Partida Rol por web

Los talones rasgaban la tierra intentando liberarse del molesto sentimiento de opresión al que me tenia subyugada la estirge. La ansiosa puñalada parecía haber surgido efecto, o quizás se había saciado suficiente con mi sangre y pretendía dejar espacio para que sus compañeras formaran parte del festín.

En un arranque de cólera mi brazo se lanzo en un ataque desesperado por evitar que esa asquerosa criatura se marchase impune dejándome allí agotada, desangrada y débil. Me sentía escapar, diluirme con el ambiente poco a poco, aunque no era una sensación de paz y tranquilidad como otras veces, como cuando me sentía en comunión con el ambiente natural, tan necesario para mi como lo era esa sangre que había robado. Vi centellear el acero en el aire y recé interiormente para que se hincase, profunda, en el cuerpo de mi enemigo.

Mi único consuelo era estar libre de ese engendro y comprobar con mis propios ojos como Faerhart había conseguido cambiar las tornas y ser él el que mantuviese presa a la estirge con sus garras.

Con la ayuda de mis garras consigo despegarme el aguijón de la estirge antes de que pueda aboserver mi propia sangre. La criatura parece que quiere volver a introducir su aguja de nuevo volviendo a buscar un punto vital en mi cuello. Lo que me obliga a intentar lanzarla al aire.

-¡¡GRUUUUUUUARRGGHH!!-

De las ventanas de mi nariz salen unas voletas de humo. Las escamas plateadas de mi piel oleaginosa refulgen como un brillo húmedo cuando gruño para asustar a la criatura. Si consigo lanzarla al aire aprovecho el ágil aleteo de mis alas para empalmar al diminuto volador con mis garras.

La daga parecía haber alcanzado de nuevo a la criatura intrusa, con una sonrisa de medio lado satisfecha por mi acción y por no tenerla encima, comienzo a incorporarme. Pero lo primero es una reacción del todo inconsciente, mi mano izquierda, libre y por fin dueña de sus actos, se apoya con cuidado en mi cuello para descubrir donde tengo la herida que me ha producido la estirge.

Un gruñido de dolor leve me indica que las yemas de mis dedos están apretando el orificio que me ha causado el aguijón de la criatura. Apretando con decisión y apretando la mandíbula consigo sobreponerme al dolor que me infrinjo yo sola para evitar mas perdida de sangre. El tacto de mi piel se ha vuelto viscoso y resbaladizo, la sangre ha corrido por mi cuello cuando ha decidido extraer sus mandíbulas dejándome un pequeño agujero por el que seguir desangrándome y quizás atrayendo con el olor de mi sustancia vital a mas criaturas como aquella.

Ya de rodillas en el suelo miro a mi alrededor para controlar mejor la situación, como pensaba las demás están ahi fuera intentando tomar parte del festín del que disfrutan ya sus dos compañeras, aunque no por mucho tiempo. Yo ya he conseguido librarme de una estirge y me siento mas libre para actuar, aunque debilitada por la perdida de sangre la adrenalina me mantiene despejada y en acción. Faerhart parece que ha conseguido controlar su ataque mejor que yo, sin duda pronto será mucho mas fuerte de lo que habría supuesto, en poco tiempo. Liberando la rabia que corría por mis venas se la transmití al entorno, a las plantas, a las ramas, a las espinas. Necesitaba su ayuda, necesitaba que sus poderosos cuerpos me ayudasen a terminar con los enemigos que intentaban abatirnos. Desgarrar sus alas... no dejéis que nos alcancen...

Era la primera vez que intentaba hablar después de haber sufrido el ataque, tal y como pensaba me encontraba débil, pero mas de lo que había supuesto en un primer momento. Mis palabras surgieron con dificultad de mi garganta, reseca, árida e irritada, cada esfuerzo por hablar era un pequeño suplicio sangrante. Sentía como miles de agujas se clavaban de forma profunda desgarrándome la voz. Una voz que surgía ronca e impersonal, muy diferente a mi acostumbrado tono alegre. Al escuchar mi voz y sentirme mas débil la rabia creció mas en mi interior y proyecté esa energía hacia las criaturas vegetales que nos rodeaban, las estaba llamando, necesitaba que me escuchasen.

La estirge que escapaba tras ingerir parte de sangre de Ivy se ve sorprendida por la capacida de reacción del hada. Su brazo se lanzó con tanta fuerza en un ataque ascendente que partió en dos a la criatura mientras intentaba escapar (muerta).

Acto seguido no se dió por vencida y analizando la situación con criterio llamó tanto a las plantas, a sus raíces, las malezas.. e incluso las ramas que ella misma puso se retuercen lentamente para enmarañar a las criaturas. Sin embargo dos de ellas consiguen escabullirse con la ayuda de sus alas y esquivan la fuerza de la naturaleza convocada por el Hada. Aprovechando ese ágil movimiento cargan contra Ivy dispuestas a calvarle su aguijón, pero... el hada agacha la cabeza y las estirges solo consiguen rozar parte de su cabello.

Faerhart consigue deshacerse de la estirge, pero no solo eso, si no que también logra lanzarla al aire para después lanzarse con sus garras a por ella. Las garras de Faer. no logran dañar a la criatura ya que esta se habia estabilizado en el aire y le dió tiempo a esquivarlas. Pero el ataque no fue del todo en vano, ya que esta misma estirge se ve atrapada al mismo tiempo que sorprendida por varias ramas que se retuercen sobre la criatura hasta dejarla inmovilizada y a merced del Dragón.

Las tornas habían cambiado, y aunque la naturaleza se retorcía con animada pasión sobre si misma e intentaba atrapar a nuestros enemigos, las estirges maniobraron con la rapidez que sus alas les permitían escapando con rápidas fintas de las ramas.

Un gruñido de despreció arañó de nuevo mi malograda garganta dándome ánimos para continuar. El cuerpo de una de esas criaturas yacía a pocos pies de mi, había conseguido alimentarse de mi esencia vital, pero no lo había disfrutado por mucho tiempo. Ahora con el cuerpo tirado por tierra su sangre se mezclaba con la mía, en una rápido pensamiento de valentía y pasión creí ver como mi sangre devoraba la suya unificándose con la tierra y alimentando a las ramas que nos defendían. Dos nuevos objetivos habían conseguido traspasar la barrera que había creado e intentaba reforzar con magia. La diferencia era pensar en ellas como objetivos no como atacantes, ya no eran las estirges las que llevaban la iniciativa, tanto Faerhart como yo habíamos conseguido responder a su ataque con una defensa desesperada, pero ahora, mas recuperados nos sentíamos nosotros los atacantes.

Pretendía limpiar el refugio que había encontrado como lugar de descanso, y esas criaturas no iban a impedírmelo. Me agaché con rapidez para evitar sus aguijones y evitar que volviesen a inmovilizarme y dejarme tan débil que no pudiese defenderme ni reaccionar. Lancé con rapidez el brazo intentando acertar de nuevo sus cuerpos y así ir drenando sus fuerzas antes de que pudiesen alimentarse de nosotros. La ansiedad del momento y la prisa por acabar con ellas me impidieron centrar el primer tajo lanzado al aire, cortando el ambiente intenté rectificar mi posición para esta vez herir sus cuerpos.

No me impresiona ver a esas ramitas retorcerse a paso continúado por la parte de la roca que cubre esta pequeña cueva. -¡Bien hecho mami!- Si no fuese porque soy un Dragón mi intención hubiera sido dar saltos de alegría al ver como estámos a punto de vencer. Pero recuerdo algunas de las palabras que Ivy me ha ensañado otras tantas veces en el combate y que hay que mantenerse firme hasta el final.

Así pues, al ver la estirge enrededada y sin poder moverse gracias a la fuerza de la naturaleza convocada por Ivy clavé mis garras en la maleza del suelo y no le quité ojo de encima a la apresada estirge; analizándo a la presa como un lobo. Cuando ví el momento oportuno me lancé sobre ella con mis dos garras por delante.

Una de ellas se había quedado atrapada por completo entre las ramas. Por más que moviera sus alas, su aleteo no era otra cosa si no que un movimiento en vano por slair de esa prisión de ramas. Momento en el que, Faerhart, no dudo en abalanzarse sobre esta criatura con sus garras. Las garras del Dragón perforaron tanto la cabeza como su abdomen abriéndolos en canal tras dos seguidos garrazos (muerta).

Las otras dos estirges algo mas alejadas de este punto se enfrentaban contra la misteriosa Hada. Las dos quisieron clavar su probóscide en su cuello de nuevo, pero el Hada en poco tiempo ya sabía lo que eran capaz de hacer y no se iba a dejar engañar de nuevo. Antes de que llegaran a su cuello, una de ellas siente la plata de su daga como penetra en la mugrienta piel de la estirge sacándole un ligero alarido (-2pg). La misma estirge vuelve a la carga tras mover sus alas.

La última parece tener suficiente entretenimiento esquivando las ramas que parece que se sienta un poco desorientada. Esta desorientación la desestabiliza un poco y aunque trata de clavar su aguijón en el brazo del Hada no consigue otra cosa que no sea perderse aún mas entre las ramas. Gracias a esto, la estirge escapa por uno de los huecos sin ser consciente del peligro que corría su vida.

Tal y como pensaba las tornas habían cambiado, y me lo demostró una de las estirges, que huía de la cueva dejando atrás una ocasión de alimentarse, pero también una posible ocasión de morir bajo las garras de Faerhart o bien bajo la plata de mi acero. Satisfecha al comprobar que una de ellas escapaba dejándonos mas libertad de movimientos, y como mi pequeño dragón aprovechaba la oportunidad que las ramas aprisionantes le ofrecían para acabar con otra de ellas, me incorporé un poco mas sobre mis piernas ligeramente tambaleantes para darle el toque definitivo.

Había conseguido herirla en el ataque anterior, uno de mis lances había sido un fracaso por el ansia y la anticipación, pero esta vez no debía dejar que eso me pasara. Conservando parte de la concentración anterior intente con habilidad seguir desgarrando su maltrecha carne hasta que cayese al suelo. Mi mano apretaba la empuñadura pegajosa del arma con fuerza, una lanzada hacia la izquierda fue esquivada de largo por un aleteo del enemigo, pero por suerte al fintar con el brazo hacia el mismo lado de nuevo tenia posibilidades de alcanzarla en un error de vuelo.

Varias estirges entraron en el interior de una cueva ocultada por varias ramas de árboles. Los voladores debieron de olfatear la propia sangre a millas de distancia para localizar dicha cueva. El caso es que no solo consiguieron penentrar en la cueva, si no que, además, una de ellas perforó el cuello del Hada para absorver ese líquido rojo que les mantiene con vida.

Ivy se había quedado un tanto pálida al ver como sus fuerzas flanqueaban, pero supo superar ese pequeño bache y volver a la carga. No solo se vengó de la criatura que le absorvió parte de su sangre, también pudo observar como su pequeño dragón iba creciendo en todos los sentidos, incluso en el combate. Faerhart demostró que puede ser un adversario temible cuando se le cabrea. De nuevo Ivy supo sacar lo mejor de si para convocar a la naturaleza. Así consiguieron alejar a las estirges, con la ayuda de la naturaleza además de la fortuna y la sutileza con las armas de la pequeña Hada. Es más que probable que estas criaturas no os vuelvan a molestar durante un temporada por estos parajes.

La estancia haquedado mas descobijada de lo que parecía en un principio. Tres estirges yacen en el suelo completamente muertas y con un charco de sangre viscosa alrededor soltando un olor cada vez mas agrio y fuerte. Las ramas se quedan donde están, aunque alguna de ellas no dejan de retorcerse como si esperaran una orden por parte de su ama.

Mis agudizados sentidos me indican que ya no hay mas voladores por los alrededores. Se que mami está bien. La noto pálida y por mucho que trate de disimular el dolor se que se encuentra algo débil, pero está bien.

Emito un pequeño gruñido mirándo a mi alrededor. Mis cortas patas se mueven por la maleza hasta llegar a una de las estirges muertas. La olfateo y la empujo con mis garras varias veces hasta asegurarme de que se encuentra muerta. La amarro con mis dientes y dejo caer la estirge a los pies de Ivy, se que ella no suele comer pero casi siempre le tiendo algo de comida por si algún día se atreve a probar la grasa de las carnes. Con otro gruñido levanto mi testuz y me giro de nuevo para recoger a otra estirge del suelo repitiendo el mismo proceso anterior. Esta vez no me acerco a Ivy y me quedo en el lugar tomando asiento con las patas traseras y marcando una barriguita regordeta. Allí, mientras le doy la espalda a Ivy empiezo a clavar uno tras uno mis dientes en la carne de la estirge. No tardo mucho en ingerirla, y cuando lo hago me giro hacia mami como si no hubiera pasado nada, se que podría regañarme por comerme cosas muertas pero creo que merece la pena arriesgarse ya que la carne de la estirge es rica en nutrientes.

Los alrededores de mi boca están manchados de sangre viscosa. Me voy acercando hacia ella adoptando una postura de no haber roto un plato, con el hocico vuelvo a empujar la estirge a los pies de Ivy y luego miro a mami con felicidad, se que ella necesita descansar también por mucho que no quiera y por eso le entrego a la criatura como si esta le fuera a recuperar todas las fuerzas gastadas en el combate por arte de magia. El sueño empieza a hacer mella en mí de nuevo y eso se nota en mi apertura de boca al dar un bostezo..

Finalmente los que en un principio habían acudido a mi refugio como atacantes yacían ahora desperdigados por el suelo de la pequeña oquedad, como si siempre hubiesen ocupado ese lugar. El ansia del combate dio paso a un relajado estado de tranquilidad, la mayoría habían muerto, solo una había escapado de la feroz defensa que Faerhart y yo habíamos provocado. aunque me hubiese gustado acabar también con ella podía estar mas que segura de que el olor de los cadáveres de sus compañeras la alejaría del lugar al menos unos días. Por primera vez mis dedos se aflojaron sobre la empuñadura del arma, no solía luchar con ella muy a menudo, pero podía estar agradecida de llevarla conmigo, al menos es esta ocasión.

Una de las ramas acarició mi pelo intentando enredarse con un mechón y pasar a formar parte de las hojas y ramitas que poblaban mi cabellera. Con una sonrisa y dedos delicados acaricié las hojas y sonreí al ver como se estremecía, pronto mi energía las abandonaría y podrían volver a su posición inicial y descansar al sol fresco sol matutino. Tras las plantas fue el turno de mi pequeño compañero, se acercó a mi con pasos cortos para ofrecerme el cuerpo desgarrado de una estirge, conteniendo la cara de desagrado tuve que negar con la cabeza para ver al poco como devoraba una de ellas sin preocuparse ni hacer remilgos, ya fuese por el olor de las criaturas como por el simple hecho de masticar su carne.

Me sentía débil eso no podía negarlo, pero pensé que había disimulado mejor, todavía me mantenía en pie, tambaleante pero en pie. Tanto la frondosa vegetación como Faer debían haber advertido en mi ese cansancio y esa debilidad. Un soplido de satisfacción al vivir unos segundos de paz fue mi primera respuesta tras el combate. Buscando con la mirada un hueco que permaneciese levemente intacto tras el combate me acerque para dejar caer mi cuerpo por la pared y después llegar al suelo. Con un ultimo esfuerzo alcancé el arco que yacía abandonado tras el combate para colocarlo junto a mi. Una vez arrellanada Faerhart vino hacia mi bostezando y con la barriga claramente repleta. El espectáculo de su pequeño cuerpecillo grisáceo ligeramente hinchado por el banquete y su indiferencia ante lo ocurrido me obligaron a sonreír abiertamente. Sin duda todavia era una cría, ajeno a lo que había ocurrido se había alimentado sin preocupación de sus enemigos y ahora reclamaba el tiempo perdido en su siesta interrumpida.

Ven a tenderte a mi lado lagartillo con los dedos estirado hacia él acaricie su cuello disfrutando de la sensación de su piel. Te has comportado fieramente en combate, si no hubieses estado, ahora habría regresado al núcleo de la energía para mi la muerte era un concepto algo abstracto, como hada no podía morir, ni siquiera de forma violenta como los eternos e inmortales elfos, simplemente mi energía pasaría a formar parte de un todo mas grande y esperaría un nuevo cuerpo en el que reencarnarse y continuar de nuevo el ciclo. He pensado guardarte esa otra estirge para cuando hayamos descansado, yo no tengo mucha hambre... solo necesito descansar aquí junto a los árboles. Mi voz cada vez era mas débil, apenas un pequeño murmullo similar al de las demás criaturas cuando se adormilaban. Una rama seguía acercándose a mi y deje gustosa que acariciase mi espalda, necesitaba su contacto, ahora anhelaba mas que nunca un remanso de agua fresca en la que poder desprenderme de la sangre pastosa, limpiar mis ropajes, desprenderme del olor agrio de las estirges y disfrutar de la viva energía de un paraje solitario y virginal del bosque. cuando salga el sol de nuevo iremos a buscar agua fresca, necesito oler el agua y las rocas de nuevo. Poco a poco mis ojos se quedaron fijos en la pared de enfrente, simplemente descansando.

Muero de sueño y no puedo dejar de pensar en ti. No quiero dormir porque es una sensación placentera pero, podría existir una posibilidad de soñar contigo si me quedo dormido. Estoy en una encrucijada. Si hay algo que me brinda el dormir es paz a mi mente, pero existen algunos minutos en donde no se si estoy despierto, dormido o existo y son esos momentos donde me lleno de angustia, te me escapas antes de soñarte. ¿Es que acaso mi mente no puede vivir sin ti? ¿O es que no quiere?

-Madre...

Me dejo acariciar por sus dedos, y no tardo en acomodarme a su lado dejando caer mi cabeza sobre su regazo. Las alas se pliegan sobre mi cuerpo para cubrirlo como si fuera una manta. -He tenido una pesadilla antes de que esos bichos entraran mami. Soñaba que unos malos mataban a mi madre, solo por querer conseguir su dentadura. ¡Traté de impedirlo pero no pude!. Retuerzo mis garras como si quisiera retocer el pescuezo a esos maleantes. Solo me gustaría poder verla alguna vez y estar con ella, aunque fuese en un sueño. Alargo mi cola hasta llegar a su rostro y le arrasco la nariz. ¿Pero sabes qué? Si sueño con ella, te prometo no decirle lo mal que me has tratado durante este tiempo-

Mis párpados me pesan y no aguantaré mucho más. Me quedo mirando como aún se retuercen las ramas mientras le voy contando mi sueño. -¡Te quiero mami...! ...y poco a poco entro en el mundo de los sueños.

El ligero peso de su cabeza sobre mi regazo, y el contacto de su cuerpecillo enroscado junto a mi muslo me producen una sensación de placentera tranquilidad. Intento arroparle de nuevo con mi capa, como minutos antes cuando descansaba plácidamente antes de la molesta interrupción. La tela cae con cuidado sobre sus alas mientras observo como se hincha y se deshincha en un movimiento rítmico y pausado, su respiración es lenta lo cual indica que está cansado y su mente vaga entre el mundo del sueño y el de la vida.

Me rasco la nariz para evitar el curioso hormigueo que me ha producido, una risita corta me sacude durante un segundo mientras intento que mis uñas me libren de esa sensación. Con cuidado hago que baje la cola y la enrosque al rededor de su cuerpo es hora de descansar no de hacerme cosquillas. Mientras le acomodo todo lo posible para la noche mi mente no deja de pensar en el sueño que acaba de compartir conmigo, me preocupa que sus mentes puedan estar unidas de alguna forma, que su madre se encuentre en verdadero peligro, y que él pueda vislumbrar parte de ese sufrimiento. Pero realmente lo que me preocupa es que no podamos alcanzarla nunca, como bien ha dicho hay gente dispuesta a terminar con criaturas tan maravillosas como los dragones solo por la avaricia y la ambición de poseer un misero diente o un cuerno.

No te preocupes por los sueños, solo son miedos que intentan que no descanses, seguramente habías percibido el peligro del ataque y tu mente intentaba avisarte de que tenias que despertar. Duerme y sueña con Ella, seguro que esta descansando en las nubes, pensando donde puedes estar y porque tardas tanto... descansa. Mis caricias son cada vez mas lentas al percibir como se va rindiendo al sueño. Es hora de que yo intente recuperarme para mañana.

Y así la noche amantó a los dos pequeños aventureros. Seguramente en los demás lugares de Toril la gente de bien estaba ya durmiendo mientras en algunas tabernas se encendían las chimeneas y los habitantes de la noche se disponían a la diversión. Pero en este lugar no había ninguna de esas tabernas ni de esas cálidas chimeneas. Solo un Hada junto a su compañero que buscan una de esas aventuras que se recordaran a lo largo del tiempo.

Por fortuna para ellos, el resto de la noche transcurrió realmente tranquila y el amanecer los saludó con un día nublado y gris. Entre las ramas se cuela un poco de luz iluminando la pequeña cueva tenuemente. El cuerpo del dragoncillo sigue hinchándose y desinchándose indicando que aún sigue durmiendo plácidamente, mientras que, Ivy escucha el inicio de una hermosa música que le llama bastante la atención.

El sonido proviene de las afueras del bosque..

El juego de sombras, que se colaba entre los huecos abiertos por los cuerpos de las estirges, fue creando un sin fin de figuras para mi a lo largo de las horas. Parecía que las luces de las estrellas, los tonos del bosque y la tranquilidad del pasar del tiempo quisieran acunarme y hacer que mi mente y mi cuerpo se recuperasen con su danza. Su calma nos acunaba con el cariño de una madre, y como si me encontrase entre los brazos de mi propia madre me abandoné a las sensaciones de la vida nocturna. Los pequeños crujidos, la suave brisa colándose y refrescando el ambiente, por desgracia el olor acre y putrefacto de esos bichejos no terminaba de abandonar el ambiente, y el olor se reforzaba mas ante el hecho de verme completamente bañada en pegotes de sangre propia y ajena.

Los movimientos de las ramas fueron haciéndose cada vez mas lentos y pesados hasta que adquirieron de nuevo un lugar cómodo en el que reposar y esperar la llegada del astro solar para poder empezar a nutrirse. Yo misma esperaba la llegada de la luz rosácea del amanecer, con ella me sentiría mas vivificada, mi cuerpo recuperaría la energía que había perdido, y me sentiría menos cansada, mas activa. Durante las largas horas de descanso y espera mi mente no dejaba de pensar en el hecho de lo que pudiese representar para este pequeño dragón. Me había magnificado desde el primer momento en que nuestros ojos se cruzaron como había aceptado mi compañía de buen grado, los dragones eran criaturas legendarias, y legendarias eran también sus dotes, una aguda y brillante inteligencia, asombrosas capacidades, pero también un alto sentido de justicia. Es cierto que esta pequeña cría no había conocido mucho mas en su corta existencia, que fueron mis ojos los que se asomaron a la cascara rota de su huevo cuando nacía, sin duda había ocupado el lugar que correspondía a esa madre que él tanto añoraba. Un lugar meramente físico en un primer momento, por estar situada en el momento y el lugar oportuno, pero que con el tiempo se había transformado en algo mas, una relación de estrecha confianza en la cual podía sentirme responsable de algo, algo demasiado valioso como para que pudiese abandonarlo, algo demasiado valioso ante el cual anteponer sus necesidades antes que las mías.

Vagaba mi conciencia en reflexiones a cerca de la naturaleza de las criaturas que no eran como yo, cuando un sonido que no provenía de mi propio intelecto hizo que mi conciencia retornase plenamente a mi cuerpo. Los primeros rayos de sol señalaban puntos fijos en la pequeña cueva, la vida diurna comenzaba a despertar y llenar con su alborozo la tierra, el agua y el viento. Un viento que esta mañana me traía la melodía agradable de una voz, mis ojos se detuvieron unos segundos en la pequeña criatura que descansaba a mi lado. La curiosidad crecía poco a poco en mi pecho volviéndome impaciente y poco precavida. No quería dejarle solo en aquella cueva, que despertase y se encontrase solo, para una criatura que sabia que su madre le había abandonado dejarle solo era peor que la tortura física.

Separándome con cuidado de Faerhart para impedir que se despertase sobresaltado con mis movimientos, recogí mis cosas con cuidado colgándome el arco del hombro de nuevo. Estaba lista para salir, pero antes tenia que avisarle, aunque eso significase desvelarle. Me agache suavemente sobre su pequeño rostro sujetando los mechones rebeldes de mi pelo para evitarle las cosquillas. Cuando estuve lo suficientemente cerca junte nuestras dos narices en un gesto de cariño que compartíamos desde el primer día. Su frío aliento me acarició el rostro despejando mi piel. Pequeño voy a salir un momento, no tardo en volver, espera tranquilo a que yo regrese. Mi voz había sonado con cuidado, la herida de mi cuello ya estaba mas recuperada porque pudo recuperar su dulzura acostumbrada. Una caricia suave sobre su cuerpo escamoso fue mi despedida antes de salir al sol.

Lo primero que hice al salir de la cueva fue disfrutar de la sensación de poder estirar mis alas a placer, una vez repuesta de la colocación, agudicé el oído para localizar la posición de origen de esa melodía. Solo esperaba que no se cortase antes de poder averiguar quien cantaba así esa mañana. Con cuidado me alejé unos pasos de la cueva no sin antes haber colocado las ramas como antes para evitar intrusos.

Mis ojos no tardaron en cerrarse y ver una oscuridad que poco a poco me iba surmegiendo con las caricias de mami. Esta vez no he soñado, al menos no recuerdo nada cuando un hormigueo en mi nariz hace que levante mis párpados lentamente, al principio encogo mi cuerpo para después soltar toda esa fuerza acumulada al estirar mis escamas. Aparto la cabeza para dar un bostezo tan largo que mi lengua parece por momentos que se vaya a salir.

-¿A dónde vas?.. ¿Y esa música? susurro aún medio dormido cuando vuelvo a pegar mi nariz con la suya. Sus palabras no me suenan muy convincentes, pero es mami, y tengo que hacerla caso. Noto como su mano se pasea por mis escamas húmedas y olientes al primer día primaveral del año. Doy un suspiro interior al ver como se aleja y cierra de nuevo la pequeña cueva con las mismas ramas dejándome a solas.

Mi cabeza descansa encima de mis garras mientras mi mente poco a poco va entrando firme en el nuevo día.

-Ni lo pienses, mami dijo que te quedaras aquí..

Y ahora estás sola de nuevo, tu hermosa naturaleza te rodea. Ahora gracias a la luz del día distingues mejor el lugar. Se nota que el camino, parcialmente invadido por la hierba, lleno de baches y piedras no es muy transitado. Recorre unas suaves colinas cubiertas de hierba, y cada vez más arboladas, aún asi te sientes algo insegura de lo que se pueda ocultar en este bosque.

Un bosque rodeado de maleza verde y muchisimos arboles. Dejas la cueva improvisada con el dragoncillo en su interior tras de ti, y sigues la onda de la música que cada vez está mas cerca. Sorteas unas pretumbantes rocas para ver la fuente de la musica. La ves... ves a una mujer bella y esbelta de blonda caballera y orejas afiladas tocando una lira de plata y cantando. Tiene alas de libélula y viste con ropas de hilo de telaraña. Cuando ella canta, el viento suvamente sacude los arboles y arbustos haciendolos bailar al son de su gentil ritmo.. hasta que la música al fin entona su última nota y los árboles poco a poco van dejando de remover sus ramas para volver a la normalidad.

La sílfide orienta sus ojos hacia tu posición, parece haber detectado algún sonido que interrumpía su música, sin embargo vuelve a manejar sus dedos por las cuerdas de la lira, pero esta vez parece que solo está preparando su siguiente canción..

Mientras encamino mis pasos, que se guían solos gracias a la música, me arrepiento de llevar puestas las botas, no hay nada que me guste mas que sentir el frescor del rocío sobre las hierbas. Acariciando la planta de mis pies con cuidado de no dañarla, solo ofreciéndole un agradable masaje antes de comenzar el largo día. Es una lastima que solo pueda recordar la sensación y no vivirla durante unos segundos, pero en estos momentos es mejor no entretenerse quitándome las botas y llevándolas en una mano. De momento no he conseguido acercarme lo suficiente como para averiguar quien o que criatura produce semejante canto en las primeras luces del alba. Hasta que no me siente tranquila y haya satisfecho mi curiosidad las botas seguirán puestas donde deben.

Parece que como queja uno de mis pies chasca una pequeña ramita seca antes de que me arrepienta de haber puesto los dedos justo sobre ella. Me encojo sobre mi misma al escuchar el sonido, como si ese leve gesto pudiese acallar el sonido o volverme invisible ante tanta torpeza. Cuando alzo la mirada de nuevo puedo observar con delicia como los arboles danzan con lentos y suaves movimientos al son de la lira y la voz que la acompaña. Por unos instantes me siento tentada de acompañarles en su silenciosa danza, pero tengo que ver quien produce esa musica antes de que desaparezca. Acercandome con cuidado unos pocos pasos mas las ramas se apartan suavemente para dejarme vislumbrar un pequeño claro.

En el centro del claro una criatura que parece descender de la propia luna por los tonos que ha adoptado se inclina con gracia sobre su lira mientras sus dedos entonan las cuerdas y su voz acompaña la melodía con agradables palabras. Es una sílfide, mientras espío sus movimientos y su canto mis pensamientos se dividen en dos. No es una desconocida para mi, es mas pertenece a mi propia familia por lo que no debería temer nada de ella, pero por otro lado conozco demasiado bien el carácter caprichoso de las criaturas del bosque como para fiarme plenamente de ella, no en vano mi carácter es igualmente caprichoso. Cuando su música se detiene los arboles dejan a un lado la tranquila danza para recuperar sus posiciones. Con terror veo como sus ojos se clavan en el punto exacto donde me encuentro sabe que estoy aquí...

Me muerdo la lengua antes de decir nada inapropiado y con cuidado, adoptando una posición de relajación y descanso nada agresiva decido salir de entre la espesura para no intimidarla y hacer que se sienta incomoda. Mientras me acerco con pasos cortos mantengo las manos relajadas a los costados de mi cuerpo, pero mis ojos no dejan de mirar sus propias manos que están preparadas para comenzar una nueva tonada. No me gustaría caer presa de su hechizo, pero una vez localizada lo mejor era no permanecer oculta. Alzo la palma en señal de saludo mientras me detengo a una distancia prudencial. Perdona que estuviese escuchando, tu balada me ha traído hasta aquí.

Sus delicados dedos se mueven lentamente por las cuerdas como si tratara de afinarlas. De vez en cuando, suelta miradas fugazes por sus alrededores, sospechando como si hubiese alguien. Con tranquilidad se sienta un tronco a lo ancho y sigue mimando sus cuerdas.

Su aspecto es muy semejante al tuyo, tanto por el tamaño por la similitud de sus alas. Esta sin embargo parece algo mas pequeña de estatura y de complenxión fisica. Los iris de color miel destacan por su piel blanca, haciéndo que parezca una muñeca de porcelana.

Al escuchar tu voz, su gesto no muestra ninguna sorpresa. Aunque no tarda en hacerte un gesto con el dedo indicando negación. -Nunca le han dicho que cortar las melodias es de mal aguero..- No sabes con certeza si te esta hablando a ti, ya que mientras habla, su mirada sigue fija en la lira que sostiene entre sus manos.

-¿De verdad mi balada te ha traído hasta aquí? ¿Y te ha gustado?- De repente su rostro cambia por otro mucho mas alegre, y se ve muy interesada por escuchar tu respuesta. Es como si la canción hubiera tardado varios dias en componerla y espera una crítica de ella; sea buena o mala.

Su dedo se levanta para trazar una señal en el aire, en un primer momento mis músculos se tensan esperando una orden muda de mi parte para estallar y poder alejarme de allí, mis alas vibran ligeramente en el aire dispuestas a batir rápidamente. Todo era una señal mal entendida por mi parte, solo indican una negación ante mi irrupción en el claro. Relajándome un poco continuo manteniendo la distancia prudencial que nos separa, aunque la recorto en un paso mas hacia ella, tímido pero seguro. Sigue profundamente concentrada en su instrumento y las cuerdas, como si siguiese escuchando una música interior de la que no quiere hacer participe a nadie mas y que yo he interrumpido de forma brusca.

Por suerte una sonrisa aparece en su rostro redondeado haciendo chispear sus ojos ambarinos, asemejándolos si cabe aun mas a dos gotas de oro fundido. Sonrío yo también cuando me pregunta y la primera respuesta que puedo dedicarle es un cabeceo afirmativo enérgico, la verdad es que aunque había despertado mi curiosidad y estaba preocupada por saber de donde provenía, no puedo negar que también había disfrutado acercándome hasta aquí, escuchando la música. Esta vez ya no pude resistir la oportunidad de vencer mis primeras reservas y me acerque al tronco en el que esta permanecía sentada para sentarme en el mismo tronco a penas a dos pies de distancia. Me ha gustado mucho, la verdad es que después del silencio de la noche y sus sonidos chirriantes no he podido evitar acercarme para saber quien cantaba de esa manera.

Charlo animadamente sin darme cuenta de que a lo mejor mi aspecto, algo malogrado por el desafortunado encuentro nocturno, hace que mi interlocutora se preocupe al vislumbrar tanta sangre reseca por mi piel y parte de mi ropaje. Parecía que a los árboles también estaban disfrutando de la melodía, yo no entiendo mucho de liras, pero me parece maravilloso lo que puedes hacer solo pulsando unas cuerdas y con tu propia voz. Caigo en la cuenta de que puede que mi opinión no le guste demasiado o que espere otra cosa, así que mis dedos se posan rápidos sobre mi boca para evitar decir alguna inconveniencia mas.