Partida Rol por web

 Seguí las indicaciones de Okodar y me situé detrás, aunque la verdad es que también sentía curiosidad por esas fuente y como parecía mantener su buen estado. ¿Podía tratarse de alguna de naturaleza mágica o alguien o algo velaba por ella?.

Al ascender en dirección al derruido templo, mis ojos bailaban sin cesar entre las distintas ruinas de las estatuas, tratando de reconocer algo en ellas; lo cual sucedió también cuando una vez en la gran meseta nos acercamos a aquellas dos grandes obras de arte también destruidas.

Aun así, el templo no tardó en captar mi atención, escrutando este con detenimiento. Si se observaba con atención, no sólo podía observarse lo que allí había, sino lo que un día hubo. Aquel lugar me resultaba algo inquietante, pero también me intrigaba.

¿Qué horrores habrían presenciado aquellas rocas?

Miré en dirección al estanque que había al otro extremo de la meseta cuando Lobo Blanco señaló lo particular de este. Desde luego, aquel vapor era harto extraño, y no pude evitar fruncir el ceño cuando Okodar se limitó a decirle a Lobo Blanco que tuviera cuidado cuando este comunicó que iba a echar un vistazo a la fuente. No solo se desentendía de lo que pudiera pasarle al druida, sino que no le había visto tomar ningún tipo de precaución.

- Anna, ¿algún consejo a la hora de entrar en un sitio así? - dije mirando brevemente a los compañeros que ya se alejaban por las escaleras, con preocupación. - No creo que sea muy seguro, incluso podría haber trampas, ¿no? - añadí mirando a la intrépida guía, observando tras su respuesta a Lobo Blanco y alzando un poco la voz para que este me escuchara. - Avísame si necesitas ayuda, yo me quedo. Intentaré averiguar algo más sobre qué nos espera en este lugar.

Dicho aquello, me acerqué algo en dirección al estanque, queriendo acercarme a este para que mi conjuro lo alcanzara pero sin alejarme mucho del templo en ruinas. Así, me concentré en detectar todo lo maligno que hubiera en aquel lugar, todo aquello con lo que deberíamos acabar.

- Que se revele lo oculto para que jamás se vuelva a mostrar... - musité apretando uno de mis puños, abriendo este de forma muy pausada mientras permanecía concentrada en mi alrededor.

No pudieron alcanzar la torre cuando anocheció, pero no tuvieron más problema que la humedad de la niebla y el acoso de las pesadillas que hicieron despertar a Anna bastante antes de las luces del alba... sombras - Susurraba mirando la niebla e intentando dormir. Aferrando con fuerza la empuñadura de la espada relampagueante y tratando de protegerse con la manta.

Cuando de nuevo se pusieron en camino, por fin encaraban aquel templo. Centro de toda aquella corrupción, donde sin duda se encontraba el mal más supremo que aquellos intrépidos cruzados que venían siguiendo un extraño cometido de dioses y peones desde Pashin estaban dispuestos a combatir.

La fuente llamó la atención de Anna, que se acercó junto a Lobo Blanco para inspeccionar sus aguas y, de parecer normales, saborearlas por mera y temeraria curiosidad. Cuando se acercaba escuchó a Kairi, y aunque se giró para mirarle mientras le hablaba, no cesó en su avance a la fuente - Mientras haya rastros de batalla no encontraremos trampas, pero dado que el valle entero era un santuario, seguramente encontremos puertas secretas en el camino que nos lleven por los pasillos de huída que sacerdotes y monjes usaran durante el asedio hasta el centro del templo... y en estos pasillos sí podremos encontrar trampas esperándonos...

Sí que está demasiado limpio ¿Qué opinais del agua de esta fuente? Incorruptible y impoluta, inmune al paso de la arena del desierto y la sequedad del sol - Era probable que un artefacto en ella, o la propia fuente, fuera un objeto generador de agua, lo cual sería de gran ayuda al grupo si su cruzada les llevaba más allá de Hurim.

Al acercaros a la charca veis unas huellas, son grandes surcos en forma de eses. Podría tratarse de una gran serpiente de agua, una serpiente de al menos unos 80 kilos por el tamaño de las huellas. Pero Lobo Blanco hace una observación, las serpientes no tiene manos, y solo hay huellas de manos, ninguna de pies. Los indicios son claros, en la charca vive una naga. Lobo Blanco comenta que las nagas son criaturas frías y calculadoras,  que nunca dudan en sacrificar algo para obtener lo que quieren. No son crueles, sin embargo, simplemente tienen pocas emociones, siendo de sangre fría.

Kairi, con su conjuro, no detecto maldad en la charca. Era algo que cuadraba con la descripción de Lobo Balnco sobre las nagas, eran criaturas neutrales igual que los animales.

 Tras escuchar el informe de Lobo Blanco, les pregunté al resto del grupo, con la mirada, que querían hacer. Personalmente no me parecía ético atacar sin provocación, pero también es cierto que una Naga era una criatura peligrosa para cualquier posible viajero incauto, si finalmente logramos limpiar el lugar y la gente de bien vuelve al valle. Si al menos estuviéramos seguros de que la criatura estuviera dispuesta a convivir en paz con seres inteligentes, no habría problema en que se quedara en su hogar.

Un rápido vistazo a la charca no desveló exactamente la naturaleza del agua pero sí de un habitante del lugar. Aquello hizo que me detuviera tomando las debidas precauciones, agachándome junto a unas huellas cercanas al agua para asegurarme de que mis sospechas no fueran erradas. Pero no fue hasta que Anna tomó la palabra y me preguntó por el agua, que desvelé mis sospechas.

Ni incorruptible ni inmune, me temo. -Afirmé poniéndome en pie- Más bien debidamente cuidada. Mira estas huellas, son surcos propios de una gran serpiente, puede que rondando los ochenta kilos de peso. Pero también se ven huellas de manos. ¿Ves? Ahí y ahí. -Le indiqué, señalando las marcas más claras- Creo que estas aguas son el hogar de una naga acuática. -Sentencié, pensativo, llevándome una mano al mentón.

La sacerdotisa de Mishakal ejecutó un conjuro para detectar la posible presencia del Mal en el lugar, compartiendo el resultado negativo del mismo. Aquello resultaba lógico, por lo que yo recordaba de tales criaturas.

Hasta donde yo se, las nagas acuáticas tienden a la misma neutralidad que los animales del entorno natural. -Les expliqué- Aunque no son animales, sino seres inteligentes, frías y calculadoras criaturas de sangre fría. No suelen atacar a no ser que se sientan amenazadas, o al menos eso me han contado. Lo cierto es que nunca me he topado con ninguna. -Suspiré- Quisiera hablar con ella. Es un habitante de estas tierras, y podría poseer información útil sobre lo que vamos a encontrar ahí dentro.

Al investigar la zona y comprobar que hasta la entrada del templo no hay nada reseñable, ni peligroso, vuelvo con mis compañeros hasta la zona del agua - " Zona controlada " - Tras escuchar los razonamientos de Lobo Blanco y de Anubis miro hacia el lugar - " No me gusta dejar nada peligroso a mi espalda, así que si tenemos que investigar al ser serpiente, sea, por si acaso tendré preparada a Klad " - Y para no reflejar peligro en mis gestos, apoyo la cabeza de mi gran arma en el suelo y sujeto con mis manos la punta contraria del mástil, como si me apoyara en ella para descansar.

Al acercaros a la carcha, una serie de pequeñas criaturas con forma de pequeños hombre pez comenzaron a deambular. Eran pequeñas, de no más de 50 cm, y con cuerpos íntegramente de agua. Anubis rápidamente las identifico como mephits de agua, seres extraplanarios, elementales de agua.  Los mephits correteaban de un lado a otro sumergiéndose en el agua o saltando por la tierra pero siempre manteniéndose alejados de los aventureros, a una distancia segura.

Finalmente, a unos pocos metros de la charca, el agua comenzó a templar con pequeñas olas y una mujer mitad serpiente salió nadando del agua.  Su piel tenía una tonalidad azulada y sus dedos estaban palmeados como las criaturas marinas. Ceñida a la cabeza llevaba una tiara de algas y corales. Soy Opalescente, señora y reina de este lago. ¿Quién osa molestarme? Hablo con tono amenazador y tintineante, como el de la lluvia al caer sobre un tejado de zinc, pero a pesar de la fachada amenazante Opalescente no parecía inclinada a la lucha.

"Paso" . Pienso para mí. Me dedico a observar. 

 - Bueno, al menos no parece abiertamente hostil, es muy buen comienzo. - Pensé esperanzado, mientras esperaba que Lobo Blanco y Kairi comenzasen con las negociaciones diplomáticas. Para ello me mantuve en segundo plano, procurando no molestar a nadie.

La aparición de aquella inmensa serpiente con torso de mujer hizo que sintiera un cierto arrepentimiento por mi idea de parlamentar con ella. La naga no sólo parecía poderosa y, por lo tanto, peligrosa, sino que además se mostraba henchida de un orgullo que la podía volver increíblemente impredecible. Y aunque pudiera ser tan neutral como un animal, debía recordarme, no era un animal.

Me llaman Lobo Blanco, y sirvo a La Bestia Chislev, como druida. -Me presenté- Nos dirigimos al templo, pero venimos antes a mostrar nuestros respetos.

Mi voz sonaba tensa, y mis palabras más duras de lo que pretendía. Era consciente de ello, y de que eran los nervios los que me estaban jugando una mala pasada ante aquella peligrosa criatura.

Anna Marie hubiera propuesto rodear la fuente y preparar una trampa para atrapar al monstruo y darle muerte, al igual que Okodar, no le gustaba dejar monstruos tras de sí. Pero cuando menos se lo esperaba apareció la criatura, mística, hermosa, rodeada de espíritus del agua que podían conferirle un carácter más natural, si no fuera porque no debía olvidar que era una criatura que por alguna razón imitaba el rostro de una mujer ¿Y para qué? Pues un cebo. No dejaba de ser una cazadora y probablemente tanto tiempo en este valle cubierto de no muertos y espíritus la tenían bastante hambrienta, por lo que no podía bajar la guardia.

Aún así levantó la mano de forma tímida y desconfianza por detrás de Lobo Blanco

- Es un placer conocerla, Señora Opalescente. No es nuestra intención molestarla, disculpe si ha sido así. Como le ha dicho mi amigo druida, todos nosotros venimos a mostrar nuestros respetos. - expuse de forma calmada, antes de hacer una breve inclinación de cabeza en señal de respeto. - Mi nombre es Kairi Moonlight, Clérigo de Mishakal, la Curadora. Hemos de entrar en el templo, con lo que si pudiera darnos algo de información que pudiera sernos de utilidad, se lo agradecería de corazón. - le pedí con una amable sonrisa.

La naga cambio su tono amenazador por un tono de curiosidad ¿Qué podéis buscar en un lugar como este? Aquí solo hay muerte. Desde la noche de la traición solo una mujer araña a entrado en el templo, el resto son solo muertos sin descanso.

Increíblemente, la naga cambió rápidamente su actitud, aunque tuve la impresión, y eso se lo debía reconocer, de que se debía a las palabras y formas de la clérigo de Mishakal. Kairi acostumbraba a emplear el tono de voz adecuado y a resultar gentil y agradable, lejos de la tosquedad de mi voz y su brusquedad.

Con curiosidad, la naga quiso comprender nuestros motivos para acudir al templo, al que en el tiempo que ella llevaba en aquella charca tan sólo un ser se había adentrado. Fruncí el ceño tratando de recordar algo similar de mis viajes y lecciones, una mujer araña... Pues la naga había dicho que había entrado, mas no que hubiera vuelto a salir. ¿Significaba que encontraríamos ese peligro en el interior?

No sólo hay muertos, también conocimiento antiguo y retazos de antiguas religiones que ahí se practicaban. -Respondí escuetamente, dejando que Kairi se extendiese más si así lo quería. No tenía pinta de que los demás tuvieran intención de participar.

Afortunadamente, la naga terminó cambiando su actitud, mostrándose más bien curiosa; aunque lo que nos dijo no aportaba mucha información. Lobo Blanco se pronunció entonces, respondiendo a la criatura de forma escueta, tras lo que volví a tomar la palabra; esperando poder lograr que nos contara algo más.

- Aún no sabemos exactamente qué buscamos, Señora Opalescente, pero lo sabremos al encontrarlo. Los Dioses guían nuestros pasos hasta este lugar, donde hay algo más que muertos, como bien ha explicado Lobo Blanco. - expliqué a la naga sin ser muy específica, esperando que aquello terminara de satisfacer su curiosidad, solicitándole después algo más de información. - Esa mujer araña... ¿Qué buscaba ella? ¿Pudo contar qué halló en el interior? - pregunté de forma pausada.

Las arañas solo buscan la oscuridad, la humedad y los lugares angostos donde tejer sus trampas. Dice con desprecio. Como veis el templo cumple esos requisitos. Claramente las nagas buscaban casi todo lo contario, salvo la humedad, lugares abiertos, con luz y limpios.

Pude que solo sea un sentimiento, una intuición, un sueño… Comenta con voz soñadora la  naga. Creo que en las entrañas del templo hay aún una luz, un trozo de esperanza, un alma pura que quedó atrapada entre tanta locura. Pero como he dicho… no sé si esto es real y no sé nada más de este sentimiento, intuición o sueño.

La respuesta de Opalescente, tan cargada de la simplicidad más natural, no estaba carente de lógica. Las arañas buscaban un entorno con características muy concretas, y el templo suponía un buen hogar para ellas. Eso significaba que, además del peligro innato que suponían los muertos sin reposo de aquel lugar maldito, se añadiría el peligro de las trampas de al menos un depredador. Al menos, si es que no se había reproducido y contaba ya con toda una colonia.

Sin embargo, aquel ser añadió algo más, algo mucho más críptico y de difícil comprensión. Un sueño, un vaticinio, una intuición... la de que moraba en aquel templo un alma que se había conservado pura a pesar de todo. Del tiempo, de la traición, de la maldición de aquel lugar. ¿Tenía aquello alguna relación con lo que se requería de nosotros? Debíamos buscar una señal... ¿Era ese alma a quien debíamos hacer entrega de la caja de música?

Demasiadas incógnitas, y la experiencia había demostrado que las respuestas no podían ser anticipadas. Llegaban por sí mismas, si andábamos el camino.

Gracias por la información, Opalescente señora y reina de este lago. -Le dije sinceramente, llevándome una mano al pecho e inclinando mi cabeza con respeto- No os molestamos más, es hora de abandonar vuestro territorio y proseguir nuestro camino.

 Le dediqué a la naga una reverencia, a modo de respetuosa despedida, y seguí a mis compañeros:

 - ¿Mujer araña?. Porque tengo la sensación de que no nos espera una persona que solo lleva ese nombre...

Encantada de abandonar este lugar - Anna se retiró con mucha cautela de no ser atacada por la espalda. Llevó las manos a sus cosas y frente a sus compañeros se encaminó a la entrada del templo. - Arañas - Dijo sonriendo, le encantaban las arañas, cuando movían sus patitas observando su próxima presa con ese montón de ojos mal ordenados-  necesitamos llevar antorchas, fuego, todos. Y si lo que ha sugerido la naga es cierto el templo tendrá trampas por cada pasillo.

Sugiero avanzar de uno en uno, con quince pies de distancia entre nosotros. Conmigo a la cabeza para encontrar fosos y pinchos y preferiría a Klad siguiendome.

Y por cierto, llevo una linterna, pero me sentiría más segura con el chisporrotear de una tea encendida. ¿Alguno tiene?