Partida Rol por web

Lady Ealasaid parecía conversar con Memnoch y Lady Kirsty, la esposa de éste. 

 Miré a mi esposa:

 - ¿Qué te apetece hacer a ti querida?. Creo que yo iré a ver si el conde desea que haga algo antes de volver a mis estudios.

Al cruzarse con Sir Ewan y ver su cambio de actitud y semblante, el de Berwick le dedicó una amable sonrisa y un asentimiento de cabeza. No sabía qué había sucedido, pero se alegraba de verlo más animado. Eso hizo que Caerwyn mejorase aún más su humor, caminando por la sala con una luz especial en la mirada.

Buscó a Lady Ealasaid, a ver si estaba más disponible en aquellos momentos. Estaba hablando con Memnoch y su esposa. Caerwyn se lo pensó dos veces pero, finalmente, resolvió unirse al trío.

—Saludos— dijo el de Berwick, inclinando ligeramente la cabeza a modo de respeto, antes de mirar a Lady Ealasaid —. Mi corazón se llena de dicha al veros, Lady Ealasaid. ¿Cómo os halláis?— preguntó gentil.

Había algo diferente en Caerwyn, como si hubiera ganado en atractivo, además de un par de libras de peso. Quizá era el tono de su faz o su mirada, pero parecía rebosante de vida.

- Saludos Sir Caerwyn

Respondió Lady Ealasaid y un tono de voz educado y formal, aunque igual de apagado que hacia unos meses en el campamento. 

- Gracias por sus palabras Sir Caerwyn... Intentando seguir adelante. A vos, en cambio, os veo bastante mejor. 

Su tono de voz buscaba seguir siendo educado y formal pero estaba claro que la joven no estaba recuperada aún, ni física ni psicológicamente.

El caballero tomó asiento para conversar tranquilamente con la dama, guardando la distancia que las formas consideraban apropiada.

—Veréis que sí— musitó con una dulce sonrisa, pues pocos podían conocer el dolor de Lady Ealasaid como el pelinegro, aunque eso era algo que nadie podía saber —. No podemos cambiar el pasado... pero podemos sonreír al futuro— dijo, mirándola a los ojos, sin darse cuenta de que era una frase que ya le había dicho anteriormente, hacía algo menos de un año.

Caerwyn se ruborizó ligeramente, bajando la mirada ante el cumplido de la dama, antes de volver a alzar su rostro.

—He tenido mis momentos— comentó, algo enigmático, evitando la mirada de la mujer brevemente —. He caído en lo más hondo pero he vuelto a alzarme, como deberíais hacer vos— añadió —. Dios aprieta pero no ahoga, mi señora. Las heridas cerrarán... tened fe.

Su vista estaba medianamente perdida en ningún lugar, las palabras eran meros sonidos que iban y venían y sus ojos le pesaban a consecuencia del cansancio y la debilidad que sentía. Y aún así una frase que pronunció Sir Caerwyn hizo que girara levemente el rostro para mirarle.

- ¿Cómo decís? Ah, eso me recuerda... ¿Cómo le va a vuestra prima Cathleen? Hace tiempo que no he tenido noticias de ella... Quizás le pregunte a Sir Caderyn, pareció que ambos hicieron buenas migas... - Su charla casi parecía una forma de mantenerse ocupada, aunque su tono de voz era monótono y casi automático. - Me alegro por vos - Sus palabras eran sinceras, aunque estaban exentas de aquel entusiasmo que antaño la caracterizaba - Supongo, cuando me encuentre mejor... Cuando recupere las fuerzas... 

Sus ojeras eran más que evidentes y su respiración parecía pesada mientras sus ojos se entrecerraban ligeramente. Claramente aún no estaba recuperada de su enfermedad. 

La mención de la dama Cathleen hizo que el caballero abriera mucho los ojos, además de que un notable rubor se alojó en sus mejillas. Abrió la boca un par de veces, buscando las palabras apropiadas pero ninguna le salía y al final, bajó la mirada y se cubrió la boca, pensativo.

—Ha... ha tenido que regresar a casa, a su pesar— musitó, con el ceño fruncido y evitando la mirada de Lady Ealasaid —. Y sí, Sir Caderyn ya habló conmigo pero...— tragó saliva y se frotó la frente y la sien con una mano —. Es algo que habría que consultar con el Conde, me temo. Aunque...— suspiró, como como si fuera un tema del que le costara hablar —Pido a Dios que todo salga bien y tendrán mi bendición si es lo que ambos desean— sonrió, algo avergonzado —. Nunca había visto a Cathleen sonreír así— susurró.

Carraspeó, nervioso, y se puso en pie.

—Todo pasará, Lady Ealasaid— dijo con amabilidad —. Os dejo descansar— añadió antes de hacer una recatada genuflexión y mirar al mago—. Memnoch, lady Kirsty. Id con Dios— se despidió.

Tras charlar con Lady Ealasaid, el de Berwick se despidió de ella, así como del mago y su esposa. Su rostro estaba visiblemente enrojecido y mantenía la mandíbula apretada, mas no parecía enojado sino nervioso cuando se dirigió hacia el patio para tomar un poco el aire.

- Oh, me alegro por ellos. Estaré encantada de acudir al compromiso y a la ceremonia. Si ésta llegara a producirse, por supuesto. - Asintió aún un poco despistada - Si, claro... Con Dios Sir Caerwyn.

La joven seguía sentada, descansando su debilitado cuerpo y su cansada alma.

Tras la conversación con Sir Caerwyn, la joven Ealasaid continuósentada, descansando su debilitado cuerpo y su cansada alma.

Viendo el estado de su amiga y que decidió ignorarlo por completo Aidan se encogió de hombros y deambuló perdido en la corte preguntándose que le había molestado a aquella mujer ahora.  Había cambiado mucho, ya no era una niña y por sus costumbres debía vivir con una máscara puesta que le impedía mostrarse tal cual era, o al menos esa era la idea que se hacía Aidan de todos esos hombres y mujeres formales.  Su amiga Ealasaid no había sido así, al menos no con él y con Ewan, o al menos no lo había sido de pequeña quizás ahora le parecían más importantes las apariencias y estar cerca de Aidan podría no resultar beneficioso para la joven.  Mientras caminaba su cabeza daba vueltas en torno a estas ideas, algo celoso, algo molesto, pero también entendedor de que todas las cosas tienen un inicio y un fin, decidió que seguramente el fin de su amistad había llegado incluso antes de lo que él imaginaba.  Sin mucho que poder hacer al respecto se encogió de hombros y decidió aceptar aquella verdad.

Cuando vio pasar a Sir Aidan por su lado recordó que no había contestado a su pregunta, seguramente el cansancio y la debilidad que sentía, así como las conversaciones que se sucedían a su alrededor habían hecho que olvidara sus modales para con su viejo amigo. 

- Aidan... 

Rozó su brazo con su mano, un gesto cortés que podía permitirse hacer mientras permanecía sentada en la silla, pues aún estaba muy débil como para levantarse.

- Lo lamento... No... No estoy bien, no aún... Se fueron... Ellos... Ellos se fueron... Paul, Alex, Kieran... Y mi bebé... 

Volvió a llevar una de sus manos muy sutilmente hasta su vientre con cierto pesar mientras sus ojos parecían volver a tener ese brillo que indicaba unas cercanas lágrimas mientras le susurraba aquellas palabras a su amigo de la infancia. 

Tras rezar por varios minutos, agradeciendo a Dios por permitirle seguir en un camino de redención, y haciendo la promesa ante  el crucifijo de que seguiría el camino de Jesucristo, Sir Ewan volvió al salón con ánimos renovados. 

No podía decirse que estuviera alegre, lejos de ello su estampa parecía más severa, pero al menos tenía la apariencia de quien está en paz consigo mismo. Se acercó primero a su amigo Aidan, y apoyó una mano sobre su hombro. - Gracias por vuestro apoyo y soporte, y por vuestra desinteresada ayuda. Os prometo que cuando me sea posible, os devolveré el préstamo. - dijo discretamente, y apretando el hombro luego en señal de amistad. Luego se acercó a Sir Caerwyn que terminaba en ese momento de hablar con Lady Ealasair, Mnemoch y su esposa, y lo interceptó antes de que saliera al patio.

- Sabed que mi crimen ha sido perdonado, aunque no olvidado, y mis derechos y obligaciones no han cambiado. Contratataré un administrador que me ayude a levantar Dinton desde las cenizas, y os prometo que, si hay algo en lo que podáis ayudarme, os lo haré saber sin dudarlo. Dios proveerá, pero nunca está de más la ayuda de los amigos más terrenales. - luego, notando un cierto azoramiento, lo dejó ir con una reverencia, y encaminó sus pasos hacia Sir Caderyn. - Todo ha sido resuelto, y me pondré en campaña para recuperar la salud de mi Señorío, tened por seguro que de necesitar ayuda recurriré a vos, y desde luego os lo devolveré con creces cuando sea posible.

Tras dar un apretón de brazos al de Tisbury, se dirigió a donde se encontraban las damas, y se arrodilló frente a su hermana, besando sus manos y su frente - Quiero que sepas que sigues siendo la luz de mi vida, y si te envío con Lady Ealasaid es porque quiero lo mejor para ti. No quedan mujeres de nuestra posición en Dinton y quiero que ella te acompañe, y que tu le hagas compañía, que también ha perdido mucho y necesita una amiga a su lado. - luego miró a su amiga y le dedicó una sonrisa - Gracias nuevamente por cuidar de mi hermana en éste momento tan duro para todos, espero que podáis hallar consuelo en vuestra mutua compañía.

Las noticias de Ealasaid impactaron a Aidan.  Siempre era el último en enterarse de aquellas cosas, no es que pudiese hacer mucho, pero le hubiese gustado estar antes para sus amigos.  Cuantas pérdidas había traído el invierno.

Por un momento se congeló, también había perdido a su bebé, se compadeció de su amiga y de su esposo pues habían recibido golpes muy fuertes, se sintió torpe y sin saber que decir.  -Lo siento- comenzó -Verdaderamente lo siento, siempre desee para ti y los tuyos lo mejor, por desgracia nada puedo hacer para consolarte, pero si alguna vez quieres hablar con ellos ven a verme.  Sé que tienes costumbres distintas pero podemos quizás saber que están bien te de algo de consuelo, será como con Julia, yo sere el canal mediante el que dialoguen- le dijo recordándole la charla que habían tenido con el espíritu de Julia una vez que esta había muerto y habían finalizado con los ritos.  Le hubiese gustado abrazarla, pero supuso que eso pondría incómoda a la mujer por lo que se limitó a tomar su mano y sostenerla entre las suyas unos segundos.

-No te preocupes, eres mi hermano, te ayudare a hacer grande a Diton una vez más.  Eres fuerte Ewan y podrás salir adelante y yo, como me ordeno tu padre, estaré ahí para asegurarme que no la cagues- dijo sonriendo

Una vez que el asunto del caballero de Dinton fue zanjado, Leomie empezó a caminar por la corte buscando alguien en particular con quien nunca había hablado personalmente, el mago de la corte de Salisbury y quien debía ser uno de los hombres más versados en las costumbres paganas de todo el condado.

—Mago, ¿me permitiría unas palabras a solas? — Preguntó el caballero de Newton Tony acercándose a Memnoch. Se notaba que al ser bretón, Leomie estaba un poco confundido con el trato que le debía dar al hechicero de su señor, y si bien su semblante estaba serio y digno parecía buscar las palabras y el trato con el que debía dirigirse a este hombre con lentitud.

 Con una sonrisa amistosa, le respondí al Bretón, sin sentirme ofendido por su aparente brusquedad:

 - Por supuesto, Sir Leomie. Por cierto, podéis llamadme por mi nombre, Memnoch. - A continuación le presenté a mi acompañante. - Esta dama es lady Kirsty, mi amada esposa. ¿Qué puedo hacer por vos?.

Viendo que Sir Ewan y Sir Aidan estaban conversando, Dunn decidió acercarse para hablar mientras esperaba a Sir Leomie para compartir camino.. 

Directamente y sin protocolos, puso la mano sobre el hombro de Sir Aidan..  Si me permites, "hermano" quisiera decirle algo a Sir Ewan, contigo como testigo.. Sir Ewan, quería aprovechar esta situación antes de marchar de nuevo a Pitton, para invitaros a mi boda con lady Amber.. sé que siempre habéis sido amigo de la familia de mi futura esposa.. así pues, si así lo deseáis, también lo seremos.. -poniendo la mano en el hombro de Sir Ewan, como señal de camaradería, continuó-..  para olvidar ese desafortunado incidente.. y con el fin de estrechar lazos entre nuestras familias.. podéis hacer extensiva la invitación a quien quiera venir a la celebración.. será una noche de fiesta y regocijo, donde podremos dar un nuevo comienzo a nuestra hermandad como caballeros del rey.. ¿qué me decís?..

El irlandés miraba con confianza a Sir Aidan, esperando que el de Burcombe le apostillara en la invitación..