Partida Rol por web

Tras unos dias de ventisca y lluvias, finalmente el cielo queda despejado y podeis partir en dirección norte en busca de la torre de la que hablaron los troll de las nieves.

Con todo vuestro equipo, provisiones para una semana y toda la ropa de abrigo que podeis llevar encima sin que ello os impida caminar, dejais la cabaña cuando todavía faltan unas horas para que amanezca. El frio en el exterior es casi insoportable. Caminais muy cerca los unos de los otros, a marchas forzadas y sin decir una palabra; Cada movimiento innecesario hace que el aire congelado entre por alguna abertura y os penetre hasta los huesos. Bajais al valle de Negraard, donde la temperatura asciende tres o cuatro grados, dandoos un respiro momentaneo hasta que emprendeis el camino al norte siguiendo la misma senda que el muerto andante de la otra noche.

Cruzais el último bosque de Carmania: Un pequeño reducto de árboles achaparrados cubiertos de témpanos de hielo que en algunos casos llegan hasta el suelo, y tras él os encontrais frente a una inmensa estepa helada, salpicada por pequeñas pelotas de plantas que se aferran al suelo desesperadamente. El frio aqui se vuelve insoportable. A medida que avanzais y os veis rodeados por el desierto de hielo sentís vuestros miembros más entumecidos y el aire helado os quema la garganta y la nariz; Vuestro aliento se congela en las bufandas y una fina capa de hielo comienza a cubrir vuestros objetos de metal.

Finalmente Yelm, el sol, aparece tímidamente sobre el horizonte y os reconforta ligeramente. Su calor y su luz os dan fuerzas para continuar y alcanzais así la zona donde yacen los restos de dos criaturas draconianas del tamaño de elefantes. Si los troll no os mintieron, a partir de aquí deberiais ser capaces de ver la torre.

Caminando entre el hielo, observo que un poco de hielo está entrando en mi bota, yme paro a ver si puedo tapar un poco la vía de agua, cuando me incorporo, temblando por los efectos del frío, veo algo entre lo árboles.

Con el frío atroz castigando mi pequeño cuerpo, y afeandome aun mas si puede decirse, golpeo en la armadura del que va delante mío, y le señalo el punto sin decir nada.

Con el cuerpo aterido por el frío y pasmado con el recuerdo del ataque de los dueños de los huesos Swen no logra ver nada entre la ventisca.

Todavía le estoy dando vueltas a la armadura de wywerna cuando me encuentro con los huesos medio congelados. Con una sonrisa irónica pienso en que los trolls no dejan casi nada sin utilizar y cómo nosotros terminamos el trabajo. 

- Los cuerpos, o lo que queda de ellos, sigue aquí. Si los trolls están en lo cierto... ¡Maldita sea! ¡Maldito sea Valind!

Un trozo de hielo afilado me roza la córnea. Estoy demasiado dolorido para ver nada.

Erikand seguía el ritmo cabizbajo, seguía pensando en aquél viejo y todo lo sucedido. Si incluso la vexilla había fracasado, o al menos, eso parecía, que harían ellos?

Pero algo le saca de su ensimismamiento, kilder le había golpeado en la armadura y le señala hacia adelante. Erikand mira extrañado hacia el lugar.

El frio me ha entumecido los musculos, me duelen los pies y empiezo a no sentir los dedos. Al cabo de un rato el sol asoma por el horizonte y la sensacion de congelamiento desaparece haciendo que me sienta mejor. Una enorme extension helada aparece ante mis ojos y me paro para observar a mi alrededor. A lo lejos me parece ver algo y centro mi mirada en ello. 

Mietras andamos entre la ventisca y la nieve, espero con impaciencia ver aparecer la maldita torre mágica, para así poder desenvainar mi espada y empezar a entrar en el calor de un buen combate. No he parado de pensar en la vexilla lunar desde que la mencionó ayer uno de mis compañeros. ¿Qué hará Jorandash si nos topamos con ella? -me pregunto. Ensismismado en mis pensamientos, no me percato de nada hasta que Kilder y Loranda nos llaman la atención sobre algo que han visto.

Ante vosotros se extiende una inmensa llanura blanca cuyo horizonte se confunde con el cielo y os da la sensación de haber llegado al fin del mundo. Pero Kilder y Loranda ven algo fuera de lo común: En medio de la blancura puede verse una sombra alargada que procede de ningún lugar.

Al acercaros a ella, descubrís una torre construida con una piedra blanca como el hielo que la hace casi invisible a simple vista. Solo su sombra la delata. La torre parece poseer tres o cuatro alturas, aunque en ella no hay ninguna ventana o puerta. Del mismo modo, su extremo superior está rematado con una espira sin abertura alguna.

Agarro la lanza con las dos mano, y me pongo a hurgar por el suelo cerca de las base de las torres:

-Igual hay una entrada a las catacumbas.

Swen recorre con la mirada la superficie de roca de la torre, principalmente la zona que correspondería a la planta baja, busca con esa visión especial que él tiene de la cosas, esa visión que ve algo más, tratando de vislumbrar alguna oculta puerta mágica. Mientras, disimuladamente, extrae de un bolsillo de su capa un primitivo péndulo compuesto de una piedra grabada de runas atada a un cordón de cuero.

Le echo una mirada desconfiada a Swenn, esperando que un grupo de fantasmas surja de la nada y me rodee mientras me adelanto a observar la base de la torre. Levanto la mirada hacia arriba, al equivalente a la primera planta... Debe haber alguna entrada que permita entrar a los muertos, o lo que sea que sean ¿Una puerta oculta? ¿Unos peldaños tan disimulados en la piedra como la misma torre en la llanura?

Erikan observa la nada desde lejos. Era verdad, una sombra aparecía de la nada, pero de algún lugar debía salir esa sombra. El misterio se reveló cuando se acercaron. La torre estaba hecha de bloques de piedra blanca que le mimetizaban con el entorno. Maravillado con una torre como esa, Erikand rodea la torre para mirar por dónde entrar, pero no había rastro de torre... Erikand sopesa las opciones de escalar por una torre así. Si la torre tiene salientes se podría intentar, pero sin equipo adecuado podría ser peligroso.

En el momento se da cuenta. No se han encontrado con ningún no muerto, así que podría ser que se encontrasen todos en esa torre... Y los no muertos no podían volar o escalar. Erikand saca su maza y empieza a buscar, como Kilder, una entrada en el suelo, ayudándose de la maza para escarbar tierra o lo que sea.

Cuando llego al pie de la torre la miro con detenimiento, una construccion asi debe tener una entrada, pero donde? Mis compañeros empiezan a explorarla y los imito en busca de una puerta. 

Me quedo mirando la torre un buen rato con expresión incrédula. Entonces se me ocurre invocar los vientos de Orlanth que lo ven todo, para que me avisen si hay enemigos cerca. Dejo mis armas en el suelo y me concentro para llamar su atención, pero no lo consigo. El Atronador habrá decidido que yo mismo tengo que estar alerta sin depender de su ayuda. Recojo mis armas un poco decepcionado. Luego decido imitar a mis compañeros y me pongo a hurgar con mi espada entre la nieve de la base de la torre, por la pared y por la sombra que proyecta.

Inspeccionais sin parar el muro de la torre y alrededores en busca de alguna forma para entrar en ella teniendo bien claro que debe de existir un modo, hasta que Kenvent parece hallarlo; No muy lejos de la base de la torre se abre un túnel construido con la misma piedra blanca de la torre que se adentra en la tierra dirección a ella. Estaba semioculto en una pequeña depresión rocosa y era realmente difícil de encontrar a simple vista. Su entrada está cubierta por una fina capa de escarcha y tras ella se extiended una abertura de dos metros de altura por cuatro de ancho que se asemeja a un gran desague más que a un túnel secreto.

Erikand, observa el hallazgo de Kenvent. Había descubierto la entrada, una entrada a lo que parecía un desagüe.

-Yo iré delante. - Erikand osbserva entre sus pertenencias buscando algo. - Alguien tiene una antorcha?

Una vez encienden la antorcha, Erikand avanzará con el escudo  ya en mano y la antorcha. Nunca se sabe que bestias o no muertos sorprenderán en esas cloacas.

Me rasco la cabeza, arrancando trocitos de hielo de la capucha.

- Yo puedo ir al final con mi arco, o en segundo lugar, dispuesto a disparar aprovechando los huecos, o incluso a combatir con mi lanza larga desde segunda línea- me encojo de hombros- como prefiráis. Creo que dependerá de lo ancho que sea el túnel, pero lo ideal es que los mejores guerreros vayan delante si caben dos, o abriendo y cerrando la marcha si solo podemos ir en fila de uno. El resto creo que es mejor que vayamos protegidos por el grupo.

Swen mira a Kenvent poco antes de que encuentre la entrada.

- Creo que hemos pensado algo parecido -dice mostrándole su péndulo y sonriéndole antes de comprobar la cara emoción del bárbaro al encontrar lo que buscaban-.

Se queda jugueteando con el péndulo mientras el grupo se junta nuevamente entorno a la entrada. Atiende las palabras de Erikand negando con la cabeza a lo de las antorchas.

- Como mucho puedo encenderlas -dice mostrando bolsita con yesca y pedernal-. Si embargo, creo que tenemos varias herramientas para entrar más seguros -muestra su péndulo-. Podría intentar ver si hay algún tipo de magia protectora. Y creo que Kenvent puede buscar otros protectores más mundanos, ¿verdad? -la mirada que lanza al guerrero bárbaro parece querer decirle algo más, esa misma mirada se desvía en el último momento hacia Aldar-.

Me quedo observando la nueva entrada, y les digo:

-Os recuerdo, que nos pueden atacar por la retaguardia, algún guerrero debería ir detrás para protegernos. Aún mas, yo voto por ir junto a Loranda en el medio, ya que si hay que atacar o cualquier cosa, yo utilizaré magia, y ella puede atacar por encima de los guerreros pigmeos que forman el grupo. Un ejemplo sería: Erikand para que demuestre su valor junto a Aldar, yo Loranda y Swen en el medio, y detrás Jorandash junto a Kenvent para que se puedan vigilar mutuamente. -alguna frase murmuré en voz baja para mis adentros-A ver cuantas moscas quedan esta vez...