Partida Rol por web

Rodríguez río agusto al escuchar a Miller y respondió:sargento ese mensaje se merece una caja de cervezas. Y se la pago yo. Si señor.
Daba gusto tener un sargento con los cojones bien puestos.

Atontado como los bichos deambulo de una lado al otro mirando y disparando, siempre ráfagas hacia arriba por si abajo hay compañeros. Ni se quien me sigue, es más no se si alguien lo hace, mi mente sólo piensa en matar bichos pero en vez de tener esas horribles mandíbulas son la cara de los altos mandos que nos mandaron morir de la forma más inútil y torpe que se les ocurrió en ese momento.

Seguro dirán después que nunca se imaginaron tanta resistencia y la aparición del "King Tanker" pero yo no les creo. En eso escucho que los Sargentos hablan con alguien pero no me interesa, pienso seguir disparando hasta que no me queden municiones de la morita y las seguirán las de la pistola y después las granadas y finalmente será a cuchillo.

Todavía aferrándome a las heridas por el fuego y sintiendo el frío helarme al mismo tiempo más el miedo que me dan los bichos me mantienen atado al piso. Quiero hablar, quiero gritar para que me encuentren pero tengo la garganta apretada por el miedo. Siento los disparos que se acercan y se alejan pero no atino ni a mover la mano. A mi costado está un compañero que saqué de las llamas y no puedo reconocerlo al no verle el rostro, otros descansan calcinados dentro y tampoco se quienes son.

Lo hecho, hecho estaba, y para un infante fogueado en La Federación eso era pan de todos los días. No valía un pepino revolcarse en lo que sucedió. Apretamos los dientes y seguimos adelante.

Percibió la sonrisa de Miller, aunque la vista estuviese impedida, era la misma que ponía cuando sus explosivos hacían volar rocas, nieve y arácnidos por los aires como cañitas voladoras. Evidentemente siemrpe había sido más astuto que él, no lo había defraudado.

- Entendido, Sargento Miller - respondió mirando por el rabillo de sus ojos como varios de los soldados recién llegados se quedaban en el lugar intentando descifrar el mensaje del suboficial a cargo.

Dejó descansar el arma, aflojando los músculos de sus brazos, ardían como la mierda.

- Tiene mi permiso Stukov -

Llenó su pecho y volvió a gritar nuevamente, como si la comunicación por radio no funcionase - Infantes, hemos terminado con todas las amenazas posibles, el enemigo no tiene ruta de acceso ni guerreros para enfrentarnos, la misión ha sido un éxito y llego nuestro descanso -

Dio unos pasos y se acercó a García, que no estaba tan lejos físicamente, pero por momentos parecía viajar a otro lugar, le extendió el brazo para que se apoyara. La quería ayudar y ahora que todo había terminado era el momento, no iba a desperdiciarlo.

- Nos han informado que la flota se encargará de la limpieza de todo esto -

Una media sonrisa se dibujó en sus labios, no todo había sido tan malo.

- Mierda, llego a ese gecko y me fumo la vida... -

El cansancio era tal que la Consejero Táctico ni se percató de las conversaciones entre los oficiales ni, mucho menos, de los indirectas que lanzaban a los de la Flota. Mia estaba en su mundo, ajena a todo lo que no fuesen ella y el siguiente arácnido a rematar.

Por eso la sorprendió Frost. No le vió hasta que él estuvo justo enfrente de ella, tendiéndole la mano para ayudarla a andar.

- Nos han informado que la flota se encargará de la limpieza de todo esto -

O, en menos palabras, "se ha terminado". Sin dudarlo, Mia enfundó su pistola y aceptó el brazo del sargento. Una gran sensación de alivio la invadió, pues por fin ponían punto y final a este fatídico día. Suspiró profundamente y, sin previo aviso, su cuerpo se relajó y sus piernas la fallaron, por lo que tuvo que abrazarse a Frost para no caerse. Así permanecieron unos segundos, hasta que recuperó las fuerzas. Aunque podría quedarme así más tiempo.

- Vámonos, Frost... hoy hemos visto la muerte demasiado cerca... - Mia caminó agarrada al sargento de vuelta al Geck. En su mundo. Ajena a todo lo que no fuesen ella y él.

Ethan parpadeó perplejo ante el mensaje de Miller...."¡Ole ahí tus huevos Miller!" pensó, mientras una radiante sonrisa iluminaba su rostro. Su Sargento les acababa de dar un "¡Zas, en toda la boca!" a esos petrimetres.

"Y....yo la ss...segunda Rrrodriguez...." espetó mientras le hacía señas a Sam de nuevo para que trajera la camilla y recoger a Maynard, mientras sacaba la manta térmica y se la echaba por encima a su compañero...."Tranquilo muchacho...ya t..t....te t...ttt.....tenemos....."

Ya está. Se había acabado.

Miró alrededor y la montaña de cadáveres, tanto amigos, como enemigos, sería una escena que tardaría en olvidar, quizás poblaría sus sueños durante meses...pero saldría adelante. La ECO siempre lo hacía.

Con la flota desplegando su poder aéreo (que ya podrían haberlo desplegado antes) y sus tropas de tierra, parecía que nuestra parte de esta historia se había terminado. Ahora solo tendríamos que aguantar los chascarrillos de los marines de la flota con sus heroicidades en la colina helada. 

- Niños bonitos de las narices....podía hacer yo su trabajo con los ojos cerrados. Pero si están disparando a siluetas en vez de a bichos.

Solo tenía que esperar a que me evacuaran del planeta y que por fin pudieran repara los destrozos que los bichos me habían causado. 

El descontento fue general, y alguno que otro no puedo evitar hacer alguno que otro comentario respecto a la situación. Y no obstante no había nada más que hacer sino obedecer, así, las tropas de todos los escuadrones que quedaban se retiraron hacia los vehículos que habían quedado en la retaguardia haciendo volar los huecos.

La comunicación establecida con el mando por parte de la consejera Mia García dejaba en claro que el capitán les felicitaba por sus logros y que enviaría a alguien por ellos de inmediato. No habría que esperar mucho entonces. No obstante, apenas llegar a los vehículos se encontraron con el panorama que se les había pasado por alto, los vehículos estaban bañados en sangre de los heridos y sus camaradas muertos, tener que esperar allí tras realmente haber terminado la batalla, era algo sumamente incomodo. Por ello, varios prefirieron esperar afuera mientras los vehículos llegaban y la flota hacia su trabajo.

Tras casi media hora de espera, vieron en el cielo a un par de lanzaderas Viking ir hacia ellos y un par de minutos después, estaban descendiendo. El primero en bajar de ellas, para sorpresa de todos, no era otro sino el capitán Tsumina, el cual lideraba a un pelotón completo de infantes pesados de las reservas de Sirius, novatos recién graduados que seguramente lo harían mejor que los de la flota.

-Despliéguense y aseguren la zona- gritó el capitán. –Teniente, ya sabe cuales son sus ordenes, asegure el perímetro y envíe un escuadrón a asistir a los sobrevivientes- señaló mientras avanzaba hacia los soldados de la flota.

Los infantes de los escuadrones Eco y Gatling, pudieron presencia como ambos oficiales discutían a lo lejos mientras ellos eran ayudados por sus camaradas de Sirius a abordar una de las Vikings. Al parecer, el oficial de la flota se resistía a obedecer, probablemente su plan de hacer con la gloria de aquella batalla se le estaba hiendo de las manos, la discusión habría seguido así de no ser por que el capitán parecía hacer hincapié en su rango y en comunicaciones por radio. Con ello, con la cola entre las patas, el oficial de la flota tuvo que mover a sus flotas de asalto hacia la retaguardia para rematar a los bichos aéreos solitarios que habían quedado desperdigados por el terreno.

El capitán se acercó a ellos justo antes de que la lanzadera ascendiese para hablar con ellos. –Gran trabajo señores. Ustedes son héroes, han salvado mas vidas de las que podrían imaginar, y sin su labor esta batalla no habría sido un éxito, no dejen que nadie les diga lo contrario. Gloria a los Guardianes de Sirius- gritó mientras regresaba a la colina y la lanzadera cerraba sus puertas para iniciar su ascenso.

Los heridos habían sido depositados en camillas especiales y eran atendidos por médicos, mientras que los cadáveres recuperados de sus compañeros, o lo que quedaba de ellos, había sido depositado en bolsas y era llevado en la otra Viking hacia algún lugar desconocido.

Atrás quedaba aquella batalla, atrás quedaba el sufrimiento, la angustia y el miedo. Atrás quedaba el fuego, las explosiones y los gritos. Ahora solo había que ascender a la gloria y mirar que había más allá.

La situación con el oficial de la Armada había sido tensa, pero todo aquello dejó de tener sentido cuando regresaron a los Geckos. Miller contempló como los cadáveres de sus compañeros y amigos eran metidos en sobrias bosas de plástico y aquella visión le provocó un nudo en la garganta. Quería apartar la vista pero se obligó a mirar, al menos les debía eso a cada uno de los soldados que habían dejado su pellejo en esa colina bajo sus órdenes.

Habría momentos para llorarles en la Sirius, para beber por ellos y para despedirse en ceremonias oficiales, pero aquel momento fue de una tremenda crueldad. Al final no era más que eso, una bolsa de plástico, una condecoración sobre tu tumba y una bandera de la Federación pulcramente doblada antes de mandarte al vacío. Para Miller esa mierda estaba muy lejos de la gratitud y no era ni 1% de lo que aquellos soldados hasbían dado.

La buena noticia la dieron Caín, Rivas y Maynard, que habían sobrevivido. Miller se acercó a ellos en el Gecko para darles ánimos.

Caín maldita sea, creo que has agotado al menos siete vidas en esta puñetera colina. Seguro que Sam os trata de maravilla, no os cortéis con la morfina, es gratis.-La realidad es que Miller nunca había visto a nadie soportar un castigo tan duro y seguir con vida. El artillero debía estar hecho de piedras.

Por fin vinieron las lanzaderas con el Capitán Tsumina para poner en su sitio a los pijos de la Armada. Las palabras de aliento fueron bien recibidas, aunque en opinión de Miller, hubiera preferido a ese batallón de infantes pesados novatos hacía dos o tres horas y menos palabras de ánimo.

Miller se acercó al Sargento Frost y le tendió la mano:

Me alegro que fuera la GAT la que estaba aquí, contigo al mando. Ha sido un honor para la Eco.-Tras estrechar la mano de su viejo camarada dijo-Me cuesta llamarlo victoria, pero te felicito igualmente.

Tras el intercambio de palabras con Frost, Miller se dirigió hacia su lanzadera y palmeó la espalda de White.

Buen trabajo Cabo, te has portado de cojones. Reune a lo que queda de la escuadra y vámonos para arriba, Rodríguez me ha prometido una caja de cervezas y se las pienso cobrar.

Dijo con una sonrisa. Estuvo a punto de entrar en la lanzadera, pero recordó la costumbre de la Sargento Odonell. Salía la primera y embarcaba la última. Como pequeño homenaje, Miller esperó a que todos entrasen y abordó el último, justo cuando el Capitán les hablaba de gloria y héroes, pero por alguna razón aquellas palabras le sonaron vanas.

Si los bichos no se hubieran vuelto zombies aún estaríamos luchando por nuestra vida. No hay héroes ni gloria en matar para salvar tu propio culo, sólo supervivencia.

Brocheta no pudo evitar sentir una sensación de burla ante lo que hacían los soldados de la flota... ¿Qué pasaría si se daba la vuelta y les disparaba a ellos? Sí, moriría o en batalla o ejecutado, pero se llevaría a algunos de esos hipócritas y les haría sentirse como si fueran de verdad soldados, no una panda de hijos de puta bastardos de mierda.

Cuando les recogieron y felicitaron, no pudo evitar sentirse ligeramente hinchado de orgullo. Era su segunda guerra, y la había sobrevivido, hbaía cumplido con su labor, más o menos, y había sobrevivido de nuevo, eso era bueno, muy bueno.

-Si el Sargento Mayor Focker sigue vivo nos debe una caja de puros -dijo McAllen a Miller, recordando la apuesta de aquella partida de poker antes de empezar la misión, hacía lo que le parecía una eternidad.

Los diversos cachitos de Bill Hutchinson se enfriaban sobre el suelo, mientras esperaban, pacientemente a que les recogieran o algo, total tampoco tenian mucho mas que hacer, ni planes para el futuro.

Esto se había terminado. Ahora tumbado sobre la camilla intentando que las heridas recibidas no se abrieran de nuevo, podía pensar en las veces que había tenido a la parca a mi lado y como había conseguido esquivarla. Pero la verdad es que sin la ayuda de mis compañeros eso no hubiese sido posible, muchos de ellos esta vez no regresarían a la nave con nosotros. Mientras los enfermeros nos atendían e inyectaban compuestos para no perdernos ahora que el combate había terminado, apareció el sargento Miller por el interior del gecko donde los heridos descansábamos.

Caín maldita sea, creo que has agotado al menos siete vidas en esta puñetera colina. Seguro que Sam os trata de maravilla, no os cortéis con la morfina, es gratis

- Por lo menos sargento....pero sin las acciones de Baron y Hutchinson, Maynard no hubiese podido sacarme del gecko en llamas. Creo que desde ahora voy a tener que andarme con mas ojo al entrar en ciertos sitios. Y si remarque eso de la morfina, que la guardan como si fuera oro.

Igual hasta las orejas de narcóticos, podría olvidar las numerosas heridas que había recibido tanto físicas como psíquicas en esta maldita colina.  

Frost avanzaba lentamente por el suelo rocoso de la colina, que ahora se asemejaba más a un caldo infernal que a otra cosa. Era casi imposible apoyar el pie y no encontrarse con restos orgánicos de "algo". Algunos calcinados, otros frescos y pegajosos. Entrecerró los ojos y se concentró en la armadura que se apoyaba sobre la suya, dentro de encontraba Mía García, a quién había conocido en la barracas, entrenando y practicando maniobras de combate para el escuadrón Gatling al que había sido asignado. Era una mujer fuerte y que tenía los ovarios mejor puestos que muchos soldados que se las tiraban de machotes o de tipos duros. En la lastimosa situación en la que se encontraban, se alegró que ambos pudiesen caminar juntos con la esperanza de poder descansar pronto.

Sus ideas de meterse al gecko a fumar se vieron aplastadas cuando el dantesco espectáculo se hizo visible. La niebla no existía ya, lo cual revelaba cada detalle grotesco.
Esperó afuera, sentado sobre las rocas, hasta que el capitán llegó. Su presencia era inspiradora, todavía recordaba cuando era soldado raso y se encontraba en la misma sala que Tsumina poniendo los sistemas informáticos y de comunicaciones en línea, ahora se sentía muy diferente. Sim embargo el saber que venía a buscarlos y a poner a los de la flota en su lugar le confirmó que su admiración estaba justificada.
- Es un ejemplo para todos -

 Miller se acercó al Sargento Frost y le tendió la mano:

Me alegro que fuera la GAT la que estaba aquí, contigo al mando. Ha sido un honor para la Eco.-Tras estrechar la mano de su viejo camarada dijo-Me cuesta llamarlo victoria, pero te felicito igualmente.

 Cuando Miller se acercó, Jhonny recibió su mano y lo estrechó con fuerza. Ese momento era la culmiación de el enorme esfuerzo que habían realizado muchos hombres, poniendo su cuerpo, mente y espíritus en pos de un objetivo y una causa.

- Los sacrificios de todos los caidos no ha sido en vano, Steve - se permitió saltar la formalidad y el protocolo militar, le costó, pero lo hizo igualmente - Más allá de la palabra adecuada, lo hemos logrado, todos - soltó su mano y le palmeó el hombro - El escuadrón Gatling sin la Eco hubiese caido, y la decisión del teniente de ponerte al mando fue la correcta. He aprendido mucho al verte liderar - 

Tras esto subió a la Viking que le correspondía a su escuadrón, para el técnico devenido en ingeniero, era imposible mentir, le sentaba bien expresar todo lo que pensaba a los demás. Se relajó.

Al caer su culo sobre el blando asiento de la lanzadera, su cuerpo comenzó a relajarse. La gravedad del asteroide helado llamado Galdonia VI no podría sostenerlo mucho más tiempo. Se iría de allí a recuperarse, a dormir, fumar, quizá hablar con varias personas importantes para él. Se sentía otro, su mente se embotaba de cansancio pero no evitaba saber que su perspectiva del mundo iba cambiando. Podía sentir cada una de las heridas en su cuerpo, tenía el muslo izquierdo destrozado que latía agudamente bajo los vendajes, las quemaduras internas y externas lo molestaban con diversa intensidad, lo mismo que la vieja herida del hombro.

- Las dudas que siempre me hicieron titubear se desvanecen... quizá algo me dice que podría ser un mejor líder, una mejor persona. Todo aquello que me fue privado y que creí siempre fuera de mi alcance, podría tenerlo - no pudo evitar girar los ojos hacia la consejera mientras meditaba aquello, aunque todo pareciese más un sueño que otra cosa.
- Tengo que agradecer a tantas personas por todo esto -

Con el visor chamuscado siento voces, la visión es casi inútil y sólo me consuela que las reconozco como humanas. Lo que me dicen me relajan hasta el punto que comienzo a perder la consciencia y la retomo tras un sacudón cuando me pasan a un camilla. Siento de nuevo calor pero no abrasivo como dentro del Gecko, es la frazada térmica que me reaviva cuando la sangre corre de nuevo por las venas.

Al tiempo reacciono y me encuentro ya sin el casco y con un respirador, sombras contrastan con la luz yendo y viniendo con voces aceleradas. Son lo médicos que atienden a todos los heridos que ya somos prácticamente todos, una linda medalla para los que quedamos vivos y otra para los que no lo han hecho tanto.

Cuando me tocan el hombro doy un salto y giro rápido por la tensión como si hubiera sido el ataque de un warrior más resultó ser un soldado de la flota que me mira con los ojos como platos cuando ve que le apunto con la morita. Una que ya no tiene cargadores siquiera y se escucha el click constante de mi dedo apretando el gatillo incontables veces.

Reparo en lo que nos rodea y veo que salvo este joven soldado nadie me acompaña y estoy al pie de la colina donde sólo hay bichos muertos a mi alrededor que los volé con las granadas, sigo con la vista un camino de bichos muertos de piso y a los costados los que todavía siguen aturdidos. En el medio del camino está mi pistola, mi cuchillo quebrado de tanto enterrarse en los bichos junto a mis pies, la triple GL colgando incómodamente del brazo izquierdo por la correa y de la Javalim ni noticias, seguro quedó más arriba.

Por el canal de radio sólo se escucha la voz del novato que me pide que vuelva con mi unidad una y otra vez ya perdiendo la paciencia. ¿Pero qué me va a hacer? Mandarme a matar más bichos... Pobre niñato. Recojo mis armas o lo que quedan de ellas y vuelvo lentamente en un pasillo de bichos que rechinan sus mandíbulas mientras paso pero sin mirarme siquiera. Quien lo hubiera dicho que todo terminaría así, con un reducido grupo que nos salvó el culo a todos cuando atraparon a la Reina o el otro que cazó al cerebro, ya lo sabría cuando volviera a la nave y descansara con el resto de mis compañeros.

El sonido de la radio vuelve a ser entendible y escucho las palabras de aliento entre ambos Sargentos que al comienzo del combate sólo eran Cabos felicitándose. Los miro a ambos y sonrío levemente sabiendo que sin ese par no quedaría uno de nosotros. Sigo de largo y me subo a la Viking sabiendo que por lo menos la mayoría volveríamos para comenzar todo esto de nuevo dentro de poco.

Por fin nos iríamos de esta mierda de planeta. Todo estaba organizado. Había ayudado a White con Maynard y cuando esperábamos a las naves que nos recogerian. En ese momento apareció el Capitán con más infantería pesada. Hubo una pequeña discusión entre el de la armada y nuestro capitán. Que ganó el nuestro seguramente por los galones. Pero aún así ganó. Por lo que digo entre risasy mientras.me hacerlo al sargento:-Sargento Miller, parece ser que tu mensaje a surtido efecto.
Al llegar escucho su comentario sobre la aja de cervezas y digo:- por supuesto Steve, y para toda la Eco. Soy el suministrador oficial de abastecimiento. Más ahora que por fin nos vamos de esta mierda de planeta.

Ayudo a los heridos a entrar en la Vicking y espero junto a Miller a que entren los demás mientras una idea funesta recorre mi cabeza y se pronuncia en mi boca hablando con un amigo con el que ha pasado mucho y en poco tiempo:-Steve, Donde crees que nos llevarán ahora a combatir?, espero que no sea un planeta helado.

El Capitán venía al rescate de nuestro orgullo herido.

Eso es lo que vio White al verse acercar a aquel hombre y encararse a discutir con el otro oficial. Ambos discutieron e hincharon pecho como pavos, enseñando, al parecer, sus galones el uno al otro. Al final, nuestro Capitán se impuso y los despachó con viento fresco....nunca mejor dicho en éste puñetero planeta.

"Rr..r...rodriguez....vamos a pi...pillar la mejor bboorrachera que se recuerde....¡si es que nos aa...a...cordamos al final !!"

Acabó la frase con una risa casi finjida, un casi "basta ya" de su cuerpo que pedía ya descanso, tanto mental como físico. El golpe del Sargento le pilló casi por sorpresa, mientras introducía junto a Rodriguez a Maynard en el vehículo volador...."Gracias...p...p...pero ojalá hubiéramos sss...salvado a uno o dos más......", dijo, poniendo una mueca de fastidio y dolor por las pérdidas sufridas.

Compañeros que ya no volverían, compañeros por los que tendrían que brindrar cuando llegaran a su base. Eso era todo lo que esperaba ahora mismo de la vida, al menos hasta que se licenciara, si es que conseguía vivir tanto tiempo. Que alguien le dedicara un brindis alrededor de una mesa con cartas y puros.

Mientras los motores comenzaban su particular chirrido inicial de ignigción, el Capitán nos dedicó unas bonitas palabras. De alguna forma, más tarde, me sentiría mejor...pero en ése momento sólo pude mirar al suelo y negar con la cabeza, no me sentía un héroe, para nada.

Me muevo entre la consciencia y la inconsciencia. Cuando me despierto intento mover el cuerpo por ver si responde, pero apenas tengo fuerzas para entornar los ojos. Noto un hormigueo por todas las extremidades al entrar en calor gracias a Stukov, aunque yo eso no lo se y no tengo claro si la visión de mi mano amputada es real o solo ha sido una sensación por la congelación.

Da igual, a mi alrededor veo muchos de los nuestros y alguien me dice que me sacan de allí, así que vuelvo a dormir siendo consciente que por algún milagro he conseguido sobrevivir de una pieza...o no.

Ayudo a los heridos a entrar en la Vicking y espero junto a Miller a que entren los demás mientras una idea funesta recorre mi cabeza y se pronuncia en mi boca hablando con un amigo con el que ha pasado mucho y en poco tiempo:-Steve, Donde crees que nos llevarán ahora a combatir?, espero que no sea un planeta helado.

Rodríguez era con creces el soldado más letal de la Eco, pero estaba como una puta cabra y visto lo visto no era algo que reprochar. Miller le miró con extrañeza, pues aunque se conocían desde la instrucción y habáin pasado por mucho juntos, a veces seguía descolocándole y no sabía si el fusilero se estaba quedando con él.

¿Joder William me lo preguntas en serio? es lo último en lo que podría pensar ahora, ¿es que te has quedado con ganas de más guerra? la madre que te parió, jajaja.

Le arrancó una carcajada, que aunque sincera, sonó muy cansada.

Da igual, nos seguirán mandando a algún agujero de mierda lleno de bichos hasta que no quede ninguno de nosotros o de ellos.