos buscar algún lugar donde resguardarnos!

Las palabras de Jorandash casi se las lleva el viento.

Intento avanzar pero el viento helado me molesta y la lluvia me cala la capa con capucha, helándome hasta el tuétano. Susurro una plegaria a Odayla para que me proteja de los elementos mientras intento escrutar más allá de la ventisca.

No lo consigo. Me giro con un gesto de fastidio.

- ¡Si queremos alejarnos de la carreta, deberíamos encordarnos! -intento proyectar mi voz para contrarrestar el fragor del viento -¡No veo nada más allá!

Intentando avanzar con el grupo, y tapándome la cara con un brazo, asomo la cabeza un momento para ver si encuentro algún refugio.

Doy unos golpes en el hombro al compañero que tengo al lado, y les grito mientras señalo con el dedo:

-¡Mirad allí!

La ventisca me ciega y apenas puedo levantar la cabeza. Todo ante mi parece gris y opaco.

Erikand iba por detrás del grupo medio agachado, mirando las provisiones más que haciendo caso al entorno cuando Kilder le sorprende con un buen grito.

Swen ha estado extraordinariamente retraído desde la conversación nocturna. Sus lentos pasos lo han ido llevando a la parte trasera de la comitiva. Allí se encontraba con Erikand cuando el animal cae rendido. Mira alrededor desesperanzado y tratando de situarse mientras se maldice por no haberse dado cuenta del estado del pobre animal. Luego se aproxima al cuerpo tendido y rumia unas extrañas palabras para tranquilar al espíritu saliente.

Durante el camino, aprovechando que está atrás con Erikand, Swen trata de comunicarse mentalmente con él.

Llevo todo el día en silencio, lanzando miradas furibundas a todo el mundo, incluido el paisaje nevado, y se me oye refunfuñar por lo bajo.

La tormenta de nieve, por un momento, parece más de lo que podeis soportar, hasta que Kilder logra ver algo en la distancia. Al acercaros, os encontrais con una pequeña edificación rodeada por un murete ya derruido debido al paso del tiempo. la construcción parece algún tipo d emausoleo funerario, cuyos adornos e inscripciones ya han sucumbido bajo el viento y el frio; Su entrada está tapiada por una losa que antaño estuvo grabada. Jorandash no pierde el tiempo; Vuestra situación e sdesesperada y con ayuda de su espada separa la losa y tira la puerta al suelo. El interior está oscuro y el aire viciado por los años de encierro, pero tiene espacio más que suficiente para todos vosotros y proporciona una inestimable protección del viento y la lluvia helada.

Una vez en el interior, dejais las cosa sen el suelo y os sentais a descansar. A la luz de las antorchas podeis ver el lugar con detalle: Se trata de una sala rectangular de cuatro por doce metros con altos techos y varios grabados que representan batallas y gestas, aunque sin ninguna referencia útil. Todo parece muy antiguo y no hay ni rastro de ningún tipo de lenguaje escrito. Al fondo de la sala, justo en el lado opuesto a la entrada, hay un sarcófago de piedra sobre el que reposan algunos objetos cubiertos de polvo.

Jorandash se deja caer al suelo, no demasiado interesado en inspeccionar el lugar, mientras no deja de mirar la tormenta a través de la puerta.

Cojo una antorcha, y me acerco a los objetos que hay en el sarcófago, y les pego un soplido para observarlos atentamente, y sin tocarlos.

Paso la antorcha por encima para mirarlos atentamente.

-¿alguien sabe que puede ser esto y por qué está aquí? Si los cojemos, no creo que le moleste a nadie. No se si valdrían mucho...

Todo est parecía muy extraño.

Erikand también mira con atención todo, desde los objetos, de los que también intenta discernir si son valiosos, hasta los grabados, a ver si reconoce la historia pintada ahí.

-La verdad es que es un lugar extraño. Alejado de todo, con objetos ahí tirados y el arie demasiado viciado. Deberíamos procurar no enfadar demasiado a los espíritus...- Dice señalando los objetos.

Kilder y Erikand no dudan en acercarse al sarcofago mientras los demás estais todavía recuperando el aliento tras la carrera que os ha llevado hasta aquí.

Al acercar la antorcha a los objetos, descubren que éstos son una vieja espada que reposa entre las piezas de una antiquísima armadura; Todo está oxidado e inservible.

Pero de pronto, una voz retumba en las paredes del lugar; Una voz vacía y sin aliento que se levanta por encima incluso del sonido del viento. Habla en una antiquísima versión del viejo peloriano de la que penas podeis entender unas cuantas palabras.

- SSSSHH... OSAREIS PROFANAR NOS DESCANSO DE HOMBRE DE GUERRA... ¡OSAREIS CARGAR RIQUEZAS DE NOS GLORIAS!

Una figura espectral aparece de pronto frente a Kilder y Erikand se lanza conta ellos con rapidez furia.

Intento razonar con el espíritu:

-Un momento, gran guerrero, hemos venido aquí en busca de cobijo, y si pudiere ser bajo tu protección, simplemente admirábamos tus logros grabados en la pared, y los objetos de tan grandes azañas, que antaño fueron el azote de tantas guerras. En ningún momento hemos osado profanar tu descanso, simplemente, el destino impestuoso nos ha traido hasta aquí, y podremos recordar tus azáñas, y volver a darles alabanza.

Me planteo por un momento correr hacia mis compañeros, lanzar un hechizo, o incluso continuar hablando con el espíritu.

Maldiciendo entre dientes la imprudencia de mis compañeros, me doy cuenta demasiado tarde de que se se han acercado al sarcófago. El temor supersticioso se adueña de mi cuando vislumbro la figura fantasmal. Un escalofrío me recorre la espina dorsal.

Pienso con rapidez ¿Servirán de algo mi arco y mis flechas? ¿Y mis conjuros? Son muy débiles pero...

- ¡Swen! ¡Necesitamos tu magia! -grito mientras saco mi arco y pongo una flecha- ¡Erikand! ¡Kenvent! ¡La espada! ¡Usad la espada de la tumba!

Al ver a Kilder y Erikand inspeccionar el sarcófago del fondo, les grito:

-¡Dejad esas cosas m...!

Pero no logro terminar el improperio que tenía pensado porque me quedo mudo de repente al ver aparecer ante nosotros el ser espectral. Sin pensarlo ni un segundo, me pongo de pie de un salto y me pego de espaldas a la pared de la sala donde está la entrada y me deslizo milímetro a milímetro en dirección a la salida sin dejar de mirar el espíritu, totalmente aterrado.

Erikand se asombra al ver aparecer el espíritu. Sin duda alguna hemos profanado el lugar, y el sólo hecho de acercarnos ya le ha hecho enfurecerse. Erikand se pone a la defensiva y cuando escucha a Aldar sobre la espada tiene algo de sentido. Un arma mundana no hará daño alguno al espíritu, si esa espada está cargada místicamente o tiene algún vínculo con ese espectro.
Erikand se pone a la defensiva y voltea el sarcófago. Cuando tenga una oportunidad cogerá la espada y le intentará atacar, mientras tanto está a la defensiva con su escudo.

Cuando veo al espiritu se me hiela la sangre y mis piernas apenas me responden. Lentamente me situo junto a Kenvent pegada a la pared. Con la mirada busco a Swen y rezo para que pueda hacer algo. No tengo ni armas ni valor para enfrentarme contra un fantasma. Con temor miro a los que estan mas cerca de la aparicion y un susurro sale de mi boca. 

-Cuidado..., cuidado, no bajeis la guardia. 

Con la tranquilidad del que está acostumbrado a ver este tipo de entes Swen observa al espíritu con curiosidad tratando de distinguir detalles que escapan a los ojos de otros mortales. Comienza a murmurar una letanía preparándose para enfrentarse a lo que se avecina.

- Imprudentes...

Parece estar esperando a ver como se desarrolla la conversación para ver si tiene que actuar.