Partida Rol por web

ALGÚN LUGAR ENTRE ALICANTE Y JÁTIVA, AÑO 1360

Un viaje inesperado.
Cuando al atardecer os visteis corriendo por la vereda sólo con aquello que vuestros brazos podían cargar no erais conscientes de la situación en la que realmente os encontrabais.

Onésimo, era buena persona, no se podía dudar. Por eso cuando Beltrán, amigo de la infancia, entró al corral de la finca del conde, no puedo dar la voz de alarma ni mucho menos atraparlo. Sabía del hambre que pasaba y pensó que nadie echaría de menos una gallina, a fin de cuentas, él torpemente sabía contar y no era capaz de saber cuántas había ni cuántas tenía que haber.

Pero la mala fortuna fue que el capataz escuchó los ruidos de las gallinas deféndiéndose y huyendo y se acercó. Cuando vio al zagal, cogió al robagallinas por el pescuezo y lo tiró al suelo para rematarlo. Pero antes de que le cayera un estacazo al sorprendido Beltrán, Onésimo fue por detrás y atizó un leñazo al capataz. Los gritos despertaron al personal de la finca y todos vieron e imaginaron lo ocurrido. En minutos estarían el ladrón y su cómplice estarían maniatados y esperando que al día siguiente le cortaran las manos. Así que los dos amigos echaron a correr en una fuga a vida o muerte al anochecer buscando el camino a de Játiva.

Según las indicaciones de los parroquianos de la última venta en la que tuvisteis la oportunidad de parar, debería encontrarse a unas tres horas de camino.

_Lo siento, Onésimo, pero esto es culpa tuya. Si me hubieras dicho que habías conseguido trabajo en la finca del conde yo ni siquiera habría intentado entrar allí.

Beltrán miró de reojo a su amigo. Ambos estaban sucios, cansados, y en consecuencia el humor no era el mejor, sobre todo posiblemente el de Onésimo. Beltrán acababa de conseguir una segunda vida, mientras Onésimo acababa de perder su trabajo por ayudar a su amigo. Beltrán se mantenía serio aunque se reía por dentro. Seguramente no sería difícil cabrear a Onésimo en esa situación.

_Bueno, está bien, lo reconozco, ha sido culpa mía -resopló antes del estallido de su compañero-. Y te debo una. O tres. O quizás siete. Como sea, te debo algunas, ya sabes que no soy bueno con los números.

A pesar de querer aligerar la situación con un poco de humor y del regocijo que sentía por tener un amigo como que el caminaba a su lado, Beltrán estaba doblemente herido. Por un lado lo hería la culpa de haber arruinado una excelente oportunidad para Onésimo y por otro lado lo hería su orgullo. Llevaba años viviendo de lo ajeno. ¡Qué triste manera de morir, como un ladrón de gallinas! Probablemente su nombre no se leería en libros, pero merecía un destino mejor que ése.

Beltrán esperaba alguna respuesta de Onésimo cuando empezó a escuchar algo. Ese algo fue cobrando forma a medida que daban más pasos. Era una fiesta, no había muchas dudas de ello. Pero algo no cuadraba mucho y la pregunta era qué hacer en ese momento.

_¿Escuchas eso, Onésimo? Es raro. Faltan unas tres para Játiva y según lo que nos indicaron no hay ninguna aldea por aquí. ¿Crees que deberíamos acercarnos?

La pareja de transfugos andaban pesadamente. Su única opción era poner tierra de por medio, y buscarse la vida en otras tierras.

Se dice que la familia no se elige pero si las amistades. estaba claro que Onésimo no sabía elegir bien, pero carajo, un amigo era un amigo. El capataz era un hombre duro y no hubiera atendido a razones... No le gustó lo que tuvo que hacer, pero a lo hecho pecho... Si alguien tenía que castigarle, sería el Béndito Dios Misericordioso, que por las injusticias de los hombres, no temía pecado sobre su alma. Ayudó a un pobre hijo del Altísimo, mas necesitado que él mismo...

Calla y camina o te retuerzo el pescuezo!!!, Si vas a robar hazlo sin que te oigan o vean y solo por necesidad imperiosa, que aun así estas saltándote uno de los 10 mandamientos sagrados de Dios, y su magnánima bondad puede acabarse. Si yo estaba allí he hice lo que hice fue porqué el lo quiso así. Y no siempre estaré en el lugar preciso para sacarte las castañas del fuego!!!

Mejor aprende a ganarte la vida decentemente, en lugar de ir a lo fácil. Te crees que siempre serás joven y podrás correr?

ssshhh, escucha!!! Silencio...

Que son esos cánticos y jolgorio?, mmm tienes razón. Nada deberíamos encontrarnos aun... cierto es que tengo hambre, pero pudiera que esto fuera una fiesta "privada", bandidos y gentes demal vivir, o aun peor, un aquelarre por adoradores del diablo, que en solsticio de verano es de común sabido que las brujas invocan al mismo demonio, pues sin duda el velo es mas delgado, aunque dure menos rato la oscuridad...

Como mucho me encaramaría a un árbol para otear que acontece, y no ser vistos, que las tentaciones son grandes, pero aun estamos cerca de nuestro origen y no debemos perder tiempo...

Onésimo era consciente que de poder llegar a Xátiva, conseguir un chuzo de pan con algo de repollo o alubias, podría ser una deliciosa cena, pero si se detenían daban posibilidades a posibles perseguidores a alcanzarlos, pues aun estaban cerca de las tierras del Barón.

Lo primordial es salir de la Baronía, o no salvaremos el cuello.

_¡Era una necesidad imperiosa, tenía hambre! -se encogió de hombros Beltrán ante la reprimenda de su amigo-.

Escuchó con toda la atención que su cansancio y su estómago le permitían toda la explicación que se le estaba dando. Asintió.

_Toda la razón tienes, mi estimado amigo. Esta noche no viene bien y no debemos seguir tentando a la suerte. Además aún tenemos provisiones, no estamos urgidos por comer tanto como por llegar. Podemos acercarnos a curiosear nada más, o directamente continuar nuestro camino. Ya te he metido en demasiados problemas por hoy, te seguiré en lo que digas.

Pues digo yo que si nos ven, podrán dar razón a quien quiera que nos siga el rastro... que los hombres del barón no se andarán con chiquitas, y pueden hacer hablar a unas piedras si se lo proponen. Y digo esto porque con el estruendo que están haciendo quienes sean que están tan cerca, serán oidos por las patrullas como por nosotros mismos.

Ciertamente si no nos ven, no podran dar razón de nuestra presencia. Yo seguiría camino Beltrán, que ya hemos tentado la suerte demasiado en el día de hoy, y tenemos a nuestros Angeles de la Guarda bien estresados. Llegados a Xátiva buscar un lugar donde pasar noche y comer algo, para seguir al alba.

Como mucho, si crees que puedes acercarte un poco para otear y sin ser visto ni oído, pues te espero aquí. No son mis virtudes las del sigilo, aunque visto lo de la hacienda de hoy, me temo que no lo son tampoco las tuyas... Pero la decisión es tuya...

Yo no me voy a acercar, no sea que el mismo Satanás ande cerca y acabemos nuestros días en este bosque como dos desgraciados.

Los jóvenes discuten cuál debe ser su siguiente paso cuando llegan a un recodo donde el camino tuerce a la izquierda y no es posible ver qué más ahí adelante. El sol sigue cayendo y pronto será de noche.

Deberiamos de subir a un árbol. Mierda, yo no puedo subirme ahí. Y el tiempo apremia. No podemos entretenernos más o no llegaremos antes de que caiga el sol, así que habrá que coger al toro por los cuernos, Beltrán.

Onésimo, sacó su manta y se la envolvió en el brazo izquierdo, al estilo "gitano". Una manera de protegerse de estacazos y cortes... y en su diestra amarró su Maza de Armas, la cual apoyó en su hombro, como si tal cosa... dejando la Almarada escondida a su espalda entre la faja y el pantalón, por si el combate era demasiado "cerrado".

No sabía que podrían encontrarse, así que hombre precavido valia por dos...

Bueno, sea lo que Dios quiera. Sigamos, no podemos demorar más... Encontremos lo que encontremos debemos seguir, al precio que sea.

Beltrán se detuvo unos segundos para analizar la situación, pero para la paciencia de su amigo unos segundos eran una eternidad.

_Bien, sigamos. De todos modos tienes razón. Soy un fiasco como ladrón, el más escandaloso que cualquiera podría imaginar. Además no tengo ganas de que tengas que rescatarme de nuevo hoy.

Se colocó la manta al brazo siguiendo el ejemplo de Onésimo y, si bien no llevaba la navaja empuñada, sí la tenía en el cinturón al alcance de la mano.

Los jóvenes discutían sobre si era mejor subir a un árbol para así mejor ver o no era momento de entretenerse en el camino cuando llegaron al recodo del camino. La posición daba ventaja para mirar sin ser visto, por ello cuando escucharon lo que parecía ser una riña, pararon el ritmo y se asomaron por entre los setos intentado no ser vistos.

- ¡Maldita sea tu estampa y maldita sea tu vida! De hoy no pasa, eso es seguro, ven aquí que voy a cobrarme pronto.

Entre aspavientos éstas eran las palabras que profería un grandullón a una chiquilla. El hombre, alto y corpulento, coronado con un sombrero de pajas y aspecto de enfurecido, hacía aspavientos y reclamaba violentamente a la muchacha, que no debía contar más de catorce o quince años y reculaba intentando mantener las distancias para evitar que la tocara mientras hacía esfuerzos por que no se le cayera del codo una cesta como las que usa la gente del campo para recoger setas.

- ¡Dejadme! ¡Os lo suplico, dejadme en paz! ¡Socorro! ¡Auxilio! - gimoteó la joven ante la amenaza.

Parecía una travesura del destino. Cuando acababan de ponerse de acuerdo en la importancia de enfocarse en llegar a destino si querían salvar sus pellejos, se encontraban ante una situación que no podían ignorar, dado que superaba por mucho su capacidad de tolerancia. Beltrán sentía su cara poniéndose roja del enojo.

_Que seré ladrón, pero tengo mis códigos, Onésimo. Ese hombre parecerá una montaña y nosotros ciertamente estamos apurados, mas no dejaré que ponga una mano sobre esa niña. Intentemos no llegar a un enfrentamiento, quizás simplemente podamos asustarlo. Separémonos un poco, aún tras los setos. Hablaré yo y luego tú, que piense que está rodeado y huya.

Beltrán se alejó un poco de Onésimo para llevar a cabo su plan; no dudaba que su compañero lo secundaría. Entonces, tras tomar su cuchillo y aún tras unos setos, elevó su voz.

_Debería darte vergüenza, rufián, aprovecharte de esa pequeña. Sin embargo por algún motivo parece que Juan está velando por ti esta noche. Si te marchas y dejas tus pertenencias tendrás la oportunidad de vivir un poco más. Caso contrario podrás saborear mi acero.

Tu turno, Onésimo...

Onésimo no tenía muy claro que estaban haciendo. Y si todo era una treta? y si les habían oído y les estaban tendiendo una trampa? En cualquier caso ya era tarde...

A mi la moza me parece preciosa, pero por los cuernos del carnero, que no desea que la toques, así que corre por tu vida, y ya puedes ser grande ya...mi padre bien decía que una patada en las criadillas, ponía a todos los hombres, fueren de la condición que fueren, a la misma altura. DE RODILLAS. Y yo tengo a OFELIA que es mucho mas efectiva que una patada... Te vamos a quitar las ganas de abusar de mozas...

Tu nombre mozuela, que daremos parte al alguacil de Xátiva, así que lleguemos.

Y dando dos mazazos  para romper unas ramas que tenia delante y hacer un alarde de fuerza, salió a campo abierto, para que el grandullón se fijara en el.

Onésimo buscaba con sus ojos, posibles armas o herramientas que el tipo pudiera usar contra el.

La estrategia de los jóvenes tomó por sorpresa al hombre, que visto de cerca parecía más un campesino que un bandido asaltacaminos. Iba sucio como las patas de un gorrino y su rostro acentuaba la rudeza de sus actos. Miró con rabia poco contenida y escupió al suelo con desprecio.

- Suerte has tenido muchacha... Pero no volveréis a tenerla, por mis muertos lo juro.

Sin dejar de mirar la figura de Onésimo y fijándose especialmente en la maza agregó.

- Y suerte habéis tenido vosotros de que venga con las manos vacías, porque a fe mía que os reventara a varazos como pudiera - y dicho esto miró en derredor buscando el origen de aquellas voces tras los setos mientras daba pasos de espaldas. Cuando vio que estaba a buena distancia de los muchachos diose la vuelta y comenzó a correr alejándose.

A todo esto la chiquilla, que no perdió de vista al rufián hasta que dejó de verse en una curva del sendero, momento en el que se giró y habló de cara a Onésimo.

- Sois mi salvador, os debo la vida. A vos y a vuestro amigo, por supuesto. A  saber lo que hubiera hecho de mí ese vil hombre - dijo con una amplia y cálida sonrisa que reconfortó vuestro alma. La muchacha, de piel clara y cabellos rizados oscuros llevaba las ropas sucias de barro reseco.

- Me llaman la Jana y vivo en la aldea que está un poco más adelante.  Si su camino es el mismo les suplico que me acompañen hasta mi casa, pues miedo me da que ese bruto esté escondido más adelante. Además mi madre es una mujer agradecida y podrá ofrecerles alimento o cualquier cosa que necesiten y que dispongamos, claro está.

La Jana va dejando de temblar y espera con su inocente gesto vuestra conformidad.

Onésimo había cumplido con su papel a la perfección y el malhechor se perdió de la vista. Beltrán salió de su escondite para unirse a la moza y a su amigo. No pudo evitar abrir los ojos grandes cuando escuchó que todo el mérito iba para Onésimo, pero su rostro se relajó cuando la chica se retractó, o al menos intentó enmendar su error.

_Mi nombre es... Beltrán -se presentó el ladronzuelo tras dudar un momento. Se le había cruzado por la cabeza dar un nombre falso por si la gente del conde llegaba a la aldea de la niña siguiendo sus pasos, pero sabía que con el cansancio y hambre que tenían lo más probable era que se confundieran y no hicieran más que el ridículo. Además su nombre no era conocido, solo el de Onésimo; que él se presentara como se le antojara-. Estoy a tu servicio, moza. Pero dinos, por favor. ¿Qué es lo que estás haciendo a estas horas y lejos de tu aldea? ¿Y qué le pasaba a aquél? -preguntó señalando con el cuchillo en dirección a donde el rufián había dejado de verse. Tras ello guardó el cuchillo-. Parecía que te conocía y tenía algo jurado contra ti y tu familia.

Miró entonces a Onésimo, también tenía algo que discutir con él. Lo cierto era que el alimento o cualquier ayuda que pudiera proporcionarles la madre de la niña eran muy tentadores para Beltrán, pero su amigo tenía tendencia a ser más suspicaz.

_Bien sabes que lo que dice la niña es cierto, y ese hijo de mala madre podría estar esperándola. Creo que deberíamos acompañarla hasta su aldea. Además no nos estaríamos desviando de nuestro destino. ¿Qué opinas?

El gigantón solo hacía que proferir malas palabras y amenazas... Incluso con Onésimo delante... eso no era normal del todo.

Si me entero de que le haces algo a la mujer en un futuro, o le ocurre algo, vendré a por ti y te abriré la cabeza como un melón, Lo juro por el Santo Oficio. Ya puedes correr ya... mal de huevos te de que cuanto mas corras, más te duelan, y si te paras... Te Exploten!!!

Onésimo había conocido a un grupo de gitanos y de ellos aprendió varias cosas... lo de usar la manta a modo de paragolpes, alguna que otra maldición... Hizo amistad con ellos y consiguió que no le robaran en la hacienda, a cambio, si conseguía algunos restos de recolecta, la dejaba en un saco para que se la llevaran... Por desgracia Beltrán no era tan listo como los gitanos,que cultura quizas no tenían mucha, pero sabían sobrevivir como nadie...

Jana dices que te llamas? A mi me da igual donde vives, que pendencia tiene ese hombre para contigo? y que le hiciste para que ni con "Ofelia" a la vista se arremilgara... muy ofendido lo tienes moza, y eso no es normal...

Si Beltrán, podemos acompañarla hasta su aldea, si va de camino.

Onésimo omitió decir su destino,para nod ar pistas a nadie que pudiera ser interrogado.

Y naturalmente que un buen lugar para pasar la noche y reponer fuerzas siempre es bien, pero no quisiera yo importunar a la familia de la moza. Moza Beltrán, Moza, nada de niña!!! a ver si la vas a ofender!!!

Que nombre dices que tiene tu aldea Jana?

La muchacha escucha a los jóvenes departir y planear, realmente agradecida de que hubieran espantado al extraño.

- Yo a ese bruto no lo conozco, debe ser un loco de por aquí. Cada tarde y cada mañana sago a recoger lo que mis manos encuentran que puedan servirnos de alimento. Hoy se me hizo tarde porque no estaba teniendo suerte y esperaba recoger algo más para no llegar a casa sin nada. Y de un salto apareció el gañán éste y empezó a proferir palabras soeces y a hacerme sentir miedo hasta tal punto que me intentó agarrar y yo me resistía y empezaba a huir, que si no hubieran llegado sus mercedes, seguro que hubiera acabado abusando de mi o algo peor, sépalo el Señor...

De mi aldea poco sabrán, ni nombre tiene, porque  según me ha contado mi madre sólo hace unos años que se asentaron los jornaleros de las tierras vecinas en una suerte de barracas y tiendas para tener un lugar donde vivir. Serán diez o doce familias en casas muy humildes. Pero esta noche hay fiesta: hogueras, chorizos y carnes guisadas y seguro que habrá para ustedes. Mi madre y yo vivimos en una covacha arreglada  como pudimos, pero les podremos preparar un jergón. Qué menos agradecimiento.

Vengan, que ya estamos a un salto de la aldea, ya se escuchan las risas y los cánticos, vengan a mi casa.

Y no era falso, que se podían oír los gritos y los vítores en algún lugar del camino más adelante. Y, a lo mejor era el hambre o a lo mejor no, pero jurarían que empezaban a llegarles los olores de chorizos tostados a las brasas.

¿Era ése un cambio en la suerte de los compañeros y amigos? ¿Sería que San Juan había escuchado las plegarias que en realidad Beltrán jamás había elevado? Como fuera, parecía que esa noche podrían llenar la barriga, y por si fuera poco, dormir sobre un jergón. Beltrán sonrió amablemente a la niña. Bien podría ser amigo de lo ajeno, pero a su modo se consideraba honesto e, incluso para la mayor parte de la gente que lo conocía, poseedor de un gran corazón.

_Pues niñ... perdón, moza -se corrigió Beltrán antes de que Onésimo lo hiciera-, por lo visto hoy habría sido preferible para ti no levantarte de la cama. No solo te costó recoger el alimento para llevar a casa, sino que te topas con... -hizo una pausa dramática, para que pensaran que se iba a referir al rufián- te topas con la dentadura más afilada del reino -hizo un gesto desinteresado hacia Onésimo. Hizo otra pausa y volvió a sonreir a Jana-. Hablando en serio, no me equivoco al decir que ambos apreciamos vuestra hospitalidad y que nos alegramos por haber llegado en el momento en que lo hicimos.

Entonces un olor que parecía que hacía añares que no sentía se empezó a colar por sus fosas nasales.

_¿Soy yo o el olor de los chorizos se siente hasta aquí? ¡Vamos Onésimo, apura el paso! Que no queremos que la madre de Jana se preocupe por su demora.

Hagamos lo que debemos hacer. Por de pronto proteger a la muchacha hasta su casa, pero luego centrémonos en lo nuestro. Nada de fiestas, ni de perder nuestro objetivo. A ver si al final con la tontería nos ocurrirá como al que cuenta la leyenda, que encontrose con unos duendes, y aceptando su hospitalidad, cuando despertó de nuevo en su mundo lo hizo con 20 años de más... aun pensando que solo estuvo media noche en la fiesta. Que ya te digo yo, que nosotros no disponemos de 20 años..

No es que Onésimo creyera demasiado en esas paparruchadas. Eran cuentos y diretes que se relataban, principalmente a los crios para meterles miedo en el cuerpo, y que no se despistaran por los bosques, pero en el fondo, lo de no perderse en una fiesta que les generaría un estado de embriaguez y les retrasaría en su camino, si era un mensaje velado a Beltrán...

Venga, andando que es tarde.

La chiquilla, con sus rescatadores, se agarró del brazo de ambos y salieron andando camino abajo. Unos cientos de metros más adelante, el frondoso bosque se abría y el final del sendero daba a la entrada de un poblado de casuchas. En total no habría más de una docena de edificaciones pobres y semiderruidas. Más o menos en el centro se abría un espacio amplio donde habían encendido una hoguera los lugareños. 

Al fuego habían pinchado chorizos y los lugareños entonaban cánticos y hacían chanzas en torno a la candela. Es una fiesta y, a pesar de la pobreza reinante, les ofrecen a Onésimo y Beltrán lo poco que tienen: unos pellizcos de pan y algunos chorizos. Incluso alguno ofrece una bota de vino.

- Vamos, busquemos a mi madre lo primero antes de que termine de anochecer, no quiero que se preocupe por mí - les dice la Jana.

Y dime Jana, de donde sacáis las viandas? pobres se os ve y tales chorizos precisan de un cerdo bien cebado, antes de su matanza... no estaréis cazando en el bosque de algún poderoso Señor? si os pillaran acabaríais todos colgando de una cuerda o en un cepo... Y no veo campos de labranza cerca de la aldea...

Era todo muy extraño... No parecía un lugar pensado para desmontar el campamento y partir con prisas, más por otro lado, el estado general era bastante ruinoso... Como si el lugar tuviera muchos años sobre él pero nadie le hiciera un mantenimiento minimo, y no sería por falta de madera en medio del bosque... 

Aquí hay gato encerrado...

Onésimo descartó tomar alimento antes de hacer lo que correspondía. Ir a casa de la moza...

Gracias, quizás mas tarde, ahora hay cosas importantes que ultimar, buena gente. Seguid disfrutando de la fiesta... Por cierto que se celebra?