Partida Rol por web

El día ha llegado. El Gran Torneo de duelos estaba apunto de comenzar. Todo mago de la escuela y relacionados con ella podrían participar, bueno más que podrían participar, estaban obligados a participar. Al menos así lo dejé claro en mi misiva:

Por la presente se les informa que todo alumno, profesor e invitado especial que reciba esta carta está invitado al Gran Torneo de Duelos de Hogwarts, que contará con la supervisión de un servidor. Cuanto con el total apoyo de la directora Minerva McGonagall para llevar a cabo este torneo como crea oportuno, siempre y cuando nadie sufra daños "severos" por lo que paso a redactar las reglas del mismo:

1. Los magos y brujas serán divididos en varios grupos dependiendo de sus habilidades. Los ganadores de cada grupo pasarán a una fase de eliminación directa. En esta fase puede ser lanzado cualquier conjuro no perjudicial para el adversario sin restricciones.

2. Los duelos serán al mejor de una caída, esto os ayudará a preparaos ante cualquier circunstancia.

3. Una vez en la fase final de eliminatorias se creará un sistema donde solo podréis usar un hechizo por nivel, sin poder repetir dicho nivel en rondas posteriores. Administrar bien vuestros conjuros. 

4. QUEDA TERMINANTEMENTE PROHIBIDO USAR MALDICIONES LETALES PARA TU ADVERSARIO. Además de las imperdonables. (No es idea mía)

5. Los vencedores de los grupos serán colocados por sorteo junto a sus rivales.

6. El ganador obtendrá un premio en metálico y un magnífico viaje a Bulgaria. (No lo agradezcáis aún).

7. En realidad si estás recibiendo esto, quedas obligado a participar. Lo de invitado es para que sigas leyendo. 

 

Atentamente, Rusev Boronov

Y tras los grupos tenemos a los ganadores de cada uno de ellos. No esperaba ver algunas de las caras que tengo frente a mí pero sonrío satisfecho cuando veo a Anne entre ellos, aunque no esperaba menos de ella.

 - Bueno, bueno. Ya se acerca el final del torneo ¿Nerviosos? Seguro que no, alguno se pensará que esto es un juego y que será sencillo de obtener el premio final. - digo mirando claramente a los Slytherin. - Pues bien, elegid un número del uno al nueve, el décimo será elegido entre una sorpresa que os tengo reservada. Como veréis sois nueve y es difícil cuadraros así que me temo que dos de vosotros tendréis el hándicap de tener un duelo más para llegar al cuadro final. Así que, venga elegid y que gane el mejor. - añado con una sonrisa maliciosa.

Hogwarts Exteriores

Llegasteis a aquel duelo oficial. Las clases que algunos de vosotros disteis con el profesor Rusev debían haber dado resultado. Y es que cada uno de los que estabais allí era por un motivo significativo: habíais logrado ganar en días previos a otros de los muchos participantes. En concreto: a todo el mismísimo colegio.

El lugar ofrecido para la prueba no era ni más ni menos que los exteriores del castillo de Hogwarts.

Quizás, en otra ocasión hubierais llevado a cabo el reto entrado dentro del campo de Quidditch, sin embargo, lo tenían ocupado con algo. Sin dilación, ni intenciones de haceros esperar, vuestro profesor os guió con paso firme hasta que, cuando menos lo esperasteis llegó a pararse, girándose hacia vosotros y confirmando que sería allí mismo, en medio de la nada, justo en la explanada que, a decir verdad, relucía realmente verde.

_{(se llevará a cabo enfrente del campo de Quidditch)}

El aire soplaba en ese magnífico día, en el cual, se presentaba un cielo azul tremendamente despejado. La hierba se movía al igual que los vértices de vuestras túnicas. Vuestra nariz daba la sensación de llegar incluso a helarse, pero la ardiente idea de ganar era la que os generaba el portar con fuerza las varitas.

Ninguno pasasteis desapercibidos que hasta los profesores y el mismísimo Sándor, estaban presentes en la convocatoria. Por lo visto ellos también estaban siendo retados.

Tras todo lo pasado, la gran guerra y sus consecuencias, las normas del colegio se habían endurecido, no sólo pensaban tener un estricto control acerca de los asuntos estudiantiles, si no, que aparte estaban autoevaluando al profesorado.

Buzánszky apareció por el colegio como de costumbre, con sus pantalones de vestir marrones, camisa, corbata de aquella manera y su irrenunciable gabardina. No había previsto tener que batirse al aire libre y seguía haciendo un frío de cojones, pero ya se estaba acostumbrando e hizo el esfuerzo.

No le hacía gracia tener que competir en ese torneo. Quedar en ridículo frente a un alumno no era una idea atractiva para él, ponía en peligro aquel aura de tipo interesante que tan duramente se había trabajado iendo y viniendo por los pasillos del colegio con su gabardina y cigarro, su puesto en el Ministerio (que nadie comprendía) y su exótico acento húngaro.

Tomó un lugar discreto, por si así se olvidaban de él, y esperó a que se hiciesen los emparejamientos, rezando por qué le tocase el más mindundi posible o un profesor. Al menos, si le eliminaba un profesor, mantendría su honor intacto. 

Los alumnos y profesores se encontraban expectantes, observaban a Rusev tratando de descifrar qué era lo que tenía en mente.

Y, teniendo en cuenta el carácter de este docente, realmente no se hizo esperar. Apenas echó un vistazo hacia una carta que llevaba guardada, con una de sus pequeñas esquinas doblada hacia dentro, para ordenarle con un repentino giro en su varita que expresara en voz alta los nombres que se iban a comenzar a batir en duelo.

Alzando vuestras cabezas hacia arriba, en dirección al cielo, escuchasteis atentos a la carta, que se dispuso a presentar las parejas.

En función de la aleatoriedad de estas y, conforme a lo que se ha dictado, procedo a empezar:

_{(Lo que simulaba ser los labios del sobre se movían contentos)}

-Ulfric von Hoggen y Altair Black serán los primeros

-Cliodna Black y Sándor Buzánszky

-Annelie Grindelwald y Randall Lestrange

-Linus Avery y Rusev Boronov

-Agatha  Presley y...Randall Lestrange, otra vez.

Acto seguido el sobre con su ligero doblez sonrió y volvió a la mano derecha del profesor.

Ya lo teníais claro, la primera pareja se echó al frente. No había más dilación. Que ganara el mejor.

Por suerte, me había tocado participar en el primer duelo del día, con algo de suerte, podría terminar con esto bastante rápido, sin embargo, quiso el destino que mi adversario no fuera un estudiante sino un maestro, así que más me valía ir a tope desde el inicio, pues de lo contrario terminaría bastante mal.

Por desventura, las restricciones establecidas por los organizadores del evento me impedían usar uno de mis conjuros favoritos, así que tendría que valerme con algo menos eficiente, pero mucho más aceptable socialmente, con total tranquilidad me presento al área de duelos y me dispongo a subir a la plataforma para batirme con el Sr. Von Hogen.

Buen día sr. Von Hogen, espero encontrarme a la altura de las circunstancias. - digo a modo de saludo mientras realizo la reverencia obligatoria y asumo la posición de duelo varita en mano.

El director von Hoggen se había acercado charlando con la profesora Presley hasta el campo, y una vez allí, había charlado un rato largo con su amigo el profesor Boronov. Iba vestido con una túnica de duelos, de un club universitario de Alemania, sencilla, con un bordado del escudo de su universidad, y algunos manchones negros, de algunas maldiciones acertadas, años atrás.

Ulfric no se había apuntado al club de duelos de Boronov por no gustarle aquel tipo de peleas, por las malas experiencias, pero sinceramente, se había arrepentido después, y se vio obligado por Rusev a participar en aquel torneo que se había sacado de la manga, y estaba asombrado de que su nivel duelístico le hubiera permitido pasar hasta las eliminatorias finales. Se asombró de ello, y de pronto, se vio levantando el trofeo y siendo campeón. La verdad, le apetecía, pero no le enloquecía. Si perdía, no pasaba nada, la verdad. No era un duelista consumado, pero si un mago poderoso, aunque habría que demostrarlo. Y además, delante de todo el colegio, y de ella. Bueno, habría que hacerlo. Adelante. 

- Señor Black, un verdadero placer ser su contrincante. Y abrir la fase final de este torneo. Por primera vez, espero que no haya realizado sus deberes - Bromeó con elegancia, mientras se inclinaba hacia Altair, con su varita en la mano, esperando a que los jueces dieran el placet para comenzar el combate. - Me alegro de poder enfrentarme a usted. Espero realizar un duelo memorable. - Levantó la varita, y se preparó para luchar.

Cuando le tocó lanzar un hechizo, hizo rápidamente un gesto con su muñeca, elegantemente y sin moverse, diciendo:  "¡Depulso!" - y esperó no haber lanzado demasiado poder sin darse cuenta. 

No podía negarlo, estaba nervioso. Pese a que había cambiado mucho en los últimos meses, su forma de ver todo y su objetivo, una cosa se mantenía. Su ambición. Había saludado a sus amigos, eso al menos le hacía olvidarse por un momento de los duelos, por un pequeño momento.

Jugueteaba, como siempre que estaba nervioso, con el anillo de su familia, esperando expectante a la lista de emparejamientos. Varias personas que conocía muy bien habían llegado hasta ahí, no le asombraba, pero sí que quería batirse contra ellas.

Si primera reacción fue un bufido al ver a Randall contra Anne, quería enfrentarse a los dos. Randall la última vez le ganó y quería la revancha y a Anne… simplemente quería demostrarle lo bueno que era, un pensamiento infantil que siempre le acompañaba en esos casos.

Después vio su nombre… contra Rusev. Una sonrisa se dibujó en su cara de la que echaba un vistazo al profesor. Deseaba enfrentarse a él desde que lo conoció, es más, estuvieron a punto de hacerlo, aunque no de la forma más formal. Ahora tenía la ocasión de probar su fuerza contra un profesor, además contra uno que había sido mortífago y que dirigía el club de duelo…

La mente del muchacho no pensaba si quiera en la posibilidad de perder, pero quizás ese ansia por la victoria y ese nerviosismo le costasen el duelo, al fin y al cabo, siempre hacía todo mejor cuando sus emociones no se interponían.

Agitó la túnica negra que llevaba al moverse para ponerse en la posición, enfrente a Boronov.

-Profesor- dijo secamente, sin aún poder apartar la sonrisa de su cara. La pasión de la juventud por demostrar lo que uno vale. Y como quería demostrar su poder, su concentración no fue perfecta, pero el hechizo que lanzó fue potente:

-¡Glacius!

No me había planteado presentarme hasta el último momento pero al final, como siempre digo, si haces algo hazlo bien. Tras superar las diferentes fases previas observo mi próximo rival y una leve sonrisa de satisfacción. Ese chico siempre cree estar preparado pero aun le faltan los años que yo tengo, esa sabiduría que te dan los años y esas pequeñas "ventajas previas" que uno siempre debe tener en cuenta.

Nada más escuchar los emparejamientos mis labios se mueven sin pronunciar palabra alguna y un pequeño haz de luz sale de mi varita aun enfundada y me dirijo hasta el lugar donde me enfrento a Linus. Los años no siempre pasan en favor de uno y la rapidez del chico me sorprende y ataca antes que yo aunque, mis rostro refleja que va a ser por nada.

El hechizo estalla contra mí, sin lugar a dudas pero estalla en un pequeño haz de luz y se disipa mientras ahora ya sí saco mi varita y con rapidez pronuncio unas palabras que hacen brillar las runas de mi varita y un haz de luz se dirige hasta el joven mago.

- ¡Dobla Ventus! - se puede detectar como la primera palabra del embrujo suena mucho más apaciguada que el conjuro en sí. De mi varita comienza a brotar un viento al principio leve y que poco a poco se transforma en un torbellino del tamaño de un adulto que se dirige hacia Linus con rapidez. Mi varita brilla aun con más intensidad y el conjuro es disparado en su totalidad.

El conjuro alcanza a Linus y hace que este salga despedido por la fuerza del viento un par de metros hacia atrás ante mi fría y satisfecha sonrisa. Comienzo a caminar hasta él y cuando estoy cerca suyo hablo en voz baja aunque audible.

- No te preocupes, pequeño aprendiz de mago, en un combate justo me hubieses ganado y aunque no se especificaba en las reglas que no podamos usar pequeños trucos, la victoria es tuya. Me retiro. - la sonrisa se agiganta en mis labios. Es fría y denota satisfacción porque en el fondo, sé que si aun "perdiendo" pasa de ronda y no ganando el duelo, le gustará menos hacerlo. Tras ello me inclino hasta él y ya sí le susurro algo que solo escuchará el rubio.

Tras eso, me incorporo y me dio media vuelta y termino de decir unas palabras.

- No debiste usar mi escoba, Linus Avery. - me alejo de él riendo y busco a Anne con la mirada, esa que a ella no le gusta tanto pero que es tan mía que no puedo ocultarla siempre.

- Te vi el día de la feria, vi como te derrumbabas por un momento de debilidad, Linus. - exhalo aire y ve como mi rostro se oscurece hasta que prosigo. - Siendo así, nunca serás un gran mago y menos aún uno que abrace la oscuridad con la que algunos ya hemos nacido. - me incorporo aunque sigo manteniendo ese tono bajo para él. - Suerte en el torneo, no defraudes a Anne. Otra vez. - y me doy media vuelta. 

Ya preparada para este duelo, sonrío cuando descubro que me toca mi amigo Randall. Así que mientras aguardo por nuestro momento, observo con atención el desempeño de Profesores y alumnos. Sigo creyendo que es un poco robo todo esto, pero no soy quien para opinar y sé que a Linus le encantará enfrentarse a esto. Gracias a ello, le lanzo un beso en el aire a mi novio para desearle suerte mientras le saco la lengua a Rusev. Será entretenido verlos. 

Una vez se resuelve aquello, que de momento es medio confuso aunque parece que ambos han sufrido del ataque del otro. Ya después me toca a mi, así que tras dejar un beso en la mejilla de mi mejor amigo, digo. 

- Que gane el mejor, no tengas piedad conmigo. ¿Vale? 

Ya cada uno ubicado en su lugar, pienso en algún conjuro que haga su buen efecto, principalmente anular las habilidades de mi oponente. Así que pensé en ese conjuro que es bastante molesto, considerando que si no puede ver, tampoco sabrá dónde atacar, y ahí está el punto. 

Dejando de lado todo hechizo vaporoso y elegante, conjuro en un susurro: Conjuntivitis a mi amigo cuando realizo un movimiento rápido con la varita. Una luz de color especial surge de la misma y se dirige hacia Randall, aunque no sé si impactará antes de que pueda bloquearlo. A su vez, en el mismo interín, me conjuro un Protego duo no solo para repeler, sino que le vuelva. 

Veremos que pasa. 

Tras ver como se resolvía el primer combate, era el turno de Buzánszky, que marchó con paso firme hacia un lado del círculo, en donde debía colocarse.

Frente a él, apareció Cliodna Black, y enseguida recordó que era la chica rubia aquella, tan peculiar, que conoció en la feria y con la que se había divertido horrores en la Mansión de los Horrores junto al Hobbit Siniestro. Allí estaba ella, con su cara de querer que se la tragase el mundo y sus tics maniáticos, y Sándor le sonrió levemente (no demasiado, no se le cayera el cigarro) mientras hizo con la cabeza un gesto de saludo. 

Sándor apenas se ladeó un poco pero mantuvo la varita abajo, como si la cosa no fuese con él. Ni siquiera tiró el cigarro, que seguía humeante en su boca, si perdía, siempre podría echarle las culpas al cigarro. Miró a Cliodna a los ojos y, tras un leve gesto, antes de que la huffflepuffiense pudiese interpretarlo, el húngaro ya había lanzado su hechizo, apuntando a su varita.

-¡Expelliarmus!

Era rápido, no hacía falta que nadie se lo reconociese, lo sabía. Y con esa confianza había atacado primero, convencido de vencer. De repente su hechizo se desvaneció ¿le había dado tiempo a protegerse? ¿Era más rápido que él? La sorpresa le hizo reaccionar tarde en la defensa y el hechizo de Rusev le alcanzó. El empujón duró menos que un parpadeo, pero en ese tiempo solo había reproche en su pensamiento: Por perder la concentración…

Se comienza a levantar cuando el profesor se acercó a él. Tras sus palabras lo comprendió, no, no le había dado tiempo a defenderse, ya había lanzado el hechizo antes del combate. Cuando además escucha que se retira del torneo la mandíbula de Linus se apretó con tanta fuerza que el profesor pudo oír el rechinar de sus dientes.

 -Lo tendré en cuenta para la próxima- Respondió apenas moviendo los labios.

Entonces le susurró solo a él. Sus ojos azules se le abrieron y se fijaron en los de Boronov, a la vez que su rostro cambiaba de color. Se podría haber confundido con vergüenza, pero lo que reflejaba aquel color era odio. Él también respondió a aquellas palabras, con otras igual de mordaces, solo para los oídos del búlgaro.

Observó cómo se alejaba el profesor antes de mirar hacia la siguiente pareja, hacia Anne. Apartó la mirada un tanto turbado, se limpió el polvo de la túnica y tras cerrar los ojos un instante, caminó con tranquilidad hacia la zona de espera mientras trataba de tranquilizarse. Observó con detenimiento el siguiente duelo entre Randall y Anne. 

Recordó entonces un momento no muy lejano en el despacho del profesor de runas y las confesiones de Anne sobre la relación entre él y su madre y lo que aún sentía aquel hombre en apariencia tan frío como él mismo.

-Parece que ambos nos derrumbamos ante los mismos motivos- Dijo sin si quiera esperar que Rusev entendiese a qué se refería- Descuide, no la defraudaré, ganaré sin trampas.

Tras lo ocurrido en San Valentín y los días previos al torneo, mi estado de ánimo fue extraño. Me daba vergüenza encontrarme con Randall por no saber muy bien qué pensaría. Sí Lestrange creía que quizás era demasiado rara, o un destrozo de persona por no saber suministrar los pensamientos como cualquier otro mago o bruja conseguiría por magia y/o pura fuerza de voluntad.

Mi imán para hacerlo mal parecía ser más grande que la mismísima órbita terráquea. Y, por ello, llegué al evento tratando de mirar hacia el suelo.

Respiré con templanza. Vamos Cliodna, has llegado lejos, ya queda menos. Me comenté cerrando brevemente los ojos a modo de concentración. En cuando acabes te vas con tetes, del cual tenía pequeños arañazos en las manos dejando a la vista la cantidad de horas que habíamos estado jugando.

Metida en mí, como de costumbre, escuché al sobre decir los nombres. Al darme cuenta de que me habían emparejado con Sándor, dirigí la vista hacia él.

El hombre misterio, recordé. El que se rió al ver la famosa y tan comentada "motosierra". Fue curioso. Una nueva coincidencia. Por ciertos motivos, me seguía generando intriga. Ya has perdido, me dije a modo de conclusión, tratando de disimular el comentario interior bajo una sonrisa tímida.

Pero acto seguido, me coloqué en el sitio establecido y, volví a coger aire. El frío movió la túnica, generandome un escalofrío reprimido.

Sin embargo y de forma insólita, cuando saqué la varita mi semblante parecía ser ligeramente diferente. Más sereno, más serio, más centrado (o al menos el intento). Denotando ser una Black a punto de atacar.

Y es que, por suerte o por desgracia ya iba quedando menos para abandonar el colegio y, no quería defraudar a todos aquellos que creían en mí. Por lo que pensé apresuradamente. Debía adelantarme a sus movimientos, ser rápida. Así que, con un sutil movimiento de muñeca (además de un mechón de pelo rubio atravesando mi cara como consecuencia de la incesante brisa) susurré el ataque de primer curso, aparte del protego -Poliformar...

Randall chasqueó la lengua al advertir que no sólo el primer combate le tocaba con su amiga Annelie, sino que además le habían adjudicado el segundo combate contra Agatha Presley. Le resultaba un tanto desproporcionado hacer enfrentar a alumnos contra profesores, pero después de haber vencido a Linus en combate se sentía confiado de poder hacer lo mismo contra Annelie.

-Sabes que nunca tengo piedad -bromeó, cuando su amiga le da un beso en la mejilla, deseándole que ganase el mejor, antes del combate.

Randall sabía que Annelie era una digna oponente, por lo que no le convenía bajar la guardia. Apuntando con la varita en dirección a su amiga, decidió conjurar un Petrificus Totalus que pudiera provocar que Grindelwlad quedara paralizada.

- Y por eso, eres mi mejor amigo. 

Apenas logro responder a ello, que comenzamos el duelo y realmente me sorprende lo rápido que somos los dos. No solo porque mi defensa es flanqueada por la suya sin que exista un rebote como tal, sino que en su caso sucede lo mismo. 

En cuestión de segundos caigo al suelo petrificada y supongo que él debe estar acordándose de mi por el escozor en los ojos. Bonita combinación nos hemos echado. Así que mientras soy una piedra en el suelo, siento como la sensación del un Finite se cuela por mi cuerpo, haciendo que al cabo de unos minutos recupere la movilidad. 

Me cuesta acostumbrarme un poco, pero al ver que Agatha fue la que me liberó, sonrío. 

- Gracias. 

Y nos volvemos a posicionar, esto me está gustando mucho. Sé que mi punto flaco es la defensa, algo que debo trabajar muchísimo si quiero algún día salvarme de un ataque, así que me preparo de nuevo. 

- Esto sucede porque somos demasiado buenos. - digo a mi amigo y le saco la lengua. - Que gane el mejor. 

Tras decir ello, conjuro en un susurro un Desmaius y rápidamente intento conjurar un Protego Duo también en ese tono de voz para defenderme. 

Randall dejó escapar una sonora maldición cuando Annelie le alcanzó con el encantamiento conjuntivitis, provocando que en ese momento sintiera un claro escozor en sus ojos, percibiendo como si estos se le hubieran enrojecido.

-Eres demasiado buena, no lo pude bloquear... -murmuró, dirigiéndole una sonrisa a la joven Grindelwald-. Creo que tendré que echarme un colirio después de los duelos. -Asentí al escuchar que Annelie me indicaba que ganase el mejor. Era lo bueno de enfrentarse entre amigos. No importaba quien venciese, pues para Lestrange lo importante era cómo se lo pasaban entretanto-. Que gane el mejor.

En esa ocasión, no hubo tanta suerte para Randall. Pudo ver cómo Annelie ejecutaba un Desmaius mucho antes de que él llegase a reaccionar lanzándole un hechizo. De lo único que tuvo tiempo el Slytherin fue de conjurar un débil Protego que, sin embargo, fue traspasado con facilidad por el Desmaius de Annelie. El cuerpo de Randall voló por toda la estancia y cayó en el suelo, aturdido.

Se levantó, un tanto dolorido, y se aproximó a Grindelwald con una sonrisa, tendiéndole la mano.

-Has ganado -dijo, llevándose una mano a la espalda, que le dolía un poco-. Dale duro a los demás. Te animaré desde el banquillo.

A Randall le habían tocado dos combates, lo que para el joven suponía una nueva oportunidad de demostrar su talento o una oportunidad de ser vapuleado en un duelo. Su contrincante era Agatha Presley, la profesora de Transformaciones.

-Que gane el mejor -le dijo a la docente, un tanto nervioso, sabiendo que se enfrentaba nada menos que a una profesora.

Colocando en posición de combate, Lestrange ejecutó un rápido Petrificus Totalus con intención de dejar paralizada a Presley. Había sido un rápido movimiento, aunque era probable que la profesora lograra anticiparse a su ataque.

Tras su duelo, había estado analizando los de los demás.

-Ulfric, Cliodna y Anne… -murmuraba para sí mientras se acariciaba la barbilla- bien, me extraña que Cliodna pasase, pero no debo subestimar a nadie. Ulfric parecía mejor con la varita que con la escoba, puede ser interesante- sonrió al ver a Anne volver de su duelo victoriosa aunque con bastante dificultad. Quería decirle a Randall que aún tenían un duelo pendiente ambos, pero se había ido a su siguiente pelea- Enhorabuena Anne, estaría bien estar ambos en la final.

Ulfric, tras su duelo, se había alejado para ver el resto de la competición, hasta su siguiente turno, desde una extraña posición, detrás, y a distancia, de uno de los duelistas. Le gustaba ver desde esa posición las diferentes competiciones deportivas, le gustaba analizarlas y ver lo que ocurría, casi de un modo táctico. 

No le apetecía del todo meterse en medio de la algarabía de alumnos y profesores comentando el duelo, y sobre todo, no le apetecía el verse realizando duelos,y fallando estrepitosamente. Pero bueno, al menos, estaba en la fase final. Sólo faltaría enfrentarse con ella...