Partida Rol por web

La Gran Campaña de Pendragón: Período de Uther (485-495 d.C)

Visita al señorio Berwick St. James (Caerwyn y Caderyn)

Cargando editor
09/09/2021, 18:55
z/Lady Cathleen de Berwick St.James

Las miradas decían más que las palabras y, al ver la expresión apenada del caballero, Cathleen sonrió con dulzura y negó suavemente con la cabeza, quitándole importancia al hecho de que hubiera acudido a Berwick con su escudero y lo hubiera llevado al desayuno. En su lugar, ella hubiera hecho lo mismo, así que no había nada que disculpar.

Había tensión en el ambiente, pero no por incomodidad, sino por el esfuerzo casi sobrehumano de guardar las apariencias y fingir que, lo sucedido en el claro y el refugio, incluso el baño en el río, no había tenido lugar. Pero no podía, no podía y cada instante que pasaba lejos de su amado, era como si le arrebataran el aire que respiraba.

El rostro de la dama se iluminó ante las palabras del caballero, ruborizándose incluso. Le costó reprimir la sonrisa ante la ocurrencia de Caderyn, pero la complicidad que había germinado entre ambos era suficiente para entenderse mutuamente.

El joven Keiran se encuentra en el señorío, sí— dijo, mirando a Frederick —. Como los asuntos de mi estimado primo son de índole administrativa, prefirió que el muchacho se quedara para seguir entrenando, incluso realizar guardias nocturnas con los soldados— miró a Caderyn, había un brillo de astucia en su mirada —. Tal vez vuestro escudero quisiera acompañarlo para que su estancia sea más amena— tomó un sorbo de su agua. Casi no podía probar bocado, pues las mariposas de su estómago no dejaban lugar para más.

Cargando editor
09/09/2021, 20:21
Sir Caderyn de Tisbury

Caderyn le devolvió una sonrisa sutil a la dama, asintiendo, ahora con agradecimiento en la mirada, aunque también había añoranza. El de Tisbury agradecía cortésmente a los sirvientes, pero la verdad es que deseaba fervientemente que desaparecieran, al igual que Frederick, por mucho que le apenara pensar de aquella manera, en especial para con su escudero.

La reacción de Cathleen a sus palabras, en especial ese sonrojo que se dibujó en sus mejillas, que al caballero le parecía hipnotizante, hizo que se atragantara con la bebida, necesitando un momento para recuperarse. Una vez repuesto, Caderyn miró fugazmente a Cathleen, abochornado, pero también divertido, pues a pesar de que aquello hubiese sido una "pequeña falta de protocolo", su causa había sido una muy noble: el enamoramiento de ambos jóvenes.

El caballero asintió a las palabras de la dama, quizás con más afán del que debería, entrecruzando su mirada con la de ella sin poder reprimir una sonrisa "inocentemente" maliciosa.

El trabajo de guarnición, por mucho que algunos insistan en que es un castigo —miró a Cathleen con algo de complicidad, recordando a cierto caballero galés particularmente molesto—, en realidad puede derivar en numerosas experiencias de las que aprender. Estoy seguro de que Frederick se beneficiará ampliamente de su intercambio con Kieran —el caballero sonrió, complacido, bastante más de lo que debería.

Sin embargo, su gesto se tornó un ápice más serio al ver que Cathleen no había comido casi, pues él había llegado con el sol en su punto más alto, y desde entonces ni el ni la dama habían comido nada excepto aquella manzana. Caderyn miró el plato y luego la miró a ella, alzando las cejas un poco. Después de todo, el día apenas comenzaba, y quería compartirlo de principio a fin con la dama, pero para eso necesitarían energía.

Cargando editor
09/09/2021, 22:33
z/Lady Cathleen de Berwick St.James

Ciertamente, mi señor— dijo ella, comprendiendo a qué se refería con la misma complicidad. No sería de extrañar que el escudero del de Tisbury empezara a sentirse como la quinta rueda del carro —. No hay deshonra en mantener las fronteras del señorío a salvo. Hay que proteger a los comerciantes y aldeanos que transitan los caminos.

Entonces, Cathleen arrugó el ceño ante la mirada de preocupación de su amado. Su gesto mirando el plato hizo que la dama mirase el suyo propio, torciendo el morro. Suspiró, forzándose a comer algo de fruta.

Tras terminar el desayuno, aunque ciertamente la dama comió relativamente poco, Lady Cathleen se incorporó y aguardó a una distancia protocolaria.

Hace una mañana espléndida para pasear, Sir. ¿Me haríais el honor de acompañarme?— preguntó, sintiendo un hormigueo en el vientre mientras sonreía con suavidad, contiendo las emociones que albergaba su pecho.

Cargando editor
10/09/2021, 22:20
Sir Caderyn de Tisbury

Caderyn asintió varias veces a las palabras de Lady Cathleen, con fervor. Estaba seguro de que Frederick sospechaba algo, no era tonto después de todo, pero ya estaba en edad suficiente como para entender el tema del cortejo, y a ver si así también aprendía algo al respecto, pues no le faltaba demasiado para verse a sí mismo pasar por ello.

Cuando la dama frunció el ceño, el caballero dejó salir una pequeña risa, agraciado por la tozudez de la mujer, pero acabó por asentir nuevamente, esta vez con cariño, a la mujer, al ver que al menos comía algo de fruta. Pasada la hora de la comida, Caderyn también se levantó de la silla, agradeciendo una vez más a Cathleen con una formal reverencia.

— Sería un honor, milady —respondió él, incapaz de reprimir una sonrisa, sintiendo una calidez en el pecho, que no tardaría en llegar a sus mejillas—. Me encantaría conocer un poco más de Berwick, si no os incomoda —un brillo travieso se hizo presente en la mirada del de Tisbury—, y vuestro primo me ha mencionado varias veces a una noble ave a la que estima sobremanera.

Cargando editor
10/09/2021, 22:49
z/Lady Cathleen de Berwick St.James

Los ojos experimentados podían leer el lenguaje corporal de los enamorados, sin duda. De hecho, algunos sirvientes empezaron a murmurar, pero no parecía que fuera para mal. Hacía tiempo que no se respiraba tanta alegría y amor en el torreón, por muy sutiles que fueran la daña y el caballero.

Ya en pie, la mujer sonrió con amplitud ante la aceptación del varón, asintiendo complacida con la cabeza, aunque miró de reojo al joven escudero.

Oh, se me olvidaba— comentó, fingiendo cierto despiste antes de mirar al escudero —Frederick, ¿verdad?— se dirigió hacia él —Keiran debe estar en el patio de armas, ¿me harías el favor de pedirle, de mi parte, que vaya con una patrulla a buscar al oso que vimos ayer?— preguntó —No quisiera que se acercara demasiado a las granjas.

No había oso, al menos en las cercanías, así que la patrulla debería ser tranquila y, tal vez, hasta Frederick se animaba a ir con los soldados. 

Cathleen se dirigió a la puerta y aguardó al caballero, atenta a los movimientos de los sirvientes. Descendieron las escaleras y, al llegar al final, tras asegurarse de que nadie los vería, la dama tomó la mano del caballero y, con una sonrisa traviesa, tiró de él con presteza, llevándolo consigo al amparo de las sombras que ofrecía el hueco de las escaleras, donde buscó los labios de Caderyn con desespero, sedienta de ellos.

Cargando editor
12/09/2021, 15:00
Sir Caderyn de Tisbury

Caderyn tuvo que reprimir una pequeña risa ante las palabras de la dama, pero acabó por palmear nuevamente el hombro del escudero, asintiendo a lo que Cathleen le había pedido. Frederick, por su parte, miró al caballero con gesto un poco confuso, pero acabó por asentir dubitativamente en respuesta, marchándose del salón poco después, en busca de Kieran. El de Tisbury miró a Cathleen esbozando una sonrisa pícara, para luego guiñarle el ojo.

El caballero no tardó demasiado en seguir a la dama, sólo lo suficiente para que no fuera tan obvia la necesidad que tenía de estar cerca de ella. Cuando llegó a las escaleras, el rubio echó un vistazo de reojo, para asegurarse de que nadie los estuviera siguiendo, bajándolas entonces con premura, y el corazón bullendo de emoción ante la posibilidad de volver a compartir un día con su amada, alejados de todo lo demás.

La mano del de Tisbury se afianzó con cariño a la de Cathleen, y se dejó llevar como bote mecido por el oleaje, hasta que ambos quedaron ocultos por los escalones de piedra. Sus rostros apenas eran visibles, pero los ojos de Caderyn brillaban con pasión y con necesidad de la dama. No tardó demasiado en juntar sus labios con los de la mujer, primero en un beso tímido, pues a pesar de que la situación le resultaba sumamente apasionante (de hecho, la dama podía sentir como el caballero se estremecía), su cordura seguía enviando mensajes de tanto en tanto.

Sin embargo, poco podían hacer las defensas del caballero ante la dama. Había destruido por completo sus murallas, creando un camino directo al corazón de Caderyn. Los brazos del rubio rodearon a Cathleen con necesidad, y pronto su lengua empezó a buscar la de la mujer con suavidad, cerrando los ojos para disfrutar de ese momento de cercanía entre ambos. El intercambio se alargó durante varios segundos, pero al final el caballero tuvo que separarse un poco para tomar aire, algo que hacía entrecortadamente.

— Llevaba todo el desayuno queriendo hacer justo eso mismo... ¿Qué me habéis hecho, Lady Cathleen? Al final va a resultar que sí sois una fata después de todo —el caballero le sonrió con picardía antes de volver a fundir sus labios con los de la dama.

Cargando editor
12/09/2021, 18:28
z/Lady Cathleen de Berwick St.James

A la dama se le escapó un jadeo cuando Caderyn la estrechó entre sus brazos, sintiendo un latigazo de placer en su vientre que la hizo sonreír sin separar sus labios de los del varón. Y en ese breve remanso de paz, para recuperar el aliento, las palabras del caballero la hicieron morderse el labio sin dejar de sonreír, mientras al amparo de las sombras lograba ver el brillo de sus ojos avellana.

Y vos habéis caído en mi trampa— bromeó la mujer en un susurro, acercando sus labios a los de Caderyn sin llegar a besarlo —. O tal vez estaba encantada y me habéis liberado del hechizo— depositó un suave beso, apenas un roce —y ahora debo concederos un deseo...

Ambos se fundieron en un nuevo beso y la dama se estremeció, buscando la lengua de Caderyn con necesidad mientras la lujuria amenazaba con apoderarse de ella de nuevo. Sus manos se aventuraron a acariciar la espalda y la nuca del caballero, manos temblorosas por el deseo y el autocontrol, dos caras de una misma moneda que Cathleen no sabía hacia que lado caería esta vez.

Cargando editor
12/09/2021, 23:29
Sir Caderyn de Tisbury

Ahí estaba otra vez esa reacción que a Caderyn lo sacaba de sus cabales, de su cordura. La dama podía alterarlo con un simple gesto, con un simple suspiro, y la verdad sea dicha...  le encantaba. Le fascinaba cómo la dama podía colarse a través de la más mínima grieta hasta su interior, tocar en lo más profundo de su alma... y hacerlo sentir jubiloso. Ahora entendía por qué el amor era una cualidad tan alabada.

¿Se puede decir que alguien ha caído en una trampa cuando prácticamente se ha lanzado a ella?  —le respondió con cierto humor en la voz, humor cargado de cariño, pues Caderyn abrazaba con afán, como si no quisiera separarse de ella nunca. Ciertamente ese era el caso—. Dichoso yo, entonces, y afortunado, que he podido liberaros... mi único deseo es haceros feliz día tras día, que vuestra faz sea lo primero y lo último que mis ojos vean cada vez que duermo y despierto, arrebatar cada instante posible a vuestro lado —el caballero hizo una pausa, y acabó por reírse discretamente—. Bueno, es más de un deseo... aunque supongo que se podría resumir en que deseo pasar el resto de mi vida con vos.

Al igual que Cathleen, Caderyn también podía sentir como la lujuria y el deseo poco a poco se iban apoderando de su cuerpo, de sus manos, que pronto empezaron a recorrer el cuerpo de la mujer con afán, incluso brevemente intentando colarse por debajo de sus prendas, pero el caballero se obligó a sí mismo a detenerse. Sentía como sus manos ardían por recorrer la piel de la dama, pero tuvo que poner en orden sus sentimientos.

— M-Mi... mi señora —intervino él, entre besos, con voz perdida entre el deseo y la súplica—... os aseguro que deseo tanto o más que vos volver a —una vez más, juntó sus labios con los de ella, buscando su lengua con más fuerza—... pero... estamos... estoy seguro de que... pronto podremos... en la noche... cuando todos duerman y no... corramos tanto riesgo... —las palabras salieron de su boca, con escasa o nula convicción.

Cargando editor
13/09/2021, 00:55
z/Lady Cathleen de Berwick St.James

Cuando Caderyn dijo que se había lanzado a la trampa, la dama sonrió con picardía —Temerario— susurró ella, arrugando fugazmente la nariz, divertida y entregada por completo a los sentimientos que habían florecido en su corazón. Pero también al deseo que ardía dentro de ella y que cada beso, cada sonrisa, liberaba un poco más.

La confesión del caballero dibujó una sonrisa de esperanza e ilusión en su rostro. De hecho, Cathleen se veía incapaz de imaginarse un futuro si Caderyn no estaba a su lado —Y yo no me rendiré hasta ver vuestro deseo cumplido— musitó ella, con la respiración entrecortada, pues no sólo era el anhelo de Caderyn, sino el suyo propio.

Y tras una nueva promesa de la dama enamorada, se entregaron uno a los besos del otro. Cada vez con más pasión, con más fervor. Cathleen se estremecía con cada caricia, un hormigueo placentero que ascendía desde se bajo vientre hasta dificultarle la respiración debido al éxtasis prometido, sobre todo cuando Caderyn se aventuró bajo sus prendas y ella no hizo ademán de detenerlo, pues ansiaba sentirlo de nuevo y, en aquel momento donde los sentimientos y la lujuria iban de la mano, no era capaz de pensar con normalidad.

Por fortuna Caderyn parecía ser fiel a la razón, pero sus palabras tuvieron el efecto contrario en la dama, excitándola aún más, tanto que sólo los besos fueron capaces de silenciar sus jadeos.

Entonces se escucharon pasos y Cathleen abandonó los labios de su amante, alerta. Cubrió la boca de Caderyn con su mano y ella se pegó de espaldas a la pared, en el rincón más oscuro para no ser descubiertos, pero sin separar su cuerpo del caballero, haciéndole señas para que guardara silencio mientras un sirviente abría la puerta del almacén para ascender por las escaleras.

Cathleen sonrió ladina mientras su pecho ascendía y descendía rítmicamente por la excitación. Se inclinó sobre el cuello de Caderyn y empezó a besar lentamente su piel, ascendiendo desde la naciente hasta su oído.

Lo amaba, lo deseaba... Y pensaba aprovechar cada minuto a su lado para demostrárselo.

Cargando editor
13/09/2021, 17:35
Sir Caderyn de Tisbury

— Enamorado —respondió él, casi en un suspiro, apretando cariñosamente la arrugada nariz de la dama con la cara interior de sus dedos índice y pulgar, una sonrisa soñadora dibujada en sus labios—... el amor nos enloquece, aunque si así se siente, no quiero volver a estar cuerdo nunca más... —respondió él, ilusionado, pues aunque estuvieran ocultos en la penumbra, el brillo del la sonrisa de la dama era suficiente para iluminar hasta el rincón más recóndito de Caderyn.

Las manos del caballero permanecían sobre el cuerpo de Cathleen, pero de momento se habían quedado quietas. Sin embargo, cuando sus labios volvieron a juntarse en un cálido y apasionado beso, no tardaron en empezar a moverse nuevamente, buscando con imperiosa necesidad la piel de la dama entre los pliegues del vestido. En cualquier otro contexto, Caderyn hubiese pensado que se estaba propasando, pero ahora que la conocía hasta lo más íntimo, aquello le parecía más bien poco, pues lo único que anhelaba sentir eran sus cuerpos el uno contra el otro, sin prenda alguna, tal y como lo habían hecho en aquel dichoso refugio.

Los pasos hicieron que, nuevamente, las manos del de Tisbury se detuvieran, aunque esta vez ya se habían colado por debajo de las prendas de la dama, sintiendo finalmente la tan anhelada y deseada calidez de su piel. Por su parte, el traje del caballero definitivamente estaba desaliñado, pero poco importaba. De hecho, en aquel momento sentía que les sobraba ropa. Una vez más se dejó llevar, esta vez quedando frente a Cathleen, "aprisionándola" entre su humanidad y la pared. Mentiría si no dijera que aquella situación lo estaba llevando al límite, e incluso más allá, en especial cuando la dama empezó a besar tan provocativamente su cuello. Cathleen podía sentir como Caderyn se estremecía, arqueando su espalda suavemente, sin poder controlarse, haciendo que sus cuerpos chocaran con delicadeza, y también dejando escapar jadeos entrecortados, e incluso un pequeño gemido grave y suave, cuando sus labios llegaron al lóbulo

— M-Me... me estáis... torturando, Cathleen... —se "quejó" suavemente, aunque su voz estaba inundada por el placer más que cualquier otra cosa.

Caderyn empezó a tirar del vestido de la dama hacia arriba, revelando poco a poco sus piernas. Con suavidad, el caballero alzó una de las piernas de la dama del suelo, para que rodeara su cintura con ella, y luego hizo lo mismo con la otra, cuando finalmente pudo quitar la condenada falda del medio, sosteniendo entonces a la dama por la cara externa de sus muslos con ambas manos. Entonces se giró lentamente, quedando él con la espalda apoyada en la pared, y empezó a deslizarse con suavidad hacia abajo, finalmente quedando sentado en el suelo, oculto entre las sombras, con Cathleen sentada encima de él, el cuerpo del caballero entre sus piernas.

— Q-Quizás... deberíamos... —bah, ¿para qué lo intentaba? Volvió a buscar la lengua de la dama con desespero, entre jadeos, la lujuria desparramándose por cada poro del caballero. Mientras tanto, sus manos acariciaron la espalda de la dama.

Cargando editor
14/09/2021, 12:10
z/Lady Cathleen de Berwick St.James

Enamorado... Ciertamente aquellas palabras incrementaron el calor de su pecho, haciendo que Cathleen respirase profundamente. Aún no se lo creía y era maravilloso.

Cegados por la pasión, sumado a la excitación que el miedo a ser descubiertos otorgaba a la situación, dama y caballero se dejaron llevar por lo que sentían sus corazones y anhelaban sus cuerpos. Las caricias de Caderyn buscaban el roce de la piel de la dama como pioneros descubriendo un mundo nuevo, estremeciéndola a pesar de que tuvieron toda la noche para explorar cada centímetro de su piel.

La mujer sonrió al escuchar los susurros del caballero, excitándose al sentir cómo los zarcillos invisibles del deseo parecía atraparlos, envolviendo su ser. Para cuando Caderyn levantó las enaguas de la dama, ya era demasiado tarde para escapar de las redes.

Os amo... Caderyn— jadeó ella, con las mejillas coloradas y voz entrecortada. No sabía muy bien cómo proceder ahora que estaba sobre él y sentía su miembro palpitante cerca de ella. Quizá fuera como cabalgar, pero no estaba segura. Así que se inclinó sobre él para besar sus labios con cariño, lenta y pausadamente, dejándose llevar por el varón aunque ninguno tuviera más experiencia previa a lo sucedido en el refugio.

No le importaba, al contrario. Le resultaba maravilloso poder descubrir más del caballero y ganar esa placentera experiencia junto a él.

Cargando editor
15/09/2021, 17:58
Sir Caderyn de Tisbury

No sabía exactamente si era la ansiedad o el deseo, pero Caderyn parecía escuchar múltiples ruidos por aquí y por allá, lo que aumentaba su tensión... pero aquello, lejos de amilanarlo, parecía empujarlo más a la acción, pues sus manos iban moviéndose cada vez con más frenetismo, tratando de buscar la manera de poder acariciar y sentir constantemente la piel de la dama, pero sin desvestirla, aunque en algún momento acabó por buscar los nudos de su vestido nuevamente, esta vez encontrándolos y empezando a desatarlos con mayor destreza que la noche anterior. No la desnudaría, pero sí trataría de que sus prendas estuviesen más sueltas al menos.

— Y yo... os amo a vos, Cathleen... —respondió él, entre jadeos—. Os amo con locura, ponéis... mi corazón a... —no pudo completar la frase, pues tuvo que buscar con desespero los labios y la cálida lengua de la dama nuevamente.

Sin embargo, sabiendo que estaban un poco... fuera de su elemento, y obligándose a sí mismo a tranquilizar su ímpetu, en especial luego de que la dama lo besara de una forma tan cariñosa, el caballero depositó sus manos con suavidad en los muslos de la mujer, aún por encima del vestido. Su respiración seguía acelerada, sí, pero lo que menos deseaba era hacerle daño a Cathleen por hacer las cosas demasiado rápido.

Lentamente, volviendo a juntar sus labios con los de su amada, Caderyn deslizó las manos por debajo del vestido, acariciando la piel de los muslos de Cathleen lentamente, hasta llegar a las ataduras que mantenían contenida su hombría de momento. Las deshizo con delicadeza, levantándose un poco, lo suficiente como para poder bajar sus pantalones de forma que su miembro quedara libre. Con una mirada un poco avergonzada, el rubio tanteó nuevamente los muslos de la dama hasta llegar a su intimidad, no pudiendo evitar arrebatar unas cuantas caricias amorosas, pero también cargadas de deseo, antes de, con una de sus manos, guiar su hombría hasta la flor de Cathleen.

Caderyn alzó un poco las caderas, entrando con suavidad en su amada, mientras volvía a fundirse con ella en un amoroso y pasional beso, ahogando un grave gemido de placer en los labios de la dama.

Cargando editor
15/09/2021, 20:57
z/Lady Cathleen de Berwick St.James

El frenesí estaba servido y, sin embargo, los amantes lograron contener el fuego lo suficiente para darse muestras de afecto que paliaban la gravedad de su pecado.

Cathleen saboreó sus labios mientras la piel de sus muslos se erizaban bajo las caricias del caballero. Jadeante por la excitación, no sólo del deseo sino del riesgo de que alguien los viera, la dama intentaba silenciar sus labios con los de Caderyn mientras sentía su vientre encogerse con cada sutil contracción de su sexo.

La mujer apoyó ambas manos en el suelo, a ambos lados del caballero, alzando un poco su cuerpo para permitir que Caderyn se desatara los calzones, liberando su virilidad. Los ojos de Cathleen se clavaron en los de su amado y sólo las sombras ocultaron su rubor, pues no sabía muy bien cómo procederían.

Vaciando sus pulmones, la dama se dejó guiar lentamente por el caballero hasta sentir su miembro endurecido entrar poco a poco en ella, cuya flor lo recibió envolviéndolo con su cálida humedad. La expresión de Cathleen era de éxtasis, sobre todo cuando se inclinó sobre su amado, besándolo justo antes de que un gemido de placer se escapara de sus labios.

Cargando editor
17/09/2021, 15:01
Sir Caderyn de Tisbury

Estaba claro que la pasión y la lujuria nublaban la poca razón que el de Tisbury pudiera tener, pues estaba enfrascado en intentar moverse desde su posición sin tener algún punto claro de apoyo, ya que sus manos estaban completamente adheridas a la piel de la dama, y se rehusaban a separarse de la misma.

Una vez estuvo completamente dentro de Cathleen, volvió a ahogar un gemido placentero en sus labios, estrechándola contra su propio cuerpo, entre sus brazos, y moviendo sus caderas en círculos con suavidad. Sin embargo, ciertamente era una posición incómoda, así que, con pesar, separó las manos de su amada, asegurándose primero que las piernas de la mujer estuvieran bien apoyadas en el suelo, y también las descansó en la fría piedra. De igual forma, flexionó sus piernas, pisando nuevamente con la planta de sus pies, y también ofreciéndole una especie de "espaldar" a la dama en forma de sus muslos.

Caderyn se humedeció los labios, volviendo a besar a Cathleen, buscando su lengua con pasión, para luego hacer fuerza tanto con sus manos como con sus pies y levantar sus caderas del suelo, quedando entonces apoyado en sus cuatro extremidades, lo que le daba algo de libertad de movimiento que no tardó en aprovechar para disfrutar nuevamente del placer junto a su amada. Sin embargo, la posición era bastante incómoda, y requería de cierto esfuerzo físico (pues no solamente estaba alzando su propio peso, sino también parte del de Cathleen), pero por el momento lo disfrutaría, maravillándose en cada instante de placentero descubrimiento y aprendizaje de la mano de la dama que le había robado el corazón.

Cargando editor
17/09/2021, 21:33
z/Lady Cathleen de Berwick St.James

Sentirlo dentro de ella era indescriptible y, aún así, ninguno de los dos sabía muy bien cómo proceder. Ante las dudas, los amantes recurrían a los besos.

El instinto de Caderyn parecía tomar las riendas, guiándolo para posicionarse mejor. Cathleen acomodó las faldas de su vestido lo mejor que pudo y acudió de nuevo al encuentro de los labios de su amado cuando los suyos la reclamaron. Un gemido se escapó de entre sus labios ante el primer intento de embestida, pues en aquella postura Cathleen podía sentir en su plenitud la virilidad del caballero. Una tras otra, el varón empujaba hacia arriba y la dama se estremecía, llegándose a morder uno de sus nudillos para no gemir.

Pero la inexperiencia juega malas pasadas y pronto Cathleen se quejó, pues en una de las penetraciones el miembro de Caderyn se salió repentinamente, causándole un ligero dolor a la dama y puede que al caballero. Para no preocuparlo, con una sonrisa encantadora la mujer se inclinó hacia él pero, en vez de sus labios, besó su cuello primero.

Apoyada sobre sus brazos, deslizó sus caderas muy despacio hacia atrás y abajo, para que la hombría de Caderyn se adentrara de nuevo en su monte de venus. No acertó a la primera pero tras varios intentos, entre ligeros temblores, la dama logró su objetivo y exhaló un jadeo de placer indescriptible, besando a su amado como si saboreara una victoria.

Entonces, Cathleen se echó hacia atrás, sentada sobre la pelvis del varón, con las rodillas a ambos lados de sus caderas y las manos sobre el pecho de Caderyn. Lentamente, la mujer comenzó a mover la cadera como si cabalgara a paso tranquilo, adelante y atrás, muy despacio, disfrutando de cada centímetro que entraba y salía de su flor entre sutiles estertores de placer. 

Cargando editor
19/09/2021, 21:36
Sir Caderyn de Tisbury

No era la posición más idónea, y Caderyn ciertamente podía sentir aquello por la forma en la que sus músculos estaban empezando a quejarse tras poco más de un minuto de embestidas y apasionados movimientos y jadeos. Por una parte, sabía que aquello era insostenible durante mucho más, pero por otra, el ver las provocativas reacciones que le estaba arrancando a su amada tras cada penetración estaba volviendo loco al caballero, por lo que presa del placer y la lujuria aumentó la cadencia de sus embestidas.

Lamentablemente, la posición, como ya se había establecido, no era la más idónea, y el ímpetu de Caderyn no hizo sino acelerar lo inevitable. No solamente Cathleen se quejó, pues el caballero también dejó salir un ligero gruñido al sentirse fuera de su amada, lo que se vió precedido por un resoplido cuando su hombría se estrelló por la punta contra el muslo de la dama. En una situación normal, aquello no hubiese dolido tanto, pero el miembro del hombre estaba bastante sensible por la estimulación, por lo que un corrientazo efímero de dolor recorrió su cuerpo, causando que las piernas le temblasen.

Por fortuna, la aguerrida Cathleen no tardó en tomar un tanto el control de la situación, por lo que el caballero se permitió reposar tanto sus brazos como sus piernas, quedando nuevamente sentado en el suelo, disfrutando entre jadeos y suaves gemidos de como la dama acariciaba la virilidad de Caderyn con su flor, hasta que finalmente volvió a sentir como se adentraba en ella, disfrutando de cada centímetro de cálida penetración, besándola apasionadamente, con la respiración entrecortada.

Sin dejar de besarla y jugar con su lengua de forma lujuriosa, disfrutando placenteramente de cada movimiento de cadera que la mujer hacía entre interrumpidos gemidos, el caballero volvió a colar sus manos por debajo de la falda de la dama, acariciando sus muslos primero, pero luego deslizándose por su cintura hasta llegar a los bien torneados y atléticos glúteos, los cuales empezó a acariciar con deseo, incluso ayudando un poco a marcar el movimiento, o tal vez cargar ligeramente con el peso de Cathleen. Cada descubrimiento era un mundo de placer para ambos.

Cargando editor
20/09/2021, 14:49
z/Lady Cathleen de Berwick St.James

Descubrir aquella nueva forma de placer hizo que Cathleen tomara la iniciativa, pues su cuerpo quería prolongar el éxtasis todo lo que su resistencia le permitiera, dejando que fuera el instinto el que la guiara, al menos hasta que las manos del caballero ascendieron por sus muslos se aferraron a sus glúteos, con caricias que quemaban la piel de la dama, para sentir aún más cada penetración.

El roce de su pelvis contra la del varón despertó algo más placentero aún: ligeros calambres en la corona de su flor que la hacían estremecer y la obligaban a buscar los labios de su amante para silenciar los gemidos. 

Cada entrada de la virilidad de Caderyn era recibida con ligeras contracciones. La dama fue acostumbrándose a aquel movimiento, haciéndolo suyo y, con ello, aumentando paulatinamente la intensidad y el ritmo mientras sentía el miembro de su amado entrar y salir una y otra, y otra vez... Ahora ella tenía las riendas para llevarlo hasta el Cielo.

Cargando editor
20/09/2021, 20:46
Sir Caderyn de Tisbury

El caballero abrió la boca para decir algo, pero lo único que brotó de sus labios fue un grave gemido que se apresuró a callar en el cuello de la dama, inundándolo de besos e incluso llegando a lamerlo un poco, pues la piel de Cathleen se le antojaba, entre muchas otras cosas, como el más suculento manjar.

La verdad sea dicha, el hecho de verla tomar la iniciativa de forma tan decidida estaba acabando con la poca cordura y autocontrol que le quedaba al de Tisbury. Sus manos acariciaban fervientemente las posaderas de la dama, apretándolas de forma inconsciente cada tanto, en especial cuando algún corrientazo de placer repentino lo recorría, algo que debido a los provocativos movimientos de la dama, sucedí cada vez con más frecuencia.

Conforme Cathleen iba aumentando el ritmo, también lo hacían los placenteros estertores del caballero, cuyas manos pronto empezaron a marcar un ritmo más rápido, incluso llegando a mover sus caderas de cualquier forma posible, para alargar lo más que se pudiera los deleitosos estímulos que ambos estaban sintiendo.

— Cathleen... yo... —sin embargo, su voz volvió a cortarse por un gemido, pero era obvio que el caballero estaba llegando a su límite. Con desespero, buscó los labios y la lengua de su amada.

Cargando editor
20/09/2021, 21:41
z/Lady Cathleen de Berwick St.James

Cathleen bufó excitada al sentir no sólo los besos en la piel de su cuello, sino el propio éxtasis del varón incrementando tan rápidamente como el de ella misma con cada embite. La mujer se inclinó aún más sobre el él, apretando sus rodillas ligeramente contra los costados de su amante mientras enterraba el rostro en el cuello del mismo y se aferraba a sus hombros pasando los brazos por detrás de su espalda. Sus movimientos eran cada vez más profundos y el roce sobre su perla más intenso, así como sus jadeos, cerca del oído del caballero.

Pero fueron las palabras de Caderyn, susurradas entre estertores de placer, las que colmaron el vaso. Los movimientos de Cathleen se ralentizaron mientras sus piernas y sus brazos empezaban a temblar y a sentir un hormigueo que ascendía desde su monte de Venus hasta su vientre. Todo su ser se estremeció cuando alzó la mirada hacia el rostro de su amado, sorprendida por lo que estaba experimentando y sin dejar de moverse, cuando el cosquilleo fue a más y se sintió, de pronto, liberada exhalando un gemido mientras buscaba temblorosa los labios de su amado.

Lo había sentido todo. Había ascendido al Cielo y lo había rozado con sus dedos...

Cargando editor
20/09/2021, 22:12
Sir Caderyn de Tisbury

Caderyn se estremeció al sentir el rostro de su amada contra su cuello, él mismo enterrando el suyo en el hombro de la dama mientras que sus manos apretaban cada vez con más frecuencia los glúteos de Cathleen. Asimismo, su acelerada y entrecortada respiración hacía estragos contra la piel del caballero, pues los jadeos de la mujer lo hacían partícipe del placer que estaba sintiendo y aquello colmaba más su propia satisfacción.

Sin embargo, lo que realmente lo llevó al límite fue sentir cómo Cathleen empezó a temblar suavemente sobre él. El placer del varón empezó a acumularse en su hombría, sintiendo como empezaba a palpitar cada vez con más fuerza, amenazando con desbordarse... hasta que finalmente lo hizo. Caderyn dejó salir su semilla al mismo tiempo que su amada dejó salir aquel gemido, sus manos apretando sus glúteos con fuerza, todavía moviendo sus caderas en círculos, buscando prolongar aquella extática descarga que ambos estaban sintiendo el mayor tiempo posible.

Tras el par de minutos que le tomó al caballero recomponerse mínimamente, sus manos salieron de debajo de las prendas de Cathleen, esta vez abrazándola y acariciando su espalda y nuca con delicadeza y amor.

— Te amo, Cathleen —susurro él, su voz todavía ligeramente entrecortada, su pecho subiendo y bajando tortuosamente, pero de puro placer—... L-Las palabras me faltan para... poder expresas lo que me hacéis sentir —hizo una pausa—... El aire, también... —bromeó.