Partida Rol por web

Sin demasiados apuros llegásteis a la Posada de Valerio, aunque hay que contar que Querelar tiene varias heridas muy feas por algunas partes de su cuerpo. Por suerte para los dos, el trascurso de la tarde pasa tranquila y no hay ningún percance. La noche se adueña ahora del momento, el cielo está precioso, plagado de finas estrellas.

El pueblo da un aspecto tétrico, si no fuera por que ya conocéis el lugar, vuestras armas no estarían ni mucho menos envainadas o observándolas con detenimiento como es el caso de Minsk. En el interior de la Posada se escuchan murmullos ahogados de una docena o más de comensales. Vosotros estáis a un par de pasos de la puerta, y por las ventanas se puede avistar a los comensales sentados en una larga mesa, riéndo y hablando entre ellos.

 Querelar esvoza otra sonrisa.

 - Pues no parecen muy preocupados.

 Se cubre bien el cuerpo con la capa, tapando las manchas de sangre y las heridas, se acomoda el peso de las botellas y el equipo y se adentra en la posada.

 Una vez dentro busca con la mirada al simpático Valerio y sin más avanza hacia la posada, con paso firme. Una vez llegado a la barra cuando se acerca Valerio, el valletano sonríe.

 - Tus rescatadores han llegado, ya puedes atender a tus comensales como merecen.- Dice mientras acaricia la mochila que contiene las botellas.

La Posada sigue con el mismo aspecto que cuando os marchásteis, excepto, por una larga mesa que ocupa la parte lateral de la estancia. Sus comensales estan reunidos y charlando, parece que acaban de llegar y no habéis podido ser mas oportunos.

Hay juglares, nobles, el séquito y su guardia personal. Estos últimos ocupan el centro de la mesa. Al ver a entrar a Querelar, algunos guardias se levantan y otros acercan sus manos a sus empuñadoras, pero por suerte Valerio se encuentra cerca y reconoce al Valletano. Al cual se le nota un poco apurado.

-Ohhhhh.... mis grandes amigos jejeje. No sabe como decirle a Querelar que no diga nada del vino, que no se tienen que enterar y que disimuladamente pase al interior de la cocina para que descargue las botellas. Ya abrá tiempo de hablar sobre negocios después. No temáis caballeros, dice dirigiéndose hacia la mesa, son amigos mios. Ya tengo el menú preparado, de primero exquisita sopa de ajo y de segundo carne de ciervo recién echa, todo esto acompañado de el mejor vino de esta edad, por supuesto- Añade acompañado de un guiño hacia Querelar.

Sin mas demora, los comensales aplauden a Valerio y esperan los alimentos como el agua en primavera. Cuando los comensales se despistan un poco, Valerio, os hace una seña para que le sigáis a la cocina y le descarguéis las botellas de vino.

 Querelar con una sonrisa en los labios sigue las indicaciones de Valerio. Una vez dentro en la cocina, su rostro refleja un leve gesto de dolor seguido de un leve gruñido.

 Se quita la mochila y de su interior va sacando las distintas botellas de vino.

 - Aquí tienes las botellas, espero que les sepas dar el valor que tienen, pues no han costado pocas angustias. Mientras atiendes a tus comensales, puedes decirnos dónde poder descansar?

Ha costado más de lo que podíamos haber gastado comprandolos, nuestras reservas de curación estan saturadas, asi que espero recivir una buena recompensa cuando cobres la cena...

Minsk se muestra inpaciente mientras descarga las botellas de vino.

Que se cree esta gente... ningun humano puede mirar por encima a un noble elfo.

Valerio se frota las manos con un trapo y espera impaciente que saquéis las botellas de vino. Cuando las ve, sus ojos se abren como platos. -Vaya muchas gracias. Pro-prometo daros una gran parte, y como os prometí os dejaré mi sótano para que descánseis por hacer tal azaña. Coge una de las botellas y pasea el mismo trapo para quitarle el polvo que pueda tener. Tras comprobar que el licor no está pasado y esta en perfectas condiciones, observa al elfo con una sonrisa satisfecha. No seáis tan impacientes mi amigo elfo. Tendréis vuestra recompensa-

-Ahora id a descansar. Creo que os lo merecéis, os señala una puerta trasera de la cocina que da al sótano. Ah, por cierto.. os preparé algo de ciervo recién echo, si tenéis hambre podéis comer allá abajo-

Comienza a abrir una de las botellas de vino, para no perder mas tiempo. Dejándoos total libertad tanto como para coger el ciervo, como para bajar a vuestras anchas al sótano.

 Querelar asiente.

 - Sea, estaré descansando mientras espero este suculento manjar.- Dice con un leve atisvo de sonris en los labios.- Ya habrá tiempo para tratar otros asuntos.

 Mirando por el alrededor.

 - Es Valerio... por dónde pasamos para llegar a nuestra estancia?

-Id por la puerta trasera de la cocina. Unas escaleras os llevarán al sótano... allí tenéis algo de ciervo y algo de agua con la que os podréis refrescar y asear-

Con un par de botellas en la mano y una jarra bien grande de metal en la otra, se dirige hacia el salón para no perder mas tiempo y servir el vino a los comensales. Antes de salir al salón, se vuelve a girar y os dice. -Sentiros como en vuestra casa-

Una última sonrisa y os deja a solas. Tan solo tenéis que cruzar la puerta que está en la misma cocina.

 Sin más el malherido valletano se encamina hacia la puerta trasera de la cocina para encaminarse a sus dependencias, con su mochila que contiene sus pertenencias y parte del botín del enfrentamiento contra los trasos y el orco.

 Una vez a bajo busca un camastro en el que dejar la mochila, se libra de su capa y se desabrocha el broquel, se quita su cinuron armado y el camisote y se inspecciona las heridas.

 - Aquel bruto pegaba suerte, me ha ido de muy poco de no terminar con mis huesos decorando aquellas ruinas.- Dice pensando en voz alta.

 Se acerca a la jofaina y con un trozo de lienzo sacado de su mochila y se lava las heridas, y luego se asea un poco. Cuando termina empiza a comer trozos del ciervo.

 - Sabe a grloria! Tras tantos días de raciones de viaje y carne sin condimentos.

La verdad es que estaban bin organizados aquellos orcos... dice mientras cubre sus heridas con su propia mano mojaada en agua- no se ni como pudimos salir de alli victoriosos

Que yo sepa no nos han servido de momento no???

Abrís las puerta trasera, indicada por el mismo Valerio. Bajáis unos cuantos peldaños y llegáis al sótano.

La sala es cuadrada y pequeña, al menos tiene un par de lechos de paja. Las telarañas se distribuyen por todas partes entre los trastos, mobiliario viejo de la posada y cajas de madera. Sábanas viejas cubren muchos trastos.

Al lado de cada uno de los lechos, hay un plato con comida -algo fría, pero se agradece- de carne de ciervo y un palanguenero de metal con agua y un bacinete del mismo material.

Mientras estáis aseandoos o dando los últimos bocados a la carne, algo inusual ocurre;

Notáis como un viento frío os acaricia el rostro, y mientras buscáis su origen, un profundo y grave lamento resuena frente a vosotros. Según miráis hacia adelante, donde parece que está la fuente del sonido, bajo la menguante luz que entra por la única pequeña ventana, encontráis una desvaída y parpadeante forma. Lo primero que veis es la noble cara de un hombre con barba, deformada por el dolor. Entonces aparece el cuerpo de un poderoso león, de diez pies de longitud a los que se suma una chasqueante cola. Finalmente, unas enormes alas similares a las de un halcón, pero mayores que las de ningún ave conocida, aparecen frente a vosotros. La translúcida forma centellea parpadeando, formando un único ser.

"Os enfrentáis al último enigma de Ujaset" gime la voz.

 Instintivamente el primer gesto del humano es llevarse las manos al acero, pero antes de desenvainarlo, espera atento a lo que sucede.

Te das cuenta de que es una Esfinge, no un Lamasu como tenías previsto.

A pesar de ser criaturas mágicas muy parecidas, estas esfinges son siempre machos. Son inteligentes y por regla general, de buen corazón, pero pueden ser fieros oponentes en el combate. Aunque por fuerza parezcan seres rudos y de mal carácter. Tienen un corazon noble y son un poco introvertidas. Miden aproximadamente unos dies pies de largo y pesan entre las ochocientas libras. Hablan común y dracónico.

Lo mas llamativo de esta esfinge en concreto, es su cuerpo tráslucido.

 El valletano se incorpora un poco, dejando a su lao su acero sin desenvainar.

 - Eres un esfinge, pero como has aparecido así, sin más, de la nada, estás aquí o es una ilusión... eres un fantasma?

 El joven está aravillado, en su rotro se percive como las peguntas se van aolpando en su mente, incapaz su boca de reproducirlas todas.

Que enigma es ese si puede saberse?- el elfo desafiante se pone de pie ante la criatura- ¿y lo que es mas importante, quien eses tu?

-Sí, estoy muerto. Bueno, bastante muerto al menos. Soy un fantasma, creo. No, no quiero hablar de ello, ni que se siente, ni como es. ¿Vosotros queréis hablar sobre como son vuestras cortas vidas?. No creo que os haga mucha gracia-

La criatura mágica toca tierra y se queda en la misma posición. A unos tres metros de vosotros.

Sonrí y dice -El enigma es este: "¿Qué es mitad dragón, pero no tiene la fuerza de una sierpe?. ¿Qué es mitad canino, pero no tiene el tamaño de un perro?. ¿Qué se compone de dos mitades, pero sólo tiene media para sostenerse?."-

Se cruza de brazos al veros algo confusos, pero no despega esa sonrisa de su rostro. -Os dejo algo de tiempo y si tenéis dudas, podéis hacerme perguntas-

 El humano mira al esfinge ancestral.

 - Y que sacamos nosotros con esta adivinanza?