Partida Rol por web

O de cómo se conocen los magistrados, comprenden su misión y emprenden el viaje.

La ciudad de Yasamura se haya en el extremo occidental de las tierras Dragón, donde las altas Montañas se derraman en un mar de llanuras doradas en las que pastan los formidables caballo del clan Unicornio. Si no fuese por los acontecimientos del último año el viaje hasta allí resultaría reconfortante y espectacular, pero la congoja y la incertidumbre manchan hasta el corazón más inocente.

En los suaves pliegues, que se transforman en colinas, del encontronazo entre montañas y llanura, se emplaza Yasamura, irguiéndose orgullosa por su historia al ocaso de las estepas. Las carreteras se llenan, en estas fechas de transeuntes y carromatos. El invierno se acerca y siendo Yasamura el mayor puesto comercial del Dragón de este lado de las montañas, las provisiones comienzan a llegar desde tierras León, Escorpión y Unicornio. Los comerciantes guían sus caravanas por los empedrados caminos, cabizbajos por las noticias y el temor de la guerra y apresurándose para no quedar atrapados por las nieves de las montañas.

Pero Yasamura se abre como una cálida flor de cobijo y descanso cuando os internáis en ella. Las calle bullen de actividad comercial. Gran cantidad de subordinados de los magistrados registran las transacciones y cobran los aranceles. Aún sin ser opulenta se descubre como una ciudad rica donde las lluvias no han logrado embarrar el cuidado suelo y pequeños castillos de haciendas familiares recortan su silueta en el cielo.

Cuando te llegó la carta te hallabas en territorio Unicornio, en la boda de una prima lejana, disfrutando de unos pequeños rayos de felicidad lejos de los conflictos, pero pronto la tormenta llegó incluso a aquel privilegiado oasis. Tsuruchi Dayu, magistrado esmeralda, reclamaba urgentemente tu presencia en la ciudad de Yasamura. Al parecer te requería para mediar en una disputa, aunque los detalles eran escasos, si no inexistentes.

Al alba del día siguiente partiste con premura y dejando atrás los floridos campos en los que se celebraba el enlace para adentrarte en un lluvioso otoño que embarraba los caminos de las estepas. Tras galopar durante cinco días con escasos descansos llegaste a la ciudad de Yasamura, con aún más aprehensión en el corazón. Un rumor recorría las tierras Dragón: se había encontrado una hoja Kakita entre los atacantes a un castillo. De hecho los guardias fronterizos de los caminos imperiales revisaron con rostros hoscos al menos tres veces tus papeles antes de dejarte continuar tu paso.

Al final, tras sentirte incómoda en la mayor parte de las postas y casas de té del viaje llegaste a Yasamura, extenuada, confusa, pero con la firme determinación de desenmarañar el misterio, que sin duda tendría alguna explicación racional.

Ambos os hallábais expediendo papeles de viaje en la septentrional aldea de Mura sano Eiyu ni Suru (la Aldea del Héroe Reinstaurado) cuando llegó la carta. Tsuruchi Dayu reclamaba vuestra participación en una investigación, para lo cual teníais que viajar a Yasamura de inmediato. Vuestros superiores miraron con recelo varias veces la carta pues la fuerza de vuestro clan merma cada día con la presencia de los Tsuno, pero no pudieron ponerle pegas a un magistrado esmeralda. Al día siguiente partísteis raudos como el viento y bordeásteis las montañas del clan Dragón por la vertiente occidental. Según os adentrábais más y más os fueron llegando rumores de que una hoja Kakita había sido encontrada entre los asaltantes a unas tierras de la familia Tamori, del clan Dragón.

Al final, tras un viaje lleno de incógnitas, ansiedad por hacer un buen trabajo y ganas de terminar pronto para volver a vuestro hogar a defender a vuestro clan, llegáis a Yasamura.

El rumor se propagaba como el fuego en la ciudad de Yasamura. Tú te encontrabas allí como magistrado en representación de tu clan en una disputa comercial cuando llegó a tus oídos. En tierras de la familia Tamori, del clan Dragón, había habido algunos ataques de bandidos, y entre los cadáveres de uno de éstos habían encontrado una legendaria hoja Kakita. El odio por la Grulla era palpable entre las gentes del clan. No pasó más de un día antes de que el magistrado esmeralda residente en el cuartel de la ciudad (ya que Yasamura posee un punto de control de paso para los magistrados esmeralda), llamado Tsuruchi Dayu, reclamase tu presencia en una reunión.
 

Habías viajado con el contingente de fuerzas para ocupar tierras Yasuki, pero en la retirada subiste a tierra Escorpión, en calidad de magistrado para conseguir papeles de viaje para todo aquel que se retirase por tierras alternativas. Te encontrabas terminando ya tu labor en tierras Escorpión cuando llegó una carta para ti, que no llevaba el sello de tu clan, si no el de los magistrados esmeralda. Uno en concreto, Tsuruchi Dayu, destacado en tierras Dragón, reclamaba tu presencia en la ciudad de Yasamura.

Tus superiores, se alegraron de saber que un magistrado esmeralda solicitase tu juicio en algún caso y te instaron a partir al día siguiente. Cabalgaste sin descanso por tierras Unicornio, empapando tus ánimos con las torrenciales lluvias del Otoño y los funestos rumores de guerra, pero ya en tierras Dragón te llegó uno aún más preocupante. Unos bandidos habían estado hostigando tierras de la familia Tamori y en un cadaver había hallado una hoja Kakita. Los aduaneros de los caminos imperiales en tierras Dragón no apartaban sus hoscas miradas de tu arma y de ti, y revisaron tus papeles de viaje al menos cinco veces antes de dejarte pasar.

La hostilidad se iba haciendo prácticamente palpable mientras llegabas por fin a Yasamura, dispuesto a limpiar el honor de tu clan y resolver este misterio.

El rumor se propagaba como el fuego en la ciudad de Yasamura. Tú te encontrabas allí como magistrado, en calidad de intermediario en una disputa comercial para conseguir los mejores materiales para la Corte de Invierno de Kyuden Otomo, cuando el rumor llegó a tus oídos. En tierras de la familia Tamori, del clan Dragón, había habido algunos ataques de bandidos, y entre los cadáveres de uno de éstos habían encontrado una legendaria hoja Kakita. El odio por la Grulla era palpable entre las gentes del clan. No pasó más de un día antes de que el magistrado esmeralda residente en el cuartel de la ciudad (ya que Yasamura posee un punto de control de paso para los magistrados esmeralda), llamado Tsuruchi Dayu, reclamase tu presencia en una reunión.

Un incómodo silencio reina en el pequeño salón privado de la casa de té, La Pequeña Fortuna. Los seis os encontráis repartidos alrededor de una mesa, servidos con humeante té o sake. Tsuruchi Dayu se ha citado con vosotros aquí y ha reservado el pequeño salón, pero aún no ha llegado. Las presentaciones han sido parcas y formales ya que la mayoría ha recorrido un largo viaje para llegar hasta aquí y el cansancio se hace notar aunque se enmascara.

El ruido tranquilo de las conversaciones del gran salón contiguo traspasa las finas paredes adornadas con sencillos motivos de bambú. La camarera vuelve para rellenar vuestras bebidas mientras continuáis esperando a que alguno rompa el hielo.

Me gustaria realizar una tirada para saber el honor de cada uno de los magistrados que estan conmigo en la mesa, y si puedo, saber algo mas de ellos.

Nosotros realizabamos la tirada con percepción y heraldica, pero en el libro de la tercera edición no encuentro heraldica.

¿Como puedo hacerlo? Si quieres me lo comentas y realizas tu las tiradas para no perder tanto tiempo.

Su taza sigue casi llena cuando la mujer se inclina con la tetera. Le hace un simple gesto con la mano, y toma la taza de nuevo, con calma, dibujando el movimiento armoniosamente. Y bebe apenas un sorbo.

Está cansada, pero nada lo hace pensar a quien la contemple. Perfectamente impóluta en su kimono de viaje aún, la muchacha Grulla sonríe cuando se gira y clava sus ojos en el rostro de quien se sienta a su lado.

-El Otoño ha cubierto de barro los caminos, de hojas los campos... y de dudas los corazones, parece ser...

Con cuidado, Kaeshi deja en la mesa la taza de sake que le habian servido, y vuelve su mirada hacia la Grulla que se dirige a el, y con voz firme y segura le dice:

-Ciertamente. Parece ser que el otoño ha a cubierto con un velo de incertidumbre las montañas, y los sabios Dragón no han dudado en pedir consejo a los magistrados esmeralda.

-Pero perdona mis modales, acabamos de llegar, aun no sabemos los detalles de nuestra presencia aquí y no nos hemos presentado debidamente: Mi nombre es Kaeshi, del honorable clan del León, y por mi sangre corre la sangre del primer Akodo.

Mientras sujetaba con mucha delicadeza su taza, paladeó el último sorbo mientras la mujer hablaba. La posó y escucho. Tenia la indumentaria en perfecto estado, no podia ser de otra manera. A pesar de acabar de llegar de viaje, no mostraba ni un ápice de cansancio, no podia ser de otra manera. Una expresión seria pero relajada, pero su concentración parecía no bajar ni un instante, como no podia ser de otra manera. Al acabar de escuchar, se levantó, y se dirigió a aquellos que estaban en la sala.

Mientras esboza una suave sonrisa fijando la vista en cada uno de los ojos de las personas.

-Permitidme que me presente, mi nombre es Seppun Situro, aunque en realidad poco importa, mi vida y mi muerte es y será para el Emperador y su Imperio, pues le sirvo directamente. En favor de aquello que es justo, noble y digno, y nada más.

No podia ser de otra manera

Natsuki siguió con la vista el manejo de la taza de té que hacía la joven grulla unos segundos, con franqueza algo descarada, ante la destreza de ella.

-Konnichi wa. Watashi no namae wa Ide Natsuki desu.- saluda y se presenta el Unicornio, aún sonriente, aunque es el tipo de sonrisa serena que en realidad no quiere decir nada. Repite una reverencia con cada uno de vosotros, levemente más pronunciada al dirigirla al bushi Seppun. No mucho más pronunciada. Quizá, incluso, sólo más pronunciada por puro azar.

-Estoy de acuerdo con nuestro primo Kaeshi-san, acabamos de llegar y aún no conocemos los detalles de lo que se espera de nosotros. Y como sabiamente nos sugiere Yugure-san, no debemos dejarnos guiar por lo que no sabemos, por la tristeza, por el barro que oculta la bella hoja. Esperemos a guiarnos por la certeza para averiguar la verdad con presteza. ¡Me gustaría..- da un breve sorbo a su té, tras lo cual se yergue sobre su entusiasmo -..saber si vuestro viaje, queridos primos, ha sido agradable! El mío ha sido breve y por tanto no muy interesante.-

Perdido en mis pensamientos, permanecía callado. De vez encuando tomaba un sorbo de té caliente hasta que finalmente aquellos con los que compartía la mesa comenzaron a hablar, presentándose unos y otros, de forma amistosa y cortés.

Incliné mi cabeza a modo de saludo en respuesta a sus reverencias, y seguí silencioso hasta que sus palabras cumplieron el tiempo de ser escuchadas.

Mi nombres es Ikoma Ryu, es un honroso placer encontrarme aquí junto a pares de tan nobles familias, sin lugar a dudas éste es un caso difícil, viendo que han sido llamados tantos magistrados, pero estoy seguro que entre todos podremos conducir esta investigación hacia un resultado satisfactorio. - acompaño estas breves palabras, dichas con cierto entusiasmo, de una leve reverencia cuando me presento.

Espero un momento antes de continuar, respondiendo a Ide Natsuki.

En estos tiempos, en los que el viento trae el aroma de la guerra, es difícil que los viajes sean agradables, baste dar gracias a los Kami porque sea breve y sin incidentes. - comento.

La joven Grulla se inclinó ante las presentaciones, y tras ellas, habló también, cumpliendo con el protocolo.

-Mi nombre es Asahina Yugure, de las tierras de la Grulla, aunque no llego de allí.

Poco a poco parecía que los seis samurai sentados en la pequeña sala iban tanteando al resto con la delicadeza propia de la diplomacia. Yugure se dio cuenta de que las actitudes de todos, como ellos debían detectar en la suya, indicaban el mismo desconocimiento del motivo por el que los habían llamado. Y era evidente también que, de más lejos o de más cerca, todos habían acudido a la llamada del Magistrado Esmeralda de puntos distintos.

-Llego de las tuyas, Natsuki-san. Llego de las tierras del Unicornio, donde asistía a los esponsales de una prima lejana cuando me llegó la convocatoria de Dayu-sama. Y me puse en camino hacia esta acogedora ciudad de Yasamura. No he tenido problemas durante el trayecto, aunque el viento soplaba cargado de rumores y los ojos de los lugareños estaban henchidos de recelo a mi paso...

Las últimas palabras de Yugure se ahogan en el aire cuando la puerta se abre, corriéndose a un lado. Un hombre alto y apuesto vestido con un elegante kimono verde y marrón se yergue bajo el dintel. Una flor de hilo de color dorado y esmeralda se dibuja en su pecho. Por unos instantes sus oscuros ojos examinan la habitación y a sus habitantes, después le hace un ademán a alguien que espera a su espalda, quien le tiende un paquete alargado y curvo, como una katana envuelta y después se retira a un lado. El hombre hace una reverencia y entra con paso firme y decidido hacia el sitio que permanecía vacío en la mesa.

-Buenas noches, nobles samurais, siento la tardanza pero otros asuntos requerían mi presencia.

Hace una ligera pausa para volver a inclinarse, recogiendo las amplias mangas de su kimono con un grácil movimiento de brazo y continúa hablando con su voz pausada pero cargada de fuerza.

-Como supondrán o sabrán mi nombre es Tsuruchi Dayu, quien os ha hecho llamar.

Deposita el paquete a su derecha y se sienta. La mujer de la casa de té llega apresuradamente y le sirve una taza mientras continúa el hombre con su exposición.

-Espero que aquellos que vienen de lejos hayan tenido un buen viaje sin incidentes y que se sientan bienvenidos en Yasamura. Gracias a todos por acudir a mi llamamiento. Sé que son tiempos difíciles para todos y que los clanes están, más que nunca, necesitados de sus magistrados. Pero comprendan que lo mismo pasa con los magistrados esmeralda, y es por eso que requiero de vuestra ayuda para resolver el misterio que ha caído bajo mi responsabilidad.

Su cabeza se gira levemente hacia la joven Emiko-san y después hacia la bellísima Yugure-san.

-Confío en que no hayan tenido problemas con los fronterizos Dragón, sé que los rumores son más veloces que un relámpago hendiendo la tierra.

Ahora que el anfitrión ha llegado, centro toda mi atención en él y lo que tiene que decir. Permanezco en silencio escuchando y sintiendo la sinceridad de sus palabras, sin interrumpirle en ningún momento y cuando ha terminado su presentación, permanezco a la espera de que continúe.

Ahora el bushi Seppun estaba sentado, como el resto de sus compañeros, de momento parecía no tener nada que decir, como algunos de sus compañeros. Su posición era relajada, con los brazos cruzados delante de él, apoyados sobre la mesa, su mirada se dirigía a Tsuruchi Dayu, aunque poco a poco su vista parecia relajarse y estar reflexionando.

Silencioso, tras haber hecho la reverencia necesaria para una persona del cargo de Situro, espera a escuchar las respuestas de sus compañeros. No será tan maleducado de hablar fuera de su turno. Se lleva la mano al mentón y sonríe ligeramente, como es su costumbre.