Partida Rol por web

- Si hay mas de uno, los buscaremos y acabaremos con ellos. - Dije tratando de transmitir toda la seguridad que pude. Seguramente ni se enterarian, con una fisonomia facial tan diferente de la de ellos. Miré al pequeño mago. - Que los honderos se lleven algunas espadas para defenderse si os atacan por aire. - Me volví hacia el draconido. - Buena idea lo de las antorchas. Es mas, que en los equipos de tres, al menos uno de ellos lleve antorcha. Ayudará, aunque no contra los mas poderosos. Seguramente esos son inmunes al fuego. 

Cuando recupero un poco el resuello, asintió a Bharash -Efectivamente son mas de uno, aunque se les distingue con bastante facilidad, quizás como dice Llell, puede que derrotando a los alfas, igual no se achanten, pero puede que estén menos organizados y siempre es una ventaja- miro al Gnomo -Me temo que de los voladores tendréis que ocuparos los de mejor posición en lo alto de la torre, si no atacan nosotros no podremos llegar hasta ellos, pero los honderos, o los arqueros, si podéis, incluso la magia- miro a Bharash una vez más -bien parece que armados ya podremos hacer algo más, me da igual donde posicionarme, onde me digáis me parecerá bien, aunque no vienen por agua- dijo mirando la posición C.

Los minutos pasaban mientras poco a poco el temor y el desasosiego crecía con el aumento del zumbido. La espera se estaba volviendo terrible. Dentro de la torre, se escondió a los niños y ancianos en la prisión, Sarabhi los acompañó. Una vez acomodados, la felinia intentó salir, pero algo la cogió de la mano, era un pequeño Raksasha que la miraba asustado.

- No nos dejes, tengo miedo. ¿Quién nos protegerá si entran? -

Los ojos de aquel niño la destrozaron por dentro y había dicho una realidad. Si todos salían, ¿Quién defendería el interior? Se agachó junto a él y lo abrazó.

- Yo me quedaré con vosotros. No permitiré que os pase nada –

Y así lo anunció al grupo. El resto estuvieron de acuerdo y así, todos fueron tomando posiciones. Podía verse en el rostro de todos que el miedo reinaba en el lugar. Se habían preparado, estaban armados y sin embargo, algunos se les veía tan poco preparados. Incluso Thalosius se mantenía callado, portando un martillo de guerra que había encontrado en el interior. Mientras todos tomaban posiciones, algunos intentaban animar al resto, se oían historias sobre de donde venían o que harían al volver y en lo alto del torreón, varios honderos y un gnomo oteaban el horizonte.

Repentinamente todo quedó en silencio, el zumbido se apagó y una calma aterradora inundó el lugar. Todos contuvieron la respiración mientras miraban a la espesura. Un hondero ahogó un grito al tiempo que levantaba un dedo hacia el oeste. Otro lo hacía hacia el este. Llell vio dos ojos brillantes llegar a través de la maleza y poco a poco, un perro de piel grisácea y cuerpo demacrado apareció ante ellos. Los dientes deformes salían de la boca y las garras se clavaban con fuerza en el suelo. Todos sujetaron con más fuerza sus armas.

A estos primeros se les unieron varios más. De pronto se encontraban rodeados de aquellas funestas criaturas que, desde la distancia, los observaban curiosos, como si se regodearan en el miedo que sentían. El mundo contuvo el aliento un instante, después estalló y las criaturas se abalanzaron sobre ellos.

La batalla había empezado.

Y empezó el combate. Siguiendo mi estilo, tenia una espada corta en una mano, y una daga en cada una de las otras, dejando una de mis manos libres, por si acaso. La pata de silla la dejé en la armeria, ya no la necesitaba teniendo mis cuchillas. 

Me deslicé hasta el perro que tenia mas cerca y le una cuchillada bien profunda, aunque no del todo letal. - Tsk. - Chasqueé mis mandibulas en señal de desaprobación. Tras el ataque, intenté deslizarme entre las sombras. Si lo conseguia mi proximo ataque seria aun mas letal. 

El primero en reaccionar fue Llell que lejos de esperar a que se le acercaran, se abalanzó él mismo contra las criaturas saltando por encima de la empalizada improvisada. La criatura abrió su enorme boca para recibirlo pero el Arania fue más rápido y hundió el filo en la boca abierta del animal que lanzó un rígido mientras se agitaba de dolor. El pícaro arrancó el arma salpicando todo de una sangre negra que cubrió la hierba y el perro comenzó a sacudir la cabeza.

Aprovechando este aturdimiento, comenzó a rodar hacia atrás y tras rodear el árbol que tenía cerca se encaramó al mismo. Cuando la criatura por fin se incorporó claramente dañada, la vió olisqueando el ambiente, buscando su olor, pero se había situado muy bien, no le encontraría tan fácilmente. Y no lo hizo, pues tras unos segundos continuó la carga.

El norte fue el lugar que primero recibió el impacto de aquella embestida. El primero de los perros se abalanzó contra ellos, pero los defensores actuando unidos, se cerraron en bloque, evitando las dentelladas que les lanzaba.

El siguiente saltó directamente sobre Bharash que esta vez, lejos de estar atemorizado, se plantó en frente y recibió a la criatura interponiendo su armadura frente al ser que intentó morder la cota sin éxito. De un manotazo se lo quitó de en medio y el perro rodó en el suelo y comenzó a incorporarse.

Todo parecía ir sobre ruedas y hasta empezaron a creer que todos podrían sobrevivir a aquello cuando un grito desgarrador inundó la noche. A la derecha de la barrera norte, un hombre se debatía entre los dientes de uno de aquellos perros mientras otro yacía destripado un poco más adelante. No pudieron reaccionar a tiempo pues en apenas un instante, la mandíbula de aquel diabólico animal se cerró en el cuello del pobre desdichado y los gritos dejaron de oírse. Cuando alzó la mirada, la sangre resbalaba por la comisura de sus labios.

A pocos metros de los dos caídos, una mujer quedó paralizada viendo el horror al que se enfrentaban. Alguien la instó a moverse, pero no lo hizo suficientemente rápido. Otro de aquellas criaturas se abalanzó sobre la pobre desdichada, clavando sus garras en el pecho. El dolor duró apenas un instante y después, la luz de la vida se apagó en sus ojos.

Al oeste, Thalosius intentaba mantener la moral de los hombres mientras contemplaban con terror como aquellas bestias se abalanzaban sobre ellos. Alguno hizo además de huir, pero las palabras de ánimo del hipótido los mantuvieron firme, alzando los escudos y deteniendo la carrera del ser que golpeó con fuerza en los escudos, clavando sus garras en ellos pero sin poder alcanzar su presa.

Un poco más allá, varios hombres vieron venir a uno de aquellos perros y se dispusieron a detenerlo de la misma manera que sus compañeros habían detenido la carga del anterior, pero se centraron demasiado en ese atacante, y no vieron llegar al otro por un lateral de la empalizada hasta que fue demasiado tarde. El primero cayó casi sin darse cuenta de lo que había ocurrido y a su lado, otro pobre desdichado cometió el error de soltar el arma e intentar correr. Un error que pagó con su vida.

Y con la línea rota y solo ante dos de aquellas bestias, el defensor que quedaba ahí se vió sobrepasado. Intentó alejar aquellos dientes de muerte con su espada y escudo, pero en pocos segundos, aquellos colmillos se cerraban sobre su carne y les arrancaban la vida de cuajo. Thalosius lanzó un grito.

- ¡Malditos! ¡Necesitamos ayuda aquí! –

En el Este, la situación no iba mucho mejor, una de aquellas bestias había aprovechado para atacar por el flanco que estaba protegido solo por un defensor, demasiado preocupado por lo que tenía en frente como para ver lo que venía por el lateral. Se le oyó gritar mientras el animal lo arrastraba fuera de la empalizaba y lo mordía con rabia.

Cornius por otro lado, no mostraba nervios ni miedo, quedó plantado frente a la bestias y cuando vio como una se abalanzaba sobre él, simplemente la evitó, haciendo un giro sobre si mismo. El perro intento en un salto buscar su cuello pero el movimiento del mida le pilló completamente desprevenido.

Envalentonados por las acciones del mida, el resto de los defensores se cerró en banda e impidieron que el último perro rompiera sus defensas.

Barash sentía su corazón bombear con fuerza mientras los gritos y gruñidos de unos y otros encendian su rabia. Quería correr en ayuda de sus compañeros en peligro, pero uno de esos canes se lanzó directo hacia él. Como buen guerrero esperaba ese movimiento por parte del enemigo, por lo que tras parar su dentellada con éxito alzó su enorme espadón para cortar su pérfida carne con él.

Sintió cierto placer al sentir como lo atravesaba pero duró poco, de la zona oeste había varias bajas y tenía que acudir allí lo antes posible, no sin antes asegurarse de la caida completa de su contrincante

Me acerque a la zona que estaba al oeste, parecian que estaban en problemas y habia un grupo de lobos juntitos ideales oara un dormir que dejaria cao a un par de criaturas mientras se defendian de los otros que se acercaban...

Miro por encima de la torre y comienzo a hacer un cántico ... - durmis delaie -, muevo los dedos y en la zona de los lobos, una nube de polvo suave se coloca sobre los lobos... , de repente 2 lobos comienzan a tambalearse y quedan dormidos.

El dracónido rugió potente mientras corria hacia la zona oeste donde estaban más mermados sus compañeros y así hacerles saber que llegaba la ayuda. 

- ¡Atraerlos hacia el fuego! ¡O dejarme espacio para freirlos yo mismo! -

La batalla se recrudecía, aquel horror de colmillos y garras parecía estar ganado terreno a cada segundo. Sin embargo, un dracónido que estaba harto de huir, se encontraba plantado frente a una de aquellas criaturas, sin miedo, con determinación y con un potente tajo, cercenó la cabeza de aquel perro y su cuerpo se desplomó en el suelo. Ante el peligro que corrían en el oeste, dio una orden simple a los que se encontraban en las zonas altas, que ardieran las piras y así lo hicieron.

Desde su posición elevada, los honderos prendieron fuego con yesca unas bolas de ramitas y las lanzaron sobre las trampas que se habían dispuesto por el campamento y en un momento, grandes piras ardían con intensidad alrededor del lugar, iluminando una noche oscura de rojo y amarillo. Las criaturas, aunque momentáneamente sorprendidas, no recularon y mantuvieron su ataque.

En el oeste, los dos perros atacantes que estaban hostigando a los defensores parecían estar ganando terreno cuando de pronto se desplomaron en el suelo, primero uno, luego le otro. Los hombres se giraron y vieron a Zook mover las manos y recitar palabras arcanas mientras los perros se veían afectados por su hechizo.

Esto hizo que se envalentonaran y viendo a una de aquellas criaturas tan cerca de las llamas, empujaron su cuerpo con los escudos haciendo que callera en la hoguera. El ser se despertó con un rugido y se sacudió, impidiendo que le golpearan con sus armas en un intento por acabar con él. La criatura intentaba ponerse en pie en un intento por salir de las llamas.

Thalosius, alzó su martillo de guerra y lo hizo descender al tiempo que uno de aquellos perros le saltaba encima, y lo golpeó con fuerza en el abdomen en mitad del aire haciéndolo caer pesadamente frente a él. La criatura rugió, le enseñó sus colmillos mientras se incorporaba, pero nunca llegó a hacerlo. El martillo descendió sobre su cráneo y con un sonoro CRACK, el cráneo de la bestia se deshizo en mil pedazos, manchando la tierra y la hierba de un icor negro.

En el norte, intentaron emular a sus compañeros del oeste, intentando empujar a la criatura con sus escudos, estaba lejos, pero eran muchos y esperaban poder entre todos y aunque su fuerza no era mucha, la criatura, confundida por el alto número de atacantes, no pudo evitar que entre golpes y empujones la hicieran tropezar y caer al suelo. Con el perro en el suelo, no desaprovecharon la ocasión y al verla en una posición tan poco ventajosa, lanzaron sus ataques sobre la él, quien solo pudo ver una lluvia de porras y espadas que se clavaban en su cuerpo y le golpeaban hasta que finalmente, los ojos de la criatura se tornaron negros y no se movió más.

En el este, los defensores intentaban sin éxito acabar con el perro que había más a su izquierda, pero este se defendió con sus colmillos, impidiendo que ninguno pudiera acercarse lo suficiente para golpearle. Mientras esto ocurría, Cornius luchaba junto a otro defensor contra el perro que tenía en frente, aunque la lucha fue corta. Tras una rápida esquiva, el defensor intentó golpearle a lo que la bestia respondió con una dentellada. Una dentellada que murió en un gemido seco cuando de un rápido movimiento, Cornius aprovechó esta pequeña distracción para clavar en la cabeza de aquel ser su espada. Aún no se había desplomado cuando se lanzó a la carrera sobre el animal contra el que luchaban el resto y aunque le vio venir, no pudo evitar que se deslizara a su lado, que trazara un arco y le diera un tajo ascendente que le rajara el rostro, dejándole sin un ojo.

En el sur, los pocos defensores se mantuvieron unidos y tras evitar varios envites de la bestia que tenían delante, se lanzaron al ataque, golpeando uno tras otro desde distintos puntos confundiendo a la criatura y provocándola grandes daños.

La batalla avanzaba y aunque habían tenido alguna baja, parecía que la suerte estaba de su lado. Pero entonces varios perros más aparecieron por el este, el norte y el oeste. Aunque no fue la aparición de los 3 perros lo que les llenó de temor, sino la aparición de dos bestias mucho más grandes, similares a perros, pero del tamaño de una persona, con una larga melena en el hombro y un humo que exhalaba de sus bocas. Aquellos debían ser las alfas de los que había hablado Sarabhi y para mayor temor, la criatura voladora aun no había hecho acto de presencia.

Su ataque no se hizo esperar y enseguida una de las bestias se abalanzó a la carrera sobre Bharash, pero este interpuso su enorme arma sin dejar de mirar a los ojos a aquella criatura. Que vio su ataque detenido por la fuerza del dracónido y quedando atrapado en el filo del defensor. No tuvo la misma suerte Thalosius que, aunque intentó interponer su enorme martillo entre la bestia y él, no pudo contener la embestida y un alarido inundó el lugar cuando los dientes del alfa se hundieron en su hombro haciendo brotar sangre roja de la herida. A duras penas se lo quitó de encima, pero aquel ser había probado su sangre y podía ver en sus ojos que ahora quería más

Desde mi posición escondida privilegiada pude ver como aparecian los Alfas de los que habló Sarahbi. Uno se lanzó a por el Draconido y el otro contra el Hipotido. Bharash pudo defenderse pero Thalosius no tuvo tanta suerte. Queria ayudar al grandullon pero lo tenia demasiado lejos. Asi que decidí ir a por el que molestaba a Bharash. Entre los dos esperaba que lo pudieramos despachar rapido mientras el resto de defensores atacaban al resto. 

Decidí acercarme por detrás a la bestia y atacarla en los cuartos traseros mientras estaba distraida con el draconido. Le lancé una lluvia de cortes con todos mis filos dejandola malherida. 

El Alfa se encontraba aun trabado con Bharash como para darse cuenta de que la amenaza le podía llegar desde arriba. Saltando desde lo alto, Llell cayó sobre la bestia golpeando incesantemente y su espada corta y su daga, aprovechando la oportunidad que le daba la sorpresa para hacer el máximo daño posible. La criatura rugió de dolor por los sorpresivos ataques mientras intentaba soltarse del dracónido.

El norte continuaba aguantando valientemente inspirados por los continuos éxitos de Bharash y llell que hacían que todos tuvieran esperanza. Sin embargo, un grito de horror inundó el lugar proveniente del oeste. Thalosius rugió y se revolvió intentando evitar lo que estaba presenciando, pero el monstruo que tenía delante no le dejaba maniobrar y contempló horrorizado como los defensores que quedaban caían ante las dentelladas y zarpados de 3 de aquellos sabuesos diabólicos. Incluso el que cayera en la hoguera ahora salía de ella y se sacudía las llamas como si nada apagándolas y volvían su vista ante el imponente hipótido que de pronto se vio rodeado. El primer ataque pudo esquivarlo con maestría y agilidad, pero el segundo le sobrevino por un lado y los dientes de una de aquellas criaturas se hundió en su brazo derecho. Sacudió fuerte para quitárselo de encima.

Por su parte Cornius se preparó para recibir el ataque del perro que tenía cerca pero no se esperó la llegada del segundo que, al pillarle de improviso, no pudo evitar que, con un zarpazo, dibujara unas líneas rojas en su espalda. Aprovechando este momento de dolor, la otra criatura atacó y aunque no llegó a clavar sus dientes, si le provocó una herida en la pierna. A pesar de todo, su mirada parecía fija en sus objetivos y dispuesto a seguir con la lucha. Sin embargo, el resto de los defensores no tuvieron tanta suerte. Sus fuerzas estaban mermadas yel cansancio y el miedo empezaba a hacer meya en ellos. Y esto se corroboró cuando el perro saltó y calló sobre uno de ellos que se sacudió inútilmente mientras la criatura cerraba sus fauces sobre él, apagando su voz para siempre.

El ánimo empezaba a decaer entre los defensores.

El hipótido realmente estaba en malas condiciones ..., sabia que o bien conseguia quitarle a algun enemigo o estariamos en problema ... mi magia no era suficiente poderosa en ese momento para matar a un o varios lobos en un solo ataque, asi que volvia a mirar a los enemigos que rodeaban a Thalosius, volvi a hacer el conjuro de magia ... era mi ultimo conjuro de nivel 2 , pero era el momento para ir reduciendo el numero de enemigos - Dormis Gorus .... - de nuevo hice el mismos conjuro, y en un instante otros dos lobos cayeron dormidos ..., solo podia pensar .... mierda, porque no tengo mas poder, necesito mas poder, necesito tener mas potencia para acabar con esos enemigos ..., para despues gritar  - THALOSIUS ... PASA DE LOS CAIDOS ... TARDARAN EN DESPERTAR ..., ASI TENDRAS MENOS PROBLEMAS ... CUANDO ALQUIEN PUEDA QUE VAYA A LA ZONA DE Thalosius TIENE PROBLEMAS - le grito a Thalosius y para que todos escuchen por si acaban en algun lado sepan que esta en problemas

Sentia el aliento de aquella bestia, pero también la sorpresa y el dolor en sus ojos cuando Llell lo atacó por detrás. Era su momento de emplear toda su fuerza y con un movimiento limpio de su espadón atacó al engendro.

Pero no consiguió apagar la vida de su mirada, y eso lo enfureció, sobre todo al ver como otro perro estaba muy cerca de su compañero. Tenía que hacer acopio de toda su energia para rematarlo y volvió a arremeter contra el alfa.

- ¡¡¡No vais a vencernos excremento de cucaracha!!! - su grito reverberó por todos lados antes de salir corriendo en ayuda de Thalosius

El hipótido estaba en peligro y Zook, desde lo alto es aproximó a los bordes y sabiendo que lo importante era librarle de atacantes, realizó nuevamente el hechizo de sueño durmiendo a varias de aquellas criaturas. Tras esto, avisó a Thalosius de que se centrara en los que estaban despiertos. El guerrero asintió como única respuesta pues sus ojos seguían clavados en el Alfa que tenía delante.

Pero ahora, algo liberado de tanto hostigamiento, fue el enorme luchador el que enseó los dientes, levantó el martillo por encima de su cabeza y descargó un fuerte golpe contra el perro que no pudo hacer nada para esquivarlo. Cuando impactó, pudo sentir como sus huesos se rompían y no esperó a ver cuanto daño podía ser eso, Descargó un nuevo golpe con la misma intensidad aplastando el cuerpo de la bestia que se desplomó en el suelo. Con el alfa caido, se volvió hacia el perro que aún quedaba despierto. Una lluvia de piedras cayó sobre este, lanzadas por los defensores que se encontraban sobre la torre, pero sin impactarle directamente.

- Gracias mis buenos amigos – Dijo Thalosius mirando hacia arriba. – Ahora me encargo yo –

En el norte, con la espada aun sujetando las mandíbulas de la criatura, Bharash hizo un arco con la espada rajándole gran parte de la cara. El Alfa rugió escupiendo sangre, pero el dracónido no le dio tiempo de recuperarse, con otro movimiento de su espada desparramó las tripas de aquel ser por el suelo. Ni siquiera esperó a ver somo se sacudía en estertores mortales y se lanzó a la carrera para ayudar a Thalosius. Los defensores a su alrededor intentaron abrirle camino hasta el oeste atacando al perro que se encontraba en el camino del guerrero dracónido pero el perro se defendió con zarpazos y dientes impidiendo que llegaran a impactarle

En el este por su parte, Cornius seguía combatiendo con dos de aquellas criaturas que buscaban su carne y que este no pensaba vender tan barata. El primer tajo que lanzó apenas rozó a su objetivo, pero tal era su intención, esto le distrajo lo suficiente como para con su otra mano hundir su otra arma en la cabeza del perro que se desplomó en el suelo. A su lado, los defensores intentaban acabar con el otro perro, este rugió y saltó varias veces evitando los golpes.

En el sur, las cosas no iban mejor. Intentaron acabar con el perro que les atosigaba, pero este se resistía insistentemente sin dar un blanco caro a tan inexpertas manos.

Con horror, vieron aparecer un alfa más por el oeste junto con otro perro de aquellos. Por el este, otro perro se unía a la batalla El recién aparecido Alfa comenzó a correr hacia Thalosius plantándose en un momento frente al hipótido que suspiró agotado mientras se preparaba para hacerle frente. Los defensores se prepararon para resistir el envite cuando de pronto, aquel silbido que les había hostigado durante todo el día esta vez estalló en la zona, como el anuncio de una muerte que se abalanzaba sobre ellos. Parecía venir de todas partes, miraban para todos lados, pero fue Zook el primero que vio la sombra que tapaba la luz de la luna. Alzó la mirada y en lo alto lo vio.

La criatura alada…

De negras alas, ojos malévolos y más dientes de los que podían contar, era de tamaño grande y descendía a gran velocidad pasando por encima del lago y hacia ellos. Al contemplar el horror, los corazones de los defensores se encogieron ¿De verdad podrían sobrevivir a aquella noche?

Me volví hacia el perro que tenia justo a a mi lado lo bastante rapido como para cortarle la cabeza de un tajo con la espada corta. Que buena arma me habia agenciado... Avisé al grupo de defensores que tenia cerca de que lo mejor seria que ayudasen a Bharash y a los de la puerta. 

Solo quedaba un perro por esa zona, al menos de momento. Por lo que me moví junto a la barricada y me escondí, esperando poder pillar a ese perro por sorpresa y despacharlo rápido. 

Mientras me escondia detrás del parapeto, escuché el chillido que venia del sur, al otro lado de la torre. " La criatura alada " pensé al momento. No tenia ni idea de como podriamos combatir a esa bestia... Aunque una idea se fue formando en mi mente. Si la pillaba desprevenida con mis telarañas, tal vez podria hacer que cayera al suelo y la pudieran rematar los de la torre. Asi que despues de despachar al perro, subiria a la torre para intentar poner en practica mi plan. 

Ante la situación que empezaba a ponerse peliaguda, Llell despachó con un certero golpe al animal que tenía delante y mirando a los defensores, les señaló hacia el perro que bloqueaba a Bharash y los conminó a ayudar al dracónido. Impulsados por las palabras de aliento del arania, se abalanzaron con arrojo contra la bestia que, aunque intentó asustarlos con sus dientes, nada pudo hacer contra el aluvión de filos y mazas que le golpearon. En pocos segundos se desplomó en el suelo dejando vía libre al guerrero para apoyar a Thalosius.

El hipótido por su parte, ahora no tan desesperado gracias a la acción de Zook, se centró en el ataque del perro que tenía más cerca, plantando su arma entre la bestia y él y deteniendo sus dientes con el mango. Las garras chirriaron al golpear la armadura que ahora portaba.

Tras apoyar a Bharash, los defensores del norte, eufóricos por sus continuos éxitos, formaron un muro contra la bestia que ahora les atacaba y esta, a pesar de sus denodados esfuerzos, no pudo encontrar un hueco en sus defensas sin arriesgarse a llevarse un golpe.

Cornius hacia lo propio contra su enemigo esquivando con gracia y habilidad las fauces que buscaban su carne. Sin embargo, tras él, dos de aquellas criaturas habían roto por completo la voluntad de los defensores que luchaban en vano por contenerlos. El primero de ellos reculó un instante, se apoyó en sus patas traseras y saltó sobre uno de los defensores que solo pudo levantar el arma en un vano intento por salvar la vida. Por suerte, su muerte fue rápida. Esto dejó solo a un compañero frente a la otra criatura que aún tenía delante. Este intentó luchar, se lanzó contra el perro, pero el animal fue más rápido y tras una finta, sus dientes se cerraron alrededor de su cuello. Entonces la bestia se giró, y se lanzó contra la que había salido corriendo. Ella llevaba ventaja, pero él era más rápido. Lo último que se oyó fue un grito gutural ahogado por la muerte. Cornius miró al último defensor.

- ¡Permanece cerca de mí! – Entonces alzó aún más la voz para que le oyeran todos – ¡El este está cayendo! –

Y como respuesta, recibió el grito de un joven mida de apenas 20 años y un semi-elfo que caían en el sur frente al ataque de aquel perro que les hostigaba desde el principio. El último defensor miraba aterrorizado a la bestia que tenía delante. Cornius volvió a alzar la voz.

El sur también está cayendo ¡Esto no va bien! -

Y en el cielo, la criatura seguía aproximándose…