Partida Rol por web

Algo le erizó el vello al bueno de Onésimo... 

_Que no conozco esa historia de los duendes, Onésimo. A ver cuándo me la cuentas, que me encanta escuchar esas historias, sin importarme si son ciertas o no.

Beltrán asintió a todo lo que dijo Onésimo, más por no discutir que por otra cosa. ¿Es que no había tiempo para la diversión en su vida?

La gente del poblado era otra cosa. Sin que nada les sobrara se las rebuscaban para divertirse. Y si bien las observaciones de Onésimo tenían sentido, no lo colgarían a él por comerse a un cerdo robado por otros. El único motivo por el que también rechazó el chorizo fue que no le parecía cortés llegar a la casa de Jana con comida proveniente de otro lado y no sabía si le daría el tiempo para terminárselo antes de llegar allí. Tras el agradecimiento de cortesía esperó a escuchar las respuestas de Jana y los aldeanos.

Por cierto, Jana, que día es hoy?, recibís muchas visitas al cabo del año?

Que los gusanos se me lleven si no es cierto que fuera de la música, no os parece que hay un silencio poco habitual para estar en medio del bosque?

Onésimo ya se andaba con la mosca tras de la oreja... y empezó a recitar el Credo, que santas son sus palabras y el poder de estas se dice que ahuyentan al maligno y sus huestes...

- ¡Hoy son las hogueras de San Juan! - dice divertida la Jana - ¿no lo sabíais? Las gentes rezan y piden al cielo que este año la cosecha de la calabaza sea buena, los tomates engorden y las judías y los pepinos salgan sanos. Se encienden hogueras para espantar a los malos espíritus y se hace una fiesta en honor de San Juan... ¿En vuestro pueblo no se hace?

- ¡Madre! ¡Estoy aquí! ¡Ya he vuelto! Pero tranquila no me ha pasado nada, porque estos hombres salieron en mi auxilio - iba diciendo la moza mientras aporreaba la puerta de una covacha destartalada -. Qué raro, mi madre no contesta.

La muchacha puso la oreja en la puerta con los ojos arrugados como si así pudiera agudizar sus sentidos. 

- Ah, claro. A esta hora que es ha debido ir a por agua. Es justo aquí al lado, venid que os presente - dijo agarrando las manos de sus salvadores y tratando de arrastrarlos. A espaldas de la covacha se abría un caminito de tierra que salía del pueblo en dirección casi opuesta a por donde habíais entrado. Parecía un sendero hecho a base de pisarlo con ruedas y botas muchas veces, por lo que era de pensar que no tenía pérdida.

- ¡Hoy son las hogueras de San Juan! - dice divertida la Jana - ¿no lo sabíais? Las gentes rezan y piden al cielo que este año la cosecha de la calabaza sea buena, los tomates engorden y las judías y los pepinos salgan sanos. Se encienden hogueras para espantar a los malos espíritus y se hace una fiesta en honor de San Juan... 

Cierto, muy cierto, pero como te decía no veo campos de cultivo por aquí cerca... A que venirse en medio de un bosque? Esto es muy extraño.

Hay un arroyo o fuente cerca? por qué no oímos el rumor del agua al correr?

Onésimo, siguió a la muchacha, muy pendiente de donde pisaba, pues la senda no parecía tal, si no más un desbrozado trecho en la maleza y sotobosque, para ir hasta donde la madre de ésta.

A caso ellas no celebraban el solsticio? porque ignoraban la fiesta?

Y tu padre, moza. ?

Beltrán frunció el ceño y clavó sus ojos en Onésimo; estaba empezando a sentirse incómodo. Aunque a Onésimo no le gustara, la moza sí era una niña en realidad. Y sí, algunas de sus preguntas tenían todo el sentido del mundo. No obstante no dejaba de asumir un rol de inquisidor antes una muchacha cuyo único pecado, al menos hasta donde ellos sabían, era estar llegando tarde a su casa. Quizás incluso haber intentado algo contra su agresor, que más allá de lo que Jana dijera, era posible que sí se conocieran desde antes. El hombre bien podía ser un enajenado, pero también existía la posibilidad de que Jana le hubiera jugado una mala pasada antes. Mas aún ante ese posible escenario, a Beltrán no se le ocurrían demasiadas cosas que esa pequeña pudiera haber hecho que ameritaran un viaje de ida a reencontrarse con sus antepasados.

Se puso a pensar en las preguntas realizadas por Onésimo nuevamente. ¿Tenían fundamento? Sí... algunas. ¿Qué le importaba el agua? Ciertamente no tenían pensado mudarse allí. ¿Y preguntar sobre el padre? Considerando que Jana solo había mencionado a la madre, esa pregunta sí pudo haber sido descortés, más de la manera en que había sido formulada. Posiblemente no lo conociera. O las pudo haber abandonado cuando ella era pequeña. O podría incluso estar muerto.

_¿Y tienes hermanos, Jana? Que no creo que tu madre sea la única preocupada por ti -se animó a preguntar Beltrán, intentando que todo el foco no estuviera puesto sobre el padre-.

A pesar de su intervención, las cosas no le cerraban porque Onésimo, a su manera, había planteado cuestiones interesantes. ¿La madre había esperado a la fiesta para ir a buscar agua? ¿La misma Jana se había retrasado sabiendo de la festividad? Así como Onésimo había puesto la mirada en el ambiente, Beltrán puso su atención en los aldeanos. Intentó recordar a los que se había cruzado. ¿Su cordialidad había parecido sincera? ¿Cómo se relacionaban con Jana? ¿A alguno había parecido preocuparle que llegara tan tarde y con extraños? Seguiría prestando atención a eso, si se cruzaban otros.

Más miraba Beltrán a su alrededor, más raro le parecía todo, pero no llegaba a discriminar qué era lo que efectivamente le extrañaba.

La chica parecía preocupada por no encontrar a su madre.

- Muchas tardes mi madre va a una fuente que hay aquí cerca, no es muy grande, sólo un goteo que sale de una peña, por eso no la escucharemos hasta que estemos en el claro. El agua que sale es la más pura del valle, eso dice mi madre. Vivimos solas y nos cuidamos la una a la otra, yo busco alimentos, igual que ella recoge frutos y raíces del bosque. En esta aldea todo el mundo vive igual. Los más afortunados pueden ir a trabajar a los pueblos cercanos, donde van al campo de los señores a recoger las cosechas por un mísero jornal, pero les da para vivir.  Nosotras nos conformamos con lo que el bosque nos da, somos gente austera y tampoco tenemos quien nos proteja, así que intentamos pasar desapercibidas - iba diciendo la muchacha a medida que avanzaba mirando a todos lados y llamando a su madre.

   Venid, es por aquí. Mi madre estará por ahí, un poco más adelante, a dios le pido que no le haya pasado nada,

Os internáis por el camino, dejando atrás el poblacho y el ruido de las hogueras. El camino deja a ambos lados unos pequeños huertos poco trabajados, casi yermos.

La noche ha caído y empieza a refrescar, el cansancio empieza a hacer mella y os sentís esperanzados con la idea que encontrar alojamiento pronto y, quien sabe, alguna recompensa al valor. Entre estos pensamientos andáis cuando caéis en la cuenta de que no podríais calcular el tiempo que lleváis andando por el sendero, que transcurre serpenteando ahora entre árboles frondosos y sólo permiten ver el cielo estrellado y la luna lleva desde el mismo sendero.

Un poco más adelante en el camino os encontráis al bruto que visteis a vuestra llegada. Parece perdido y mira adelante y atrás con desesperación. Cuando os ve a lo lejos, sale a vuestro encuentro con ánimo exaltado y parece que esta vez no va a conformarse con escupir palabras malsonntes, su porte denota la furia que le domina. Para más inri, lleva en la mano un garrote de buen tamaño, alguna rama seguramente, y los ojos inyectados en sangre clamando violencia.

- Sabía que volvería a encontraros. ¡Basta ya de chanzas y de juegos, niña! Mi paciencia tiene un límite... obtendré lo que deseo o saciaré mi ira con tu vida.

Sea como fuere, la fuente no podía estar tan lejos, algo no cuadraba en aquel sendero... esa muchacha nos estaba engatusando...

Pero de pronto ocurrió algo que alertó a Onésimo... El grandullón que sorprendimos nos vió y cargó hacia nosotros, llevaba un garrote, así que esta vez la manta iba a servir de poco como parada, por tanto Onésimo pensó en usarla como artilugio para enredar al bruto.

Esquivar sus golpes, tirarle la manta para que perdiera visión, y asestarle un San Dios que le dejara durmiendo la vida eterna, que el muy verde, seguía con sus ideas de mente sucia...

Como quieras que sea, que el peso de Ofelia te abra la cabeza en dos y entre en tu seso enfermo algo de Luz del Señor.

Si Beltrán ya había sospechado de la veracidad de las palabras de Jana cuando negó conocer al bruto, cuanto más avanzaban por el sendero, más convencido estaba de que la chica escondía algo. Comenzó a prestarle más y más atención a sus palabras, movimientos y gestos, intentando encontrar algo que la delatara. Iba a proponer volver sobre sus pasos o incluso buscar el camino hacia Játiva desde allí mismo, cuando se toparon nuevamente con el grandote. Y posiblemente fuera la última, a menos que...

_¿Es que tanto deseas llegar al final de tus días? Somos dos hombres contra uno, y dos armas contra una rama. No me opongo a que una persona quiera reencontrarse con nuestro Señor, alabado sea Él. Pero debes saber que esta noche el diablo y los espíritus rondan y es posible que sea uno de ellos quien tome tu alma. ¿Realmente te parece la mejor noche para morir? No sé qué es lo que esta moza pudo hacerte tan grave, pero si quieres contarnos quizás podamos resolver las cosas sin necesidad de derramar TU sangre. -recalcó Beltrán, para que no quedaran dudas de cómo terminaría eso si seguían adelante-.

La Jana dio un grito despavorida, dio la vuelta rápidamente y echó rápidamente a correr para ponerse a buen recaudo bajo vuestras espaldas, con tan mala suerte que tropezó con una piedra del camino. Dio un grito de dolor y echándose la mano al tobillo siguió gateando entre jadeos hasta quedar tras Onésimo y Beltrán.

El bandido, viendo que los dos muchachos se interponían entre él y su presa, fue hacia ellos sin intención de continuar con las palabras.

Las palabras de Beltrán cayeron en saco roto, como era de esperarse, de modo que la lucha era inminente. Viendo que el bandido se acercaba, Beltrán decidió apartarse de Onésimo, al tiempo que le hizo un gesto para que fuera por el lado opuesto a él para rodearlo. Tenía su daga en la mano, con su hoja buscando sangre.

Atacó entonces al bandido con ella. Fue un ataque al bulto, que no buscaba ninguna zona en particular, más bien su idea era funcionar como distractor para que Ofelia hiciera lo suyo.*