Partida Rol por web

Desde más abajo de la escalera ya que no quepo en la sala de más arriba oigo la voz espectral llena de ira señalar a mi raza con desdén y odio - " Ya estamos " - digo en voz baja tras escucharle - " No se preocupe por mí, nada tengo que hacer en este lugar, sobre todo si no lo puedo matar " - me vuelvo a Kairi - " clériga creo que tienes más trabajo en el sótano yo mientras vigilo que nadie de verdad entre en la torre " - y sin más bajo hacia el umbral exterior de la torre - " Ya me marcho sir gruñón " - vuelvo a decir en voz baja, si hay algo con lo que no puedo, es con los seres que no se les puede matar con armas, putos seres - " gggpuhh " - ( escupitajo al suelo )

La primera planta no tenía nada de utilidad, pero por fortuna tampoco albergaba peligro alguno, o al menos no nos topamos con ello antes de continuar nuestro camino hacia la segunda planta. El suelo se quejaba bajo nuestro peso, y por ese motivo adopté nuevamente la forma del lobo, a fin de distribuir mi peso sobre las cuatro patas y ejercer menor presión sobre las tablas.

La segunda planta estaba prácticamente vacía, a excepción de un cuerpo que guardaba el lugar sentado en una especie de trono. El pelaje de mi lomo se erizó al contemplar cómo una especie de espíritu brotaba del cuerpo y se alzaba exigiendo respuestas por nuestra parte. Mi morro se torció mostrando los dientes, pero evité gruñir o emitir otros sonidos de amenaza. En lugar de eso, atendí a las palabras cuidadosamente elegidas por Anna, manteniéndome alerta.

El espíritu se mostró colaborador, respondiendo a nuestra guía. El gran sacerdote había efectuado la traición que había sumido aquel valle en la oscuridad, algo que seguramente afectaría a la sacerdotisa que nos acompañaba. A fin de cuentas, era un siervo de su misma diosa. También increpó a Okodar, culpándole de los pecados de su raza. Sin embargo, llamó mi atención la forma en que aquel ser espiritual deseaba el descanso de los que habían sido sus hombres, para lo que sólo su destrucción era la salida. Había sentido que uno había alcanzado el descanso, y cabía suponer que se trataba de aquel que nos había enfrentado en la planta baja, y el espíritu guardián nos informaba de que otro descansaba en el sótano.

Si no hay más de esas cosas... -Comenté en voz baja tras alzarme de nuevo a dos piernas, recuperando mi forma de nacimiento- ...en caso de eliminar a ese espíritu del sótano podríamos descansar en esta torre con seguridad, antes de continuar hacia el templo.

Anna atendía a las palabras del espíritu. Oía a sus compañeros cuchichear a las espaldas, pero no era protocolario seguir apartando la mirada de su interlocutor por lo que se mantuvo frente a él. Envainando su arma corta y sosteniendo el arma larga entre ambas manos, dejando su punta reposar en el suelo, como si de una teatral caballero se tratara, y con la armadura metálica, daba totalmente el pego.

No parecía que ninguno de sus compañeros quisiera pronunciarse, dejando la responsabilidad de representarles a Anna, que sin titubeo, con humildad y sin soberbia continuó su acusación y dejando claro al espíritu, que habían venido a ayudar a quien estuviera predispuesto a recibirles.

Los ogros fueron el instrumento para la destrucción, pero sacerdotes humanos fueron quienes lo orquestaron todo. En todas las cestas hay manzanas podridas.

Ayudaremos a tus hombres, Campeón de Hurim, daremos descanso eterno al espíritu del sótano y a toda alma aullante y castigada que encontremos en el templo. Hasta que la maldición se levante, y los vivos puedan volver a llenar este lugar de culto.

Cuando hayamos desterrado a la última sombra de esta torre, espero que tu alma pueda partir en paz y puedas reconciliarte contigo mismo - Echó un último vistazo a la espada brillante antes de marcharse cuando el anfitrión les despidiera.

 Me incliné ante el esqueleto viviente y le saludé:

 - Saludos, noble guerrero. Soy Anubis, aprendiz de los túnicas blancas. ¿Puedes decirnos algo que nos ayude en nuestra búsqueda de liberar este valle del mal que lo azota?.

Al encontrarnos con el guerrero espectral, a punto estuve de ser yo quien se dirigiera a él en primer lugar, pero finalmente fue Anna quien lo hizo. Pronto agradecí a mi diosa que así fuera, pues el fantasma podría haber reaccionado mal de haberme presentado como clérigo de Mishakal.

Conocer que había sido un sacerdote de Mishakal quien había facilitado que la oscuridad se apoderara del valle me dejó turbada. Aquello, junto a que el ente parecía más relajado tras las palabras de Anna, hizo que continuara en silencio; manteniendo mi medallón oculto.

El guerrero espectral manifestó también su aversión hacia la raza a la que pertenecía Okodar, queriendo que este abandonara el lugar, cosa a la que el semiogro en seguida se mostró dispuesto.

Las últimas palabras del fantasma revelaban su propósito en aquel lugar. Buscaba la paz para sus hombres, y sólo concebía esta a través de su muerte, con lo que nos pidió que acabáramos con ellos. Según contó, uno de estos ya había sido destruido, imaginándome que se trataba de la criatura que había logrado expulsar poco antes; pero aún quedaba otro guerrero en el sótano.

Okodar en seguida señaló que tenía trabajo que hacer allí, mientras que Lobo Blanco, que abandonaba la forma que había adoptado nuevamente para continuar recorriendo aquel lugar, apuntaba que aquella torre podía ser un buen lugar para descansar una vez eliminado el espíritu del sótano. Asentí en silencio ante las palabras de ambos, escuchando a continuación a la montaraz, que volvía a pronunciarse; sintiéndome confundida ante lo que escuchaba.

Imaginaba que la intención de Anna era buena, pero con sus palabras parecía señalar a los sacerdotes humanos como culpables, un grupo en el que me encontraba. Tenía claro que ni los sacerdotes humanos, ni los sacerdotes de Mishakal, éramos culpables de lo que un único sacerdote había hecho; pero temía que no estuviera tan claro para aquel guerrero fantasmal.

Por otra parte, me preocupó que la exploradora prometiera cosas que quizás no pudiéramos cumplir. Aunque todos estuviéramos dispuesto a hacer cuanto estuviera en nuestra mano por ayudar, quizás eso no fuera suficiente.

Trataba de rememorar algo sobre el mencionado “gran sacerdote de Mishakal”, cuando Anubis se pronunció, queriendo obtener más información por parte del espectro.

- Quizás debería ir bajando. Puede que el guerrero esté más dispuesto a ayudarnos cuando el guerrero del sótano haya alcanzado la paz. – susurré a mis compañeros.

Cuando el guerrero el guerrero fantasmal obtuvo la respuesta afirmativa de Anna y del resto del grupo se desvaneció. Dejo la pregunta de Anubis sin responder seguramente, como había comentado Kairi, el guerrero respondiera esas preguntas más tarde.  Tampoco reacciono al desplante del ogro, que marcho hacia la planta baja de la torre.

Cuando bajáis las escaleras que bajan al sótano os da la bienvenida una bocanada de aire frío que transporta olor a polvo, muerte y podredumbre. La oscuridad del sótano es absoluta y fría... un muro de sombras que contiene algo aún más oscuro en su interior es lo único que veis.

Aquel espíritu no parecía por la labor de conversar más de lo que ya había hecho. Era muy probable que seguir hablando con él dependiera de que cumpliéramos con la promesa que Anna había hecho en nuestro nombre, algo que realmente sólo Kairi podría cumplir. La impotencia de sentirme totalmente fuera de mi elemento me llenó de incomodidad, consciente de que, incluso yendo en primera línea junto a la "manada", nada podía realmente hacer en la lucha contra aquel ser de oscuridad.

Salvo ser su presa.

Un cebo, ancestral práctica de caza, que se antojaba realmente apropiada en aquellos momentos. Lo único que podíamos hacer era evitar que el espíritu oscuro se cebase con Kairi, pues sólo ella podía acabar con él. De modo que, si ese ser atacaba antes, era mejor que lo hiciera sobre uno de nosotros.

Avanzaré en forma animal. -Informé a los demás, en voz baja, al llegar al último escalón, sintiendo aquel frío que llegaba desde el sótano y la oscuridad que teníamos delante- Si detecto algo, os haré una señal.

Me sentía más fuerte en la forma del depredador, y también gozaba de mayor libertad de movimientos. Después de todo, desarmado y sin bendiciones útiles a mi alcance, no tenía tampoco nada que aportar como hombre. De modo que me incliné hacia delante y, antes de que mis manos se posasen en el suelo, se habían convertido ya en almohadilladas zarpas de garras retráctiles cubiertas de pelaje negro como la noche sin luna. Era una pantera negra, de ojos brillantes que trataban de aventurarse en la oscuridad.

Anna suspiró cuando el fantasma desapareció y al volverse... los aventureros ya bajaban las escaleras. Sus hombros se relajaron mientras veía el asiento que antes ocupaba el fantasma, y la brillante espada que reposaba al lado del esqueleto de la ballesta. Sería toda una imprudencia acercarse ahora que el espíritu aún podía estar observándoles.... sería mejor tratar de eliminar ese espíritu de las sombras antes.

Mientras sus compañeros bajaban las escaleras Anna se entretuvo en cargar la linterna con una pinta de aceite y prender la mecha. Como una auténtica exploradora apareció Anna por la escalera de caracol, espada en diestra y linterna en siniestra. La luz se proyectaba como un faro hacia adelante y el brujo Lobo Blanco tomó de nuevo una forma animal, esta vez la de una majestuosa pantera.... Uuuh - Por unos momentos quiso tocar al animal, pero aún no estaba del todo segura que toda la mente de Lobo Blanco estuviera ahí dentro, o se fundiera con la del salvaje animal que envolvía su espíritu.

Dejadme avanzar... por si hubieran trampas - Esperó unos momentos para tomar la vanguardia si le dejaban, y avanzó cuidadosa. Temerosa de lo que pudieran encontrar aquí abajo - No estoy segura, ¿creéis que estará conectado con el templo del valle o serán unas horribles mazmorras? - Los ojos de Anna paseaban por todos los peligros: pasillo, pared derecha, techo, pared izquierda, pantera, suelo y pasillo de nuevo. - Si el espíritu de sombra es el espíritu de un soldado caído... ¿Creéis que responderá a alguna clase de amenaza? - Se giró hacia Okodar - Tú eres un semiogro ¿no? Tal vez se aparezca si lanzas un grito de guerra - Se encogió de hombros volviendo a prestar atención al pasillo - En Ergoth conocemos bien los gritos de guerra ogros....

Cuando el guerrero espectral se desvaneció, descendimos por las escaleras que llevaban al sótano, sintiéndome en seguida abrumada por una ola de frío de nauseabundo olor. Un terrible hedor que lamentablemente me resultaba familiar.

Lobo Blanco anunció llegando al final de las escaleras que continuaría avanzando en forma animal, y que nos informaría si detectaba algo. Gracias a la luz de la linterna que había encendido Anna, pude ver cómo el druida se inclinaba hacia delante y tomaba con rapidez la forma de una majestuosa pantera.

En el interior del sótano no se veía prácticamente nada, resultando este un lugar frío e inquietante donde un muro de sombras que parecía contener algo aún más oscuro era lo que mejor percibía; algo que pronto cambiaría, y es que la montaraz también quiso adelantarse para evitar posibles trampas, así que terminaría iluminando el lugar.

Mientras avanzábamos, Anna comenzó a especular sobre qué podría ser aquel lugar y sobre el espíritu que buscábamos, terminando por proponer que Okodar lanzara un grito de guerra, ya que quizás aquello le hiciera aparecer.

- E-estoy segura de que así aparecería, pero no creo que sea buena idea que piense que buscamos pelea… - comenté con timidez y algo de temor, sin dejar de mirar a un lado y otro.

 Mientras los demás hacían lo suyo, yo decidí contribuir con lo mío. Este ser seguramente usaría la oscuridad para ocultarse, así que decidí eliminar ese factor, utilizando mi magia para crear una luz en uno de los extremos de mi bastón y usarlo como si fuera una antorcha...

La luz de la antorcha y el conjuro de Anubis iluminan el sótano de la torre del Guardián. Este es una única sala grande con cuatro columnas que soportan toda la estructura superior. El techo tiene 10’ (3 mts) de alto, un poco más bajo que el resto de pisos de la torre esta abovedado. Las paredes y el suelo son de piedra labrada. En la sala hay montones de maderas podridas que en otro tiempo fueron barriles y los esqueletos de varios humanos esparcidos.

De entre los restos comienza a alzarse una sombra negra y espesa como el petróleo, sus contornos recuerdan vagamente a un humano.  Con un grito de ultratumba, la sombra comienza a avanzar con paso rápido y tambaleante.

Era complicado ver nada en aquella oscuridad, a pesar de la luz que portaba nuestra guía Anna, así como de la segunda luz que Anubis añadió poco después. Sencillamente, la luz llegaba hasta donde llegaba, y la oscuridad reinaba más allá de eso. Después de todo, estábamos en sus tierras. No obstante, si ese ser al que buscábamos buscaba cualquier mal para nosotros, los invasores de su territorio, sería él quien debiera adentrarse en el nuestro.

Así fue como aquella sombra cobró forma ante nosotros, surgiendo de la oscuridad como una mera sombra, pero tan tangible que parecía salida de un pantano de brea. Y corría hacia nosotros.

Todos podíamos convertirnos en presa de sus atenciones, pero únicamente una podía repelerle...

Con aquella idea en mente, di un paso en frente, lanzando un gruñido amenazador. No pensaba lanzarme en un ataque inútil contra un ser inmaterial, habiendo probado ya la futilidad de tal acción. No, tan sólo buscaba atraer su atención, tratar de que se arrojase sobre mí, su presa más cercana. Tal vez, si me movía lo bastante rápido, pudiera evitar su embiste. Igualmente, todo iba a depender de la sacerdotisa de Mishakal, y la bendición de su diosa.

Gracias a la linterna de Anna y la luz creada por Anubis, pudimos comprobar que el techo del sótano era algo más bajo que el del resto de estancias de la torre, aunque continuaba siendo alto. Cuatro columnas se alzaban desde el suelo de piedra labrada, siendo estas lo único que había en aquel lugar, junto a algunas maderas podridas que parecían haber sido barriles en otro tiempo, y varios esqueletos humanos.

En seguida vimos cómo empezaba a surgir una sombra negra de entre unos huesos. Esta parecía formar una silueta similar a la de un ser humano, sin duda debía tratarse del guerrero que buscábamos.

Acompañado de un terrorífico grito, aquel espectro comenzó a avanzar de forma rápida y tambaleante hacia nosotros, momento en el que Lobo Blanco le respondió con un gruñido; dando un paso al frente en aquella forma animal.

Con suma rapidez, volví a sacar mi medallón de fé, tendiéndolo en dirección a aquel ser.

- Portadora de luz, ayúdame una vez más, por favor. Ayúdame a sanar el espíritu de este guerrero, permítele descansar por fin en paz. – pedí a Mishakal con firmeza, haciendo verdaderos esfuerzos por que no me temblara la voz mientras veía acercarse a aquella criatura hacia nosotros.

 Mientras observo al ser sombrío venir hacia nosotros, me mantengo en guardia, con la luz en alto y usando el bastón de manera defensiva, mientras dejo que Kairi use el poder de su diosa contra él, manteniéndome en segundo plano para no estorbar a ella y que pudiera desenvolverse sin problemas, mientras utilizaba su magia clerical.

 Espero que ella tenga éxito y podamos liberar a este pobre de su agonía, sin tener que recurrir a métodos más expeditivos para poder lograrlo.

Anna levantó su linterna alumbrando a la criatura de las sombras, que una vez más, parecía engullir la luz a su alrededor. Los carrillos de Anna se inflaron para soltar un resoplido resignado al saber, que poco o nada podía hacer frente a aquel ser. Por un momento, se giró hacia Kairi cuando llamó a la portadora de la luz, dándose por aludida, pero al verla tomar su símbolo sagrado y fijar sus ojos en el espectro miró de nuevo hacia adelante tratando de disimular.

La pantera negra se adelantó gruñendo al espectro, el brujo de Chislev sabía que nada podía hacer contra el espectro... pero si solo Kairi podía destruirlos, había que darle a la sombra viviente algo de lo que alimentarse mientras ella invocaba a su propia portadora de las luces.

Anna dio un paso junto a la pantera, alzando la linterna y dibujando la silueta del ser, con la espada en su otra mano fingiendo que le daba algo de seguridad, al echar un vistazo hacia a un lado, se imaginó sosteniendo la linterna, junto a aquel enorme felino de grandes colmillos plantando cara al demonio de sombras... bastante épico... de no ser, porque estábamos allí como cebo.

El símbolo de Mishakal vuelve a brillar con fuerza entre las manos de Kairi. Su luz impacta contra la sombra que desesperadamente trata de cubrirse, buscando alguna lugar que le cubra del resplandor cegador. Pero la luz que emana del colgante ilumina toda la sala, haciendo que la sombra se diluya poco a poco entre los restos esqueléticos.

Con la sombra destruida, podéis registrar a placer el sótano. Si hubo algo de valor en él, el tiempo y la humedad lo han destruido por completo.

Con la misión encomendada por el guerrero espectral completada volvéis a subir a la última planta de la torre de vigilancia.

Al llegar a la segunda planta de la torre de vigilancia el guerreo espectral vuelve a aparecerse como una imagen fantasmal de un humano corpulento vestido con una armadura transparente. Aunque ahora veis una sensación de paz en sus rasgos mientras os mira.

Gracias. Verdaderamente habéis sido enviados por los dioses para responder a una plegaria pronunciada con desesperación hace mucho tiempo. Por favor, coged lo que eran mis pertenencias como un pequeño regalo de gratitud. Tras mi cuerpo encontraréis un compartimiento secreto y en su interior un diario que escribía, puede ayudaros en el templo. Tened cuidado, amigos la sombra de un antiguo mal aún planea sobre el templo.

La figura, ya transparente, se empieza a desvanecer lentamente, desapareciendo como si se la hubiera llevado la corriente de un río invisible.

Adiós... que los dioses estén con vosotros.

Finalmente, arrastrado por el viento escucháis un último murmullo. En el interior del templo encontraréis una de las piezas del rompecabezas, una de las piezas relacionada con la llave. Una pieza de luz...

El equipo del Guardián todavía está en buen estado, aunque ha permanecido en el esqueleto durante más de 300 años. El esqueleto viste una coraza y, aunque la ballesta ligera de su regazo se ha deteriorado, la aljaba que tiene al costado está llena con 10 virotes plateados y 10 virotes más que siguen milagrosamente en buen estado. Cerca del cuerpo hay la espada larga de acero teñido de azul que tiene el dibujo de un rayo grabado en la hoja.

En la pared, tras el esqueleto, como indico el guerrero espectral hay un compartimento secreto que contiene un cofre con muestras de óxido. En el interior del cofre hay una bolsa de cuero que se deshace al tocarla, derramando 250 piezas de oro istarianas, un diario encuadernado en cuero en muy mal estado, 2 pociones etiquetadas como neutralizar veneno, una poción etiquetadas como quitar enfermedad y 2 pociones etiquetadas como curar heridas moderadas.

Del ajado diario, leyendo las múltiples entradas incompletas, paginas podridas y tinta borrada, conseguís obtener la siguiente información:

La Noche de la traición tuvo lugar tras ponerse el sol del día 22 de sirrimont, 280 años antes del Cataclismo, hace casi 700 años.

Un poderoso y carismático sacerdote de Mishakal llegó a ser el gran maestro del templo. Todo indicaba que era un clérigo piadoso y dedicado, pero al hacerse viejo sintió que perdía el control de su propio cuerpo, e incluso las plegarias más fervientes a su diosa no podían calmar el inevitable deterioro de la edad. Lentamente, la amargura y la sensación de traición de su diosa llevaron al sacerdote al Santuario de la oscuridad del templo, un santuario donde se honraba a los dioses malignos. Nadie está seguro de lo que pasó esa noche, pero más tarde se puso de manifiesto que el sacerdote había cerrado un trato con Chemosh, el Señor de la muerte viviente, quien le prometió la inmortalidad.

El sacerdote hizo un trato con los chamanes de Blóde, permitiendo que las hordas de ogros irrumpieran en el valle y mataran a sus habitantes por sorpresa. Mientras los sacerdotes del templo intentaban ayudar a sus acosados seguidores, el traidor atacó desde dentro…

Finalmente, todas nuestras precauciones no fueron estrictamente necesarias. Kairi logró anteponerse al espíritu y expulsarlo mediante el poder de su diosa, con lo que habíamos logrado liberar aquella torre del influjo del mal que la mantenía atada a una antigua maldición. Recuperé mi forma de hombre, la que me había visto nacer, y recorrí futilmente junto a los demás aquellos sótanos, donde el paso del tiempo y sus estragos fue lo único que pudimos encontrar. En cualquier caso, regresamos a la planta superior, donde aquel espíritu nos agradeció la ayuda prestada y pudo al fin encontrar su tan ansiada paz.

En agradecimiento por los servicios, aquel espíritu guardián nos concedió permiso para tomar sus tesoros, así como información de dónde encontrarlos. No era el saqueo de antiguas reliquias una de mis costumbres, pues la naturaleza acostumbraba a proveer de todo cuanto yo precisaba en la vida. Sin embargo, y dado el duro periplo que auguraba nos esperaba por delante, aquellos tesoros podían suponer de gran ayuda. Además, en seguida me di cuenta de que parte de aquel equipo serviría para equipar mejor a mis compañeros que a mí.

Algo me dice que esa espada podría estar encantada. -Comenté, observando aquel acero teñido de azul, con un grabado en forma de rayo. Sin embargo, no lo toqué, sino que permanecí a cierta distancia, observando todo aquel equipo de forma ausente- Es posible que las flechas de plata lo estén igualmente. Si os parece bien, podría echar un vistazo en busca de auras mágicas en ambos objetos, a ver si puedo desentrañar si es el caso. -Propuse, aguardando a su opinión al respecto. Era muy probable que Anubis pudiera hacerlo igualmente, con gran probabilidad con mayor eficacia que yo. Al fin y al cabo, los túnicas blancas eran especialistas en el estudio de esas cuestiones- También deberíamos descansar aquí, recuperar fuerzas, antes de adentrarnos en ese templo.

La lectura del diario resultaba de cierto interés, pero no estaba seguro de hasta qué punto sería útil. Desvelar cómo se sucedieron los acontecimientos podía o no servir en el futuro, pero me era desconocido el cómo o el por qué. Quizás con unas horas de sueño todo se viera de una forma algo más clara.