Partida Rol por web

- ¡Nos atacan otra vez! ¡Han debido volver los otros tres gigantes que no estaban con Robrek!

- ¡Mierda! ¡Y yo no tengo aquí mis armas, y he dejado a Dora con los críos en casa! 

- Maldición. - digo.

Rápidamente cojo mi subfusil y me asomo a la ventana más cercana mientras apunto a los recién llegados.

- A mi señal. - le digo a Brendan y al resto. Poneros en movimiento para acabar con ellos o proteger a los vuestros.

- Recordad. - añado. Cuando me oigais gritar para llamar su atención taparos los ojos y aprovechad la ocasión para acabar con ellos.

No ves ni el vehículo ni a los atacantes desde la ventana; deben estar en otro lado

- Maldita sea. Desde aquí no veo nada. Ola, ¿hay alguna forma de subir al tejado?

- ¿Al tejado? No. Aunque supongo que puedes subir al desván, salir por la ventana, y encaramarte

- ¡Vosotros haced lo que creais oportuno! ¡Yo voy a mi casa!

Brendan sale de la casa de Ola

Sin perder un segundo hago lo que me ha dicho Ola para llegar al tejado.

- Tengo que cubrir a Brendan. Se lo debo. Sino no sería digno de llamarle amigo.

Fregándome la cara, pestañeando rapido y tomando aire en un bostezo, mientras todos se alertan por la situación, me levanto y hecho un vistazo hacia las ventanas.

Viendo que el enano Brendan sale corriendo, yo me levanto de la silla, saco mi Desert Eagle y ajusto mi chaqueta.

-Au revoir! Chiquis- Son mis palabras antes de salir corriendo.
Salir por detrás de la casa, salirme por una ventana. Para así, poder rodear el lugar.

La Tejedestinos se revolvió en parte cuando sintió la cercanía de los gigantes. Eck se puso en pié rápidamente y escuchó al resto dar indicaciones, le pareció bien y se dispuso a organizarse para la lucha inminente. Estuvo por coger su pistola, pero pensó que su Reliquia sería más útil.

- Vamos, acabemos con esa escoria infecta. No te preocupes Ola, defenderemos este lugar contra esas cosas o contra los mismos Titanes si tuvieran el valor de aparecer. - Dijo convencido del potencial de su grupo, antes de ponerse a observar sigilosamente dónde estaban sus enemigos, a la espera de la señal de James.

Tras la cena hago lo que Ola dijo y me acuesto en el sofá. Un poco incomodo para mi tamaño, pero no me importa, agradezco la hospitalidad.

A la mañana siguiente, algo dormido todavía por lo incomodo que ha sido el sofá por la noche no atiendo demasiado a lo que hablan mis compañeros hasta escuchar una alarma, tardo en reaccionar un poco, tan solo veo a mis compañeros salir corriendo, cuando me percato de lo que ocurre busco mi espadón todo lo rápido que puedo y me dispongo a salir de la casa -Ahora os enseñare como pelea un hijo de Odín- digo mientras salgo con el Mordisco de Fenris por la puerta corriendo y mirando por la calle intentando localizar a los gigantes.

Brendan se levanta y sale con James antes de que me dé tiempo a decirle que le puedo dejar una espada. Probablemente sus armas sean mucho mejores de todas formas, pienso recordando las historias del acero enano.

La pistola aparece en mi mano como invocada por la presencia de los gigantes. Ehiwad, recuerdo su nombre. Arco de Tejo. Uller siempre había sido amante de los arcos y me sorprendió que me diese una pistola en vez de un arco. Sonrío recordando sus palabras de adaptarse a los tiempos modernos.

Distraída en mis pensamientos, me doy cuenta de que todo el mundo se ha puesto ya en movimiento. Rápidamente pienso qué hacer. Hagger con su espadón será más efectivo cuerpo a cuerpo, pero para eso los gigantes tendrán que bajar del coche. No creo que les guste que les diga que yo ejecuté a Robrek, pienso tratando de idear una forma de que centren su atención en nosotros para que no ataquen a los enanos.

- Cúbreme desde la puerta - digo a Ian, avisándole para que no se exponga en medio de un tiroteo.

Concentrándome un momento para activar los poderes que heredé de mi sangre Vanir, salgo al centro de la calle y disparo al aire para llamar la atención de los gigantes.

- ¿Más de los vuestros? ¿No pilláis las indirectas o qué? Ayer maté a uno de los vuestros y ahora venís más... Bueno, siempre viene bien acabar con unos cuantos gigantes más.

Ya en la calle, veis aparecer tres gigantes, cada uno con un enano inconsciente bajo un brazo, y un arma contundente en el otro. Dos llevan bates de beisbol de aluminio, y uno una pala. Al escuchar el disparo de Hilda, los gigantes se giran hacia vosotros, y sueltan a los enanos

- ¡Vaya vaya! ¡Insectos en busca de una buena tunda! ¡Jua jua jua! ¡Vamos a divertirnos un rato!

Haciendo aspavientos con sus armas, se lanzan contra vosotros. Parecen más duros que una piedra.... e igual de inteligentes.