Partida Rol por web

Avanzo en segunda línea con una flecha presta en el arco y la lanza cruzada en la espalda. Veo el gesto de Erikand y me asomo por debajo del brazo que sostiene la antorcha, intentando distinguir un posible objetivo.

Avanzais con cautela a través del túnel hasta que Erikand detiene al grupo. Ha oído algo extraño y sus oídos parecen no haberle fallado: De unos compartimentos bien ocultos en los muros aparecen cuatro figuras humanoides: Parecen hombres armados y vestidos con piezas de armadura rasgadas y viejas, y su paso torpe y tambaleante junto con sus rostros resecos y congelados no hacen más que confirmar vuestras sospechas. Se trata de cuatro guardianes muertos vivientes que avanzan hacia vosotros para impedir que entreis en la torre.

- Gunhar, protege a Erikand. ¡Pero no te apartartes de mí!

Mas que un murmullo más del loco chamán parece una orden tajante.

Me muerdo los labios con tanta fuerza que casi me hago sangrar cuando veo los monstruos tambaleantes. Sabía que iba a ocurrir algo así pero eso no le quita ni un ápice de horror a la situación.

- ¡Kenvent! -grito, aunque mi voz suena casi como un aullido- ¡Adelántate! ¡Hay sitio para ti aquí!

Aprovecho que el bárbaro todavía no ha avanzado y disparo a través del hueco que dejan Erikand y Jorandash. Mi conjuro falla pero mi flecha no, que se dirige hacia la cabeza de uno de esos espantos.

Al oír los gritos y el gemido lastimero de los cadáveres andantes, avanzo ansioso por el túnel hasta el frente del combate junto a Erikand y descargo mi espada contra el monstruo que tengo delante, pero al atacar precipitadamente y casi sin mirar, me sale un tajo mal dado y débil que no le causa ni un rasguño. ¡Maldición! -grito lleno de frustración. Luego abro los ojos como platos cuando la luz de la antorcha llega a alumbrar el semblante cadavérico del enemigo.

De pronto veo a los muertos aparecer ante mi y el frio se convierte en sudor, imagino que habra mas y las piernas me flaquean. Tengo que hacer algo, no puedo dejar que el panico se apodere de mi, mi posicion me impide alcanzar a esos seres y ademas mi arma no es gran cosa, pero tengo la daga del espectro y decido utilizarla lanzando un conjuro de cuchilla aflilada al arma de Kenvent. Sin pensarlo mas uso el conjuro sobre el arma de mi compañero. 

Al vernos sorprendidos de la pequeña emboscada de no-muertos, y suponiendo que poco podría hacer yo en ese caso, les tiro mi lanza, a ver si le doy a alguno.

-Hiiiah!

Mi lanza cae al suelo causando un gran estrépito. Al verlo, me quedo perplejo y achucho a Erikand:

-Venga Erikand, sin miedo, que si te hacen daño yo te curo, pero que no se me acerquen esos mosntruos.

Erikand observa a los no muertos salir. Ya empezaban a tardar... Debían de haber un muy buen puñado de muertos ahí abajo y esos cuatro debían de ser sólo una muy pequeña parte.

Erikand también observa como aún conservan las armas. Eso les hacía más peligrosos pero... sería la vexilla? Seria raro que los muertos de la aldea llevasen ninguna arma.

Observa a los demás, que se mueven para posicionarse. Erikand se agacha tocando el suelo y murmurando "Protégeme"  y acto seguido avanza con escudo en mano y descarga la antorcha contra el no muerto.

-Chicos cuidado con estos

-¡Desapareced, muertos andantes! ¡Regresad a los infiernos!- Grita Jorandash mientras golpea a uno d elos zombies en el cuello, haciendo que su cabeza se separe del cuerpo y caiga rodando por el túnel.

Los tres muertos se mueven haciendo crujir cada uno de sus miembros recubiertos de escarcha. Uno de ellos ve su cabeza seccionada por el impacto de Jorandash y su cuerpo sigue caminando unos segundos hasta que cae al suelo, inerte pero los demás continuan sin importarles en absoluto.

Una flecha se clava directamente en el cráneo de otro zombie mientras estos atacan. Sus movimientos son torpes y aunque fallan el ataque a Kenvent, Jorandash se ve obligado a detener el golpe con su escudo y Erikand recibe el golpe de una maza en su pierna izquierda, pero logra salir ileso gracias a las grebas arrebatadas al espectro y al conjuro de Swen.

Suelto el arco dejándolo caer a mis pies mientras saco mi larga lanza. 

- ¡Loranda! ¡Necesito la magia de la daga! ¿Puedes lanzarla sobre este filo? -le muestro la hoja sosteniendo el mango nervioso. No puedo evitar temblar un poco a causa del miedo y la excitación. 

- Creo que tenemos una posibilidad -le cuento atropelladamente- En este túnel no pueden rodearnos, y los que llevamos lanza podemos atacar protegidos por la primera línea. Mi hermano me contó que en el Ejército Lunar hay unidades que luchan así, con filas de lanzas.

¿Todo esto viene a cuento? Creo que el pánico me ha desatado la lengua. Me callo abruptamente y espero a que Loranda lance su conjuro.

Además de parecer poco más puede hacer en el actual combate que se desenvuelve unos pasos más adelante Swen parece mantener una acalorada discusión en susurros.

- ¡Sí, sí, sería el momento, pero no tengo tan claro ahora mismo que lo merezca! ¡Mi opinión sobre él ha cambiado! Me forzáis ha hacer las cosas como no quiero. Ahora lo que importa es la salud de todos.

Una alocada risa de alegría proveniente de algún sitio más allá de la vida se filtra ligeramente en realidad. La risa de alguien que ha fallado en algo que no quería hacer.

No puedo hacer otra cosa mas que potenciar el ataque de mis compañeros, despues de ayudar a Kenvent me dispongo a usar la daga del espectro en el arma de Aldar. En silencio rezo para que la magia surja efecto y esos zombies desaparezcan. 

Veo como la punta de mi lanza refulge con la magia de Loranda. Sonrío con ferocidad y le agradezco la ayuda con una inclinación leve de cabeza. Sin mediar palabra, me giro y ataco al muerto viviente más cercano.

La lanza golpea una de sus piernas y se escucha un fuerte crujido. El acero se introduce profundamente y cuando intento retirarlo para volver a atacar compruebo con espanto que se ha quedado enganchado en el hueso carcomido.

Erikand ha fallado su primer golpe, y en cambio a él le han golpeado. Si no hubiese sido por sus recién adquiridas grebas, aún hubiese recibido una herida. Absorto en pensamientos inútiles, no ve al zombi balancearse y falla otro golpe.

Maldición. Si sigo así nos enterrarán a todos. Concéntrate Erikand!!