Partida Rol por web

Caesar repite el mismo proceso para que sus manos se vuelvan tan incandescentes hasta el punto en el que solo tiene que formular una palabra. Una larga llama aparece de sus manos y el fuego cubre por completo al trasgo y a la criatura que está a su lado.

-¡AHHHHHHHHH!-

El escudo que tiene en la espalda comienza a arder, seguidamente el trasgo se espolsa para quitarse las llamas que le cubren. (-5 pg)

Este humanoide reptiliano porta una escudo que le cubre sus ojos para no sentir tanto la fuerza del sol ya que suelen ser muy sensibles a la luz. Cuando ve acercase al podersoso mago de cabellos blancos, el kobold deja de poner atención en la elfa y trata por todos los medios apartarse de la terrible llama de fuego que salen de las manos de Caesar.

El kobold se retira hacia atrás ligeramente y tan solo llega a ser rozado por la fuerza del fuego (-2 pg).

-¿Estás bien?. Tenemos que largarnos de aquí o nos matarán..- Le susurra a su compañero, el cual ya casi ha extinguido las llamas que le cubren.

El lagarto pronuncia unas palabras inteligibles, suenan como enlatadas y distantes.

-Kuj.. trikttt.. lapium- Al instante sus manos emipiezan a canalizar una energía con virutillas de color ocre mientras sonríe, seguro de si mismo.

La magia impacta contra Sejmet, la cual permanece algo despistada pero ha tenido la suficiente fortuna para no sentir el efecto de la magia. El lagarto resopla y se coloca junto a su ama, preguntándole qué que es lo que deberían de hacer, ya que se encuentra en una dificil situación.

...

Sejmet vuelve a recuperar su estado y coje con fuerza su espadón dispuesta a no tropezar esta vez.

Mientras tanto, el combate parece estar del lado de los heróes. Los niños encerrados en las jaulas no dejan de presenciar el combate, la mayoría de ellos están asustados y recogidos entre sollozos, excepto uno. Uno que parece ser el más valiente (y el mas mayor) de todos y que se encuentra cogiendo los duros barrotes de la celda, presenciando el combate entre la elfa y viendo como las manos de Caesar escupen un poderoso fuego.

El elfo sigue de brazos cruzados y agacha la cabeza cuando Querelar se da a conocer, tanto a él como a su compañero.

-El Capitán se ha tomado el día libre, ha trabajado mucho durante estos días y se ha tomado el día libre para estar con su familia. Me ha pedido que le sustituya. Gira los ojos hacia el elfo salvaje, por si notara algún punto en el que desconfiar. Yo soy Hima, puedo dejarle vuestro recado al Capitán...-

Expectante de nuevo, espera escuchar esa gran noticia que tenéis que comunicarle a Hojaflecha.

Esta es mi oportunidad.

Preparo una flecha en mi mágico arco y apunto hacia la bandida.Una vez lo tengo claro,disparo la flcha,la cual  se dirige perfectamente hacia la bandida y,sin llegar a observar el mal que le hace,doy un paso para cubrirme tras el muro.Me pego a la pared,para que la cobertura sea total.

No deben a escapar... piensa mientras avanza en persecución del kobolt y su compañero trasgo que se habían escondido tras la columna. Tras situarse en una posición donde ésta no le impide la línea de visión dispara una nueva flecha al huidizo lagarto. En esta ocasión, parece que no se lo esperaba, pues la flecha se hunde profundamente en su cuerpo..

 El semblante serio del humano de tez oscura mira a su compañero un momento antes de proseguir.

 - Tal vez más que un recado quisieraís actuar con iniciativa. Permitidme que os exponga nuestros allazgos.

 Tras un leve carraspeo prosigue.

 - Encontré un refugio, dentro de la misma comunidad de Aguas Fuertes, en el que residían más de meda docena de trasgos. No me aventuré más adentro, tal vez sean más.

 Deja que sus palabras despierten reación en el oficial Hima.

La bandida gruñe apretando los dientes tras ver como Caesar le desprecia y deja de prestarla atención, eso lo enfurece más que cualquier otra cosa. Impaciente pierde toda concentración y no se percata de la presencia de Racalín, el cual hace uso de su arma mágica y clava profundamente una flecha en un costado trasero. La mujer casi cae al suelo del impacto pero finalmente consigue sobreponerse y trata de averiguar al insensato que le ha arrojado la flecha. (-5 pg)

-Sé que estás ahí, ¡no puedes esconderte!- Grita indicándole al lagarto que vaya a vigilar por los muros, no estando segura del todo si por ahí se puede encontrar el lanzador de la flecha. - Racalín en este caso -

Tras esto pronuncia unas palabras en el idioma de la magia negra. -Karimliyak- Y la flecha empieza a salir de su cuerpo gracias al efecto de la magia. Tras sus palabras y sentirse algo mejor, el medallón de su cuello deja de estar iluminado.

Su mirada fija en el hechicero.

Methgar sigue con su particular lucha. Tras ver como las manos de caesar sueltan un fuego abrasador que hacer arder la mayor parte de los objetos del trasgo, decide ir a la persecución del kóbold. Su flecha se instala en la garganta del reptil, atrevesándole la parte trasera de la cabeza y cae al suelo entre borbotones hasta morir. Rápidamente sus ojos elficos buscan un nuevo objetivo, seguramente.

Sejmet recobra completamente su estado natural y Caesar escucha cada vez más cerca a los niños...

El oficial Hima sigue de brazos cruzados y apoyando su trasero sobre el borde de la mesa en la que estaba escribiendo hace un momento, prestando atención a las palabras del valletano. Tras expresiones e intenciones de Querelar le parecen ser las de querer ayudar y porteger la ciudad.

-Mierda esos trasgos parece que no van a dejarnos en paz nunca.... .Le enviaré un comunicado al Capitán. A la carrera da la vuelta y escribe algo en la mesa mientras explican su decisión. Iremos a dar un vistazo, los tres. Espero que no os importe y no es que no os crea. Pero primero debo de estar seguro de lo que me decís antes de montar la alarma y verlo con mis ojos, no quiero que el Capitán me recuerde como un estúpido para el resto de nuestro días-

Se retira un instante para hablar con un guardia que custodia la entrada a la sala de entranamiento y le habla en voz tan baja que no podéis oirle. Tras impartirle instrucciones al guardia recoge su arco y su cárcaj y termina por colocarse unos guantaletes reforzados con cuero endurecido.

-Mostradme el camino...-

Minsk se aparta de atrás de Querelar y se coloca al lado del sustituto del capitán, colocándose los guantes y comprobando la movilidad de los dedos, cosa importante para el tiro con arco.

Adelante compañero, eres el único que sabe la ruta, te cubrimos- El elfo salvaje se prepara para empezar a caminar tras Querelar cuando éste se ponga en camino, sin desenvainar ningún arma para no alarmar a los villanos*

Espero que no sean demasiados, no quiero acabar lleno de cortes y raspones por todos lados como cuando luchamos contra los kkbolds, malditos kobolds...

 Querelar asiente ante la actitud del joven oficial elfo y la de Minsk.

 - Seguidme. Tal vez ahora estén adormilados.

 Sin decir más el joven emprende la marcha, flanqueado por los dos elfos, sus arreos de combate permanecen en su lugar. Su pasos conducen a los tres hombres hasta una desvencijada edificación ubicada en la parta occidental de la villa, cerca de una plaza.

 - Los encontré en los sótanos, tras un largo pasillo. Imagino que seguirán allí, pues no hay motivo para que sospechen de haber sido pecividos.

Sejmet parpadea varias veces y se lleva una mano a la frente, mirando alrededor.

Es cierto... la batalla... los niños...

Ya situada, la clériga blande su espadón contra el enemigo más cercano.

-¡Tú!-exclama, al darse cuenta de que él causó su atontamiento-¡Sucio lagarto!-grita, y acto seguido eleva y hace descender su espadón en diagonal en busca del cuello del mismo.

Guíados por el valletano, Minsk y el oficial de primera fila les siguen hasta un lugar alejado de civilización. Allí también hay mas residencias como las que estaban alrededor del Bar de Rosita y como la mayor parte de la Villa, sin embargo, al final del todo y alejado de toda civilización se ve un edifcio de pisos decrépito y abandonado que se alza con desánimo en la esquina de Aguas Fuertes. No queda ninguna puerta o ventana que pueda mantener fuera a los elementos o los ocupantes.

Por los alrededores no se ve ningún guardia patrullando las calles. La zona está completamente abandonada.

El edificio es un cascarón que está completamente vacío, salvo por los alrededores que hay una escalera que desciende repleta de basuras como restos de comida y huesos de animales cruelmente asesinados.

Hima susurra algo..

-Dios mio..., ¿qué es todo esto?. Se pregunta mirando a su alrededor. Hace meses que nos vigilamos esta zona. Se supone que está bajo control de la Dama de Fuego..- Comenta algo indignado  al ver semejante paisaje mientras echa mano de su arma cuerpo a cuerpo.

Está a punto de bajar por las escaleras.

-¿Estás seguro de lo que viste, Querelar?.- Le pregunta antes de bajar abajo, no estando seguro del todo ya que esto debería de estar bajo el control de la Dama de fuego.

 En el momento en el que se alejaron de las zonas más pobladas, Querelar puso la mano de forma inconsciente encima de la empuñadura de su cimitarra, aquel rincón de Aguas Fuertes era muy amenazador.

 Cuando el oficial pregunta de nuevo respecto a lo que ha comentado él, el hombre de tez oscura asiente, y tras unos instantes una sonrisa, sin humor alguno, aparece en sus labios.

 - Tan seguro como te veo a ti en estos momentos.- Dice mirandolo fíjamente a los ojos.- Creo que alguien no ha estado haciendo sus rondas últimamente.

 Luego hac un gesto de nuevo hacia el desvencijado edificio.

- Estaís listos para lo que se avecina?

El hechicero avanza sin dudar hasta rodear la pared que le separa del extraño plumifero que acompaña a la líder, dándose cuenta que la mujer no ha aprovechado la oportunidad para huir. Que diablos, creí que eras una mujer mas inteligente, ya te hacia lejos de aquí con la oportunidad que te había dado. Enseguida mueve sus manos de tal manera que parece que va a lanzar nuevamente una llamarada de fuego, sin embargo de sus manos surge un extraño haz de obscuridad que absorbe la luz a su alrededor y que se estrella directamente en el pecho de la mujer...

Vamos, se una buena niña y rindete ya. Dice sonriente.

El trasgo observa a su gran amigo el kóbold como se está retorciendo en el suelo, tratando de alcanzar la flecha que le lanzón Methgar y que tiene instalada en su garganta. Tras ver detenidamente la situación y ver el poder de los aventureros decide retirarse del comabte para huir, seguramente, hacia la zona frondosa del bosque que le rodea.

-Tengo que salir de aquí o acabaré como él. Esa orejas picudas acabará conmigo..-

Sin pensarlo demasiado, huye, raudo para salir del edifcio.