Partida Rol por web

El dolor recorre cada fibra de mi cuerpo, el impacto había sido brutal. Solo el ferreo entrenamiento que recibí impide que me venga abajo.

-Tranquilos compañeros, he recibido golpes mas fuertes durante mi entrenamiento.

Sinceramente, después de aquel ataque tan impresionante como dañino que pudiésemos hacerle frente. A pesar de haber atacado todos juntos no conseguimos atravesar su defensa, ni un miserable rasguño. Y nos hacíamos llamar caballeros, especialmente yo. Penoso.

Sin embargo, distaba mucho de rendirme, lucharía al igual que mis camaradas. Era una guerra. Matabas o te mataban. No había otra opción. Por fortuna con mis capacidades pude escaparme con apenas unos rasguños. Aún podía continuar, y así lo haría, sin titubear. Especialmente que tanto Ryu como Mikhail se mantenían en pie pese a sus graves heridas, quizás por orgullo o tal vez otra razón. Envidiable.

Entonces vamos, demostrémosle que no tenemos intención de dejarnos vencer fácilmente. -  Dije al resto del grupo mientras no desviaba la mirada de nuestro formidable enemigo de forma desafiante.

Andreas había sentido lo que venia, pero a pesar de todo el ataque les había pillado con la guardia baja.

No sabia como seria lo siguiente que aquel monstruo les lanzaría. A pesar de ello, el joven estaba dispuesto a luchar con ello. Sus compañeros caídos fueron la única visión que necesito para saber que debía hacer algo.

El caballero de Hades, volvió a ser más rápido que los jovenes caballeros, aunque no tanto como las veces anteriores. No obstante, en esta ocasión hubo alguién más rápido que él.
Un destello de luz blanca apareció detrás de los guerreros de Atenea, y el guerrero oscuro se tapó los ojos gritando.

¿Pero qué es esto? Este cosmos no puede pertenecer a ninguno de vosotros. ¿Quién osa?
Arrghhh.

Athan y Andreas sentian el tremendo cosmos emanar de detrás suyo, incluso los que no estaban versados en esas técnicas podían percibir algo.

La luz envolvió a la figura de la armdura negra y pareció constreñirla. Se escuchó algún crujido que otro.

Cuando los jovenes se volvieron pudieron ver la imagen de El Guardian brillar aun más que antes. Estaba lanzando unas especies de lazos de luz que era con lo que sujetaba a su enemigo. Pero la cara de concentración parecia indicar que no podría retenerlo por mucho tiempo.
Era ahora o nunca.

Andreas había visto y sentido la fuerza del Guardián ayudandoles con sus últimos resquicios de cosmos.

El joven no iba a desperdiciar la oportunidad y presto a ello comenzó a prepararse para su oportunidad y viéndola se lanzo al ataque cual zorro. La armadura del Zorro Blanco le presto esa fuerza que necesitaba cuando de sus manos comenzaron a manar rayos y arrojaba estos en forma de bola contra el cuerpo del Caballero de Hades.

Tras ello y seguidamente lanzo un golpe dirigido al cuerpo de este.

De forma sorprendente el Guardián, o lo que quedaba de él y con sus últimas fuerzas retrasó a nuestro infame enemigo. Nos proporcionó una oportunidad que no pensaba dejar pasar, estábamos en guerra contra el dios de los muertos, no nos podíamos permitir fallos, o tonterías. Un lujo cuyo precio sería demasiado alto para asumirlo.

Así que con todas mis fuerzas, reuní el arrojo suficiente para usar mi mayor jugada, acumulé al máximo mi cosmos, sentí la fuerza de mi constelación, aquella que custodiaba mi destino. Necesitaba tener distancia contra mi enemigo, la técnica que usaría no era precisamente de corto alcance, tenía que alejarme unos pasos, no demasiados pero si lo suficientes.

Ya tenía la fuerza necesaria y sin dudarlo, le puse todo lo que tenía con la esperanza de que funcionase de una forma o de otra. Si le hacía sangrar serviría, o al menos para bajarle las defensas lo suficiente para que los demás pudiesen usar todo lo que tenían. Teníamos que derrotarle, quería derrotarle.

Andreas fue el primero, y yo le seguiría después. Concentré todo mi cosmos en ese ataque. En mi último ataque. Apunté con ambos brazos a mi objetivo y un impulso de energía salió disparado hacía a él cuando grité. - ¡Chronos Impact!

El Guardián nos estaba protegiendo de nuevo, era un auténtico caballero de Atenea, pero para nosotros había sido lo mas parecido a un padre que habíamos tenido. A cada instante notábamos como su cosmos se debilitaba. Sin perder un segundo, me repuse del dolor que sentía y lancé un ataque con todo lo que tenía.

-Vamos, somos caballeros de Atenea. No podemos dejar que el esfuerzo del Guardián sea en vano. POR EL GUARDIÁN Y POR ATENEAAA!!
 

De algún macabro modo, sigo en pie, y mis compañeros siguen luchando. No sólo eso, si no que el alma de nuestro maestro consigue inmovilizarlo, aunque no puedo evitar pensar que por cuánto tiempo durará.

Aprieto los dientes, tengo compañeros caídos y eso provoca algunos flashes en mi cabeza, recuerdos que no debo olvidar, que duelen, y que cabrean.

Tú... Maldito bastardo...

Mascullo, más como un gruñido que otra cosa. Corro hacia él.

¡No subestimes a mis amigos!

Grito, a la par que el primero de mis puños busca impactar contra su oscuro rostro. En ese golpe dirijo mi furia, me concentro para que el cosmos lo acompañe, por débil que sea, quiero que sienta que todos somos como cabezas de un mismo ser. Y entonces vuelvo a gritar.

¡Y no les vuelvas a herir! ¡MORDISCO DE LA HYDRA!

Pongo toda mi alma en ese golpe, dirigido con el único fin de acabar con esta batalla.

El caballero de Hades parecía invencible. Los ataques más poderosos de los jóvenes caballeros de Atenea no le habían hecho efecto alguno. Y con un simple gesto los había barrido del suelo. O eso creía el oscuro guerrero.
Pues lo que todo caballero del mal debería saber es que los guerreros de Atenea no caen fácilmente. Algunos incluso se niegan a morir hasta no haber cumplido su deber. Tal es la fuerza de su cosmos. Tal es su fuerza de voluntad. 

Y eso es lo que han demostrado aquí estos jóvenes. Contra un enemigo que les supera con creces, contra un enemigo al que sólo tienen una oportunidad de vencer. Aguantaron hasta conseguir esa oportunidad.
El ataque combinado de todos fue más de lo que pudo soportar. Los pedazos de armadura negra volaban por los aires. Los crujidos de los huesos al romperse se escuchaban pese a los gritos. La sangre manaba a chorros.
Cuando todo acabó, la luz que lo sujetaba desapareció, y los restos del caballero de Hades cayeron al suelo. Inertes. Nada lograría que se levantaran de nuevo.

Los rostros de los jóvenes eran una mezcla de dolor y alegría. Le habían derrotado. Pero cuando la luz detrás suyo se apagó comprendieron una lección que algunos ya habían recibido.
Toda victoria tiene un precio.

La imagen espiritual del Guardián se estaba difuminando. Era obvio que había dado todo lo que le quedaba en su último ataque. Pero estaba sonriendo. Asintió con la cabeza agradecido. Miró a todos una última vez, y con lagrimas en los ojos desapareció.

Tan sólo quedaba el silencio de los muertos.

El orgullo de la victoria se ve empañado por el sentimiento de pérdida por el lugar que nos vio crecer y lo más parecido a un padre que tendríamos. El bajón de la adrenalina, el dolor de las heridas y la desaparición del guardián hace que caiga rendido.

-Lo hemos hecho, hemos vengado al Guardián. Dejadme descansar un poco. ¿Podeis revisar la caja como dijo el Guardián?

Todos nuestros esfuerzos, nuestro arrojo, y por supuesto el orgullo fueron las claves para alzarnos con la victoria ante un enemigo tan temible, el más fuerte que nos hubiésemos encontrado hasta ahora, y el primero en una guerra que por haber seguido el camino de ser caballero nos habíamos involucrados por diversas razones. Justicia, venganza, protección....cualquier tan válida como las demás.

Y ahí estábamos, sudor mezclado con sangre, lágrimas contenidas, resultados de una victoria, pero una victoria amarga con un precio ya pagado. La vida del Guardián, aquel hombre que nos había cuidado y enseñado tanto, y se desvaneció hasta no quedar nada. Triste, sí, no obstante no se podía hacer nada. Y en silencio, hice otra promesa que desde luego pensaba cumplir a toda costa. Ganar, vencer a nuestros enemigos, pero para ello necesitaría ser más fuerte.

Las palabras de mi compañero Ryu me hicieron volver a la cruda realidad. - Descansa compañero, te lo has ganado. Hemos conseguido vencer, aunque a duras penas, si no fuese por la intervención del Guardián, quizás las cosas hubiesen sido distintas. - Quizás mi orgullo se hubiese lastimado, ya que el combate no fue justo, aunque no era por orgullo, si no por sobrevivir y continuar con el legado.

Ya me encargo yo. - Dije como respuesta, más que nada yo era uno de los que mejor parados han salido. Mis heridas eran rasguños comparadas con las suyas, o con las de Mikhail, no tenía ningún derecho a quejarme, y tampoco pensaba hacerlo.

Con paso firme me fui acercando a aquello que con tanta determinación había sido protegido, muchas vidas se perdieron, vidas inocentes. Las palabras dichas por el Guardián vinieron a mi mente. - Uno de nosotros es...¿pero qué. -Me pregunté a mi mismo en un susurro sin entender su significado.

Una caja cuyo contenido me intrigaba, tenía que ser importante para que un guerrero de Hades viniese a robarla. Me acerqué, aunque un poco dudoso, preguntándome qué podía ser. - ¿Estará relacionada alguna forma con nuestra diosa? - Esa cuestión vino sin avisar a mi mente para no marcharse tan fácilmente. Minuciosamente, observé la caja, con reservas de abrirla pero finalmente lo hice con cuidado, con sumo cuidado.

Me siento, como si no doliese, tras que ver cómo cae nuestro enemigo. En mi interior una parte se siente aliviada, pero otra puede casi preverlo...

Me giro lentamente, mientras observo cómo la figura se desvanece, y mi mirada se pierde por unos segundos hacia el vacío, pero rápidamente me recuerdo que no puedo permitírmelo y entonces dibujo una sonrisa, y comienzo a reírme. Al principio suave, pero poco a poco con más fuerza. Absurdo, es absurdo... Y entonces dejo de reírme.

Ahí tenemos a un auténtico sirviente de Atenea. Que su muerte no sea en vano.

Sentencio, como única despedida al guardián, aquel que fue poco menos que un padre para nosotros. Escucho entonces las palabras de Athan.

No importa, Athan, por mucho que nos esforcemos en intentar averiguar qué nos quería decir, no podremos confirmarlo de ningún modo. Tenemos que buscar dónde ir... Por cierto, amigos... -mi sonrisa se torna más natural en este instante, e incluso se puede ver algo de orgullo en mi expresión- Sois... increíbles. Realmente fuertes, mucho más de lo que recordaba.

Lentamente me pongo en pie y me acerco hacia el cadáver de nuestro oponente, buscando entre sus restos algún rastro de armadura más o menos intacto, particularmente el casco. De reojo observo a Athan.

Abréla, vamos.

Los jovenes empezaron a reaccionar lentamente, aunque algunos más que otros. Jean Paul se había acercado a Xao y Seth para asegurarse de que no corrían peligro, Seth estaba en pie pero no se movía y parecía a punto de caerse en cualquier momento. Andreas se acercó a ayudarlo a sentarse.

Athan, Mikkhail y Ryu estaban mejor y podían reaccionar. De hecho Athan se acercó a la caja que habían abierto antes para inspeccionarla.
Lamentablemente esta se había caido durante los ataques de caballero de Hades y la mayoria de los papeles se habían quemado por el fuego y la lava. El joven pudo conseguir salvar algunas páginas del diario que leyeron antes y una más que no se habían fijado antes. Seguramente estaría escondida entre el resto de papeles, pero milagrosamente parecía haberse salvado del fuego, ya que estaba solamente chamuscada por los laterales.

No obstante, ahora quedaba la cuestión de qué hacer a continuación.

Lentamente me pongo en pie y me acerco hacia el cadáver de nuestro oponente, buscando entre sus restos algún rastro de armadura más o menos intacto, particularmente el casco. De reojo observo a Athan.

¿No encuentro nada? -.-

Tras ver el dibujo pregunto:

-¿Alguno de ustedes la reconoce?, a mí no me suena de nada, pero si estaba en ese cofre, debe de ser importante. Además pese a que casi todo lo del cofre ardió, ese dibujo está casi intacto, parece como si el Guardián lo hubiese protegido. Tenemos que tenerla presente si nos encontramos con ella.

Mientras digo estas palabras me doy cuenta de que posiblemente ese dibujo sea algo más.

-Dejadme ese dibujo un momento por favor.

Me inclino para recoger un guantelente negro machacado y mientras busco con la mirada algún trozo de tela viejo con el que envolverlo, recuerdo que llevo la armadura puesta, y comienzo a quitármela.

No sé quién será -reconozco-, pero parece que ha sobrevivido de algún modo. Si queréis tomarlo como una señal, quizá alguien identifique la chica o el lugar.

Realmente no le presto demasiada atención a lo que viene siendo el dibujo, pues bastante tengo con mantenerme en pie.

Andreas -digo con firmeza, mirándole de reojo- ¿estás bien?

Cierro un ojo por el la molestia de quitarme el metal que tengo sobre las heridas. Me quedo un segundo fijándome en la armadura, sin saber si agradecerle por protegerme o sentirme compungido por haber recibido tales golpes. Pronto concluyo que no es el mejor lugar, así que sonrío, dándome cuenta de mi enorme capacidad para divagar con tonterías, y vuelvo a centrarme en lo realmente importante: el estado de mis compañeros, así que me fijo en los que peor están y, sin poder evitarlo, hablo con cierto asombro y una alegría quizá fuera de lugar.

Os habéis vuelto... increíbles, chicos.

Estar allí como caballeros, haber superado las pruebas e incluso a un caballero de Hades... pese al coste, era algo grandioso, casi podía sentir -producto de mi imaginación, claro- una presencia cálida protegiéndonos. Y no pude evitar agradecer reunirme con ellos.

No pude salvar gran cosa, unas pocas hojas y un dibujo, un dibujo de una doncella. Su identidad era un auténtico misterio para nosotros, al igual que su importancia. Al mirarlo simplemente niego con la cabeza. - No la reconozco, si estaba en el baúl debería ser importante, pero me molesta que no fuese más. - Me propuse mirar más allá, ya que en parte negaba en rotundidad que fuese un simple dibujo, era demasiado frustrante que solamente se hubiese salvado aquello y no algo más con lo que nos podría ser de mayor utilidad, como un mapa o unas miserables pistas.

No conseguí gran cosa, y el dibujo se lo cedí a un esforzado Ryu que me pareció admirable que se mantuviese en pie ante aquellas graves heridas pese a no expresarlo en voz alta. Mikhail pareció mejor, y de los presentes los únicos que salimos medianamente ilesos éramos Andreas y yo.

Deberíamos marcharnos cuanto antes, poco más podemos hacer aquí. - No teníamos fuerzas para enterrar, y había una guerra que librar. - Si no recuerdo mal hay un refugio al norte del cuál poco se sabe, quizás nos necesiten, pero antes las heridas, tenemos que recuperarnos, sin embargo este lugar no es seguro y podría ser atacado nuevamente. - Guardé silencio durante unos instantes a la vez que mis ojos se desviaban a cada uno de los presentes escrutiniándoles por diversos motivos.

Si se enteran que un caballero de Hades ha sido derrotado, con total posibilidad mandarán otro, puede que incluso más, y en nuestra situación actual no podemos permitírnoslo, caeríamos de forma innecesaria. - Mis palabras podrían parecer hasta crueles, o carentes de tacto, no obstante tenían cierto sentido, o eso al menos yo lo creía.

Es buen momento para dar vuestra opinión, de todos modos mi decisión está tomada. - Sentencié, sabía muy bien a dónde y por qué, me faltaban como lo haría.

Andreas se mantenía callado, demasiado en parte, no lo recordaba tan silencioso pero ahora tenía otras prioridades. - Ryu, si no puedes andar por tu cuenta yo te ayudaré, eres el que peor está. - Le dije mientras le observaba sin miramientos. Después a Mikhail. - Tú sí puedes, ¿acaso me equivoco? - Se movía al menos no con dificultad claro. Yo también estaba herido, sin embargo no se podía comparar a la de ellos. Aquel ataque fue impresionante, otro más y no estaríamos hablando tranquilamente.

Analicé nuestra situación que era bastante precaria, teníamos que evitar peleas y marcharnos de un lugar que se habían convertido en unas ruinas y la tumba de muchos inocentes. - Será mejor no detenernos demasiado. Nuestra posición no es precisamente ventajosa. - Después de aquellas palabras no dije nada más. Ya había expresado más que suficiente.

Quería asegurarme antes de quitarme la armadura que no había amenazas cerca....por el momento