Partida Rol por web

Era el momento. ¿Qué era aquel torneo para el vencedor del torneo de duelos? No tenía miedo… no. No por él al menos.

Antes de cruzar el umbral y perderse entre el espeso laberinto había mirado a su izquierda, a Anne. Le habría pedido que no participase, pero la conocía y sabrá que sus palabras no tendrían buena aceptación en la chica, aun menos sabiendo que él si iba a participar. Esperaba que no le pasase nada malo.

Tras entrar en el laberinto sacó su varita y conjuró su patronus. El hipogrifo cobró su forma entre las ondulaciones azuladas que surcaban el aire.

-Busca a Anne- Dijo esperando que su patronus pudiese sentir la presencia de la chica a la que estaba tan unido. Si el patronus conseguía localizarla o volaba hacia ella su intención era seguirlo. Luego hizo otro conjuro rápido por si acaso. 

-Orientame- susurró, y comenzó a caminar en la dirección que indicaba la varita.

Mientras caminabas tratando de orientarte -con el estrepitoso silencio y frialdad que guardaba aquel enigmático laberinto-, pudiste observar unas sombras fugaces que acababan de cruzar el cielo.

Al dirigir la mirada hacia arriba, comprobaste que eran adultos del mismísimo colegio. No descifraste caras ni nada por el estilo, pues estaban a una altura más que considerable –aparte de no ir demasiado despacio y contra los rayos del sol- pero había algo que casi podías sacar en claro y era que estaban controlando o comprobando algo.

Mientras caminabas tratando de orientarte -con el estrepitoso silencio y frialdad que guardaba aquel enigmático laberinto-, pudiste observar unas sombras fugaces que acababan de cruzar el cielo.

Al dirigir la mirada hacia arriba, comprobaste que eran adultos del mismísimo colegio. No descifraste caras ni nada por el estilo, pues estaban a una altura más que considerable –aparte de no ir demasiado despacio y contra los rayos del sol- pero había algo que casi podías sacar en claro y era que estaban controlando o comprobando algo.

Mientras caminabas tratando de orientarte -con el estrepitoso silencio y frialdad que guardaba aquel enigmático laberinto-, pudiste observar unas sombras fugaces que acababan de cruzar el cielo.

Al dirigir la mirada hacia arriba, comprobaste que eran adultos del mismísimo colegio. No descifraste caras ni nada por el estilo, pues estaban a una altura más que considerable –aparte de no ir demasiado despacio y contra los rayos del sol- pero había algo que casi podías sacar en claro y era que estaban controlando o comprobando algo.

Mientras caminabas tratando de orientarte -con el estrepitoso silencio y frialdad que guardaba aquel enigmático laberinto-, pudiste observar unas sombras fugaces que acababan de cruzar el cielo.

Al dirigir la mirada hacia arriba, comprobaste que eran adultos del mismísimo colegio. No descifraste caras ni nada por el estilo, pues estaban a una altura más que considerable –aparte de no ir demasiado despacio y contra los rayos del sol- pero había algo que casi podías sacar en claro y era que estaban controlando o comprobando algo.

Acto seguido, tu patronus hipogrifo comenzó a moverse como si corriera en una dirección

Observó a los adultos con el entrecejo fruncido para poder observarlos mejor, pero dejó de hacerlo al ver que no podría distinguirlos a aquella distancia. Esperaba que no se tratase de ningún problema en el laberinto y solo fuese una vuelta para asegurarse de que los participantes estaban bien.

El incidente de hace unos años aún hacia mella en la reputación de aquel torneo. Lo que les faltaba era otra igual.

Su hipogrifo comenzó a moverse y él lo siguió con una sonrisa. ¿Habría captado donde estaba Anne? No podía saberlo, pero tenía que empezar a moverse y seguir a su patronus no era una mala idea.

Camino lentamente mientras contemplo el cielo por momentos, buscando posiblemente una orientación y no caminar el círculos. Al continuar vagando por ese laberinto, pienso en algo que pueda marcar cada zona por dónde paso, tal vez con el afán de saber si he pasado por el mismo lugar. 

Pendiente de ello, elijo aquel hechizo que sirve para rasgar o cortar. Así puedo hacer marcas en las paredes, ya sea dibujando un círculo si hay plantas o en el mismo cemento. Mi intención está en tener el camino marcado todo el tiempo y como todo, no me pasa por alto los que vuelan en el cielo, quizás una mera distracción para nosotros o han rescatado a alguien. No lo sé. 

No obstante, sigo... Hasta que pienso en Linus y evoco a mi Patronus con forma de lobo para buscarlo. 

- Busca a Linus. 

Cada vez le parecía más raro, y al ver a los aurores, pensó en llamarlos. Pero no sabía si lo que hacía era malo, aunque la salmodia la había entendido en parte. Y él le había entendido seguro, pero no le había hecho caso ninguno. Hacía algún tipo de purificación ritual, o de preparación a una invocación. 

- वहत अरे योउ दोइङ्ग्? (¿Qué estás haciendo?)- le preguntó, aunque imaginaba que no le diría nada. Se preguntó qué hacer, y si no le respondía de algún modo, le intentaría detener, así que había hecho la pregunta con una intensidad y voz que perentoriamente le exigía contestar... 

Era cuanto menos extraño que hubiera varios adultos sobrevolando el laberinto. En un primer momento Randall pensó que lo más probable es que fueran Agatha, Sándor, Ulfric o Rusev, a quienes les habían encargado vigilar el laberinto, aunque era de lo más extraño. ¿Por qué sobrevolaban el laberinto? ¿Habrían tenido problemas algunos de los otros estudiantes y pretendían asegurarse de que no les pasaba nada malo?

Randall decidió no darle demasiadas vueltas al tema y aceleró la marcha, tomando la misma dirección en la que creía que se estaban dirigiendo los adultos en escoba. Si alguien estaba en problemas, quizá pudiera ayudarle de algún modo.

Tras seguir a tu patronus por varios pasillos, llegaste a un pequeño callejón sin salida. Y ahí justo se paró el hipogrifo, mirando hacia el frente primero, para luego fijarse en ti, tratando de indicarte que era allí.

Seguramente Annelie estaría a través de aquella pared formada por millones de hojas y enormes enredaderas que causaban una frondosidad grandiosa. El problema era, que por lo que podías sacar en claro: no os encontraríais/veríais hasta llegar al mismísimo centro.

Apareció tu patronus -en forma de un esbelto lobo- con aquella característica luz azulada. Apenas escuchó tu petición cuando echó a correr sólo un poco y se paró.

Se sentó mirando hacia la frondosa y verde pared. Tenía la cabeza en alto.

Con ese gesto de guardián te estaba indicando que Linus se encontraría posiblemente en la cara de atrás. Lo bueno sería tener la posibilidad de hablarle, pero al parecer no os podríais ver hasta que llegarais al final, es decir, hasta que os encontraríais/vierais una vez llegados al propio centro del laberinto. Pues, con el hechizo que usaste para rasgar la hierba, te diste cuenta de que esta se regeneraba por arte de magia y, sólo en el suelo se quedaba intacta la marca.

Siguió ilusionado a su patronus. Corriendo por el laberinto, solo preocupándose de encontrarla a ella.

Estando solo era más fuerte…- pensaba mientras avanzaba-pero no volvería a la situación anterior por nada- concedió con una sonrisa.

Era cierto que el preocuparse por Anne le hacía más vulnerable, pero no podía ni quería perderla.

Cuando se encontró con aquel muro de enredaderas y arbustos, los cuales no podía atravesar, maldijo en voz baja. Miró a su patronus y moviendo la varita dijo:

-Llévale el mensaje- Sabía que su patronus podría acudir hacia ella atravesando aquella pared que a él le era imposible, además de esa forma no armaría un escándalo con los gritos. “Ten cuidado. Nos vemos en el centro del laberinto”, pensó y mandó a su patronus hacia ella para que le repitiese esas palabras.

Tampoco podía decirle más y aquel mensaje al menos le haría saber que pensaba en ella y quizás la retaba a esforzarse más para ganarle. Ella era así.

Se dio la vuelta y con la varita hizo otro hechizo apuntando a sus zapatos

-Silencio- así al menos no le escucharían correr por el laberinto, aún no sabía que se podría encontrar allí.

 Después, con el hechizo de orientación intentó marcar una ruta hacia el centro del laberinto

El hipogrifo -patronus de Linus- atravesó la pared y te transmitió el mensaje que el muchacho rubio te quería transmitir:

 “Ten cuidado. Nos vemos en el centro del laberinto”

Estabas un poco desconcertado, no sabías muy bien qué hacer allí dentro. El frío del laberinto se metía por tus huesos. La soledad era un tanto incapacitante. Sólo encontrabas silencio y sombras. Los muros de enredaderas eran mágicos e inmutables. Caminaste y no sabías si ese pasillo ya lo habías concurrido. Era todo verdaderamente extraño.

De hecho, te pareció escuchar algo, unas pezuñas: patas de animal, quizás.

Dirigiste la mirada hacia la esquina que había detrás de ti, una que habías dejado atrás. Y, gracias a la imagen en el suelo comprobaste que era cierto, había una criatura allí en el laberinto.

Su silueta, formada por unos enormes cuernos se mostraban desde el suelo. Se acercaba firme hacia ti.

Mi pequeño lobo surge de la varita y avanza en su andar armonioso, buscando a Linus. Cuando noto que se detiene desvío la mirada hacia mi patronus tras hacer la última marca en el suelo, comprobando que en las paredes es completamente innecesario. Contenta por haber encontrado de alguna manera a Linus, me acerco junto a la pared en donde mi compañero luminoso mira. 

Al ver su Patronus que cruza la pared, suspiro aliviada, no sería difícil encontrarnos. 

- Usa el diffindo para marcar el suelo, por favor... Y ten cuidado. Te amo. - respondo y sigo. - Nos vemos en el centro del Laberinto. Cuando nos veamos, pregúntame algo que solo yo sepa, por las dudas. 

Tras decir aquello, conjuro un protego a mi misma y avanzo a paso firme, siguiendo al lobo. 

Tu patronus volvió hacia tí y con él, un mensaje de parte de Anne:

Usa el diffindo para marcar el suelo, por favor... Y ten cuidado. Te amo. Nos vemos en el centro del Laberinto. Cuando nos veamos, pregúntame algo que solo yo sepa, por las dudas.

Continuaste la andanza con algunos pros y contras. Pues perderse allí era más fácil que encontrarse. Aunque bueno, eso era algo que ya conseguiste imaginarte nada más caminar por algunos pasillos en un par de -repetidas- ocasiones.

Todo era igual, verde, silencioso, solitario y quizás, hasta un tanto apagado. 

La idea de seguir las escobas llegó a un punto de inflexión. Descubriste que no sólo -los que volaban- iban vigilando en círculos, si no que los muros, al ser tan elevados, complicaban aquella persecución. 

Así que, te paraste allí mismo, ante un nuevo callejón sin salida, cerrado. Tu anterior intuición y orientación había sido bastante más buena. Tus pies querían darse la vuelta, sin embargo, -pese a la dificultad de cualquier tipo de comunicación-, te pareció escuchar algo. Era como un fuerte bufido acompañado de un gruñido  animal similar al de un grito de enfado.

Linus sonrió y con un movimiento de varita hizo desaparecer su patronus- El diffindo, buena idea Anne- pensó mientras sus sonrisa se hacía más ancha. Comenzó a avanzar mientras marcaba el camino como le había recomendado su novia.

Ya tenía claro qué pregunta hacerle que solo ella supiese responder.

Andaba perdida. Mis pasos sólo retornaban hacia el mismo punto una y otra vez. Casi quise desistir. Mi orientación interna no estaba siendo del todo buena.

De manera que, tras haber intentado hacerlo por mí misma, descubrí que necesitaría ayuda, pues había perdido una gran parte de tiempo. Por desgracia no era ni Hansel, ni Gretel, ni Teseo.

Saqué la varita y, gracias a eso, pude proseguir tras algún que otro corte entre los dedos -a consecuencia de deslizarlos entre el muro formado por hojas y ramas-. De hecho, estas ramas hasta pillaron mi ropa ofreciendo algún visible rasguño -similar a esos orificios que hacen los ratones en el queso-. Todo ello sin contar con la sangre que había entre las falanges de mis dedos.

El anciano descruzó sus manos y dio un par de pasos hacia ti.

Seguía con la capucha puesta cuando comprobaste que unas últimas palabras salieron de su boca traspasando aquella blanca y larga barba. Al parecer había acabado de recitar. Por lo que ante tu tono, finalmente te respondió - আপনাকে মুক্তি দিতে (Āpanākē mukti ditē)- "otorgándote la redención".

Concluyó estirando el brazo en tu dirección y poniendo los dedos en una postura en la que parecía estar agarrando un objeto redondo entre sus propias manos.

Comprobaste que eso no era nada bueno, de hecho, denotaba ser una maldición.