Partida Rol por web

Mientras se elevaba, efectivamente, allí estaban: los licántropos. Y además, Agatha estaba en peligro por culpa de uno de ellos. Así que sencillamente, el hechizo que realizó le salió del alma, intentando recucir a ese que venía a atacar al subdirector... o al asesor del ministerio. Y diría que lo había conseguido, pero en ese momento, su cabeza volaba ya hacia la cabaña y al peligro de los alumnos. 

Eran sólo cuatro licántropos, por lo que decía el alumno Black, así que sencillamente... Ulfric decidió aprovecharse de la autoridad que había adquirido con el resto de aurores, y les dijo: -¡Ya que están en terreno elevado, intenten reducir a los otros tres! - Miró a su alrededor, y hacia la cabaña, intentando ver algo: - ¡Diggory, usted y otro, vengan conmigo! - Dijo, decidiendo ir a la cabaña, pero a distancia segura hasta que viera lo que estaba pasando. 

Mientras dirigía la escoba hacia la cabaña manteniendo la seguridad intentó deshacer el hechizo que callaba a Buzandsky, para que pudiera ayudarles. Luego le pediría explicaciones. - ¡Finite! - Quizás fuera por tener la concentración en otro lugar, o porque el hechizo seguía siendo fuerte, le dio la impresión de que no podía terminarlo. -Libérate como puedas, Sándor. Necesito tu ayuda. Agatha y el alumno Lestrange están en peligro.  

Randall sabía que probablemente no dispusieran de mucho tiempo, por lo que se lanzó contra el armario para abrirlo. Puede que aquella fuera la única oportunidad que tuvieran para salvarse, y no pudo evitar preguntarse si aquella no sería la entrada por la que había llegado Altair desde el inicio de las pruebas

-¡Vamos, profesora Presley! -le gritó a la profesora de Transformaciones, entrando en el armario-. ¡Puede que sea la mejor forma de evitar que nos maten a dentelladas!

Era terriblemente frustrante pero no había manera. Diggory había hecho el conjuro de su vida en la gilipollez más grande que se le ocurrió y ahora nadie era capaz de quitárselo a Buzánszky. 

- ¡glo bluegdo!- balbuceó frustrado Buzánszky - ¡¡guigoyy, higo doo uuuta!!- añadió, haciendo gestos de enfado a Diggory, por si en una de esas le entendían. 

Por suerte para él y los demás, era más diestro atacando con la boca cerrada que conjurando, así que no insistió más y se concentró en molestar un poco a aquellos chuchos bípedos y pretenciosos y rogaba en su interior que la doctora Massih se hallase bien. 

Al ver como giraban las tornas me elevo de nuevo y tomo algo de distancia del combate para poder observarlo a detalle desde un punto seguro intentando mantener mi vista lo más atenta posible.

No dejasteis de intentarlo. La sed, el insaciable nervio que os recorría no se dispersaba, pero tampoco podíais obtener aquello que deseabais poseer: el sabor de la carne.

O al menos eso os pareció hasta que, como una señal o más bien una muestra de alimento fácil, unas sombras se asomaban por la puerta entre abierta de la cabaña. 

Tu compañero paró de hincar las uñas para fijarse brevemente y con atención a los que se asomaban. Rápidamente con la agudeza típica, descubrió que aquello que os acababan de ver eran personas, subidas aún en sus escobas. 

El lobo, cegado en cambiar su intento por uno nuevo que pillara a estos nuevos cebos de imprevisto, se dispuso a posar con sutileza y silenciosamente sus patas fuera de la trampilla que tenía ya muchos trozos arrancados. Agazapando la cabeza y con un brillo rabioso en sus ojos, se quedó brevemente quieto, disponiéndose a aprovechar el mejor momento para atacar.

La suerte de Ulfric os acompañó y pudo evitar un cuerpo a cuerpo peligroso. Su hechizo impactó sobre el lobo y este cayó redondo sobre el suelo, chillando, del dolor que le ocasionó tanto el golpe como las cuerdas que le oprimían las patas y el resto de su cuerpo.

-Hemos tenido suerte por esta vez- comentó Robert una vez que habíais alcanzado una altura considerable y visualizasteis los 3 lobos que aún rodeaban la humareda -por supuesto que le acompaño -dijo mirando primeramente a otro auror señalizándole que fuera con él (tal y con Von Hoggen dictó) y, después, se fijó en Sándor. El cual, en esa situación, sin necesidad de tener su lengua intacta se había logrado comunicar. 

Diggory realizó una media sonrisa con aquellos balbuceos. Muy propio de Sándor, se dijo -Finite- consiguió soltar librando así al asesor de su anterior mutismo -ahora no la vuelvas a liar- le reprochó -y no te quejes, tu fiendfyre ha sido mucho peor.

Con esta frase dejasteis al resto de aurores encargándose de las criaturas restantes y os asomásteis (aunque subidos en vuestras escobas) hacia la puerta entre abierta de la cabaña, donde apreciasteis a dos lobos enfurecidos arañando y haciendo saltar las astillas del suelo. Como si quisieran atravesarlo y entrar dentro. Al menos hasta que uno de ellos paró porque os vio. Girándose hacia vuestra dirección y avanzando un par de pasos hasta que se frenó.

¿Uno de esos lobos sería la ahijada de Agatha?

Ulfric venció al lobo. El hechizo impactó sobre él e hizo que el animal cayera emitiendo sonidos propios del dolor y la molestia ocasionados, en parte, por las cuerdas que le oprimían.

Así que, con 3 lobos restantes en activo, los aurores se dividieron. Viste a Ulfric, junto con Sándor, y dos escobas más acercándose hacia la puerta de la cabaña. El resto, sobrevolando la humareda, se disponía a petrificar e inmovilizar a los lobos antes de que intentaran volver a saltar.

Todo te pareció que estaba siendo en mayor o menor medida controlado, al menos hasta que muchos ojos brillosos comenzaron a verse por el bosque. No podías calcular su número, pero casi sin error, se podía decir que eran más lobos dispuestos a unirse en la batalla por los suyos.

Randall optó como buena opción el entrar dentro del armario para tener un resguardo, algo que os protegiese. De tal forma que esto fue lo que le propuso a su profesora. Sin embargo, antes de que ella aceptara, notasteis un cambio.

Uno de los lobos paró. El ruido de sus dientes y uñas destrozando la madera cesó. Sus patas se estaban quitando silenciosamente de encima.  ¿Qué había ocurrido? ¿Habría visto algo?

Fuera como fuese, si el otro también se iba, podríais tener una nueva posibilidad de actuar. O simplemente os otorgaba un respiro para trazar un plan.  Pese a ello eso aún no había ocurrido, ya que, aunque por el momento eso estaba siendo una buena noticia, quedaba un lobo encima de la trampilla. ¿Arriba estaba yendo todo bien?

- ¿Liarla yo?- replicó el desaliñado húngaro - ¡Al menos me he llevado a los doxys por delante! ¡Tú sólo me has sacado de quicio, patán ignorante!  Bueno, tú y el profesor...- apuntó, impartiendo justicia.

Bajaron a ras de suelo hasta llegar a la altura de la puerta y entonces les vieron: dos hombres lobo astillando la madera del suelo para, seguramente, buscar el sótano. Uno les vio y se encaminó hacia ellos. Buzánszky enseguida supo que hacer.

- ¡Petrificus totalum!

Al ver la situación empiezo a graznar de forma bastante sonora, mientras vuelo en círculos alrededor de Sándor, para luego ampliar mi área de vuelo para atraer la atención de los demás sobre la amenaza que se cernía sobre ellos.

¡MÁS LOBOS. VIENEN MÁS LOBOS! ¡MÁS LOBOS. VIENEN MÁS LOBOS! Toda la jauría.

Ulfric miró a Sándor de refilón y luego a Robert, con severa mirada y con un enfado evidente. Abrió la boca para contestar, y luego se notó como se mordió la lengua, pareciendo pensar: - Se está liando porque cada uno ha ido por su lado, y los que no sabían nada... nos vemos a mitad y en peligro. - Y miró a la cabaña, entrecerrando los ojos, intentando ver, si pudiera, que Agatha estuviera bien. 

- Usted, Robert, conmigo, su compañero, que termine de ayudar a inmobilizar al del señoz Buzándsky. Si dentro hay dos personas, las podríamos sacar de ahí en sus dos escobas, siempre que paremos a los dos licántropos. - Tomó aire, mientras guiaba con cierta eficacia la escoba, fruto de sus muchos entrenamientos "secretos" de quidditch para mejorar para el equipo del colegio, y conjuró de nuevo un: -Incarcerous

Tenía puesta mi mirada en la trampilla cuando escuché a Randall instarme a seguirle. Me giré hacia su dirección, y fui a asentir cuando el sonido sobre la trampilla cambió. Uno de los lobos se iba. ¿Quizás Annelie? ¿Ulfric habría podido atraer su atención?

Parte de mí deseaba subir y ayudar en lo posible, no sólo para evitar que los lobos hicieran daño al profesor, sino para evitar que le hicieran daño a mi ahijada. Sin embargo debía confiar en que mis palabras habían sido escuchadas, y que Ulfric se encargaría de cuidar de ella, de protegerla. Me volví de nuevo hacia el joven Lestrange. -Veamos a donde lleva el armario.- Dije, con un asentimiento, disponiéndome a entrar tras él, pero sin dejar de mirar por encima de mi hombro.

El instinto no tiene razón, no hay una mente detrás de cada acción porque Annelie estaba siendo consumida por esta naturaleza que la mantuvo doblegada todo este rato. Por ello es que el mismo olfato con estos aromas nuevos, lo que provocó es que siga la intención de su par lupino y alzó su hocico para oler lo que tenía delante. Si bien podría seguir rasgando la trampilla, el hecho de tener carne fresca más accesible hizo que la intención se desvíe a lo más "fácil" y cercano. 

Por ello adoptó la misma postura que tenía su par lobo y tras entreabrir las fauces, comenzó a salivar por la cercanía. Sólo que como todo animal de casa, aguardó en silencio, en posición para hallar el momento oportuno donde podría atacar sin piedad. Tampoco era tonta, simplemente prevenida. 

Agatha había entrado también en el armario. Sin embargo, Lestrange no podía pasar por alto que, sobre sus cabezas, daba la impresión de que ya no había dos hombres lobo, sino que solo uno continuaba encima de la trampilla. ¿Qué estaría pasando? ¿Habrían conseguido Ulfric y los aurores captar la atención de uno de los licántropos?

-Puede que aún no estemos a salvo... -dijo Randall, poco confiado, apresurándose a cerrar el armario una vez que Agatha también estuvo en su interior.

La luz de la luna llena, la fuerza extraordinaria de la licantropía les había dado a las criaturas nocturnas un extra para agilizar sus movimientos, su físico...por lo que el conjuro de Sándor, a pesar de ser enviado con una gran potencia, acabó fallando.

El lobo realizó un salto hábil y lo esquivó sorteando a su vez las llamas azules del inferno -generadas en círculo- dentro de la estancia, dejando que el petrificus acabara impactando contra el suelo de madera. A lo que el auror que acompañaba al asesor alzó su varita en un intento por ayudar, pero se giró hacia su espalda con rapidez y actuó contra uno de los que querían sorprenderos. Uno que acababa de llegar corriendo hacia allí. Uno que no era ninguno de los que quedaban anteriormente, de los 3.

¿Esto quería decir que estaban llegando más lobos hacia allí?

-Petrificus- soltó el auror nervioso mientras que Ulfric por su parte también fallaba en el intento de alcanzar con el incarcerous a aquel lobo rezagado que quedaba, el cual ya os había visto y babeaba enseñando sus fauces sedientas. Como si de una sonrisa se tratara. Las llamas azules se reflejaban en sus ojos.

Robert vio adecuado el planteamiento inicial de Ulfric. Además, que el sub director en su gesto denotaba un fuerte enfado que no había demostrado en el colegio. Por lo que al casi auror decidió que no quería empeorar aún más los nervios de este. Aquello estaba siendo un asunto difícil, para todos. Ni si quiera él podía dejar de pensar en lo que le habían hecho a Keith. O los que a vosotros mismos os podían hacer.

-No se preocupe, me quedaré a su lado señor Von Hoggen- afirmó alzando la varita, a pesar de que el asunto se complicó y el lobo recién llegado acabó en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con el auror -pero déjeme aconsejarle el no usar un incarcerous contra ninguno de los dos que hay dentro. Si realmente es una alumna...puede que mañana tenga lesiones graves que yo no me perdonaré- expresó tratando de salvar y no hacer más daño del necesario -de hecho deberíamos apartarlos del resto para no confundirlos -dijo cuando con estas palabras se unió en presencia a su vez el patronus del lobo, que a pesar de haber llevado dos mensajes hacia Ulfric, aún seguía allí para proteger.

¡MÁS LOBOS. VIENEN MÁS LOBOS! ¡MÁS LOBOS. VIENEN MÁS LOBOS! Toda la jauría.

Se escuchó de nuevo. Y casi al instante advirtió Sándor un halcón revoloteando por alrededor vuestra. Este era Altair. Aunque Robert no le hizo mucho caso, tenia que ayudar al auror que se debatía entre la vida y una dentellada de la bestia. Pues esta estaba encima de su compañero forcejeando con ímpetu.

-¡Petrificus!- exclamó Robert consiguiendo parar en esta ocasión a ese animal justo antes de que perjudicara toda la situación...aún más -La cosa se pone difícil, son fuertes.

Centraste tu atención en las nuevas presas. Ellos te vieron, tú los viste. Cualquiera podría ganar la batalla. Aunque ellos, los humanos, trataron de atacaros primero.

Sándor le lanzó un petrificus certero a tu compañero y, a punto estuvo de pararle por completo, pero el animal saltó veloz y lo esquivó sorteando a su vez tu inferno. Sorprendiéndolos incluso a ellos.

Por su parte, Ulfric quiso atacarte con un incarcerous y no llegó. Estabas a una distancia prudencial y observaste cómo el hechizo acababa delante de tus patas, desvaneciéndose con su luz en el suelo. La dificultad de tu posición te otorgaba ventaja. Habíais ganado ese primer asalto y...puede que tuvierais la oportunidad de convertir en licántropo a alguno, pues otro lobo de los que estaban por el bosque saltó sobre uno de los 4 que allí habían delante de la puerta de la cabaña.

El problema fue que Robert Diggory usó un petrificus contra el nuevo recién llegado con un éxito que incluso te enfureció, pues sin duda había petrificado en esos momentos a uno de los tuyos.

¡MÁS LOBOS. VIENEN MÁS LOBOS! ¡MÁS LOBOS. VIENEN MÁS LOBOS! Toda la jauría.

Llegaste a escuchar a tu favor. 

Definitivamente el lobo de delante tuya te protegía de esas 4 presas, un patronus y un halcón que era lo que había enfrente vuestra. Y si era verdad que llegaban más licántropos teníais posibilidad. El caso era actuar con inteligencia y la agilidad que te daba el estado animal. El azul de las llamas se reflejaba en tus ojos.

Adquiriendo tu forma humana retransmitiste ese mensaje y seguidamente revoloteaste para que te vieran tanto Sándor como todos los presentes. Y lo hicieron, te vieron, aunque tenían asuntos muy importantes. Tanto Buzánszky, como Ulfric, como Diggory y el otro auror acompañante estaban en ligeros problemas. Habían fallado contra los dos lobos de dentro de la cabaña y habían sido inesperadamente atacados por un lobo nuevo que saltó sobre un auror. Con suerte Robert lo paró a tiempo antes de que hincara sus dientes en su compañero. Pero este medio éxito podía no ser válido si erais en breve rodeados.

Os metisteis dentro del armario y con la luz de la varita de Randall divisasteis algo muy familiar que os había llevado hasta donde estabais (ese punto perdido en el bosque): un camino de escaleras de piedra. Igual que el pasillo oscuro y aparentemente infinito por el que también anduvisteis para la prueba. 

Aquello dejaba claro que muy posiblemente el final diera a la puerta de la primera sala de palancas, el punto de partida o inicial. Así que teníais que elegir la opción de seguir por allí o la de intentar salir justamente por donde entrasteis, ya que afortunadamente el lobo que quedaba encima de la trampilla también se quitó de esta. ¿Los motivos?

Dos impactos de hechizos contra el suelo de madera se produjeron. Supusisteis que los aurores les habían visto y les estaban intentando alcanzar con su magia. Aunque diríais que sin éxito.

¡MÁS LOBOS. VIENEN MÁS LOBOS! ¡MÁS LOBOS. VIENEN MÁS LOBOS! Toda la jauría.

Oísteis secundariamente, aumentando vuestra intriga acerca del qué hacer ¿ayudar en esa improvisada guerra tal vez? ¿o intentar seguir las escaleras de piedra?