Partida Rol por web

Los demás asintieron a las palabras de Andreas. Pues casi todos pensaban lo mismo sobre los lobos, aunque ellos no habían visto las huellas.

Todos los aspirantes empezaron a agruparse, pues la tensión se palpaba en el ambiente. E hicieron bien. Porque de repente pasaron varias cosas. Por un lado, escucharon gritar al joven que se había marchado asustado. Y por otro, aparecieron varios lobos. Una manada entera para ser precisos.
Todos ellos manchados de sangre, y gruñendo muy furiosos.

Lo que sabía Andreas sobre estos animales le decia que no eran lobos normales. Estos no atacan de esta manera tan salvaje. Y sobretodo la huella era muy sospechosa. No obstante, no tuvo tiempo para pensar en nada más, pues quedaba patente que los lobos iban a atacarles.

Andreas se preparó para lo peor, aun pensando en aquellas huellas que había descubierto y donde estaría el incitador de aquella situación, aquellos lobos eran las armas que había decidido usar.

No era de los de lastimar a las bestias, pero estas no parecían razonar. El joven estaba más que preparado para defenderse a sí mismo y a los demás, aunque sabía que no era el más diestro para combatir.

- Chicos, Los que mejor sabéis combatir poneros al frente, los que no colocaos cerca de mí, intentare frenar sus ataques y vosotros devolver los golpes cuando veáis la abertura. – Fue lo único que dijo mientras de nuevo tomaba fuerza de ese lugar que le había enseñado la anciana.

Todos los que estaban allí eran aspirantes a la armadura del Zorro Blanco, por lo que el comentario de Andreas pareció molestar a algunos de ellos. No obstante, en cuanto vieron a los lobos más de uno retrocedió un poco.
Los lobos saltaron al llegar a ellos para atacarles con su fauces, la mayoria recubiertas de sangre. Eran ocho lobos, dos para cada uno.

La situación no era nada agradable, parecía que sus compañeros por fin habían decidido moverse ante la visión de las bestias lanzándose al ataque. A pesar de todo sabia el joven que si mantenían algún tipo de estrategia podrían ocuparse de esos oponentes, antes de que apareciera la verdadera amenaza. Aquel que había dejado aquellas huellas y lanzado a estas bestias a un frenesí de sangre y muerte.

Andreas activó su defensa y el aire a su alrededor pareció solidificarse. Además, mientras uno de los lobos saltaba a por él, se anticipó y de un golpe certero en la cabeza lo derribó. El animal ni se movia.

No obstante, el otro lobo siguió su curso a la yugular del joven.

Andreas se precipito y la suerte estuvo de su parte, pues el golpe que propino al primer oponente hizo que este cayera al suelo. Presumiblemente había logrado eliminar una amenaza, sin embargo eso dejo abierto el camino al otro enemigo. Que no se lo pensó y se lanzó contra su yugular.

El suplicante a caballero intento evitar el ataque pero le faltó algo de precisión.

El lobo traspasó el escudo del joven y mordió el brazo de Andreas, pero las capas de ropa de abrigo que llevaba evitaron que le hiriera de gravedad.
Mientras, sus compañeros peleaban también contra los demás lobos. Algunos lo llevaban mejor que otros. Pero Andreas todavía tenía enfrente un animal del que preocuparse antes de ayudarles.

Andreas estaba dispuesto. Había alcanzado un lugar de ventaja sorbe sus oponentes, pero no le sirvió de mucho pues la suerte no estaba con el. La posición que tenia le permitió adelantarse, pero sus pasos no fueron los mas adecuados para el ataque y eso le puso claramente en desventaja si el oponente soportaba su envite.

Uno de los lobos había caido, y antes de que el otro pudiera volver a moderle, Andreas le propinó una patada que lo dejó medio muerto.

Uno de sus compañeros había caido al suelo y los lobos le estaban mordiendo y desgarrando. Los otros dos se habían encargado de uno de sus animales, igual que él. Pero no podían ayudar al caido mientras estuviesen en combate ellos mismos. Andreas esperaba que pudiera aguantar.

Andreas estaba preparado para todo, lo que no conto que a pesar de no tener experiencia en combate real, le estaba yendo bien pues su rápida reacción había evitado sufrir un percance por parte del lobo. Esperaba al menos que la suerte siguiera así para él.

El resto de la situación no les favorecía en nada. Aunque las cosas podrían empeorar si aparecía el causante real del ataque de los lobos.

Andreas no tenía mucha experiencia real en combates a muerte. En el refugio había entrenado con sus hermanos. Y desde que llegó hace tres años los combates, aunque duros, no eran mortales.
Pero estaba en una situación real, a vida y muerte. Y lo cierto es que demostró su valia. El otro lobo cayó también, y uno de sus compañeros había acabado con los suyos. Por lo que los dos fueron a ayudar al caido mientras los demás seguían con sus peleas.
Cuando se acercó, uno de los dos lobos que estaba deborando a su compañero se giró para encararse con él. Pero el escudo de energia que había realizado con sus extrañas habilidades paró la dentellada sin que llegara a acertarle.

Andreas sabia que debían apresurarse. Cuanto mas tiempo tardaran en despachar a esos enemigos, mas posibilidades era de que llegaran refuerzos o incluso el incitador de todo aquello. Y el aspirante a caballero no las tenia todas consigo.

Agradeció en silencio a la anciana sus enseñanzas, ya que sin ellas, para el todo habría sido muy distinto. Dispuesto a todo se lanzo a por el enemigo que le había intentado desjarretar la garganta.

Andreas se apresuró a eliminar a uno de los lobos que había derribado a su compañero. El golpe fue rápido, certero y mortal. Su mano abierta atravesó el cuerpo del animal y la volvió a sacar sin apenas esfuerzo. El lobo aun tuvo tiempo de gruñir un instante hasta que se dio cuenta de que había muerto.

El otro compañero que había venido en ayuda se lo quedó mirando con un poco de temor. Ya le había sorprendido la especie de escudo que llevaba, pero el golpe. Había sido extraordinario. Eso le costó un mordisco del otro animal, que le obligó a defenderse.

Andreas vio como su golpe había sido el decisivo para acabar con otro de los enemigos, la verdad, toda la fatiga acumulada por la situación estaba haciendo que sacara lo mejor de si mismo. Vio como su compañero le miraba con temor pero no había tiempo para decir que las constelaciones y la diosa habían guiado su golpe. 

Se lanzo a por el oponente que estaba enzarzado con este y analizo la situación que tenían a su alrededor.

Otro golpe certero y otro lobo caido. Su otro compañero había acabado por fin con los que peleaba, y entre todos ayudaron a levantarse al que había sido mordido por los animales.
Parecia estar en muy mal estado. Y no se escuchaba nada más. El pueblo había quedado en silencio. Sólo el frio viento invernal hacia algún ruido colandose entre las casas.

El combate había acabado.

¿Y ahora qué hacemos?

Pregunto temeroso el herido.
 

Andreas vio como habían terminado con los enemigos, pero ahora les asaltaron las dudas sobre el que hacer. El aspirante sabía que debían decidirse rápido por lo que intento hacerse entender ante los demás y ver que decidían.

- Deberíamos ver por encima si alguien sigue vivo. Si no, tendríamos que regresar y dar el aviso de este suceso en la fortaleza. Tengo dudas al respecto de las huellas que detectamos entre las de los lobos y temo que algo peor pueda pasar. – Comento el joven. – Si tenéis heridas, procurad limpiarlas antes de salir de aquí, sería fácil para los lobos rastrear la sangre. Usad la nieve para limpiar si eso. – Termino por decir para ver que opinaban los demás.

Nadie discutió las ordenes de Andreas y, a excepción del herido, los demás registraron el pueblo. Tal y como se temía el joven. No había habido ningún superviviente. Tampoco el compañero que vino con ellos y que salió huyendo antes de que atacaran los lobos, pues su cadaver destrozado fue encontrado unas calles más allá de la plaza.

Andreas encontró de nuevo los rastros extraños de pies descalzos entre las huellas de los lobos, pero estas salían del pueblo y se internaban en el bosque. Y hubiese sido una locura seguirlas. Máxime cunado aun se podían escuchar aullidos de lobo en la lejanía.

Apesumbrados, los aspirantes a caballero quemaron lo que quedaba de la gente del pueblo y volvieron a la fortaleza. Allí les esperaba Vanehin, con cara de preocupación. Y más cuando volvía uno menos de los que se habían ido. Su cara era seria, pero no parecia enfadado, sino preocupado.

¿Qué sucedió? ¿Encontrasteis a la gente? ¿Donde está Tibur?

Andreas no sabía cómo responder a las preguntas de Vanehin en cuanto llegaron a su presencia.

- Antes deberíamos prestársele atención a las heridas de mis compañeros. – Comenzó hablando el aspirante. – Si, los encontramos. No hay ningún superviviente. – Las palabras le costaban ser pronunciadas por Andreas. – Estaban todos asesinados, destripados y… - La imagen de la escena volvió a aparecer en su cabeza. – Fueron atacados por lobos, al igual que nosotros. – Continúo diciendo. – Pero entre las huellas vi algo extraño. Debía haber una persona entre ellos incitándolos a semejante carnicería. Vi unas huellas entre las de los lobos.  – Termino diciéndole a Vanehin.